Unos años antes de ser asesinada, Rosa Luxemburgo impartía clases sobre economía política. En esos tiempos el Partido Socialdemócrata Alemán (de ideología marxista) era bastante numeroso y había creado una escuela con el objetivo de formar a sus cuadros. Autora reconocida y militante de gran brillo, era la persona idónea para impartir las clases a los afortunados alumnos que asistieron a esos cursos.
Al parecer Rosa redactaba notas que le servían de base para sus lecciones y tuvo la intención de publicarlas. No pudo verlo en vida, pero las notas conservadas sirvieron para editar el libro que traigo hoy, Introducción a la economía política.
En este libro el lector dispone de una lección magistral de la autora que nos lleva a los fundamentos económicos de las sociedades, critica con un fino y punzante análisis las teorías económicas clásicas y, además, expone de manera muy didáctica y con ejemplos accesibles a todos las teorías que Marx planteó en El Capital.
En entradas anteriores de este blog intenté explicar algunas ideas de El Capital (en este enlace). Esas entradas quedan ridiculizadas ante la brillantez del libro que traemos hoy, pero sirven como ejemplo para mostrar la dificultad que se encuentra a veces en explicar de una manera instructiva las complejas ideas de la obra principal de Marx. La autora logra explicarse de una forma diáfana. Como diría la propia Rosa en este mismo libro: Quien piensa con claridad y domina el tema que está estudiando, se expresará clara y comprensiblemente. Quien se expresa de forma oscura o extravagante, muestra solamente que él mismo no tiene claridad o bien tiene razones para apartarse de la claridad. (Prometo que en mi caso en aquellas entradas fue por falta de claridad, no de voluntad).
Así que tenemos en este libro una excelente oportunidad para profundizar en nuestro conocimiento del marxismo y para avanzar en las lecturas y necesarias relecturas de El Capital.
¿Qué encontramos en Introducción...? A lo largo de seis capítulos, correspondientes a las seis lecciones que la autora pudo redactar, asistiremos a una visión de la economía desde un enfoque materialista, opuesta a los ambiguos argumentos de los economistas reputados en tiempos de la autora (puede extenderse hasta nuestros días), a quienes tritura con su prosa mordaz.
Seremos capaces de entender lo económico como un proceso social, perteneciente y necesariamente ligado al entramado de las sociedades, no como entidades aisladas en forma de un pueblo o un país, sino interrelacionado en un gran conjunto de influencias mutuas. La autora vivió y redactó estas lecciones en pleno desarrollo imperialista y analiza sus causas y consecuencias: Comenzamos a sospechar que, detrás de esos misterios del comercio exterior, tienen que existir relaciones económicas totalmente diferentes entre las diversas “economías nacionales”, relaciones muy distintas del simple intercambio de mercancías. Sacar permanentemente de otros países más productos que los que uno les da, sólo podría hacerlo, evidentemente, un país que tuviera sobre aquellos otros ciertos derechos económicos. Esos derechos no tienen nada que ver con el intercambio entre iguales. Y semejantes derechos y relaciones de dependencia entre los países existen efectivamente, aunque las teorías profesorales no sepan nada de ellos. Esa relación de dependencia, y en su forma más sencilla por cierto, es la de una de las llamadas metrópolis sobre sus colonias.
El enfoque materialista nos lleva a explicar los mecanismos de las sociedades a través de los medios por los que produce todo lo que necesita para sostenerse. De este modo sale a la luz que existen fuerzas que se someten a todos los gobiernos y autoridades: Descubrimos entonces que hoy se exporta e importa una “mercancía": el capital. Y esta mercancía no sirve para llenar “ciertas lagunas” de “economías nacionales” extranjeras sino, por el contrario, para crear brechas, abrir grietas y fisuras en los muros de antiguas “economías nacionales”, invadirlas actuando como polvorines y, en corto o largo tiempo, convertir esas “economías nacionales” en escombros. Con la “mercancía” capital se expanden masivamente “mercancías” aún más notables desde algunos países llamados civilizados al mundo entero: modernos medios de transporte y exterminio de poblaciones autóctonas enteras, economía monetaria y endeudamiento del campesinado, riqueza y miseria, proletariado y explotación, inseguridad de la existencia y crisis, anarquía y revoluciones.
La sociedad capitalista, analiza Luxemburgo, esconde tras su aparente orden un enorme caos. Es por esto que sus intelectuales "autorizados" son incapaces de explicar sus mecanismos de una manera científica. Tampoco les interesa, pues quedaría al descubierto que ese mágico equilibrio del libre mercado no es sino la anarquía: En la entidad que abarca océanos y continentes no existe planificación, conciencia ni reglamento, solamente el choque ciego de desconocidas fuerzas incontroladas que juegan caprichosamente con el destino económico del hombre. Desde luego que aún hoy un soberano todopoderoso domina a obreros y obreras: el capital. Pero la soberanía del capital no se manifiesta a través del despotismo sino de la anarquía. Y es precisamente la anarquía la responsable de que la economía de la sociedad humana produzca resultados que constituyen un misterio imposible de predecir para todos los afectados. La anarquía hace de la vida económica humana algo desconocido, ajeno, incontrolable, cuyas leyes debemos descubrir de la misma forma que descubrimos las de la naturaleza. (...) Ya deben de tener claro por qué a los economistas burgueses les resulta imposible explicar la esencia de su ciencia, poner el dedo en la llaga del organismo social, denunciar su malformación congénita. Reconocer y afirmar que la anarquía es la fuerza motriz vital del dominio del capital es pronunciar su sentencia de muerte, afirmar que sus días están contados.
En las siguientes lecciones la autora repasa la formación de las sociedades desde el comunismo originario hasta la llegada de la Edad Contemporánea. Me parece especialmente interesante uno de los capítulos, el cuarto -La producción mercantil- en el que se hace un ejercicio de imaginación mediante el cual Luxemburgo invita a sus alumnos a acompañar a un pueblo imaginario en el paso de una producción manufacturera a capitalista.
Es éste un capítulo de la obra muy recomendable para quienes tengamos algunas dificultades para comprender del todo el primer volumen de El Capital. Con su ejemplo, guiado durante toda la lección, veremos con claridad el proceso de división del trabajo, la importancia creciente del mercado a medida que el capital va tomando fuerza, la enajenación del obrero. Se comprenderán también conceptos fundamentales como el de trabajo socialmente necesario, el fetichismo del dinero (fascinante el supuesto en el que el dinero es el ganado: Como ven, con la difusión del ganado como medio universal de cambio la sociedad sólo puede pensar en formas de ganado. Se habla y sueña permanentemente con ganado. Se erige una verdadera adoración y veneración del ganado: una muchacha es desposada con gusto si sus encantos se ven realzados con grandes rebaños como dote, inclusive si el pretendiente no es criador de cerdos sino profesor, clérigo o poeta. El ganado es la quintaesencia de la felicidad humana. Se dedican poemas al ganado y a su mágico poder, se cometen delitos y asesinatos por el ganado. Y los hombres repiten, sacudiendo la cabeza: “el ganado gobierna al mundo”. Si este proverbio les resulta desconocido, tradúzcanlo ustedes al latín: la antigua palabra romana pecunia = dinero proviene de pecus = “ganado” ).
En definitiva, una lectura absolutamente necesaria para profundizar o mejorar la comprensión de los fundamentos marxistas, para mejorar nuestra capacidad de análisis de las teorías del establishment en el capitalismo y para quienes tengan que hacer una labor didáctica en su militancia.