Sobre las pensiones se ha
dicho que no es un tema político. El señor M.Rajoy (el presidente del Gobierno, por si no le identifican de este modo), en su intervención en el pasado pleno del Congreso dedicado a este asunto, achacaba la supuesta inviabilidad del sistema a la sostenibilidad y a la solidaridad.
En realidad la cuestión que determina este problema, como en al caso del deterioro de otros sistemas públicos (sanidad, educación) es que se trata de un choque de intereses entre los trabajadores
y el gran capital, entre el pueblo y la especulación neoliberal.
Para llegar a esta conclusión basta analizar un poco la actualidad.
En
primer lugar, aunque parezca trivial recordarlo, los derechos de los trabajadores no han sido regalados por nadie, ni por líderes generosos o
gobiernos caritativos. Esos derechos se conquistaron con la lucha histórica de
los trabajadores en todo el mundo.
Como respuesta a estos sistemas públicos que se extendieron por algunos países durante el siglo XX, los gobiernos de países
capitalistas tuvieron que hacer concesiones, abrir la mano y
conceder sistemas de pensiones ante las presiones de los movimientos
organizados de los trabajadores. De esa forma eludían demandas más radicales.
En la
actualidad y desde hace unas décadas (tras la desaparición de la URSS, caída del muro de Berlín) no
existen esas referencias y todo ese sistema de bienestar está sufriendo múltiples ataques con el objetivo de
favorecer los intereses privados.
En
España esos ataques al sistema público de
pensiones se han venido sucediendo en los gobiernos sucesivos de PP y PSOE. La la trampa
empieza en las reformas de los años 2011 y 2013 en los que ZP ampliaba la edad para
trabajar hasta los 67 años y 38 años de cotización.
Previo
a esas reformas es el Pacto de Toledo
(en la época final de Felipe González) que fijaba como fuente principal de las pensiones las cotizaciones de los
trabajadores.
El
sistema público de pensiones por tanto se encarga de gestionar el salario diferido (la remuneración
que reciben los trabajadores tras su etapa activa). Es también parte del
salario, como el salario directo: los trabajadores activos, por acuerdo, ponen
con sus cotizaciones (y con su productividad, con el trabajo que genera la riqueza del país) el importe de las pensiones.
Aquí vemos la primera trampa: las pensiones no tienen
porqué estar fijadas por las cotizaciones, podría estar parte incluida en el
Presupuesto del Estado, del mismo modo que hay presupuesto para carreteras,
armas o bancos
Con esto bastaría para refutar la supuesta inviabilidad del sistema, pero hay más
trampas: ese acuerdo social con el que los gobiernos
liberales pretendían frenar los avances sociales de la clase trabajadora, pese
a estar firmado en las leyes más sacrosantas del Estado (Constitución del 78, art.
50: Los poderes públicos garantizarán,
mediante pensiones periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los
ciudadanos durante la tercera edad; es también es uno de los Derechos Humanos, art.25 derecho a nivel de vida adecuado y
a los seguros de vejez, viudez o invalidez) se rompe al hacer ellos trampas en su propio juego, son anticonstitucionales
incluso dentro de su constitución imperfecta
El Estado, que en teoría debería ser neutro, un árbitro imparcial,
en este conflicto entre los intereses de los trabajadores y los del gran
capital, se pone de parte de estos últimos y declara una guerra contra el sistema público de pensiones para
intentar convertir ese gasto, que considera improductivo, convertirlo en productivo para ellos introduciéndolo en sus sistemas privados
de pensiones.
¿Cómo
hace esta guerra el Estado? Encargan a una serie de expertos unos informes, como el de la OCDE (organización para la
cooperación y el desarrollo) y
estos expertos llegan a la conclusión de que el sistema de pensiones español va a la quiebra. ¿Qué motivos dan para ello?
