Nuestro viejo amigo Vladimiro decía en aquel folleto llamado Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo (aquí se hizo un repaso) que el texto conocido como el Anti-Dühring era uno de los libros "que no debía faltarle a todo obrero con conciencia de clase".
La subversión de la ciencia por don Eugenio Dühring, que era el nombre verdadero, conocido como Anti-Dühring (supongo que como eco de una obra de Julio César dirigida a Cato, Anticato) sabemos que es un texto de referencia para los comunistas, puesto que en un formato breve y muy asequible a cualquier lector resume las ideas principales del materialismo dialéctico.
En él podemos leer a Engels refutando las teorías de don Eugenio de manera detallada y a al mismo tiempo una especie de contrapartida argumental con las teorías marxistas. Por eso es interesante el texto, porque resulta muy didáctico leer las ideas marxistas expuestas de manera esquematizada y además en cierto modo comparadas con las ideas de un adversario ideológico contemporáneo de Marx y el propio Engels.
Es por eso que recomiendo su lectura a todo estudiante joven o a quien esté queriendo iniciarse en el marxismo, aunque sea talludito como es mi caso. Pero aquí no venimos a hablar del libro. Me interesa más bien dar una respuesta a estas preguntas: ¿quién era Dühring? ¿Por qué Engels le dedicó toda una obra? ¿Por qué se le atacó con esa dureza?
La subversión de la ciencia por don Eugenio Dühring, que era el nombre verdadero, conocido como Anti-Dühring (supongo que como eco de una obra de Julio César dirigida a Cato, Anticato) sabemos que es un texto de referencia para los comunistas, puesto que en un formato breve y muy asequible a cualquier lector resume las ideas principales del materialismo dialéctico.
En él podemos leer a Engels refutando las teorías de don Eugenio de manera detallada y a al mismo tiempo una especie de contrapartida argumental con las teorías marxistas. Por eso es interesante el texto, porque resulta muy didáctico leer las ideas marxistas expuestas de manera esquematizada y además en cierto modo comparadas con las ideas de un adversario ideológico contemporáneo de Marx y el propio Engels.
Es por eso que recomiendo su lectura a todo estudiante joven o a quien esté queriendo iniciarse en el marxismo, aunque sea talludito como es mi caso. Pero aquí no venimos a hablar del libro. Me interesa más bien dar una respuesta a estas preguntas: ¿quién era Dühring? ¿Por qué Engels le dedicó toda una obra? ¿Por qué se le atacó con esa dureza?
Si pudiéramos traer, de una manera mágica, al señor Dühring hasta nuestros días y hacer que conviviese en el actual panorama político, yo me apuesto que las cadenas de TV se rifarían su presencia. No sé si los más famosos periodistas de hoy lograrían convencerle; al parecer don Eugenio tenía un carácter complicado, pero seguro que la Sexta Noche habría movido cielo y tierra para llevarle ante las cámaras en su show político nocturno.
¿Quién era Dühring? En internet pueden leerse comentarios que me parecen un tanto despectivos -Dühring no sería conocido hoy día si Engels no se hubiera visto obligado a mencionarle-, pero es verdad que su mensaje no ha llegado a la posteridad. Lo cierto es que en su tiempo fue un personaje muy peculiar y bastante popular.
David Riazanov, historiador del marxismo y miembro del Partido Bolchevique, escribió (1): "leyendo el Anti-Dühring podría suponerse que era un perfecto cretino. Pero Dühring no era precisamente un mentecato, sino un hombre de gran valía, poseedor de cualidades aptas para suscitar el entusiasmo y la admiración de la juventud. Poseía una cultura enciclopédica que se movía y orientaba libremente en los problemas de las ciencias naturales y la filosofía, de la economía política y del socialismo. Sus doctrinas exponían un sistema ideológico completo y daban respuesta a las preguntas más torturantes."
Tampoco era precisamente un desconocido en su tiempo. Dice Riazanov: "Había conquistado ascendiente entre la juventud debido al odio que los profesores abrigaban contra él. Añádase que su vida estaba lejos de ser feliz, como no puede serlo la del hombre que a los veintiocho años se queda ciego y está obligado a adquirir todos sus conocimientos con ayuda de otros. Había sufrido mucho y eso contribuía a que conquistara simpatías".
Al parecer fue en su momento una persona muy influyente en el ambiente político de la Alemania de aquellos tiempos. Durante años fue admirado por los jóvenes estudiantes de la Universidad de Berlín. Acompañado de un niño llegaba a la universidad y explicaba filosofía y política ante una legión de admiradores que le escuchaban embelesados. Tal era su autoridad que se puede hablar de un culto a su figura en Berlín.
Llegó a ejercer influjo incluso entre compañeros de Marx y Engels en el partido socialdemócrata, aunque su ideología era distante a la marxista. Dühring criticó abiertamente las teorías de Marx y era visto por sus admiradores como un radical que señalaba las "deficiencias" del socialismo científico desde una posición más a la izquierda.
