viernes, 15 de diciembre de 2017

¿Qué hacer?

Iniciamos aquí una aproximación a este texto de Lenin, procurando como en anteriores entradas hacer un resumen de su contenido con la intención de fomentar su lectura.
Aunque para el lector iniciado en el marxismo no sea necesario, recordamos que se trata de un texto escrito para una situación concreta, en un periodo histórico concreto y en una determinada zona (la Rusia zarista del año 1902) y que no se trata de obtener una mágica fórmula o una medida que pueda trasladarse como un patrón a la situación actual en nuestro país, sino de obtener alguna enseñanza que sea aplicable a nuestra realidad.

Porque, en efecto, el lector que se acerque a ¿Qué hacer? verá con asombro que muchas cuestiones tratadas en él son muy actuales y muy conocidas para el militante comunista o el simpatizante que sienta curiosidad por la actividad política de hoy día.

Las palabras que veas en color rojo son referencias casi textuales del libro. Como en otras entradas, si prefieres descargarte una versión en PDF para leerla con comodidad y letra grande en el móvil,puedes hacerlo pinchando sobre estas palabras. 


¿Qué hacer?, problemas candentes de nuestro movimiento es un tratado político de Lenin publicado en el año 1902 y que va dirigido a la crítica contra el oportunismo en el movimiento socialdemócrata de la época (no confundir con la devaluada socialdemocracia actual). Sus ideas sirvieron para marcar la historia del Partido Bolchevique e influyeron internacionalmente en la creación de un partido de nuevo tipo desarrollando sus principios ideológicos.

El libro surge a partir de la publicación en el periódico Iskra (Chispa) de un artículo de Lenin, "¿Por dónde empezar?", y la polémica suscitada en otras publicaciones de aquel momento (Rabócheie DieloLa Causa Obrera) entre las facciones del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que posteriormente darían lugar a la división del partido en mencheviques y bolcheviques.

La creación del concepto de partido de nuevo tipo surge como respuesta a una tendencia de la socialdemocracia rusa -Lenin los menciona como los "economistas"-, quienes creen en la "libertad de crítica", frente a los que el autor propone un partido como una fuerza organizadora del movimiento obrero a través de sólidos cimientos ideológicos.

Dogmatismo y libertad de crítica: en este texto como en todos los suyos Lenin hace frecuentes referencias a personajes políticos y a situaciones de su tiempo, pero si somos capaces de imaginar que nos introducirnos en su época y procuramos contrastarlo con la actualidad obtendremos interesantes conclusiones que podremos aplicar a la realidad que vivimos, con eficacia de una herramienta perfectamente válida.

La nueva tendencia crítica con el "viejo marxismo" es partidaria de la "libertad de crítica" -leemos- y pone en duda aspectos fundamentales como la lucha de clases o la dictadura del proletariado. Los socialdemócratas rusos reivindican para la unidad de las organizaciones la libertad de críticaLenin los llama "economistas" y considera que son oportunistas. 

En Rusia la unión de las organizaciones era bajo la bandera de la lucha contra el enemigo común de la autocracia (país sojuzgado por los reaccionarios del zarismo, persecución de la prensa, clandestinidad de los revolucionarios). Es un periodo de amplia difusión marxista por alianza de elementos extremistas con moderados, en la que los socialdemócratas consideran aliados a demócratas burgueses, atenuando así las contradicciones sociales y en contra de la revolución social.

Pese a las acusaciones de dogmatismo, doctrinarismo (creencia en que los textos marxistas son una doctrina que se acepta con fe y no con la razón) o anquilosamiento (argumentos que quedan obsoletos), Lenin señala la importancia que Engels daba al pensamiento teórico: Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia.
Primer número del diario Iskra (chispa), cuyo lema era "una chispa puede incendiar la pradera"

La espontaneidad de las masas y la conciencia de la socialdemocracia: el ascenso espontáneo es la forma embrionaria de un estado más avanzado en el que ya existe la conciencia. En las huelgas o motines primitivos se reflejaba un cierto despertar de la conciencia: los obreros perdían la fe tradicional en la inmutabilidad del orden de las cosas que los oprimía, empezaba a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían resueltamente con la sumisión servil a las autoridades. Pero esto era más que lucha una manifestación de desesperación y venganza. Los obreros no podían tener conciencia de la oposición irreconciliable de sus intereses con el régimen político, esa conciencia sólo podía venir desde fuera. Los obreros por sí mismos sólo pueden tener una conciencia tradeunionista (sindical). Las doctrinas socialistas surgen de teorías filosóficas elaboradas por intelectuales. 