El primero es el rápido
envejecimiento de la población, España es uno de los países más envejecidos
del mundo. (El mismo informe no se plantea cuáles son los motivos de ese
envejecimiento, ni cuáles son las dificultades de las parejas para tener hijos).
M.Rajoy y sus ministros repiten esos días la expresión factor de sostenibilidad relacionado directamente con ese envejecimiento.
Este factor de sostenibilidad depende de lo que se llama
equidad intergeneracional, que es una variable que se revisa cada 5 años y que
depende de la esperanza de vida (cuánto llegamos a vivir los españoles). Si la
esperanza de vida aumenta, deben bajar las pensiones. Es decir, para los
intereses de los neoliberales, lo que sería un gran avance en cualquier cultura
del planeta, como
es que los ancianos vivan más tiempo y con mejor salud, para ellos supone una
molestia, es un inconveniente para el capital. Antes nos decían que vivíamos por encima de nuestras posibilidades,
ahora nos dicen que alargamos la vida por encima de nuestras posibilidades.
Otro
de los motivos que da la OCDE para la inviabilidad de las pensiones: la tasa de sustitución. Este es el
porcentaje del último sueldo que se cobra cuando uno se jubila. Por ejemplo: si
uno al jubilarse cobraba 1000 euros y le queda de pensión 800 pues tiene una
tasa de sustitución del 80%. Nos dicen que esa tasa en España es muy alta, en
torno al 90%.
Tenemos que fijarnos en una cosa. Estos expertos no tienen en
cuenta una ley matemática muy simple y es que si tenemos una cierta cantidad
que es una mierda, el 100% de esa cantidad sigue siendo una mierda. Y el 90% es
también una mierda pero más chiquetita. En otros países la tasa es muy
inferior, por ejemplo en Noruega es aproximadamente del 50%. Pero el salario medio de allí es
casi 5 veces superior al salario medio de un español.
Estos
informes y estos expertos tampoco son neutros, trabajan para la gran banca, pues crean el miedo generalizado con la finalidad de incitarnos a abrir planes de pensiones privados mediante campañas publicitarias.
Así pues, como
consecuencia este deterioro del sistema público de pensiones, se propone la
complementación de las pensiones con nuestro ahorro, como si una familia
española pudiese permitirse hacer este o ningún ahorro, teniendo en cuenta además la
precariedad del mercado laboral (en España hay millones de personas que viven bajo la categoría de pobres, siendo muchos de ellos trabajadores, y si un
salario no da para vivir no es trabajo, es esclavitud) y el deterioro del
resto de servicios públicos y ayudas a costa del bolsillo del trabajador.
Como
decía al principio y como habéis podido comprobar, no es un problema de
demografía ni un problema ajeno a la
política. Es un claro enfrentamiento de intereses entre la clase
trabajadora y el gran capital. Y de ello depende la vida de muchas personas.
¿Qué
podemos hacer ante este nuevo robo de nuestros derechos? Quisiera decir una frase que parece muy simple pero que a mí
me parece muy significativa.
Creo que se atribuye a Esopo, el autor de la Grecia antigua autor de las fábulas.
Esta fábula habla de un zorro y de un erizo, que como sabemos cuando se siente
amenazado se enrosca formando una bola.
La frase
dice así: el zorro conoce muchos trucos; el erizo sólo conoce un truco,
pero es un truco muy bueno. Del mismo modo, nosotros, los trabajadores, estamos amenazados por un
enemigo muy potente, con una capacidad destructiva enorme y que sabe muchos trucos.
Pero los trabajadores tenemos un truco, un
arma que es la mejor arma de todas. Esta es la unidad. Nuestra fuerza es la unidad. Si los trabajadores de todas
las edades y de todos los sectores supiéramos estar unidos y pelear por
nuestros derechos juntos, seríamos invencibles. Por eso debemos defender el
sistema público de pensiones y todos los avances sociales que hemos ganado con mucho esfuerzo.
Recomendamos la lectura de los siguientes sitios, referencias que he usado para esta entrada:
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