Unas cuantas personas protestando contra todo un imperio económico, militar, político y mediático tan poderoso que condiciona nuestro modo de vida. ¿Qué sentido tiene?
Nosotros, que somos ciudadanos corrientes, dedicados a nuestras respectivas ocupaciones, ¿qué tenemos que ver con estas bases militares? ¿Acaso lo que ocurra en ellas tiene alguna relación con nuestras vidas?
Estas preguntas podemos hacernos cualquiera de nosotros en base al sentido común, pues aparentemente nada tiene que ver con el día a día de las personas normales, ni parece sensato pretender enfrentarse a esos enormes poderes.
Para esos poderes económicos es muy beneficioso que consideremos que los hechos son sucesos aislados y que por tanto no influyen esos pequeños actos sobre la realidad global. Pero según una de las leyes de la dialéctica, sobre la acción recíproca y de la conexión universal, los fenómenos sociales no están aislados unos de otros y la naturaleza no es un caos de sucesos inconexos. Todos los aspectos se relacionan mediante vínculos necesarios y recíprocos. Por tanto ningún esfuerzo es inútil para la realización de un objetivo y todos ellos tienen su consecuencia.
Pero nos defienden ¿de qué exactamente?
Una de las principales preocupaciones de nuestros días a nivel mundial es el terrorismo. Desde nuestra cómoda posición en Occidente nos hacen sentir amenazados por un peligro indefinido, mezcla de odio, fanatismo religioso y miseria. No obstante, no nos paramos a pensar si ese miedo es recíproco, esto es, si desde esos países intervenidos bajo la excusa del terror no es apreciable a su vez el conjunto de bombardeos, drones y muertes como terrorismo hacia ellos. ¿Puede que esas guerras intervencionistas de la OTAN sean la base de ese terror que se ha extendido por el mundo? ¿Y qué tipo de orden global es ese que para su sostenimiento necesita estas guerras?
En las últimas décadas han sido muy numerosas las acciones militares que se han producido en el mundo y que se han iniciado a instancias de la OTAN o promovidas unilateralmente por los EE.UU, bajo la invocación a los Derechos Humanos y la democracia. En todos esos conflictos hay unos denominadores comunes, que son el elevado interés geoestratégico de los territorios intervenidos y la existencia de fuentes de recursos naturales (gas, petróleo). Cabe plantearse por tanto que la motivación de estas guerras no deja de ser un interés puramente económico y político, que consistiera en la conquista y ampliación de nuevos mercados y fuentes de materias primas.
En las intervenciones militares que se producen en nuestro tiempo, bajo la apariencia de ayudas humanitarias y de la difusión de la democracia podemos entrever otros intereses con rasgos menos filantrópicos.
En unos casos son grandes conglomerados de empresas, trusts, lobbies, consorcios, es decir monopolios los que obtienen beneficio al quedarse con el control -directo o indirecto a través de los favores del nuevo gobierno establecido- de los recursos naturales de la zona. Otras veces lo que se logra es el dominio de zonas de importancia estratégica por su situación geográfica o implantar bases militares en zonas cercanas a las que controlan otros monopolios de intereses enfrentados.
El imperialismo, o dominación política y militar de otros territorios, fue descrito por Lenin como una fase superior del capitalismo que, continuando las tesis de acumulación de capital de Marx, conforma esos monopolios a nivel mundial.
Por tanto el fundamento de estas intervenciones militares no persigue un objetivo popular sino el de intereses particulares que no son otros que el aumento de beneficios de esos monopolios, lo que redunda en la agudización del conflicto a nivel mundial entre capital y clase trabajadora.
La importancia del gasto en armamento.
El estado de permanente peligro de agresión que incita el imperialismo motiva que los países dediquen un importante gasto en armamento. Si anteriormente fue la guerra fría lo que motivaba ese gasto, es hoy la supuesta amenaza terrorista lo que sirve para el sostenimiento de ese gasto y de las bases militares.
