lunes, 27 de noviembre de 2017

La Guerra Civil en Francia. La Comuna de París.

Nos acercamos en esta entrada al segundo texto en el que Marx hace un análisis materialista de la realidad política en Francia, tras El 18 Brumario (del que hay también en este blog un resumen comentado). La finalidad es animar a la lectura de los textos marxistas a través de estos comentarios-resumen, que puedes descargarte en formato PDF pinchando sobre estas letras y compartir a través del móvil(se leen bien porque el tamaño de la letra es grande). Todos los resúmenes y comentarios los puedes seguir en la etiqueta DescargaPDF.
Ilustración sobre la Comuna de la página del Partido comunista Francés.

En palabras de Engels en el prólogo de este texto, es importante difundir los análisis materialistas de Marx para "poner en disposición de los obreros" esta manera de ver la realidad desde el punto de vista de clase. El lector podrá comprobar que ese punto de vista es perfectamente útil e interesante hoy, siglo y medio después, y que es comprensible y está al alcance de cualquier lector que tenga un mínimo de interés en Filosofía, Política o Historia.

Marx escribe estos ensayos sobre sucesos que se están produciendo en el mismo tiempo, en forma de manifiestos o informes que presenta (por tanto de manera simultánea a los acontecimientos) a la Asociación Internacional de Trabajadores. La AIT o Primera Internacional fue una organización creada unos años antes, 1864, que agrupaba a sindicalistas, anarquistas y socialistas con el objetivo de organizar el movimiento obrero a nivel mundial.

Marx dedica sus estudios a estos sucesos, en manifiestos que exponen de manera clara y concisa la situación de Francia entre los años 1870 y 1871, pues era en el país galo donde se encontraba el centro de gravedad de la lucha de clases en aquel momento histórico. Para entender mejor la lectura, es conveniente conocer aunque sea a grandes rasgos el momento histórico.
Barricada en paris 1871, por Pierre-Ambrose_Richebourg

(A partir de aquí intentamos hacer un resumen utilizando las propias palabras textuales de Marx, las del prólogo de Engels a la propia obra y terminamos con un texto de Lenin sobre la Comuna).

Unos años antes, en 1848, caía Luis Felipe de Orleans y con él la época del Imperio Napoleónico y su continuación monárquica, dando paso a una república que fue celebrada por los obreros franceses, que veían en ella una república "social". Pronto fueron desengañados. En cuanto los republicanos burgueses se sintieron fuertes desarmaron a los obreros y llevaron a cabo una matanza brutal. Era la primera vez que la burguesía manifestaba qué crueldad era capaz de desatar en cuanto el proletariado se atrevía a disputarle el poder.

Aquella terrible masacre de 1848 -comenta Engels en su prólogo- no fue sino el preludio de lo que se vivió con la Comuna de parís en 1871.
Grabado e imagen superpuesta sobre la actual rue Ramponeau, © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

La Guerra franco-prusiana, conflicto bélico que tuvo lugar entre ambos años, es calificada por Marx en su primer manifiesto como una guerra de dinastías, un conflicto entre los intereses del Segundo Imperio Francés de Napoleón III y el Reino de Prusia con el apoyo de Alemania, con la finalidad de disputarse la anexión de territorios europeos y ejercer la hegemonía en el continente. 


Tras la derrota de las tropas francesas en Sedán, el 3 de septiembre de 1870, que decanta la victoria en favor de Prusia, se proclama la república en París. Adolphe Thiers (veterano político de larga trayectoria y conservador), en nombre de la defensa nacional, toma el poder.

En realidad, las intenciones del gobierno de Thiers son las de la traición, ante los avances de la clase obrera prefieren vender al país ante Prusia. Para ello necesitan como prioridad que París sea desarmada.
Soldados versalleses durante la semana sangrienta, misma fuente.

Los orígenes de la Comuna de París (18 mayo - 28 mayo de 1871) se encuentran por tanto en los planes de traición del gobierno provisional. Desde el inicio de la república, Thiers tiene el plan de la capitulación de París, que se produce el 28 de enero. Con ella se inicia una serie de intrigas traidoras con el enemigo, cuyo obstáculo final era el desarme del pueblo parisino.

