jueves, 26 de febrero de 2015

Stephanie McMillan, cómic anticapitalista


Stephanie McMillan es una dibujante, editorialista y activista norteamericana, creadora de diversos libros de cómic e ilustración y colaboradora de varios medios como Los Angeles Times o San Francisco Bay Guardian. 
A través de un estilo sencillo y un tanto naif, sus ilustraciones -siempre impregnadas de una fuerte crítica política- a menudo presentan un claro mensaje socialista y siempre duramente opuesto al capitalismo. 
Según McMillan, en el pensamiento posmoderno la ideología dominante ha noqueado nuestra conciencia y nuestra capacidad para luchar contra el capitalismo. En esta situación, en la que la inmensa mayoría no reconoce al capitalismo como a un enemigo, casi sin querer acabamos siendo sirvientes de este sistema. Sólo cabe el cinismo y la ironía en una especie de actitud ajena y despreocupada, pero ni mucho menos cabe la lucha de clases.
Para la dibujante, es necesario recuperar nuestra capacidad de juzgar y de hacer afirmaciones de acuerdo a nuestros intereses de clase. No todo es válido, hay realidad y falsedad, hay ideas que sirven a la vida y otras que favorecen la explotación y el asesinato. 
Opina McMillan que las jóvenes generaciones se han sacrificado para financiar al capital. Los jóvenes se ven cargados de la pesada losa de pagar una enorme deuda que no han contraído. Las promesas sobre su cómoda vida se han evaporado y se enfrentan a dificultades económicas que no habían vivido sus padres o abuelos. Eso ha generado protestas. Pero para construir un movimiento revolucionario que desafíe la dominación del capital debemos ir mucho más allá. Tenemos que construir organizaciones fuertes que sean capaces de plantar cara.
Es necesario comprender bien los mecanismos de este sistema para derrocarlo. No existe el "capitalismo bueno". No habrá manera de salir del círculo vicioso del capital hasta que la clase obrera tome los medios de producción.
En sus dibujos, pretende hacer pensar al espectador, que éste se pregunte y descubra cómo se manifiesta el capitalismo en el entorno que nos rodea, cómo podemos combatirlo y cómo organizarse en un ambiente de tan bajo nivel de combatividad (entrevista con Henry Chamberlain).

Sus creaciones pueden ser contempladas en la tira diaria Minimun Security y sus obras (Capitalism must die!The Minimum Security Chronicles: Resistance to Ecocide) pueden ser solicitadas en su página oficial stephaniemcmillan.org 



"Estamos en la lucha de por vida. Nada nos hará abandonarla"


"Avanzamos en nuestra línea política de lucha de clases, para la eliminación de las diferencias de clase"

"Rechazamos los esquemas burgueses que pretenden pacificarnos"

Twitter  @steph_mcmillan


lunes, 23 de febrero de 2015

No nos gusta que se detengan a alcaldes


No es plato de gusto, sin duda, tener que apresar a ninguna persona, mucho menos a un representante público de la importancia de un alcalde. En un mundo ideal desearíamos que esto no tuviese que suceder nunca.

No obstante, podría objetar un lector suspicaz: depende. Depende del caso habrá incluso alcaldes que lo merezcan. No es necesario, por desgracia, hacer demasiada memoria para enumerar unos cuantos cargos públicos merecedores de ser detenidos. De esos que han prevaricado o se han enriquecido a costa del dinero de todos, esos que calientan indefinidamente poltronas y consienten recortes. En una palabra, eso que ahora llaman la "casta". 

En estos casos todos tenemos una imagen clara y bien identificada en nuestro pensamiento del estilo de cargo público que encaja en el neoconcepto de "casta", no en vano nos fatigan a diario con el inevitable boletín de corruptelas en televisiones, radios y prensa.

Pero suponemos que la corrupción no es el único motivo por el que un cargo podría ser detenido. ¿Consideraríamos correcto como motivo de detención el participar en planes de golpes de estado contra gobiernos legítimos elegidos de manera democrática?

Leemos hoy en Red Voltaire un artículo de Thierry Meyssan en el que escribe: 
"Una vez más, la administración Obama trata de cambiar por la fuerza un régimen que se resiste a sus designios. El 12 de febrero de 2015, un avión propiedad de Academi (ex Blackwater) disfrazado con las insignias de las fuerzas armadas de Venezuela debía bombardear el palacio presidencial de Caracas para eliminar físicamente al presidente Nicolás Maduro. Los conspiradores tenían previsto poner en el poder a la ex diputada María Corina Machado y hacerla aclamar de inmediato por varios ex presidentes latinoamericanos."

