Una nota conjunta salía al paso de la noticia del registro de la marca Unidos Podemos. En ella se confirmaba que, en efecto, se había registrado esta marca y que la intención es "seguir apostando por la coalición electoral" y "consolidar un espacio político y social de futuro estable que dispute la hegemonía a las fuerzas del régimen." Esto es, como se esperaba, con carácter permanente.
En esta entrada procuraremos analizar esta coalición y la anunciada "superación" (debemos suponer desaparición) de IU, en especial desde el punto de vista de su influencia para la lucha ideológica entre derecha e izquierda.
En esta entrada procuraremos analizar esta coalición y la anunciada "superación" (debemos suponer desaparición) de IU, en especial desde el punto de vista de su influencia para la lucha ideológica entre derecha e izquierda.
Advertimos que esta nota está redactada por un militante del PCE cuyos conocimientos marxistas son básicos, pero entendemos que el análisis de la actualidad no debe estar limitado de manera exclusiva a lo que hoy se conoce como personas preparadas. Y desde aquí animamos a otros militantes, jóvenes o maduros, con o sin estudios, a que consulten los textos clásicos y realicen por sí mismos sus propios análisis desde una perspectiva de clase, para evitar la tendencia actual de entregar la discusión de todas las decisiones a una élite intelectual como un acto de fe.
En todo caso este blog permite la escritura de comentarios y el autor está identificado y no tiene problema en responsabilizarse.
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"Una coalición que dispute la hegemonía a las fuerzas del régimen".
Con esta expresión establece la nota conjunta las intenciones de esta coalición. Consideramos que se refieren a disputar la primacía ideológica -especialmente en el aspecto electoral de cara a futuros comicios- a los partidos que han permitido un nuevo gobierno de Rajoy (PP, PSOE y Ciudadanos), dado que la expresión "fuerzas del régimen" sugiere que de momento no se ataca al sistema capitalista de manera frontal.
Por la parte de IU, una parte de la militancia no compartió el sentido de esta táctica y aún hoy les cuesta averiguar el beneficio ya no sólo para el propio partido, sino para la izquierda en general y para la clase trabajadora, más teniendo en cuenta que la táctica va adquiriendo al alargarse en el tiempo un cariz de estrategia indefinida.
Se ha comentado mucho en este tiempo que ese rechazo de parte de la militancia de IU pecaba de izquierdismo, en el sentido leninista de la expresión. ¿Podría considerarse que los discrepantes caen en el infantilismo izquierdista?
La estrategia marxista y el izquierdismo.
En La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo (que Lenin tituló en su origen "Ensayo de discusión popular sobre táctica y estrategia marxista", título que orienta mejor sobre su mensaje), se hace un análisis de la Revolución de Octubre y de la táctica empleada en ella, con la finalidad de criticar las tendencias surgidas a raíz de esta revolución en otras partes de Europa, que tendían al apresuramiento y el error, a una izquierda desproporcionada.
Si pudiésemos concretar en una frase su mensaje (permitiéndonos la licencia de ser excesivamente esquemáticos) podríamos decir que la experiencia bolchevique demuestra que los comunistas deben aprender a acomodarse a todas las formas de lucha, de tal modo que seamos capaces de adaptarnos a cualquier circunstancia y a cualquier frente, por incómodos o ajenos que nos parezcan. Esto es una guerra -viene a decir Lenin- y en una guerra ningún ejército que se considere inteligente desdeñaría el uso de cualquier posibilidad, incluso los pactos con el enemigo, si con ello se logra el objetivo final, salir victoriosos.
El texto es bastante explícito en cuanto a las dudas que puedan plantearse sobre la participación de los comunistas en la política capitalista y sus organizaciones. Repasemos algunos aspectos. ¿Deben los comunistas participar en sindicatos reaccionarios?
Pasaje de La enfermedad infantil del izquierdismo |
Misma obra citada |
Por tanto queda claro que oponerse por sistema a la participación conjunta con otros movimientos, especialmente cuando la correlación de fuerzas es muy desfavorable, es inoportuno.