Los conspiradores traman lograrlo alegando que la artillería de la Guardia Nacional de París pertenecía al Estado y debía serle devuelta. Estos cañones habían sido adquiridos por suscripción abierta entre la Guardia Nacional.

París se encontró entonces ante una disyuntiva: rendir las armas, siguiendo las órdenes de los traidores y reconociendo que la revolución iniciaba el traspaso de poderes de Luis Bonaparte a sus rivales monárquicos, o seguir luchando para derribar del todo las condiciones políticas que habían generado el Segundo Imperio.

Heroicamente París decide resistir a los conspiradores, aún con los cañones prusianos dentro de la ciudad.

Thiers desata la guerra civil al enviar una expedición militar nocturna con el objetivo de apoderarse de los cañones, intento que fracasó ante la confraternización de la Guardia Nacional con el pueblo. El 18 de marzo, de los 300.000 guardias nacionales sólo pasan al bando de Thiers unos 300. La revolución obrera, por tanto, se adueñaba de París, con un Comité Central como gobierno provisional.

Desde esta fecha hasta la entrada sangrienta de las tropas versallesas, la revolución estuvo exenta de violencia. Sólo dos generales, Lecomte y Clement Thomas, fueron ejecutados por los soldados por haber obligado a las tropas a disparar sobre mujeres y niños.
Barricada rue Allemagne, Commune-18711, misma fuente.

¿Qué fue la Comuna? "El 18 de marzo de 1871 París se despertó entre un clamor de gritos de Vive la Commune!". 
"Los proletarios de París -dice el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se ha dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos".

París se había levantado en armas contra el intento de Thiers de perpetuar aquel viejo poder heredado del imperio. Y si pudo resistir París fue porque se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional formada por obreros. Para convertir el hecho en algo duradero, decretaron en primer lugar sustituir el ejército permanente por el pueblo armado

La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los distritos. Eran responsables de su trabajo y sus cargos revocables en todo momento.
Los funcionarios y cargos públicos debían desempeñar su trabajo con salarios de obreros

Una vez suprimido el ejército permanente y la policía, elementos de fuerza física del antiguo gobierno, la Comuna elimina el poder espiritual: decreta la separación de la Iglesia del Estado, expropia las iglesias, las instituciones de enseñanza son abiertas al pueblo.
Pasaje literal del texto de Marx

El final de la Comuna llega tras varios intentos de Thiers de ocupar París mediante conspiraciones, obteniendo en principio sólo fracasos y la huída a Versalles de todo el gobierno. Sin efectivos militares ni apoyo de las demás provincias, que piden una solución pacífica, prueba la estrategia de celebrar elecciones municipales, en las que tampoco obtiene el respaldo necesario.

Con ello sin embargo gana tiempo para seducir a las clases medias parisinas con una comedia de conciliación, en la que promete no vengarse sino de los "causantes de los asesinatos de Lecomte y Thomas", y la aceptación final de su república como mejor sistema posible.

Es Bismarck, el canciller alemán, quien ofrece la salida decisiva. Ordena a Thiers sellar definitivamente la paz restaurando el imperio o aceptando sin reservas las condiciones de paz. Estas condiciones incluían la ocupación de París por tropas prusianas y acortar los plazos de pago de las indemnizaciones de guerra; a cambio de ello ofrecía liberar al ejército bonapartista prisionero. 

Obviamente, ante la perspectiva de disponer de un ejército para exterminar la Comuna, Thiers acepta las condiciones y se apresura a firmar.
Caricatura de Thiers de un periódico local de la época

La masacre de los comuneros se perpetró tras una resistencia heroica en las calles de París durante ocho días. Las matanzas a sangre fría de hombres, mujeres y niños fueron de una crueldad máxima. De las columnas de prisioneros eran elegidos al azar unos cuantos y se les ejecutaba al momento en las calles.
Texto literal del prólogo de Engels.
Fusilamientos de la calle Haxo (posible montaje), imagen de www.historie-fr.com

En un artículo escrito por Lenin en 1911 para el 40 aniversario de la Comuna de París, leemos:

"¿Por qué el proletariado, no sólo francés sino de todo el mundo, honra a sus precursores en los hombres de la Comuna de París? ¿Y cuál es el legado de la Comuna?

