sábado, 16 de mayo de 2020

Galileo y el ciudadano Bergoglio.

En esta entrada vamos a ver primero algunas curiosidades sobre el proceso de la Santa Inquisición a Galileo Galilei y comprobaremos que sus consecuencias no terminaron en aquel año de 1633 sino que alcanzan a nuestros días. En una entrada posterior se entrará con más en detalle en la obra de Galileo y la relación que podemos establecer con el materialismo histórico.





ANDREA (moviendo los anillos de una maqueta del esquema planetario de Ptolomeo). —Es hermoso todo esto, pero nosotros estamos tan encerrados... 

GALILEI. —Sí. Es lo que también yo sentí cuando vi el armatoste por primera vez. Algunos lo sienten. Muros, anillos e inmovilidad. Durante dos mil años creyó la humanidad que el Sol y todos los astros del cielo daban vueltas a su alrededor.  Pero ahora nosotros salimos de eso, Andrea. El tiempo viejo ha pasado y estamos en una nueva época. Las ciudades son estrechas y así son las cabezas. Supersticiones y peste. Pero desde hoy no todo lo que es verdad debe seguir valiendo. Todo se mueve, mi amigo. 


Fragmento de la obra teatral Galileo Galilei, de Bertolt Brecht 



Decía el filósofo marxista Louis Althusser que en El Capital se expone uno de los tres más grandes descubrimientos de la historia humana: el sistema de conceptos, que abría la puerta del "continente" sobre la teoría científica y al dominio de las "ciencias humanas" (abría la puerta al extenso dominio de sociólogos, psicólogos, historiadores, economistas, etc). 
Los otros dos grandes descubrimientos son la "apertura del continente" de las Matemáticas por los griegos del siglo V (Pitágoras, Tales, Euclides) y la "apertura del continente" Física cuyas llaves encontró Galileo. 

¿Tan importante es el legado de Galileo? Aparte de la considerable contribución del italiano a la Física o la Astronomía, se considera que el famoso juicio escenifica el momento histórico en el que la revolución científica surgida en el Renacimiento, iniciada con Copérnico y completada por Isaac Newton, sienta las bases del método experimental con el que la humanidad abandona las ideas medievales sobre la naturaleza. En otras palabras, el progreso de la humanidad hacia una sociedad más evolucionada, en pugna con el antiguo orden sostenido sobre el oscurantismo y la superstición. 

Observemos que lo que se enjuiciaba nada menos en aquel proceso era si los seres humanos estábamos o no viviendo en un planeta que gira alrededor del Sol. Hoy nos parece una obviedad (con permiso de terraplanistas, antivacunas y otros) pero en su momento supuso un antes y después en el devenir de los que habitamos la Tierra.

Vamos a las curiosidades anunciadas en el título y ya el lector interesado en el materialismo podrá continuar en la siguiente entrada si lo desea.

El martillo de los herejes.
Roberto Belardino fue cardenal y arzobispo de la Iglesia Católica, además de inquisidor en los difíciles años de la contrarreforma. Bajo su cargo de responsabilidad le tocaba vigilar a todo aquel que se apartara de la ortodoxia católica, censurar los actos y obras que provocaran escándalo y también extirpar a los herejes por la vía de la ejecución.

El celo profesional en el desempeño de su pesado cargo le llevó a ganarse el apodo de "martillo de los herejes". Entre sus logros cabe destacar el juicio de Giordano Bruno y el de Galileo. Fue en su tiempo una eminencia en asuntos teológicos y en reconocimiento a ello fue declarado en 1931 doctor de la iglesia (título concedido a santos que hubieran destacado por su sabiduría). Previamente, el papa Pio XI le había beatificado y canonizado

Oración a San Roberto Belarmino que podemos encontrar en internet

Por tanto debemos mencionarle como San Roberto Belardino. Su onomástica es el 17 de septiembre. Al parecer fue un hombre que decidió vivir una vida austera y ejemplar, ajena a los lujos. Se preocupó además de llevar la fe a las personas sencillas de manera didáctica y es autor de conocidos catecismos populares. Cabe destacar también la autoría de las Marcas de la Iglesia Católica, o listado de atributos de la Iglesia, tales como santidad, antigüedad, eficacia, etc. Entre estas marcas encontramos una que nos viene como anillo al dedo a nuestro tema: El Triste Fin de todos aquellos que luchan contra la Iglesia.

Dos ilustres procesados, Giordano Bruno y Galileo.
Giordano Bruno (1548-1600) fue un sacerdote y filósofo italiano, precursor de una nueva idea del mundo. Como mente curiosa, desde joven se opuso al oscurantismo clerical y profesaba una visión materialista de la realidad, creía en la materia formada por átomos y en que no había diferencia entre materia y espíritu, lo que le llevó a frecuentes contradicciones con los dogmas de su fe. Fue acusado de herejía con apenas 27 años y desde entonces tuvo que huir de su ciudad, Nápoles, llevando una vida errante por media Europa. 

Tras años huyendo del acoso inquisitorial, logró establecerse en la ciudad de Padua y dar clases en su universidad. Su afán de conocimientos le llevó al estudio de la Astronomía y en especial al sistema de Copérnico. 

