La nueva ministra de Sanidad, Mónica García, ha anunciado en una entrevista que planteará que los pacientes puedan, mediante declaración responsable, justificar una enfermedad leve durante los 3 primeros días sin tener que pedir la baja en la consulta de su médico. La medida sería planteada a los organismos de las Comunidades Autónomas y aún tendría que ser acordada lógicamente con Seguridad Social.
Señala García que es «una demanda histórica de los profesionales de Atención Primaria» y que ya hay países que tienen este sistema. En el mismo sentido, responsables de las entidades de profesionales sanitarias han manifestado que es una medida que empoderaría al paciente para que sea autosuficiente y responsable de su enfermedad. Hay que señalar que se entiende que la medida sería coyuntural y motivada por la situación estacionaria de aumento de casos gripales.
La propuesta suscita un evidente debate. En una primera apreciación puede parecer bastante positiva y dentro del sentido común. Reducir burocracia en un momento de repunte de los contagios gripales entra dentro de la lógica. De hecho, voceros de la parte patronal ya se rasgan las vestiduras. Así, el medio Economista.es ya asegura, antes de ser ni siquiera planteada, que las «autobajas» permitirían una «laxitud» que tendrá un grave impacto en las empresas, que calculan apunta a un coste de 2.274 euros por trabajador durante las 72 horas que puede el empleado estar de autobaja (nota mental, tendremos que hacer otros cálculos los trabajadores, si es cierto que por tres días pierden más de dos mil euros y nos pagan unos mil al mes).
Sin embargo, observando el asunto con la debida perspectiva, la cuestión pierde lógica y el empoderamiento no parece tanto.
En primer lugar, si de verdad quisieran «empoderar» a los pacientes, lo primero que debería hacer la ministra de Sanidad, que se arroga la categoría de progresista, es derogar la ley que privatiza la Sanidad Pública y expolia sus recursos hacia intereses privados que se lucran con una necesidad.
Porque el deterioro de la Sanidad Pública no es una cuestión puntual que haya repuntado ahora por el frío. Los recortes y expolios vienen de lejos, precisamente de cuando estos paladines del progresismo y las políticas útiles medraban en los nuevos partidos partidos políticos y acapararon -y desmovilizaron- el descontento social de la crisis capitalista.
En segundo lugar, ¿para quiénes gobiernan? ¿Para quiénes son tan «útiles» sus políticas? Me pregunto qué tipo de trabajador puede permitirse auto declararse agripado y avisar a su empresa que va a faltar tres días. Desconocen absolutamente en qué situación está la inmensa mayoría de sus paisanos.
En el mundo de la realidad, las personas a las que apenas les llega para pagar el alquiler o la hipoteca tienen miedo, por mucho que nos digan que nos protege un «escudo social». Tienen miedo a verse en el paro, que eso sí es de verdad indefinido. Tienen miedo a que los empresarios, que poseen todo el poder y el desahogo, tomen represalias, en una tesitura en la que comprar lo mínimo que se despacha para mantener a una familia, supone desvalijar la cartera de un empleado medio.
Si usted quiere de verdad empoderar a los pacientes, señora ministra, lo tiene muy fácil. Contrate personal público. Aumente las plantillas -saturadas al máximo de trabajo- de los centros sanitarios. ¡Con personal público, señora ministra, no con subrogados temporales de una privada!
Y si ya quiere empoderar del todo, eche del país a los miserables que se lucran obscenamente con la salud de las personas. Haga públicas las empresas sanitarias privadas, y si los dueños de esas empresas se quejan, invíteles a la auto baja pero no por tres días, sino indefinida.
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