La Comuna nació espontáneamente; nadie lo había preparado consciente y metódicamente. Una guerra infeliz con Alemania; el sufrimiento del asedio; el desempleo del proletariado y la ruina de la pequeña burguesía; la indignación de las masas contra las clases altas (...) llevaron al pueblo de París a la revolución del 18 de marzo, que inesperadamente puso el poder en manos de la Guardia Nacional entre las manos de la clase obrera y la pequeña burguesía que se habían puesto del lado de él.

(...) Los trabajadores solos permanecieron fieles hasta el final de la Comuna. Los republicanos burgueses y la pequeña burguesía pronto se desprendieron de ella: algunos asustados por el carácter proletario, socialista y revolucionario del movimiento; los otros cuando lo vieron condenado a una cierta derrota. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno sin miedo y cansancio; solo lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para todos los trabajadores.

(...) Para que triunfe una revolución social, se requieren al menos dos condiciones: fuerzas productivas altamente desarrolladas y un proletariado bien preparado. Pero en 1871 estas dos condiciones faltaban. El capitalismo francés todavía estaba subdesarrollado y Francia era sobre todo un país de la pequeña burguesía (artesanos, campesinos, tenderos, etc.). Además, no hubo un partido de trabajadores; la clase trabajadora no tenía preparación ni capacitación prolongada y, en su masa, ni siquiera tenía una idea muy clara de sus tareas y los medios para lograrlas. No hubo una organización política seria del proletariado, ni sindicatos ni asociaciones de cooperativas de masas ...

(...) Todas estas medidas mostraron claramente que la Comuna era un peligro mortal para el viejo mundo basado en la servidumbre y la explotación. De modo que la sociedad burguesa no pudo descansar hasta que la bandera roja del proletariado flotó en el Ayuntamiento de París. Y cuando, finalmente, las fuerzas gubernamentales organizadas lograron prevalecer sobre las fuerzas mal organizadas de la revolución, los generales bonapartistas, golpeados por los alemanes y valientes contra sus compatriotas vencidos, hicieron una carnicería como París nunca había visto. Cerca de 30,000 parisinos fueron masacrados por la furiosa soldadesca, casi 45,000 fueron arrestados, muchos de los cuales debían ser ejecutados después; miles fueron enviados a las galeras o deportados. 

La causa de la Comuna es la de la revolución social, la de la total emancipación política y económica de los trabajadores, la del proletariado mundial. Y en ese sentido, ella es inmortal."  Lenin, abril de 1911
(texto completo aquí.)


* La mayoría de ilustraciones son © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

jueves, 23 de noviembre de 2017

La Tierra en encefalograma plano

Ayer se despedía de mí una compañera del trabajo, víctima de los recortes, diciéndome que le había parecido "buena persona, independientemente de mis pensamientos políticos".

Escuchar esta frase no es sorprendente para mí. De hecho es lo que la costumbre me hace esperar oír cuando un conocido de mi entorno "no político" toma algo de confianza conmigo. En parte me agrada (me gusta que me tengan por buena gente, pero que aún siendo un tipo tranquilo haya sabido provocar algo de agitación). Por otra parte, deja un regusto muy amargo. Demuestra hasta qué punto nuestra mentalidad está influida por la ideología dominante y lo complicado que es luchar contra ello. 

En el mismo día tuve otro disgusto ideológico: las redes sociales alentaban una absurda polémica motivada por personas que afirman convencidos -nada más y nada menos- que la Tierra es plana.
El grabado Flammarion es una conocida ilustración que se encuentra en el libro L'atmosphère: météorologie populaire de Camille Flammarion, 1888. Muestra a un hombre que atraviesa la atmósfera de un mundo plano.


Llámenme pedante si quieren, pero -no sólo por aquel rasgo de la dialéctica que lleva a ver todos los sucesos en conexión y relacionados unos con otros- era inevitable no hilar ambos asuntos.