La situación de los socialistas de Alemania era difícil. Presionados por la persecución del gobierno, de un carácter muy reaccionario y represivo, los socialistas alemanes entendieron la conveniencia de unirse en un solo partido. En aquel momento se hallaban divididos en dos grandes tendencias, por una parte los seguidores de las tesis marxistas y por otra los de Lasalle. En 1875 se celebró el congreso de la ciudad de Gotha y se había creado un programa que en cierto modo uniría los propósitos de ambas tendencias, aunque no sin la crítica mordaz de Marx, quien como sabemos redactó un análisis muy duro en su texto Crítica al programa de Gotha.
Dice Riazanov que el Partido Socialdemócrata Alemán nació en 1875 producto de la fusión, en el Congreso de Gotha, del Partido Obrero Socialdemócrata -de inspiración marxista y dirigido por Bebel y Liebknecht (padre de Karl, que años después sería asesinado junto a Rosa Luxemburgo)- y la Asociación General de los Trabajadores Alemanas, fundada por Ferdinand Lasalle. Esa unión inspiró una profunda desconfianza en Marx y Engels debido a las profundas concesiones hechas a los seguidores lasallianos.
Esa desconfianza se agudizó al aumentar el dominio ideológico personificado en la figura de Dühring. El nivel intelectual de la socialdemocracia no era suficientemente elevado para haber aceptado aún, de manera total, las teorías marxistas y permitía ese desliz con tesis opuestas y poco científicas. Escribe Engels en el prólogo a la primera edición: "no se quería dar nuevamente ocasión a una división y confusión sectarias en el partido, todavía demasiado joven, y que acababa de llegar a la unión definitiva".
Por tanto, un militante curioso que leyese acerca de este pasaje histórico del comunismo podría preguntarse ¿por qué ese ataque tan cruento a un supuesto compañero de partido, cuando era necesaria la unidad de los socialistas en aquel difícil momento?
Si conocemos el detalle de los hechos, la división producida por la distancia ideológica de las dos tendencias y las importantes diferencias teóricas que les separaban, la respuesta es clara. Marx y Engels dedicaron casi toda su vida a mantener la doctrina del socialismo científico, del materialismo dialéctico. El enfoque del profesor Dühring suponía poner en riesgo el avance que hasta el momento se había logrado en el desarrollo del socialismo moderno. Sus ideas eran erróneas e idealistas, aunque de apariencia radical casaban a la perfección con la corriente lasalliana, reformista e inocua para la política dictatorial del gobierno conservador de entonces.
Veamos algunas muestras de ello en el propio texto.
En una breve introducción, Engels parece querer sentar las bases del marxismo en un breve texto, como preparación o recordatorio de la lectura posterior. Inicia con una afirmación contundente: el socialismo moderno es por su contenido el producto de la percepción del antagonismo de clase entre poseedores y desposeídos, asalariados y burgueses, por una parte; y de la anarquía reinante en la producción, por otra. Pero, por su forma teórica, se presenta inicialmente como una continuación, en apariencia más consecuente, de los principios establecidos por los grandes ilustrados franceses del siglo XVIII. Como toda nueva teoría, el socialismo moderno tuvo que enlazar con el pensamiento que existía previamente. Pero la raíz, el origen real del socialismo, reside en las condiciones económicas.
Continúa luego: un comunismo ascético que enlazaba con la tradición espartaca, fue la primera forma de la doctrina. Después vinieron los tres grandes utópicos: Saint Simon, Fourier, y Owen. (...) Los tres tienen en común el hecho de no representar los intereses del proletariado.
Un poco después: Semejante tipo de concepción es, en lo esencial, la de todos los socialistas ingleses y franceses y el de los primeros socialistas alemanes, incluyendo a Weitling. El socialismo es la expresión de la verdad absoluta, de la razón y la justicia absolutas, y basta con que sea descubierto para que por su propia fuerza conquiste el mundo; como la verdad absoluta es independiente del tiempo, el espacio y de la evolución histórica, es meramente casual la cuestión del lugar y el momento de su descubrimiento. (...) De ello no podía resultar más que una especie de socialismo ecléctico de término medio que domina las cabezas de la mayoría de los trabajadores socialistas de Francia e Inglaterra; mezcla, de una parte, de las manifestaciones críticas de los principios económicos menos contradictorios y, de otra parte, de las representaciones sociales futuristas de los diversos fundadores de escuela.
Para hacer del socialismo una ciencia había que empezar por situarlo en el terreno de la realidad.
En definitiva, la lucha de Engels contra Dühring es a grandes rasgos la misma de Marx con Proudhon, de Rosa Luxemburgo con Bernstein o Lenin con los mencheviques.
En la historia del socialismo existen y han existido personajes bienintencionados, de gran influencia y predicamento en las masas, que no empleaban en sus métodos el materialismo sino conceptos idealistas que les llevaban a crear discursos de apariencia radical (o todo lo contrario, de apariencia pacífica y moderada) pero que en el fondo eran inocuos para el sistema, no tenían la consistencia ni la capacidad para hacer daño al capitalismo en sus fundamentos.
1. Enlace al texto completo en Fundación Federico Engels que contiene el interesante artículo de Riazanov Cincuenta años del Anti-Dühring.
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