Un retrato de Copérnico
¿Qué explicación le darías a este curioso hecho histórico?
Nicolás Copérnico publicó a mediados del siglo XVI su obra Sobre las revoluciones de las esferas celestes. Como sabemos, hasta entonces se había dado por válido el modelo astronómico de Ptolomeo (siglo II), en el que la Tierra era el centro del universo. Este modelo geocéntrico situaba a nuestro planeta como eje sobre el que giraban el resto de astros, incluido el Sol. Copérnico y sus observaciones vinieron a desbaratar este modelo que encajaba con la creación de Dios y desde ese momento la propia ciencia y la sociedad entera comenzaron a revolucionar como las esferas celestes (de ahí viene la expresión giro copernicano).
Pero el hecho curioso es que Copérnico no fue el primero que intuyó que eran los planetas los que giraban alrededor del Sol.
Aristarco de Samos fue el primer autor conocido (hay constancia de otros posteriores) que planteó el modelo heliocéntrico, y lo hizo nada más y nada menos que unos 1.800 años antes de Copérnico, en el siglo II a.C.
La pregunta está servida. ¿Qué circunstancias llevaron a que un descubrimiento realizado antes de nuestra era quedase en letargo durante la enorme distancia de casi dos milenios? ¿Por qué no se desarrolló antes el modelo intuido por Aristarco y fue predominante durante siglos el modelo de Ptolomeo? (Hay que aclarar que hasta Galileo, posterior a Copérnico, no se desarrolló el uso del telescopio).
Una imagen ideal de Aristarco en un Atlas del siglo XVII
En Dialéctica de la naturaleza, podemos encontrar la respuesta este misterio y a otras muchas cuestiones:
"lo que para los griegos sólo era una intuición genial -escribe Federico Engels- constituye para nosotros el resultado de una investigación rigurosamente científica y experimental, razón por la cual cobra una forma mucho más definida y clara".
En la época de Copérnico las ciencias aún se encontraban en los albores del conocimiento de la mayoría de los aspectos de la naturaleza: "la investigación moderna de la naturaleza data, como toda la historia moderna, de aquella formidable época a que los alemanes damos el nombre de la Reforma y que los franceses llaman el Renacimiento y los italianos el Cinquecento".
Es a partir de mediados del siglo XVI que se inician en Europa una serie de cambios sociales que comienzan a poner en cuestión la posición hegemónica de la religión en el pensamiento de los investigadores. Se pasa de la sociedad medieval a la moderna. Los nuevos conocimientos se extienden gracias al invento que permite facilitar y popularizar la lectura, la imprenta. Todo lo explicado a partir de entonces en base a fundamentos espirituales o metafísicos se vuelven ahora hacia las pruebas materiales, hacia lo material: "La tarea principal que se planteaba en el período inicial de la ciencia de la naturaleza, ya en sus albores, era el llegar a dominar la materia más al alcance de la mano. En la mayoría de los campos, fue necesario comenzar por los mismos rudimentos. La antigüedad nos había legado a Euclides y el sistema solar de Tolomeo, los árabes nos habían dejado la numeración decimal, los rudimentos del álgebra, los números modernos y la alquimia; la Edad Media cristiana no había dejado tras sí absolutamente nada."
Impresión original del libro de Copérnico sobre el comportamiento de los astros, con un esquema de su modelo con el Sol en el centro.
Paralelo a este cambio en la predominancia del pensamiento idealista hacia el materialista, se producen otros cambios también sociales en cuanto a la forma de vida de ciertos grupos humanos, de cierta clase social, los burgueses: "Los hombres que fundaron la moderna dominación de la burguesía eran todo menos gentes burguesamente limitadas. Lejos de ello, en todos dejó su huella más o menos marcada el carácter aventurero de la época en que les tocó vivir. Casi todos los hombres descollantes de aquel tiempo emprendieron grandes viajes, hablaban cuatro o cinco lenguas y brillaban en varias disciplinas de conocimiento." Sus circunstancias vitales eran además propicias para el estudio y la especulación filosófica: "Y es que los héroes de aquel tiempo no vivían aún esclavizados por la división del trabajo, cuyas consecuencias apreciamos tantas veces en el raquitismo y la unilateralidad de sus sucesores."
Esto es, los avances científicos no son una sucesión de hechos aislados sin relación entre ellos, sino que vienen enlazados con las circunstancias históricas de las sociedades, inmersos en el tupido tejido de relaciones entre las diversas clases sociales y los modos de producción de cada sociedad.
Un mapa celeste del siglo XVII
Durante los años del nacimiento del capitalismo surge una nueva clase social que desempeña un decisivo papel reformista y renovador que supone un impulso nuevo frente a la penumbra intelectual feudal y se "derrumba la dictadura espiritual de la Iglesia". Todo este conjunto de circunstancias explica el enorme lapso de tiempo en el que pervivió el esquema de Ptolomeo pese a que ya se había planteado una alternativa más exacta.
Espero que este ejemplo sirva para exponer la importancia de las obras de Federico Engels sobre la dialéctica. En concreto propongo en esta entrada la lectura de Dialéctica de la naturaleza.
Podemos encontrar en internet la entrada del Diccionario Filosófico del PCUS, que comenta que fue publicada por primera vez en la URSS en 1925. Se trata de la edición de las notas manuscritas que Engels usó para sus trabajos y la escrituras de obras fundamentales como el Anti Dühring.
Por tanto hay que tener en cuenta que son notas personales del propio autor. Pero recordemos que Lenin apuntaba en Tres fuentes del marxismo (que he comentado en esta entrada anterior) a las obras de Engels sobre la dialéctica como uno de los pilares del aprendizaje de un comunista. Por ello es muy interesante su lectura, si no como obra completa, como repaso o consulta. En mi opinión es interesante su lectura, pese a que el autor se dedica en buena parte de ella a desglosar los avances científicos de su época (demostrando por cierto una erudición admirable y aunque algunos aspectos resultan hoy anticuados dados los avances vertiginosos de la ciencia), porque aclara bastante el confuso concepto de dialéctica y su aplicación para interpretar nuestro mundo.
Es decir, un libro que nos permite profundizar en la famosa batalla de las ideas, cuya guerra me temo que estamos perdiendo ante el avance de la negrura idealista que devora cada vez más terreno de la cultura y lo sustituye por una gran nada, como en aquella novela juvenil tan famosa de Michael Ende.
Entre otros aspectos interesantes del libro, encontraremos una defensa del concepto del universo similar al concepto que del cosmos tenían los antiguos griegos (como Heráclito), para quienes nada era inmutable. También la defensa del método científico como la manera indiscutible de enfrentarnos al conocimiento del mundo en que vivimos, frente a la superchería y las supersticiones, desgraciadamente aún vigentes en nuestros días.
Otro tema abordado en esta obra es el del trabajo como forma de transformación del ser humano y como "primera condición de la vida humana".
Aparentemente son temas puramente teóricos pero que el militante puede relacionar con la práctica fácilmente. Basta con recordar el concepto estático y monolítico del capitalismo que tenemos hoy día y la incapacidad de concebir la sociedad como un todo cambiante, o también la idea del trabajo como simple creación de riqueza individual y no como forma de transformación, conceptos que Marx desarrollará con amplitud en su obra cumbre.
Por ello recomiendo la lectura y añado por si alguien quiere echarle un vistazo un enlace al texto en Marxist.org.