Los primeros socialdemócratas ya consideraban la importancia de defender el programa y las tácticas de combate más amplios pero les faltaba la experiencia revolucionaria y la habilidad de organización.

El culto a la espontaneidad: por tanto tenemos a dos tendencias en la izquierda rusa de 1897, los jóvenes economistas que creen en una actividad centrada principalmente en el trabajo sindical y que confía en la espontaneidad del movimiento revolucionario en las masas con la suma de ideas ajenas al marxismo, y luego los viejos o tradicionales que se oponen a ellos.

Lenin plantea el problema así: ideología burguesa o ideología socialista. Todo lo que sea rebajar la ideología socialista es fortalecer la ideología burguesa. 

¿Por qué el movimiento espontáneo conduce al predominio de la ideología burguesa? Porque ésta es más antigua, está establecida en la sociedad y posee medios de difusión incomparablemente mayores. La clase obrera tiende al socialismo de manera espontánea, es cierto, pero al ser la ideología burguesa la más extendida es la que se acaba imponiendo entre los obreros. 

El error de la nueva tendencia es rendir culto a la espontaneidad, no comprende que la espontaneidad de las masas exige de los socialdemócratas una elevada conciencia. Cuanto mayor es la lucha espontánea en las masas, tanto mayor la necesidad de elevar la conciencia en la labor teórica, política y organizativa.

Política tradeunionista y política socialdemócrata: entendemos tradeunionismo como una lucha de tipo económico, referida al ámbito obrero, sindical. Es, en realidad, la resistencia de los obreros al capitalismo. La lucha se refiere a las relaciones de un obrero determinado con sus patronos respectivos y sólo consiguen mejoras relativas. La socialdemocracia dirige la lucha no sólo a conseguir ventajas laborales sino para destruir el sistema de explotación. Hace una labor de educación política de la clase trabajadora, de desarrollo de su conciencia.

¿En qué consiste la educación política? No basta con explicar la opresión política de los obreros, hay que hacer agitación con motivo concreto de cada opresión, en todos los aspectos: social, familiar, religioso, etc.

Necesidad de infundir actividad revolucionaria: Lenin señala el error de limitar la organización a una lucha económica (sindical). Se puede elevar la actividad de la masa si no nos limitamos a hacer agitación sobre el terreno económico. Es necesario organizar denuncias políticas omnímodas (que abarquen todos los aspectos sociales). 

La conciencia de la clase obrera no es completa si no se le acostumbra a hacerse eco de todos los casos de opresión, de todos los abusos, cualquiera que sea la clase afectada, vinculando todos los aspectos de las relaciones sociales.

El obrero muestra poca preocupación por el salvajismo de la policía, los abusos a campesinos, etc, porque no siente que el estudiante o el escritor son vejados por la misma fuerza que les somete a ellos. La misión es por tanto extender la agitación política. 

La clase obrera como combatiente de vanguardia: ¿cómo desarrollar la conciencia? No sólo desde dentro de su lucha económica, sino desde fuera de esa esfera, en las relaciones de todas las clases y sectores sociales con el Estado y el gobierno.

Debemos ir a todas las clases sociales de la población como teóricos, como propagandistas, como agitadores y como organizadores. Debemos saber organizar reuniones en los componentes de todas las clases, recalcar ante el pueblo los objetivos generales, sin ocultar nuestras convicciones socialistas. 

El primitivismo en el trabajo: considera Lenin que es la falta de preparación práctica en la actividad y en la organización, el alcance reducido de la actividad revolucionaria. 