(...)"Al seguir la pista de estos conspiradores, la Inteligencia Militar descubrió la «Operación Jericó». En la noche del 11 de febrero, los principales líderes de la conspiración y un agente del Mosad israelí fueron arrestados y se reforzó la protección aérea de la capital venezolana. Otros implicados fueron arrestados el 12 de febrero. El día 20, las confesiones de los arrestados permitieron la detención de otro cómplice: el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma."

En la edición digital de Russia Today escribía hace unos días Eva Golinger:
"Hay un golpe de Estado en marcha en Venezuela. Las piezas están cayendo en su lugar como una mala película de la CIA.
(..) son sólo una parte de la creciente y sistemática cobertura negativa y distorsionada de la situación en Venezuela en los medios de comunicación estadounidenses, pintando una imagen exageradamente sombría de la situación actual del país y retratando al Gobierno como incompetente, dictatorial y criminal. Si bien este tipo de campaña mediática coordinada contra Venezuela no es nueva -los medios de comunicación constantemente proyectaron al presidente Hugo Chávez, elegido cuatro veces por una mayoría abrumadora, como un dictador tiránico que destruía al país– sin duda evidencia que se está intensificando claramente a un ritmo acelerado.
(…)Sin embargo, hacer a la economía venezolana “gritar” es sin duda una estrategia ejecutada por intereses extranjeros y sus contrapartes venezolanos, y es muy eficaz. Mientras la escasez continúa y el acceso a los dólares se vuelve cada vez más difícil, el caos y el pánico aumentan. Este descontento social está capitalizado por agencias de Estados Unidos y las fuerzas antigubernamentales en Venezuela que presionan por un cambio de régimen. Una estrategia muy similar fue utilizada en Chile para derrocar al presidente socialista Salvador Allende. Primero destruyeron la economía, produciendo descontento social, y luego los militares se activaron para derrocar a Allende, apoyados por Washington en cada etapa. Para que no olvidemos el resultado: una brutal dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet que torturó, asesinó, desapareció y obligó al exilio a decenas de miles de personas."

Contrariamente a lo que pueda pensarse por la desinformación que nos llega de los medios españoles, en Venezuela no están sucediendo los casos de suicidio por desahucios, ni existe el hambre ni la necesidad ni el paroque estamos viviendo en España o Grecia. El 95% de los venezolanos consume tres comidas al día, su tasa de desempleo está en el 6% y la vivienda está subvencionada por el Estado. 


Por tanto, sí, nunca es bueno detener a un alcalde. Si pudiésemos elegir, mejor que no sucediera. 
Pero sobre todas las cosas nos gustaría que no se engañase a la ciudadanía a costa de obtener un puñado de votos. 
Nos gustaría que no se colaborase con la injerencia de las multinacionales en los gobiernos elegidos de manera democrática. En especial cuando quienes lo justifican se vanaglorian de sostener la bandera de la democracia y señalan con el dedo acusador a todo aquel que no les baile el agua. 


Enlaces:
Russia Today http://actualidad.rt.com/opinion/eva_golinger/165149-venezuela-golpe-tiempo-real

Red Voltaire http://www.voltairenet.org/article186818.html

Diario Octubre http://www.diario-octubre.com/2015/02/03/venezuela-golpe-en-tiempo-real/

domingo, 22 de febrero de 2015

Supervillanos comunistas 1: El Fantasma Rojo


En el número 13 de la serie de los Cuatro Fantásticos (Marvel, 1963) aparece el personaje de El Fantasma Rojo, uno de los numerosos supervillanos comunistas que han dado la literatura, el cine y el cómic. 
En un viaje a la luna, el equipo de los 4 superhéroes descubre la existencia de una nave extraña que procede del otro lado del telón de acero. Se trata de Iván Kragoff, un cosmonauta decidido a exponerse a los rayos cósmicos para obtener superpoderes. 
Acompañan al cosmonauta tres simios, que adquieren igualmente superpoderes y se enfrentan en equipo a los Cuatro.
Nacido en Leningrado y convencido soviético, este malvado ser planea provocar desastres a la humanidad tales como originar nuevos países comunistas, apoyándose en la creación de simios con poderes que sustituyan a los humanos. Su aspecto es siniestro, maduro, calvo, le acompañan en sus planes un macaco, un gorila y un mandril (suele ocurrir en la ficción que los malvados son grotescos, en oposición a los héroes, más cercanos a los estereotipos de la belleza física).