Giordano Bruno rechazaba el esquema que situaba a la Tierra en el centro del cosmos, es decir contradecía la teoría geocéntrica establecida por Aristóteles en la que la Tierra es el centro del universo. Esta visión del cosmos se ajustaba como un guante a las Sagradas Escrituras. Por tanto, negarlo era a su vez negar la Biblia. Aparte de ello Bruno llegó a la conclusión de que podían existir infinitos mundos como el nuestro.  

Semejantes afirmaciones le valieron la mayor hostilidad de la Iglesia y finalmente fue detenido en Venecia. Entonces la ciudad veneciana constituía una república independiente y de carácter comercial y liberal, donde Bruno esperaba tener un resultado más benévolo. Sin embargo, en 1953 fue llevado al Vaticano para ponerse bajo la investigación del brazo secular de la Inquisición Romana, donde su final era seguro.

Los siguientes siete años hasta su muerte, Bruno no salió de las mazmorras situadas junto al palacio del Vaticano. Durante esos años el tribunal, compuesto por siete cardenales entre los que se encontraba Belarmino, le propuso distintas ofertas para mantener la vida a cambio de  prisión perpetua, todas ellas con la aceptación de retractarse de sus ideas. Bruno se mantuvo firme y no cedió.

En 1599 sus libros fueron quemados en la Plaza de San Pedro e incluidos en el índice de libros prohibidos. Desde el siglo XIII la Inquisición ejecutaba a los herejes "sin derramamiento de sangre", es decir en la hoguera. Si se retractaban en el último momento salvaban la vida a cambio de la condena perpetua y la confiscación de todos su bienes.

Algunos condenados eran llevados ya muertos a la hoguera, bien por clemencia o bien por no haber soportado las torturas en las que se le rogaba que abjurase de sus ideas. Giordano Bruno, de carácter indómito, no tuvo esa suerte y fue quemado literalmente vivo, con la lengua inmovilizada por un artilugio para que no pudiera dirigirse al público. Fue atado a un poste en una plaza romana, el Campo de´ Fiori, y allí las llamas acabaron con su vida y sus cenizas fueron arrojadas al río Tíber.

Preciosa imagen de la estatua de Giordano Bruno en el Campo de Fiori en Roma, lugar donde fue quemado vivo.

Años más tarde a San Roberto le tocó juzgar a Galileo. De nuevo un profesor de la Universidad de Padua venía a refutar la teoría aristotélica y a las Escrituras. 

Galileo fue más afortunado que Bruno y logró salvar la vida , eso sí, bajo retractación y confinamiento hasta su muerte, como veremos en la siguiente entrada.  

Ratzinger y Bergoglio.
En enero de 2008 el anterior Papa, Benedicto XVI, fue invitado por el rector de la Universidad La Sapienza de Roma para impartir la lección inaugural. La invitación produjo una fuerte polémica y centenares de profesores y alumnos firmaron un manifiesto que rechazaba la visita del Papa.

¿Cuál era el motivo de aquel rechazo? Se da la circunstancia de que en 1990 el entonces cardenal y por tanto aún llamado Joseph Ratzinger había pronunciado una conferencia sobre la situación de la Iglesia en el mundo y la "crisis de la confianza en la ciencia", en la que el cardenal cuestionaba que el proceso de Galileo fuese un enfrentamiento entre el bien y el mal, representados en el oscurantismo y la superstición de la Inquisición por un lado y la luz del progreso personificada en Galileo. Citaba en su conferencia una frase del filósofo Paul Feyerabend, que decía: “En la época de Galileo la Iglesia era mucho más fiel a la razón que el propio Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo”.

Además de esa triste coincidencia, los profesores reivindicaban la independencia y la laicidad de la ciencia. Un profesor de Física de dicha universidad, Carlo Cosmelli, denunció:  "Las acusaciones anticientíficas realizadas por el Papa cuando era cardenal las reiteró en su última encíclica: él está convencido de que cuando la verdad científica entra en conflicto con la verdad revelada, la primera debe pararse. Algo así no puede ser aceptado en una comunidad científica".

El actual papa Francisco junto al papa emérito -esto es, que renunció por voluntad propia al cargo- Benedicto (también conocidos por la ultra derecha española como "ciudadanos Bergoglio y Ratzinger"). 


Pues bien, vamos a redondear esta serie de catastróficas coincidencias. Como se ha mencionado, el cardenal e inquisidor Belarmino fue canonizado por Pío XI en los años 30. Décadas más tarde, el papa Pablo VI, en 1969 creó un título cardenalicio (rango que se da a una de las iglesias de las diócesis de Roma que posean un cardenal) que fue el de título cardenalicio de San Roberto Belarmino.  

Este título fue ostentado desde 2013 por el entonces cardenal de nombre secular Jorge Mario Bergoglio, quien como sabemos tras la renuncia de Benedicto XVI, pasó a ser Francisco, Franciscus PP., el actual papa de la Iglesia Católica.

Retrato de Galileo del pintor Justus Sustermans, que podría representar el semblante del genio italiano si levantara la cabeza y supiera que siglos más tarde el actual Papa de la Iglesia llevaba el título cardenalicio con el nombre de su santificado inquisidor.



Continuaremos en la siguiente entrada profundizando en las ideas de Althusser sobre las etapas históricas, veremos que Federico Engels destacó también la importancia de Galileo y muchas más cosas interesantes. 

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