Una organización de revolucionarios debe consistir en un conjunto de revolucionarios profesionales. Un revolucionario blando, vacilante en la teoría y de horizontes estrechos, que justifica su inercia con la espontaneidad del movimiento de masas, no es un revolucionario sino un artesano experto e inhábil. Otra tarea fundamental será, por tanto, elevar al militante primitivo al nivel del revolucionario. 

Amplitud de la labor de organización: para ampliar la organización hace falta un fuerte movimiento de revolucionarios probados.

Si el obrero revolucionario quiere prepararse para su trabajo, debe convertirse en revolucionario profesional. De esta manera no todo recae en intelectuales. Debemos ayudar a todo obrero que se distinga por su capacidad para convertirse en un organizador o agitador.

El reducido alcance del trabajo de organización está en relación indudable e íntima con la reducción del alcance de nuestras tareas políticas. El culto a la espontaneidad origina un temor a apartarse de lo que sea accesible a las masas, a subir demasiado por encima de las necesidades directas de los trabajadores. No hay que tener ese miedo. La baja organización hace absurdo el temor a subir "demasiado alto".

Plan de un periódico político central: en este sentido habremos de hacer un esfuerzo en entender los medios de que se disponía en tiempos de Lenin. En aquellos años un folleto realizado en una humilde imprenta podía llegar a tener un gran alcance en las masas, entre personas humildes cuya única información accesible era la impresa. Recordemos, por ejemplo, los pasajes de la novela Diez días que estremecieron al mundo en los que las gentes del pueblo reciben con ansia estos folletos y los leen con la avidez de quien desea estar al tanto de la actualidad. Hoy día habríamos de compararlo con el gesto de conectar la televisión o la radio cuando nos llegan rumores de un suceso importante (o conectarnos a internet).

Según Lenin la importancia de crear este medio o esta prensa de información masiva reside en diseñar una especie de guía que una el camino de todos los agentes revolucionarios. Vendría a ser la columna vertebral o el andamiaje de todo el edificio revolucionario. 

¿Qué tipo de organización necesitamos?: llegamos ahora a la parte en que nos cuestionamos qué clase de edificio se quiere construir con ese andamiaje o guía:

En lo que precede puede ver el lector que nuestra "táctica-plan" consiste en rechazar el llamamiento inmediato al asalto, en erigir que se organice "debidamente el asedio de la fortaleza enemiga", es decir, exigir que todos los esfuerzos se dirijan a reunir, organizar y movilizar un ejército regular.

Si sucediese una insurrección, una red de agentes que se forme por sí misma en el trabajo de organización y difusión de un periódico central no tendría que aguardar de brazos cruzados la consigna de insurrección sino que desplegaría justamente esa labor regular que le garantizase, en caso de insurrección, las mayores posibilidades de éxito.

Conclusiones: ¿Qué hacer? supone un manual de creación del partido de nuevo tipo:

-Pone al descubierto las causas del oportunismo, demostrando que se deben al culto excesivo por la espontaneidad del movimiento obrero y una dejadez en el papel de la conciencia socialista.

-Señala la importancia de crear un partido combativo único y centralizado, ajeno a divergencias políticas, aislamiento de las organizaciones, los métodos primitivos, el sistema de círculos y otros obstáculos de la organización.

-Reivindica la importancia de la teoría, elemento consciente, del Partido como guía revolucionaria para el movimiento espontáneo.

-Lleva a la práctica las tesis marxistas que consideran al Partido como la fusión del movimiento obrero con el socialismo y marca los fundamentos ideológicos del partido marxista que sirvió de base para el Partido Bolchevique.

lunes, 27 de noviembre de 2017

La Guerra Civil en Francia. La Comuna de París.

Nos acercamos en esta entrada al segundo texto en el que Marx hace un análisis materialista de la realidad política en Francia, tras El 18 Brumario (del que hay también en este blog un resumen comentado). La finalidad es animar a la lectura de los textos marxistas a través de estos comentarios-resumen, que puedes descargarte en formato PDF pinchando sobre estas letras y compartir a través del móvil(se leen bien porque el tamaño de la letra es grande). Todos los resúmenes y comentarios los puedes seguir en la etiqueta DescargaPDF.
Ilustración sobre la Comuna de la página del Partido comunista Francés.