Adquiere tanta importancia ese gasto que los Estados dedican una buena parte de sus presupuestos al aspecto militar. Por tanto la influencia de esos monopolios se extiende a los poderes públicos, pues crea una red industrial dependiente de la producción de armas, de tal modo que si los conflictos terminasen toda la economía nacional se resentiría (industria aeronáutica, electrónica, naval, nuclear, etc). Es por eso que en ocasiones los oportunistas pueden generar confusión argumentando que las bases militares crean riqueza en los territorios.
Pero ¿qué hacer?
En primer lugar sería un gran avance para los trabajadores -de todos los países- que aprendiésemos a distinguir que nos encontramos inmersos en ese estado de imperialismo belicista, que la causa es el capitalismo en esa fase de desarrollo y que el brazo armado que realiza esta tarea es la OTAN como intermediaria de los intereses de EE.UU., y por supuesto su consecuencia es la barbarie y el caos mundial.
Entendamos todos cuando somos informados por los medios de comunicación que estos se encuentran en la órbita de esos monopolios y por tanto colaboran con esa situación de permanente caos. Los medios son el principal agente de socialización política pues crean la imagen global de la realidad.
Referencias:
- (1) Manifiesto de la Plataforma contra las guerras ENLACE
- Blog del Viejo topo artículo sobre intervenciones en últimos 30 años y entrada con conferencia de Oskar Lafontaine
- Imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin.
- Iniciación a la economía marxista, Ernest Mandel, ed. Nova Terra
Nosotros, que somos ciudadanos corrientes, dedicados a nuestras respectivas ocupaciones, ¿qué tenemos que ver con estas bases militares? ¿Acaso lo que ocurra en ellas tiene alguna relación con nuestras vidas?
Estas preguntas podemos hacernos cualquiera de nosotros en base al sentido común, pues aparentemente nada tiene que ver con el día a día de las personas normales, ni parece sensato pretender enfrentarse a esos enormes poderes.
Para esos poderes económicos es muy beneficioso que consideremos que los hechos son sucesos aislados y que por tanto no influyen esos pequeños actos sobre la realidad global. Pero según una de las leyes de la dialéctica, sobre la acción recíproca y de la conexión universal, los fenómenos sociales no están aislados unos de otros y la naturaleza no es un caos de sucesos inconexos. Todos los aspectos se relacionan mediante vínculos necesarios y recíprocos. Por tanto ningún esfuerzo es inútil para la realización de un objetivo y todos ellos tienen su consecuencia.
¿De qué nos defiende la OTAN?
Quienes ven una justificación sensata en la OTAN argumentan que es un organismo que cumple la importante tarea de defendernos e imponer un orden mundial. Si no existe, ¿qué ejército nos defendería?, viene a ser el razonamiento.Pero nos defienden ¿de qué exactamente?
Una de las principales preocupaciones de nuestros días a nivel mundial es el terrorismo. Desde nuestra cómoda posición en Occidente nos hacen sentir amenazados por un peligro indefinido, mezcla de odio, fanatismo religioso y miseria. No obstante, no nos paramos a pensar si ese miedo es recíproco, esto es, si desde esos países intervenidos bajo la excusa del terror no es apreciable a su vez el conjunto de bombardeos, drones y muertes como terrorismo hacia ellos. ¿Puede que esas guerras intervencionistas de la OTAN sean la base de ese terror que se ha extendido por el mundo? ¿Y qué tipo de orden global es ese que para su sostenimiento necesita estas guerras?
En las últimas décadas han sido muy numerosas las acciones militares que se han producido en el mundo y que se han iniciado a instancias de la OTAN o promovidas unilateralmente por los EE.UU, bajo la invocación a los Derechos Humanos y la democracia. En todos esos conflictos hay unos denominadores comunes, que son el elevado interés geoestratégico de los territorios intervenidos y la existencia de fuentes de recursos naturales (gas, petróleo). Cabe plantearse por tanto que la motivación de estas guerras no deja de ser un interés puramente económico y político, que consistiera en la conquista y ampliación de nuevos mercados y fuentes de materias primas.
¿A quién beneficia?
Dentro de la línea de argumentos justificadores, también hay quien razona que los ejércitos pueden ser de izquierdas, y defender en sus conflictos intereses de izquierdas, esto es, suponemos, intereses de las clases populares. Chávez también era militar, nos recuerdan.