¿Podríamos decir, en consecuencia, que la militancia de IU que es reticente a esta nueva confluencia padece, en general, de izquierdismo infantilista o que es sectaria o dogmática? Si observamos la trayectoria de IU en los últimos años, observamos que antes de 2014 -fecha de aparición de Podemos- ya se participaba de manera habitual de la mano de los sindicatos mayoritarios (cuyo papel ha decaído en una dudosa relajación hacia la Patronal) y en los diferentes parlamentos con otras fuerzas de lo que se considera "centro" o "centro-izquierda".
Recordemos por ejemplo la participación junto con PSOE tras las elecciones andaluzas de 2012, con tan desastrosas consecuencias para IU, tanto por el desenlace de aquella coalición como por las consecuencias que a partir de 2014 tuvo con la aparición de los nuevos partidos y el descrédito generalizado de los españoles hacia los políticos de los partidos tradicionales.
IU más bien se ha caracterizado por mostrar una actitud excesivamente generosa hacia la participación en los parlamentos, de tal modo que ha terminado decayendo en un claro posicionamiento socialdemócrata, que aunque conservaba en su ideario reminiscencias socialistas, derivó en un excesivo afán por el electoralismo que descuidaba la creación de conciencia en la clase trabajadora.
Por todo ello parece un tanto irrisorio considerar que la militancia de IU peca de izquierdista, o que es sectaria o dogmática. Más bien lo contrario.
Táctica de confluencia electoral y creación de conciencia
En la difícil tarea de dirigir la trayectoria de un partido comunista, según vemos los militantes de base, una de los principales quebraderos de cabeza de los cuadros está en saber dirimir cuándo y con quiénes establecer acuerdos.
Porque es evidente que, en una sociedad dominada por los ideales capitalistas y en clara hegemonía reaccionaria, no puede considerarse oportuna cualquier alianza con movimientos que puntualmente logren el interés de los ciudadanos, por el simple hecho de conseguir mover una masa de votos.
¿Cuál sería el criterio para establecer esas alianzas? Busquemos una pista en este pasaje del Manifiesto:
Pasaje del Manifiesto, Marx-Engels |
Y en la obra de Lenin anteriormente citada, otro pasaje resulta aclaratorio en este aspecto:
Enfermedad infantil del izquierdismo, Vladimir Ulianov |
Podemos extraer de ello unas cuantas conclusiones: las alianzas en parlamentos y movimientos ciudadanos son interesantes para los comunistas y forman parte de sus tácticas para lograr objetivos a corto plazo. Pero estas tácticas parciales deberían estar supeditadas a una estrategia general que sería el de incrementar el nivel general de conciencia y el espíritu de transformación a través del socialismo.
Sin el convencimiento de las personas, por muy crítica que llegue a ser una situación y por muy miserables que sean las condiciones, no será posible no ya una revolución sino el menor cambio en las cuestiones fundamentales del sistema, como mucho podremos obtener el apoyo, eventual, de una serie de simpatizantes, sostenidos además por el impreciso vínculo de una indignación difusa.
Cabe preguntarse por qué la izquierda en la actualidad parece haber abandonado estos principios.
Influencia del posmarxismo en la actual política.
El pensador argentino Ernesto Laclau |
Para el posmarxismo el sujeto político entendido como clase obrera queda desfasado porque no concibe el sistema económico como una unidad, sino como diversas estructuras independientes que se relacionan de manera circunstancial.
Esto explicaría la autonomización de las esferas de lucha, dado que no sitúa a la lucha de clases como foco único de los antagonismos. Para el posmarxismo lo que consideramos la lucha de clases debe ser entendido como una articulación (relación de elementos independientes para una finalidad conjunta) de identidades sociales aisladas unidas en lo ideológico (por ejemplo, las distintas mareas).
Párrafo de Hegemonía y estrategia socialista, texto de Laclau |
La lucha es, según esta visión, siempre una cuestión de discurso. La naturaleza discursiva e ideológica situada en el centro de la acción política explica la tendencia actual a dar una principal importancia al papel de los intelectuales (personas preparadas) y a la actualidad que ha tomado la figura de Gramsci (cuyo concepto de hegemonía como guerra de posiciones entre socialismo y capitalismo es más cercano a esta visión que la perspectiva leninista).
¿Y cuál es la situación en la práctica?