En palabras de Engels en el prólogo de este texto, es importante difundir los análisis materialistas de Marx para "poner en disposición de los obreros" esta manera de ver la realidad desde el punto de vista de clase. El lector podrá comprobar que ese punto de vista es perfectamente útil e interesante hoy, siglo y medio después, y que es comprensible y está al alcance de cualquier lector que tenga un mínimo de interés en Filosofía, Política o Historia.

Marx escribe estos ensayos sobre sucesos que se están produciendo en el mismo tiempo, en forma de manifiestos o informes que presenta (por tanto de manera simultánea a los acontecimientos) a la Asociación Internacional de Trabajadores. La AIT o Primera Internacional fue una organización creada unos años antes, 1864, que agrupaba a sindicalistas, anarquistas y socialistas con el objetivo de organizar el movimiento obrero a nivel mundial.

Marx dedica sus estudios a estos sucesos, en manifiestos que exponen de manera clara y concisa la situación de Francia entre los años 1870 y 1871, pues era en el país galo donde se encontraba el centro de gravedad de la lucha de clases en aquel momento histórico. Para entender mejor la lectura, es conveniente conocer aunque sea a grandes rasgos el momento histórico.
Barricada en paris 1871, por Pierre-Ambrose_Richebourg

(A partir de aquí intentamos hacer un resumen utilizando las propias palabras textuales de Marx, las del prólogo de Engels a la propia obra y terminamos con un texto de Lenin sobre la Comuna).

Unos años antes, en 1848, caía Luis Felipe de Orleans y con él la época del Imperio Napoleónico y su continuación monárquica, dando paso a una república que fue celebrada por los obreros franceses, que veían en ella una república "social". Pronto fueron desengañados. En cuanto los republicanos burgueses se sintieron fuertes desarmaron a los obreros y llevaron a cabo una matanza brutal. Era la primera vez que la burguesía manifestaba qué crueldad era capaz de desatar en cuanto el proletariado se atrevía a disputarle el poder.

Aquella terrible masacre de 1848 -comenta Engels en su prólogo- no fue sino el preludio de lo que se vivió con la Comuna de parís en 1871.
Grabado e imagen superpuesta sobre la actual rue Ramponeau, © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

La Guerra franco-prusiana, conflicto bélico que tuvo lugar entre ambos años, es calificada por Marx en su primer manifiesto como una guerra de dinastías, un conflicto entre los intereses del Segundo Imperio Francés de Napoleón III y el Reino de Prusia con el apoyo de Alemania, con la finalidad de disputarse la anexión de territorios europeos y ejercer la hegemonía en el continente. 


Tras la derrota de las tropas francesas en Sedán, el 3 de septiembre de 1870, que decanta la victoria en favor de Prusia, se proclama la república en París. Adolphe Thiers (veterano político de larga trayectoria y conservador), en nombre de la defensa nacional, toma el poder.

En realidad, las intenciones del gobierno de Thiers son las de la traición, ante los avances de la clase obrera prefieren vender al país ante Prusia. Para ello necesitan como prioridad que París sea desarmada.
Soldados versalleses durante la semana sangrienta, misma fuente.

Los orígenes de la Comuna de París (18 mayo - 28 mayo de 1871) se encuentran por tanto en los planes de traición del gobierno provisional. Desde el inicio de la república, Thiers tiene el plan de la capitulación de París, que se produce el 28 de enero. Con ella se inicia una serie de intrigas traidoras con el enemigo, cuyo obstáculo final era el desarme del pueblo parisino.

Los conspiradores traman lograrlo alegando que la artillería de la Guardia Nacional de París pertenecía al Estado y debía serle devuelta. Estos cañones habían sido adquiridos por suscripción abierta entre la Guardia Nacional.

