Recién conocemos el resultado de las elecciones USA, tras un eterno recuento en estados como Nevada o Dakota, cuyos nombres nos evocan las películas de los hermanos Coen.
Curiosamente se habló de tongo en el peculiar sistema de voto norteamericano, país que es el más observador, escrutador, fiscalizador y manipulador de los comicios de otros países a lo largo del Globo. Pero al fin hubo fumata blanca y ganó el que debía ganar, con gran alivio de la izquierda mundial, el señor Biden.
En esta entrada se hace un modesto análisis sobre la influencia que puede tener el resultado en España, teniendo en cuenta que desde la izquierda patria se ha calificado de positivo y de ilusionante. Incluso se ha aplaudido que esta victoria represente el avance de un sector teóricamente más democrático, frente a las maneras despóticas de Trump, más próximo a la idiosincrasia de la ultraderecha europea, y se ha celebrado la enseñanza que la democracia estadounidense ha dado al mundo.
No vamos a hacer referencia a las enseñanzas democráticas que podemos recibir de un país que sistemáticamente ha adulterado los resultados electorales de decenas de países, que ha impulsado y patrocinado golpes de Estado, que ha bloqueado economías de países enteros, que ha promovido atentados terroristas y asesinatos o ha empleado armas de destrucción masiva para doblegar a gobiernos que molestaban a sus intereses. Obviaremos este aspecto (que es mucho obviar, pero no queremos que nos pongan el sambenito de hipercríticos ni de aguafiestas).
¿Enfrentamiento de progresistas contra totalitarios?
Por suerte para los encargados del recuento de papeletas de Montana y para la salud de Antonio García Ferreras, el sistema político de EEUU es una democracia bipartidista. Sólo hay dos partidos, como sabemos, el Demócrata (Biden) y el Republicano (Trump). Realmente se presentan otros partidos (Libertario, Verde) pero su presencia es testimonial. Pese a que este año se presentaba la mediática candidatura del ¿músico? Kanye West, marido de la ¿actriz? Kim Kardashian, los dos grandes partidos copan más del 95% del electorado.
La propuesta bipartidista, aparte de simplificar mucho la cuestión y economizar polémicas, se presta convenientemente a reforzar la idea de la oposición y polarización entre ambas posturas. Hay que escoger bando, o se está de un lado o de otro. Criticar a Biden implica un cierto menoscabo al pertinente rechazo a Trump, dentro del silogismo falaz tan de moda en la nueva política. No hay posibilidad de matices ni de planteamientos alternativos que vayan más allá del conocido susto o muerte, Guatemala o Guatepeor. Pero obviemos también esto.
Supongamos que, efectivamente, las fuerzas democráticas acaban resumiéndose en EEUU en dos grandes tendencias, como una especie de gran segunda vuelta de dos finalistas, que corresponderían a una fuerza ultra conservadora, proteccionista, racista, bélica, totalitaria, personificada en el hombre naranja, Trump; enfrente tenemos una fuerza progresista, abierta, con ciertas inquietudes sociales, más democrática y solidaria, ejemplificada en personalidades como el propio Biden o su vicepresidenta Kamala Harris.
Así pues, la teoría de la "lección democrática" de EEUU estaría fundamentada principalmente en la apreciación o en la percepción subjetiva que se haga de los dos bandos, en su simbolismo para la democracia mundial o tal vez en el bagaje ideológico que comprende cada uno de los bandos. Progresismo frente a autoritarismo.
Pero todos sabemos que, en el fondo, en lo primordial, las decisiones importantes de ambos partidos son bastante similares. El sistema económico se diferencia en matices, pero coincide en lo fundamental. En cuanto a lo internacional, Obama también bombardeó países, también deportó inmigrantes, también bloqueó económicamente a gobiernos democráticos, también... (lo dejamos aquí, sigamos obviando).
Dejando a un lado la afinidad en el gusto por los bombardeos y las deportaciones, y puesto que el análisis no puede -no debe- basarse en apreciaciones subjetivas, podríamos decir entonces que son matices económicos los que diferencian, más allá del valor simbólico o ideológico, a ambas tendencias. Donde decimos autoritarismo debemos entender conservadurismo neoliberal y donde decimos progresismo debemos leer socialdemocracia y estado de bienestar. En el mejor de los casos (espulgadas todas las obviedades), este sería el meollo de la teoría del rescate de la democracia en EEUU, según nuestros representantes progresistas españoles.