¿Confluencia?


                                          
En las páginas 4 y 5 del Mundo Obrero de este mes de febrero vemos dos columnas opuestas a ambos lados del mensual. A la izquierda, Constantino Bértolo nos advierte de los peligros de "renunciar a los significantes" y de abandonar el "instrumental semántico" comunista a fin de "no asustar" a los que se sienten descontentos con la situación actual pero son reacios al marxismo. Indica Bértolo que "la seductora tentación de vender el lenguaje de la revolución por un plato de lentejas electorales" puede resultar inconveniente, puesto que si "la actividad política es más que marketing, es preferible seguir llamando a las condiciones objetivas y a la lucha de clases por su nombre".

Si giramos la vista hacia la derecha, en el otro extremo del periódico podemos leer a Julio Anguita, quien explica desde su Atalaya que debemos "desembarazarnos del cadáver de la Transición", señala el momento histórico de movimientos y "mareas" y la posibilidad de ruptura en el bipartidismo según "las previsiones de las encuestas", y vuelve a poner el dedo -una vez más- en las consecuencias del pacto con el PSOE en Andalucía.
Nos encontramos a golpe de vista ante dos posiciones distintas dentro del mensual de nuestro propio partido. Resulta llamativa esta imagen. Si observamos las redes sociales y prestamos atención a las conversaciones con compañeros y simpatizantes de IU, esta diatriba está muy presente en todos ellos.
¿Confluencia sí? ¿No? ¿A qué coste?

En medio de esta zozobra, los militantes nos encontramos, según se nos repite, ante una urgencia histórica. Desorientados, nos llegan a diario novedades desde Izquierda Unida: cede su puesto Lara, abrimos nuestras listas a las opciones de simpatizantes  internautas, es elegido el televisivo Garzón sin oposición, la confluencia se admite como ineludible.

En los medios la urgencia apura aún más: los andaluces no dan abasto en flagelarse lo suficiente para poder purgar el error de haber vendido el alma al demonio del "régimen" a cambio de una ley de antidesahucios y una banca pública que todos menos ellos sabían imposibles, los extremeños más flagelados aún por hacer lo contrario, los madrileños haciendo limpieza ante el paso de los tránsfugas.

Y cabe preguntarse, podríamos pensar, que si esta confluencia es inevitable y los que somos contrarios estamos abocados a desintegrarnos como vampiros a la luz del día siguiente a las elecciones, ¿se nos permite al menos una última voluntad antes de fosilizarnos? ¿Sería algún lector confluyente tan amable de contestar unas pocas cuestiones?

1. Si esta necesaria confluencia se realiza por el bien de "los cuidadanos" y se da la circunstancia de que muchos de ellos son trabajadores (y de ellos 6 millones en paro), entonces ¿por qué es tan perjudicial hablarles de clase obrera y de lucha de clases si sólo hay que abrir los ojos y salir a la calle para constatar que esta lucha existe y se muestra más evidente que nunca?

2. ¿Por qué estas confluencias parecen obligadas a realizarse siempre a favor de los nuevos movimientos y siempre en detrimento de los intereses de IU, que tiene la estructura y el programa necesarios, basándose únicamente en las previsiones que las encuestas otorgan a esas plataformas? ¿Por qué se sugiere que es mejor diluirse en ellos y no ir juntos cada uno con su bandera?

3. Si el pacto en Andalucía fue tan despreciable y los que lo hemos defendido aguardamos mortificados nuestro destino en el noveno círculo del infierno donde terminan sus días los traidores, junto a Caín y Judas, ¿por qué sin embargo parece correcto unirse sin condiciones a quienes no tienen reparos en decir abiertamente que no se cierran a pactos con el PSOE e incluso se reúnen en secreto con sus líderes?

4. ¿En qué momento tras las elecciones y la supuesta victoria electoral se comunicará a los votantes de la coalición -en especial a los decentes empresarios y a la gente "normal" sin ideología- que el situarse afín a los discursos de Felipe VI o el papa Francisco eran una pura estrategia y que la verdadera intención era dirigirse hacia la tercera República y el laicismo?

Son preguntas para las que nos imaginamos las respuestas, aunque querámoslo o no obtendremos su solución bien pronto.