París se encontró entonces ante una disyuntiva: rendir las armas, siguiendo las órdenes de los traidores y reconociendo que la revolución iniciaba el traspaso de poderes de Luis Bonaparte a sus rivales monárquicos, o seguir luchando para derribar del todo las condiciones políticas que habían generado el Segundo Imperio.

Heroicamente París decide resistir a los conspiradores, aún con los cañones prusianos dentro de la ciudad.

Thiers desata la guerra civil al enviar una expedición militar nocturna con el objetivo de apoderarse de los cañones, intento que fracasó ante la confraternización de la Guardia Nacional con el pueblo. El 18 de marzo, de los 300.000 guardias nacionales sólo pasan al bando de Thiers unos 300. La revolución obrera, por tanto, se adueñaba de París, con un Comité Central como gobierno provisional.

Desde esta fecha hasta la entrada sangrienta de las tropas versallesas, la revolución estuvo exenta de violencia. Sólo dos generales, Lecomte y Clement Thomas, fueron ejecutados por los soldados por haber obligado a las tropas a disparar sobre mujeres y niños.
Barricada rue Allemagne, Commune-18711, misma fuente.

¿Qué fue la Comuna? "El 18 de marzo de 1871 París se despertó entre un clamor de gritos de Vive la Commune!". 
"Los proletarios de París -dice el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se ha dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos".

París se había levantado en armas contra el intento de Thiers de perpetuar aquel viejo poder heredado del imperio. Y si pudo resistir París fue porque se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional formada por obreros. Para convertir el hecho en algo duradero, decretaron en primer lugar sustituir el ejército permanente por el pueblo armado

La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los distritos. Eran responsables de su trabajo y sus cargos revocables en todo momento.
Los funcionarios y cargos públicos debían desempeñar su trabajo con salarios de obreros

Una vez suprimido el ejército permanente y la policía, elementos de fuerza física del antiguo gobierno, la Comuna elimina el poder espiritual: decreta la separación de la Iglesia del Estado, expropia las iglesias, las instituciones de enseñanza son abiertas al pueblo.
Pasaje literal del texto de Marx

El final de la Comuna llega tras varios intentos de Thiers de ocupar París mediante conspiraciones, obteniendo en principio sólo fracasos y la huída a Versalles de todo el gobierno. Sin efectivos militares ni apoyo de las demás provincias, que piden una solución pacífica, prueba la estrategia de celebrar elecciones municipales, en las que tampoco obtiene el respaldo necesario.

Con ello sin embargo gana tiempo para seducir a las clases medias parisinas con una comedia de conciliación, en la que promete no vengarse sino de los "causantes de los asesinatos de Lecomte y Thomas", y la aceptación final de su república como mejor sistema posible.

Es Bismarck, el canciller alemán, quien ofrece la salida decisiva. Ordena a Thiers sellar definitivamente la paz restaurando el imperio o aceptando sin reservas las condiciones de paz. Estas condiciones incluían la ocupación de París por tropas prusianas y acortar los plazos de pago de las indemnizaciones de guerra; a cambio de ello ofrecía liberar al ejército bonapartista prisionero. 

Obviamente, ante la perspectiva de disponer de un ejército para exterminar la Comuna, Thiers acepta las condiciones y se apresura a firmar.
Caricatura de Thiers de un periódico local de la época

La masacre de los comuneros se perpetró tras una resistencia heroica en las calles de París durante ocho días. Las matanzas a sangre fría de hombres, mujeres y niños fueron de una crueldad máxima. De las columnas de prisioneros eran elegidos al azar unos cuantos y se les ejecutaba al momento en las calles.
Texto literal del prólogo de Engels.
Fusilamientos de la calle Haxo (posible montaje), imagen de www.historie-fr.com

En un artículo escrito por Lenin en 1911 para el 40 aniversario de la Comuna de París, leemos:

"¿Por qué el proletariado, no sólo francés sino de todo el mundo, honra a sus precursores en los hombres de la Comuna de París? ¿Y cuál es el legado de la Comuna?

