En la novela American Gods (Neil Gaiman, 2001, en libro editorial Roca y adaptación en cómic editorial Planeta, también hay una serie de TV), los dioses disputan entre ellos por las oraciones de los mortales, hasta hacer estallar una guerra entre los antiguos dioses -olvidados y disminuidos sus poderes por el descenso de creyentes- y los dioses modernos -encumbrados gracias a las nuevas tecnologías y la transformación de la sociedad-.
Para los nostálgicos del mítico Sandman (Morfeo, Príncipe de los sueños, cómic antológico del mismo autor) American Gods es una lectura -o visión- muy recomendable (imagen © Amazon Video).
De esta interesante historia podríamos extraer una curiosa moraleja: los dioses "existen" porque existen humanos que creen en ellos.
Dicho a la inversa, la fe en los dioses y sus poderes sobrenaturales hace posible que los dioses existan, o al menos estén presentes, en cierto modo, en nuestra sociedad.
En España la influencia religiosa es predominante, en el sur -que es lo que conozco- al menos su influencia es notable. Los ciudadanos viven en estrecha relación con hermandades, parroquias, agrupaciones defensoras de sus valores, etc. Por eso no es raro que, como militantes, nos topemos alguna vez con el asunto de la religión. Por cualquier motivo, ya sea la liberación de la mujer, la influencia en la educación y su carácter público o privado, o la defensa de la memoria histórica republicana, por poner tres ejemplos entre muchos.
Para ir al grano del asunto, la pregunta clave es ¿cuál debe ser nuestra actitud como marxistas activos ante la religión? Doy mi modesta opinión y ahí está la ventanita para escribir tu comentario si quieres dejarlo.
Cualquiera de nosotros puede incurrir en una posición extrema, creyendo que así se es más revolucionario, y mostrar ante la religión una actitud de rechazo absoluto y declarar la guerra personal a la Iglesia. Digamos que es una actitud anarquizante.
Es natural caer en esta actitud, todos nosotros hemos vivido alguna experiencia de choque con personas religiosas o hemos sufrido de un modo u otro la opresión del peso de la Iglesia en nuestra sociedad.
Pensemos una cosa: desde la Antigüedad la religión ha perseguido y censurado el pensamiento científico. De Platón y sus seguidores podemos leer en la actualidad todas sus obras tal y como fueron escritas, simplemente acudiendo a una biblioteca pública y tomando en préstamo uno de sus libros. Sin embargo, si queremos conocer la obra de otros filósofos, anteriores o contemporáneos de Platón, cuyo concepto del mundo no era idealista sino que se basaba en la observación y la experimentación del mundo (esto es, una visión materialista) no tendremos más remedio que acudir a los comentarios doxográficos (a las referencias escritas sobre ellos de otros autores).
Retrato de Heráclito según Rubens. "Este cosmos no lo hizo ningún Dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y siempre será fuego eterno, que se enciende según medida y se extingue según medida." Conocemos el pensamiento de Heráclito y otros filósofos griegos fundamentales gracias a la doxografía.
En realidad la eterna lucha de los marxistas -más allá incluso de lo teórico, incluso en la práctica más cotidiana- será esa famosa batalla de las ideas: la pugna por extraer el pensamiento idealista, metafísico, místico, que está insertado en la cabeza de nuestros compañeros trabajadores, y sustituirlo por un pensamiento materialista, dialéctico, siempre crítico con lo que le rodea, basado en la práctica científica. Incluso con el aparente amigo de izquierdas que no ha logrado avanzar hacia el materialismo dialéctico, es decir, socialismo científico frente a socialismo utópico.
Pero decir esto es sencillo, lo verdaderamente complicado es llevarlo a cabo. El sentido común, es decir el conjunto de creencias y proposiciones de la sociedad en que vivimos, no puede ser ajeno a lo idealista dado que ésta es la lógica dominante en la propia sociedad. ¿Cómo ser críticos con la religión cuando esta está instaurada en la vida cotidiana incluso en pueblos hermanos como Venezuela o Bolivia, cuyas comunidades se encuentran socialmente a años luz de la nuestra? Pensemos también en los curas obreros, en los compañeros militantes de gran valía que mantienen alguna creencia religiosa; sería contraproducente rehuir de ellos.
Esta pugna ideológica no puede producirse de la noche a la mañana. El proceso debe ser paciente y dialéctico. La ideología es uno de los aspectos que atraviesa el armazón sobre el que se sostiene una sociedad. Si logramos, con trabajo paciente, desarmar esa estructura a partir de la lucha en los demás ámbitos (económico, laboral, político, legal, etc), poco a poco las vetas ideológicas que penetran en ese entramado irán paulatinamente desapareciendo.
Es más, la guerra total a la religión puede traernos como consecuencia el refuerzo en sus posiciones religiosas y la propaganda de una batalla en la que tenemos más terreno que perder que de ganar.
La batalla, firme pero paciente y serena, debe estar por tanto en la creación de conciencia en nuestros compañeros obreros, en la formación del pensamiento crítico y dialéctico.
Porque, como comenté al inicio en el ejemplo que me sirvió de excusa para iniciar esta entrada, los dioses desaparecerán cuando dejemos de dedicarles nuestros rezos.
Añado dos enlaces necesarios para completar una visión teórica sobre este debate. No te asustes, son cortitos, en especial el primero; el segundo es una obra básica también de breve extensión.
¡SALUD!
DEL SOCIALISMO UTÓPICO AL SOCIALISMO CIENTIFICO Federico Engels.