En efecto, tienen razón. Existen o han existido los ejércitos populares, pero lo que les distingue precisamente es que defienden intereses populares, no privados.
En las intervenciones militares que se producen en nuestro tiempo, bajo la apariencia de ayudas humanitarias y de la difusión de la democracia podemos entrever otros intereses con rasgos menos filantrópicos.
En unos casos son grandes conglomerados de empresas, trusts, lobbies, consorcios, es decir monopolios los que obtienen beneficio al quedarse con el control -directo o indirecto a través de los favores del nuevo gobierno establecido- de los recursos naturales de la zona. Otras veces lo que se logra es el dominio de zonas de importancia estratégica por su situación geográfica o implantar bases militares en zonas cercanas a las que controlan otros monopolios de intereses enfrentados.
El imperialismo, o dominación política y militar de otros territorios, fue descrito por Lenin como una fase superior del capitalismo que, continuando las tesis de acumulación de capital de Marx, conforma esos monopolios a nivel mundial.
Por tanto el fundamento de estas intervenciones militares no persigue un objetivo popular sino el de intereses particulares que no son otros que el aumento de beneficios de esos monopolios, lo que redunda en la agudización del conflicto a nivel mundial entre capital y clase trabajadora.
La importancia del gasto en armamento.
El estado de permanente peligro de agresión que incita el imperialismo motiva que los países dediquen un importante gasto en armamento. Si anteriormente fue la guerra fría lo que motivaba ese gasto, es hoy la supuesta amenaza terrorista lo que sirve para el sostenimiento de ese gasto y de las bases militares.
Adquiere tanta importancia ese gasto que los Estados dedican una buena parte de sus presupuestos al aspecto militar. Por tanto la influencia de esos monopolios se extiende a los poderes públicos, pues crea una red industrial dependiente de la producción de armas, de tal modo que si los conflictos terminasen toda la economía nacional se resentiría (industria aeronáutica, electrónica, naval, nuclear, etc). Es por eso que en ocasiones los oportunistas pueden generar confusión argumentando que las bases militares crean riqueza en los territorios.
Pero ¿qué hacer?
En primer lugar sería un gran avance para los trabajadores -de todos los países- que aprendiésemos a distinguir que nos encontramos inmersos en ese estado de imperialismo belicista, que la causa es el capitalismo en esa fase de desarrollo y que el brazo armado que realiza esta tarea es la OTAN como intermediaria de los intereses de EE.UU., y por supuesto su consecuencia es la barbarie y el caos mundial.
Entendamos todos cuando somos informados por los medios de comunicación que estos se encuentran en la órbita de esos monopolios y por tanto colaboran con esa situación de permanente caos. Los medios son el principal agente de socialización política pues crean la imagen global de la realidad.
Un aspecto que es difícil de entender por la mayoría de la gente es que el llamado 'estado del bienestar' ha existido en
una parte minoritaria del planeta y que "si ha existido ha sido sobre la base de la explotación de
los seres que jamás lo han conocido" (1).
No seamos tan simples de aceptar el mito del
capitalismo amable o sensato o sostenible. No existe el capitalismo que cree bienestar para todos, ni que se fundamente sobre una base pacífica, antes bien lo contrario: es imposible el capitalismo sin guerras.
Contribuir, en general, a crear un movimientos con
capacidad de denuncia contra el terrorismo belicista.
Desarrollar en todo el mundo una red activa de organizaciones políticas, sociales y
de personas, capaz de dar un giro radical a la situación de pasividad casi
total.
Este domingo 9 de octubre acude a la XXXI Marcha a Rota, Plataforma Andaluza contra las bases.
OTAN NO, BASES FUERA
Referencias:
- (1) Manifiesto de la Plataforma contra las guerras ENLACE
- Blog del Viejo topo artículo sobre intervenciones en últimos 30 años y entrada con conferencia de Oskar Lafontaine
- Imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin.
- Iniciación a la economía marxista, Ernest Mandel, ed. Nova Terra