La Comuna nació espontáneamente; nadie lo había preparado consciente y metódicamente. Una guerra infeliz con Alemania; el sufrimiento del asedio; el desempleo del proletariado y la ruina de la pequeña burguesía; la indignación de las masas contra las clases altas (...) llevaron al pueblo de París a la revolución del 18 de marzo, que inesperadamente puso el poder en manos de la Guardia Nacional entre las manos de la clase obrera y la pequeña burguesía que se habían puesto del lado de él.

(...) Los trabajadores solos permanecieron fieles hasta el final de la Comuna. Los republicanos burgueses y la pequeña burguesía pronto se desprendieron de ella: algunos asustados por el carácter proletario, socialista y revolucionario del movimiento; los otros cuando lo vieron condenado a una cierta derrota. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno sin miedo y cansancio; solo lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para todos los trabajadores.

(...) Para que triunfe una revolución social, se requieren al menos dos condiciones: fuerzas productivas altamente desarrolladas y un proletariado bien preparado. Pero en 1871 estas dos condiciones faltaban. El capitalismo francés todavía estaba subdesarrollado y Francia era sobre todo un país de la pequeña burguesía (artesanos, campesinos, tenderos, etc.). Además, no hubo un partido de trabajadores; la clase trabajadora no tenía preparación ni capacitación prolongada y, en su masa, ni siquiera tenía una idea muy clara de sus tareas y los medios para lograrlas. No hubo una organización política seria del proletariado, ni sindicatos ni asociaciones de cooperativas de masas ...

(...) Todas estas medidas mostraron claramente que la Comuna era un peligro mortal para el viejo mundo basado en la servidumbre y la explotación. De modo que la sociedad burguesa no pudo descansar hasta que la bandera roja del proletariado flotó en el Ayuntamiento de París. Y cuando, finalmente, las fuerzas gubernamentales organizadas lograron prevalecer sobre las fuerzas mal organizadas de la revolución, los generales bonapartistas, golpeados por los alemanes y valientes contra sus compatriotas vencidos, hicieron una carnicería como París nunca había visto. Cerca de 30,000 parisinos fueron masacrados por la furiosa soldadesca, casi 45,000 fueron arrestados, muchos de los cuales debían ser ejecutados después; miles fueron enviados a las galeras o deportados. 

La causa de la Comuna es la de la revolución social, la de la total emancipación política y económica de los trabajadores, la del proletariado mundial. Y en ese sentido, ella es inmortal."  Lenin, abril de 1911
(texto completo aquí.)


* La mayoría de ilustraciones son © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

jueves, 23 de noviembre de 2017

La Tierra en encefalograma plano

Ayer se despedía de mí una compañera del trabajo, víctima de los recortes, diciéndome que le había parecido "buena persona, independientemente de mis pensamientos políticos".

Escuchar esta frase no es sorprendente para mí. De hecho es lo que la costumbre me hace esperar oír cuando un conocido de mi entorno "no político" toma algo de confianza conmigo. En parte me agrada (me gusta que me tengan por buena gente, pero que aún siendo un tipo tranquilo haya sabido provocar algo de agitación). Por otra parte, deja un regusto muy amargo. Demuestra hasta qué punto nuestra mentalidad está influida por la ideología dominante y lo complicado que es luchar contra ello. 

En el mismo día tuve otro disgusto ideológico: las redes sociales alentaban una absurda polémica motivada por personas que afirman convencidos -nada más y nada menos- que la Tierra es plana.
El grabado Flammarion es una conocida ilustración que se encuentra en el libro L'atmosphère: météorologie populaire de Camille Flammarion, 1888. Muestra a un hombre que atraviesa la atmósfera de un mundo plano.


Llámenme pedante si quieren, pero -no sólo por aquel rasgo de la dialéctica que lleva a ver todos los sucesos en conexión y relacionados unos con otros- era inevitable no hilar ambos asuntos.