Un poco de materialismo aquí, por favor.Como hemos hecho otras veces en este blog, nos ponemos las gafas con filtro materialista y volvemos a mirar.
No hace falta profundizar en los vericuetos más ocultos de los autores clásicos para encontrar contundentes definiciones de la democracia en capitalismo. A simple vista nos aparecen en las obras más conocidas. El amigo Marx decía, sólo en el Manifiesto, que el gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes a toda la clase burguesa.
Lenin tampoco se andaba con rodeos y en Estado o Revolución afirma que es una democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos: esa es la democracia de la sociedad capitalista.
La experiencia de la interpretación de otros momentos pasados nos tiene que haber enseñado que sólo desde una perspectiva materialista se comprenden e interpretan debidamente los procesos históricos. Reducir la pugna electoral a un enfrentamiento entre ideas conservadoras y progresistas es pueril. ¿Puede tener cierta influencia ideológica o social? Pues si, puede. Pero solo en lo superficial. Esta forma de interpretar la situación vendría bien a quienes confían todo al resultado de las elecciones, que tantas veces hemos visto la escasa influencia que tiene en la clase trabajadora. ¿Sirve la victoria de Biden como modelo democrático a otros países? Puede que refleje alguna idea en votantes de otras partes. Pero ni el enorme aparato propagandístico que sustenta la candidatura de Trump se mueve sólo por patriotismo con modales autoritarios, ni la maquinaria electoral que impulsa a Biden se mueve por filantropía democrática. Tras ellos hay intereses económicos de enorme fuerza.
Que Twitter censurara al todavía presidente Trump da bastantes pistas acerca de una posible hipótesis que no necesite recurrir a explicaciones idealistas, bastante diferente del discurso elogioso a la nueva presidencia que se ha hecho en la izquierda española. Vamos a ella.
Una hipótesis quizás no muy elaborada pero seguramente más cercana a la realidad.
1. La crisis del coronavirus (más bien repunte del ciclo de crisis ante la incapacidad del sistema capitalista para resolver imprevistos como el que estamos viviendo, frente a la manifiesta superioridad de economías con cierta capacidad de planificación y sistemas públicos asistenciales) ha dejado muy tocada la credibilidad del sistema. Al capitalismo se le han visto de pronto todas las vergüenzas.
2. En esta tesitura, en la que el imperio norteamericano ya venía tocado de las disputas tecnológicas con China y con miles de muertos y contagiados rechazados en hospitales por no tener seguro médico (el país más afectado por el virus), y ante el miedo de que el golpe le hiciera besar la lona, había que actuar de manera rápida. Mucho más frente a un Xi Jinping que anunciaba en la OMS que su vacuna iba a ser gratuita y un Putin que afirmaba haber vacunado a su propia hija con la vacuna Sputnik, mientras el alcalde de New York preparaba fosas comunes en Central Park.
3. Frente a esta situación crítica, el capital puede optar por dos caminos para salir del atolladero. La salida radical con tintes fascistoides, enrocarse en una posición neoliberal extrema y proteccionista, de muros anti emigrantes y provocaciones internacionales a los estados que osan cuestionar su sometimiento, por ejemplo Venezuela, tensar la situación internacional hasta provocar una guerra con cualquier pretexto. Esta vía, cuyo actor principal encarnaba a la perfección Trump, probablemente ya había agotado sus posibilidades: ni el proteccionismo arancelario ni el liberalismo a ultranza habían podido frenar la preponderancia tecnológica de China ya. Y una guerra podría haber puesto en cuestión la supremacía del ejército americano, pilar de su imperio, ante la superioridad rusa y china.
4. Sin embargo los trabajadores del mundo ya no tienen un referente similar a la URSS o la RDA, los dignos ejemplos como Cuba (capaz de competir en biotecnología y enviar brigadas médicas a otros países) son minimizados por un imperio mediático controlado por el capital. En la era de la información, con mayor capacidad para acceder a los datos, nos encontramos más desinformados que nunca.