Que en el mundo que vivimos proliferen de modo alarmante ese tipo de pensamientos absurdos no puede ser una casualidad o una moda. Es algo provocado de modo intencionado y metódico. Observemos que en una sociedad en la que cualquier información está a nuestro alcance con el simple movimiento de un dedo, cada vez son más quienes cuestionan los métodos científicos. Se discrepa sobre la efectividad de las vacunas (incluso se crean historias conspiratorias en torno a ellas), se acude a curanderos, supuestos profesionales que desdeñan la medicina tradicional, o como en este caso personas que pueden tener estudios superiores llegan a dudar de la redondez de la Tierra.

Eratóstenes calculó el tamaño aproximado de la Tierra, observando sombras en diferentes latitudes, antes de Cristo y antes de la conexión wifi. 

La cuestión importante es comprender quiénes salen beneficiados de esto y qué intereses promueven este despropósito.

Más allá de servir de alimento para los estómagos agradecidos de curanderos, santeros, investigadores del misterio, influencers, youtubers y demás fauna, la cuestión afecta a un aspecto fundamental de nuestra vida como conjunto social: la capacidad de ser críticos. 

Un grupo social que acepta con normalidad lo irracional es un grupo que puede ser manejado con mayor facilidad que un grupo con capacidad de reflexionar y cuestionar, por ejemplo, una campaña propagandística lanzada por los medios.

La actualidad se empeña tozudamente en proporcionar ejemplos a diario. Veamos la prensa de estos días.
Los medios no cesan de llevar a la práctica esta teoría. Sin ir más lejos, nuestra ministra de Defensa ha alimentado en estos días el mito de las interferencias producidas por "hackers rusos", cuya extraordinaria habilidad y maldad ha llevado a poner en un brete a las elecciones norteamericanas y su famoso e intachable sistema democrático.
Los servicios secretos rusos son tan hábiles que, según la gran mayoría de los medios de nuestro país, han llegado a influir en el proceso de independencia de Cataluña.  ¿Serán esos servicios rusos tan poderosos que tendremos que atribuirles también la desaparición de los discos duros de los ordenadores de Génova? No lo descarten.

Otro asunto muy actual y que en nuestra opinión pone de manifiesto este dislate es el tratamiento que los medios hacen sobre la renovada crisis entre Estados Unidos y Corea del Norte.
La prensa se empeña en mostrarnos el tema como un peligro a escala mundial debido al supuesto riesgo que supone "dejar en manos" de dos déspotas con la capacidad de apretar el botón rojo en cualquier momento. Es fácil caer en la trampa, infinidad de memes y viñetas cómicas han encontrado un filón en el asunto. Bastaría un análisis más racional -y que no necesita una gran profundidad- para entrever que el peligro para la humanidad está en la voracidad del imperialismo yanqui y sus cientos de bases militares instaladas frente a los países que osan rivalizar en el comercio global, siendo USA -por otra parte- el único Estado del planeta que cuenta con el dudoso honor de haber comprobado sobradamente la capacidad letal de las armas nucleares en la población civil.

Sería interminable enumerar los ejemplos, pues como decimos la realidad es testaruda y pasa de la teoría a la práctica sin descanso. ¿Por qué nos admiramos de que agentes de policía demuestren pensamientos propios de la ultraderecha, si sabemos que las fuerzas de seguridad no dejan de ser el apoyo armado de la estructura económica que sostiene el sistema que les da trabajo? ¿Por qué resulta sorprendente que cada día lleguen sentencias judiciales que defienden las posiciones más machistas, si nos cuesta eludir la influencia de una sociedad imbuida por completo en el sexismo?

Es en fin, inevitable no enlazar en un todo este retroceso hacia lo irreflexivo. Quizás en un mundo más racional mi compañera, como cualquiera de nosotros que vivimos alienados sin darnos cuenta, hubiese podido relacionar el fin de su puesto de trabajo con la práctica de unas ideas que cuestionen la validez de un sistema falaz y estafador. Poder llegar a transformarlo depende de que salgamos victoriosos en esa batalla de las ideas