Si tratamos de aplicar toda esta visión teórica en el aspecto que nos interesa a fin de cuentas -la práctica-, observamos que la actualidad nos ofrece casi a diario numerosos casos que generan graves dudas y aspectos muy contradictorios. Enumeremos algunos ejemplos de los últimos días:
- "La pobreza energética mata": bajo este lema se convocó el fin de semana pasado una serie de actos surgidos en protesta por el tristísimo suceso que todos conocemos de Reus. Llama la atención la referencia a la "precariedad energética".¿Es posible vivir en precario en lo energético y no en lo alimentario, en lo laboral, en lo cultural y en el resto de necesidades? ¿Por qué se hace esta distinción que suena a eufemismo?
Una posible respuesta está en las propias reivindicaciones que realizan los nuevos movimientos. Ante este problema se exige que las empresas se comprometan a mantener los mínimos energéticos a las personas sin recursos, en alusión a la defensa de los Derechos Humanos. Muy loable. Sin embargo, se observa que ya no se cuestiona la propiedad privada de los sectores estratégicos; el problema parece provenir de una mala gestión de esas multinacionales, mal llevadas por gestores corruptos. En otras manos y con un mayor control -se entiende- ese desajuste desaparecería. La cuestión no es apreciada como una más de las ramas de un mismo tronco que es el sistema económico, sino como un aspecto aislado. Por eso es posible considerar la "pobreza energética" como un hecho independiente y, por tanto, no entra dentro de los planes cuestionar la nacionalización, ni cambios en el modelo productivo (cuya simple mención resultaría por otra parte alarmante en la prensa y en la captación de votantes moderados).
La exhibición de una tricolor en la pasada
sesión de apertura de las Cortes ante Felipe VI
por parte de un diputado de IU no fue bien vista
por sus compañeros de grupo
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Teresa Rodríguez (Podemos Andalucía) ha manifestado en diversas ocasiones que las bases de la OTAN deberían crear más empleo. |
La exaltada preocupación mediática que ha suscitado recientemente la elección de Trump en EE.UU., por ejemplo, redunda en esa idea del mal menor que embauca al votante poco informado (en algunos casos el temor al nuevo presidente ha suscitado el elogio del "nobel de la paz" Obama o la elevación a "lideresa feminista" a Hillary Clinton) en la aceptación de lo posible dentro de lo que el sistema puede consentir como única vía tolerada para mejorar la situación social.
Noticia de El País celebrando la reducción de la deuda del ayuntamiento madrileño |
En definitiva, es posible encontrar a diario alguna noticia de actualidad en la que quede en entredicho el beneficio que supone para la clase trabajadora la desaparición de una apuesta seria de izquierdas, a cambio de una coalición que sea capaz de disputar el gobierno al PP en futuras elecciones.
Se antoja complicada la creación de conciencia en la clase trabajadora en este ambiente. Antes bien de este modo la hegemonía socialista tiene más visos de ir perdiendo fuerza gradualmente ante el aumento del pragmatismo reformista como única alternativa.
La influencia de las televisiones, cada vez más implicadas en el juego electoralista mediante la difusión de debates y entrevistas como si se tratara de programas de moda, alimenta la creación de líderes mediáticos en los que la clase trabajadora pueda depositar su confianza y la fe en un cambio a corto plazo a través de la participación en procesos electorales.
La movilización en la calle, la participación en sindicatos o la militancia en partidos quedan así menoscabados y reducidos a participaciones testimoniales y cada vez menos influyentes.
Animamos al lector a cuestionarse ¿quién tiene más opciones de ganar esa batalla ideológica, esto es, de situarse en la preponderancia hegemónica, en la situación que se nos plantea de este modo? ¿Es posible pensar que se está dejando un campo abonado para plantar la semilla del socialismo o más bien es la sal reformista la que proyecta un páramo en el que edificar una salida airosa a la crisis capitalista?
Cuesta comprender que de este modo pueda producirse aquella prometida disputa de la hegemonía a las fuerzas del régimen, ni parece indicar que la desaparición de IU o su disolución dentro de una nueva forma sea, como se ha anunciado, superar IU. Se supera lo que se adelanta o lo que se rebasa, no lo que iguala o retrocede.