Que en el mundo que vivimos proliferen de modo alarmante ese tipo de pensamientos absurdos no puede ser una casualidad o una moda. Es algo provocado de modo intencionado y metódico. Observemos que en una sociedad en la que cualquier información está a nuestro alcance con el simple movimiento de un dedo, cada vez son más quienes cuestionan los métodos científicos. Se discrepa sobre la efectividad de las vacunas (incluso se crean historias conspiratorias en torno a ellas), se acude a curanderos, supuestos profesionales que desdeñan la medicina tradicional, o como en este caso personas que pueden tener estudios superiores llegan a dudar de la redondez de la Tierra.

Eratóstenes calculó el tamaño aproximado de la Tierra, observando sombras en diferentes latitudes, antes de Cristo y antes de la conexión wifi. 

La cuestión importante es comprender quiénes salen beneficiados de esto y qué intereses promueven este despropósito.

Más allá de servir de alimento para los estómagos agradecidos de curanderos, santeros, investigadores del misterio, influencers, youtubers y demás fauna, la cuestión afecta a un aspecto fundamental de nuestra vida como conjunto social: la capacidad de ser críticos. 

Un grupo social que acepta con normalidad lo irracional es un grupo que puede ser manejado con mayor facilidad que un grupo con capacidad de reflexionar y cuestionar, por ejemplo, una campaña propagandística lanzada por los medios.

La actualidad se empeña tozudamente en proporcionar ejemplos a diario. Veamos la prensa de estos días.
Los medios no cesan de llevar a la práctica esta teoría. Sin ir más lejos, nuestra ministra de Defensa ha alimentado en estos días el mito de las interferencias producidas por "hackers rusos", cuya extraordinaria habilidad y maldad ha llevado a poner en un brete a las elecciones norteamericanas y su famoso e intachable sistema democrático.
Los servicios secretos rusos son tan hábiles que, según la gran mayoría de los medios de nuestro país, han llegado a influir en el proceso de independencia de Cataluña.  ¿Serán esos servicios rusos tan poderosos que tendremos que atribuirles también la desaparición de los discos duros de los ordenadores de Génova? No lo descarten.

Otro asunto muy actual y que en nuestra opinión pone de manifiesto este dislate es el tratamiento que los medios hacen sobre la renovada crisis entre Estados Unidos y Corea del Norte.
La prensa se empeña en mostrarnos el tema como un peligro a escala mundial debido al supuesto riesgo que supone "dejar en manos" de dos déspotas con la capacidad de apretar el botón rojo en cualquier momento. Es fácil caer en la trampa, infinidad de memes y viñetas cómicas han encontrado un filón en el asunto. Bastaría un análisis más racional -y que no necesita una gran profundidad- para entrever que el peligro para la humanidad está en la voracidad del imperialismo yanqui y sus cientos de bases militares instaladas frente a los países que osan rivalizar en el comercio global, siendo USA -por otra parte- el único Estado del planeta que cuenta con el dudoso honor de haber comprobado sobradamente la capacidad letal de las armas nucleares en la población civil.

Sería interminable enumerar los ejemplos, pues como decimos la realidad es testaruda y pasa de la teoría a la práctica sin descanso. ¿Por qué nos admiramos de que agentes de policía demuestren pensamientos propios de la ultraderecha, si sabemos que las fuerzas de seguridad no dejan de ser el apoyo armado de la estructura económica que sostiene el sistema que les da trabajo? ¿Por qué resulta sorprendente que cada día lleguen sentencias judiciales que defienden las posiciones más machistas, si nos cuesta eludir la influencia de una sociedad imbuida por completo en el sexismo?

Es en fin, inevitable no enlazar en un todo este retroceso hacia lo irreflexivo. Quizás en un mundo más racional mi compañera, como cualquiera de nosotros que vivimos alienados sin darnos cuenta, hubiese podido relacionar el fin de su puesto de trabajo con la práctica de unas ideas que cuestionen la validez de un sistema falaz y estafador. Poder llegar a transformarlo depende de que salgamos victoriosos en esa batalla de las ideas

domingo, 8 de octubre de 2017

50 años de la partida del Che

"Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo."

