La puesta de largo de Sumar, el partido que no va de partidos, ha suscitado polémica con sus compañeros de Podemos, quienes se consideran agraviados en el derecho original de ser el comienzo de todo y más útil captador de votos de la gente.
Dejando a un lado lo evidente (que no difieren en ninguna cuestión política importante), observemos que las críticas de propios y ajenos se han centrado en la personificación de los colectivos políticos: la culpa del distanciamiento es de Yolanda o de Pablo; cuando se pongan de acuerdo, llegarán al entendimiento.
Es lógico pensar así, pues se ha normalizado que la política sea una cuestión de personajes y no de programas o de diferencias ideológicas. Sin embargo, creo que es posible aventurarse en críticas más desarrolladas.
Imaginemos que un niño pequeño nos pregunta ¿por qué los animales son tan diferentes?
Si no queremos complicaciones, evitaremos la explicación evolutiva y tiraremos por la solución rápida: porque así han sido siempre. O también podemos usar la respuesta, aún bastante extendida entre población adulta: fueron creados así.
Si queremos razonar de una forma más cercana a lo material, responderemos que los animales se adaptan a las circunstancias del medio. Por ejemplo, una jirafa estira su largo cuello para alcanzar las hojas más altas y esta cualidad tiene su peso en la supervivencia de la especie.
Así entraríamos en las respuestas comprendidas en lo que los expertos consideran el cuerpo teórico del evolucionismo. La explicación lamarckista proponía que las jirafas adquieren ese carácter en el hábito infinitamente repetido generación tras generación de estirar el cuello. Un gran paso más allá, la explicación darwinista añade la selección natural: en la población ancestral de jirafas, las variaciones hereditarias presentaron individuos con cuellos más largos, lo que les otorgaba una ventaja alimentaria y en consecuencia mayor descendencia.
Observemos que al profundizar en la explicación van surgiendo matices dialécticos (Federico Engels, al tratar cuestiones científicas como esta, se preocupaba mucho por la necesidad de aplicar la lógica dialéctica). ¿Es la adaptación un proceso debido a la experiencia de los sujetos o es puramente genético? ¿Una mezcla de ambos? El ejemplo de la evolución nos permite entender que la lógica dialéctica dispone una valoración más completa y cercana a la verdad material,
Pero volvamos a los animales políticos.
La explicación del distanciamiento -temporal- entre Podemos y Sumar justificada en la personalización de Díaz e Iglesias, elude algunos de esos factores, sin cuya consideración se pierde la totalidad dialéctica. Entre esos factores:
- Tras los partidos políticos hay intereses económicos. Sus decisiones políticas afectarán a intereses, que resultarán favorecidos o perjudicados. Esos intereses atañen a grupos sociales. Puede ocurrir que un partido ya no sea necesario para defender unos intereses, pues ya estén mejor defendidos por otros, y se considere amortizado (Ciudadanos).
- La propuesta de Podemos o Sumar es abiertamente populista y pretende ofrecer una política útil para todos, para la gente, en la que nadie se quedará atrás. Son partidos catch-all que proponen un cajón de sastre en el que cabe cualquier aportación que atraiga el voto.
- El abandono paulatino de la carga ideológica de estos partidos ha devenido en el rechazo a la lucha de clases, incluso a la negación de la existencia de una sociedad de clases antagónicas. Intencionadamente, no se explica qué gente es la gente, ni para quiénes es útil la política útil.
"Moda galega", opina Díaz de Amancio Ortega, superando el "interrogatorio" de El País con respuestas sobre Felipe VI ("el rey de España") o Felipe González ("un personaje clave")
La adaptación a la ideología dominante.
En estos años hemos presenciado que, en su periplo político, Podemos ha ido postergando algunas luchas, contra la monarquía, contra los fondos buitres de las viviendas, contra los oligopolios como el energético, cuyo fruto ha sido formar Gobierno.
Una vez en el Gobierno, en lugar de enfrentarse a esos poderes, propone medidas consensuadas, admitidas por las grandes empresas, que además corren en su mayoría a cargo del Estado.
En lo internacional, Podemos ha pasado de exigir que los bancos devuelvan el dinero de los rescates y señalar los recortes de la Unión Europea a realizar políticas que encajan como un guante (hasta son elogiados por la UE) con los requisitos que se exigen para la entrega de los millonarios fondos europeos.
El abandono ideológico tiene una característica que, como la política útil, es muy práctica: se adapta perfectamente al medio y, como las especies animales, permite su continuidad y aleja la extinción.
El proyecto de Yolanda Díaz da una vuelta de tuerca a ese desapego ideológico. Su lenguaje edulcorado, melifluo, de mensaje navideño, se combina con otro aspecto de su personaje, que es el de su validez como tecnócrata. Su labor en el ministerio ha sido elogiada tanto por los sindicatos mayoritarios como por la Patronal.
Esta combinación de tecnocracia y amabilidad le ha otorgado un carisma capaz de vender como positiva la ilusión de la derogación de la reforma laboral, o logros como la subida del SMI, la regularización de los ERTE y otros, valorados como éxitos a pesar del escenario de alarmante empeoramiento del nivel de vida y de las condiciones laborales.
A ese empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora se le añade la sombra de una guerra que Estados Unidos parece dispuesta a prolongar hasta sus últimas consecuencias, aunque perjudique gravemente a sus aliados europeos, de los que España es uno de los subordinados más cumplidores.
Aquí es donde Sumar demuestra haber tomado la delantera en la carrera por la adaptación al medio.
En lo político, las duras exigencias de la naturaleza son las incuestionables líneas rojas del capitalismo, o su desarrollo superior imperialista, y las características que favorecen la adaptación son las que permiten disputar un trozo de pastel mediático y captar votos fuera de la lucha de clases. No es la primera vez que ocurre, hay ejemplos históricos.
Pero, ¿cuáles son las consecuencias? En una situación de tremenda desigualdad entre las clases (la clase dominante posee los medios económicos, informativos, culturales, jurídicos), la posición de equidistancia acaba favoreciendo a la clase dominante.
A nivel internacional, en una situación de sumisión a la Alianza Atlántica, pretender una equidistancia entre la OTAN y el "imperialismo ruso", resulta convenientemente provechoso también para la ideología dominante.
¿Adaptarse o morir?
Podrá pensarse que esto tiene su lado bueno. En política, vence quien resiste.
Es en parte cierto. Estamos comprobando que los que saben adaptarse obtienen su premio: su libro se vende, se le organiza un partido o se le crea una televisión.
Mientras, los que se atreven a alzar la voz corren un alto riesgo: ser eliminados, por la censura o la fuerza. De ellos la historia dejará los fósiles, enterrados bajo profundas capas de anonimato.
El militante de un partido adaptado puede pasear por la sabana y beber del río sin miedo al enemigo natural. No tendrá graves problemas en el trabajo por cuestionar la propaganda de guerra, no recibirá una demanda inabordable por comentarios contra la ley trans.
Sus líderes han adaptado a la izquierda al entorno dominante, le han situado en el lado cómodo de la historia.
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