5. Así pues cabe valorar la otra alternativa, la vía moderada. La salida del auto rescate del capital, de las reformas, de las medidas keynesianas de inyección a las inversiones públicas, planes de sostenimiento social, ayudas a los sistemas públicos, subidas de impuestos, permisividad en el endeudamiento a los estados deficitarios, etc.
6. Esto explicaría la transigencia del FMI con respecto a los planes de ingresos mínimos vitales, la condescendencia de los países "frugales" -más Alemania y Francia- al histórico Plan de Recuperación de la UE (ver entrada anterior bastante aclaratoria al respecto) e incluso me atrevería a decir la sorprendente actitud sesgada hacia la izquierda del Papa, ahora conocido como ciudadano Bergoglio para la extrema derecha hispánica.
¿Y qué pasa con España entonces?
- Podría decirse que en general la política española ha recibido a los nuevos americanos con alegría. El nuevo Plan Marshall (en términos empleados por el propio Pedro Sánchez) de la Resiliencia europea fue el momento histórico del mes de octubre. Bien es cierto que como maná nos llegará la inyección de capital, en especial si como se ha afirmado en la presentación de los Presupuestos Generales se dedican partidas a necesidades prioritarias como la Ayuda a Domicilio, becas para estudiantes o la Atención Primaria. Aunque los dineros estarán fiscalizados por el freno de mano de la frugalidad. En teoría esta nueva y sorprendente permisividad de la UE nos permitirá hacer inversión pública, crear planes de empleo, algunas infraestructuras y, cómo no, ayudas a las empresas.
- Los planes de ingresos vitales y la elaboración de ERTES, pactados con gran velocidad en el diálogo social, se ajustan como anillo al dedo a esta tendencia de nuevo keynesianismo, (incluso han sido celebrados por autores neoliberales y grandes empresarios) y se ajustan también a las recomendaciones del Papa y en especial a las bendiciones de los que mandan en la Tierra, el FMI y el BCE.
- El asunto de las vacunas. Hoy anunciaba la empresa Pfizer que ha realizado ensayos con un 90% de efectividad en su vacuna. Inmediatamente la empresa daba un enorme salto en su cotización en bolsa y el IBEX subía un 8%. ¿A qué se debe esto? Como sabemos desde hace meses, el Gobierno tiene contratada la futura distribución de la vacuna con grupos empresariales americanos. Es bastante improbable, por no decir imposible, que veamos aquí la vacuna china o la Sputnik, de hecho es bastante complicado encontrar alguna información sobre estas vacunas en medios nacionales. El mencionado Plan de Recuperación de la UE ya incluye que parte del gasto se dedique a comprar a las farmacéuticas del entorno occidental. Es por esto que en los Presupuestos Generales presentados el pasado mes, la partida destinada a Sanidad se incrementaba un 150 por ciento, más de 3.000 millones de euros, de los cuales 2.400 millones serán del Fondo REACT-EU e irán dedicados al refuerzo de la Atención Primaria y a la compra de vacunas.
- La alternativa fascistoide en España, enojada por la derrota Trumpista, puede que cumpla aquí el mismo papel que en otras colonias americanas de Europa, la del Coco. Cuando alguien se atreva a cuestionar las progresistas medidas sale el coco fascista que nos recuerda que hay cosas peores. Por suerte de momento no parece previsible que el juego se les escape de las manos y tengamos una Marine Le Pen en España: la torpeza de los encargados de la marioneta, señoritos cortijeros berlanguianos e incompetentes antifeministas, nos salva. Pero no debemos descartar su crecimiento, dado que carecen de depredador natural en nuestro país, con una izquierda desprovista de ideología de clase.
En conclusión, aunque nos duela, es más acertado intentar analizar la realidad desde las motivaciones materialistas. Además debemos considerar los diferentes hechos no como situaciones aisladas, sin relación unas con otras. Todo tiene una consecuencia. Ni la permisividad de las instituciones antes tan estrictas y ahora espléndidas, ni los favores de la UE, ni la subida en bolsa de las farmacéuticas son hechos inconexos. Todo está relacionado y todo tiene una explicación razonada, y el engranaje de la realidad social se aprecia mejor si lo observamos desde la existencia de las clases sociales y de los grandes intereses económicos.
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