"Nosotros queremos construir el socialismo; nos hemos declarado partidarios de los que luchan por la paz; nos hemos declarado dentro del grupo de países no alineados, a pesar de ser marxistas leninistas, porque los no alineados, como nosotros, luchan contra el imperialismo. Queremos paz, queremos construir una vida mejor para nuestro pueblo y, por eso, eludimos al máximo caer en las provocaciones maquinadas por los yanquis, pero conocemos la mentalidad de sus gobernantes; quieren hacernos pagar muy caro el precio de esa paz. Nosotros contestamos que ese precio no puede llegar más allá de las fronteras de la dignidad".

Fragmentos del discurso de Ernesto Guevara en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1964. 

Arquetipo del luchador internacionalista, de la antítesis del imperialismo, combatiente ejemplar de la dignidad de los pueblos sometidos.

No recordamos su marcha, recordamos su ejemplo. El Che vive.







Imágenes obtenidas del blog miriamelizabethworld.tumblr.com

jueves, 5 de octubre de 2017

Las perversas intenciones de los comunistas

Ayer una televisión local entrevistaba a mi agrupación sobre nuestro modesto ciclo de actos culturales, organizado en recuerdo de la Revolución de Octubre, y una de las preguntas fue la inevitable "¿qué opinan de las muertes  y la represión causadas por los bolcheviques?". 

Aunque como militantes ya estemos acostumbrados a situaciones previsibles como ésta, no deja de ser muy chocante. 

¿Imaginan, por ejemplo, que en el acto público de una hermandad religiosa sobre la celebración de un aniversario señalado  se le ocurriese a un periodista preguntar acerca de la Santa Inquisición o la pederastia?  A ningún profesional que quisiese conservar su puesto de trabajo se le ocurriría.

La leyenda negra establecida sobre todo lo relacionado con el comunismo permite que sea moneda común en la opinión pública la crítica peyorativa e injuriosa, a veces velada y otras veces sin disimulo. Incluso en determinados ambientes es obligatorio y preceptivo manifestar el rechazo al comunismo si se desea prosperar.
Red Son es un famosa historia de DC Comics que imagina el destino de un Supermán que en lugar de caer en Kansas hubiese caído en la Unión Soviética. Con su uniforme grisáceo, reúne todos los topicazos populares del comunismo: pobreza, autoritarismo, crueldad, miedo, represión, etc etc.

Supongamos por un momento que esa leyenda negra del comunismo tuviese algún fundamento. Sabemos que en realidad se basa en la rumorología y que su origen es la propaganda fascista de corte goebbeliana. Pero probemos a admitir que tuviese algo de razón. ¿Qué supondría esto?

El razonamiento que manejan los censores del comunismo viene a ser de este modo:
El capitalismo es un sistema que provoca ciertas injusticias, que es imperfecto y a veces causa daños "colaterales", pero que al final funciona y mediante una mano mágica equilibra las situaciones y pone a cada uno en su sitio. Es el sistema menos malo.
El comunismo es una bella utopía de igualdad y justicia que como teoría puede ser entrañable pero que al aplicarse en la realidad causa muerte y destrucción. 

Cartel de la Democracia Cristiana de los años 40, salvando a las madres de los rojos comeniños. De los actuales democristianos italianos han surgido perlas como Silvio Berlusconi.

Si desarrollamos este razonamiento, podemos deducir que: 
La bondad del capitalismo consiste en un reparto de la riqueza a través del predominio de unas pocas manos que concentran el capital, cuyos sobrantes caen sobre quienes colaboran con ellos. Aunque esto no impide que los daños colaterales causen entre otras circunstancias: hambre en los países destinados a ser patio trasero de los estados poderosos, mortandad infantil por inexistencia de sistemas sanitarios equitativos, guerras en nombre de la religión, fronteras y pateras con miles de ahogados, paro, marginación racial o de género, analfabetismo por carencia de educación pública, desahucios, recortes... entre otros pequeños inconvenientes del mundo capitalista en que vivimos.
Por contra, las aviesas intenciones de los cuadros comunistas, que siembran la muerte y el totalitarismo, se basan en iniquidades y actos terroristas del estilo: sanidad universal pública y gratuita, educación popular y libre, viviendas asequibles, pleno empleo, igualdad de la mujer, cooperación internacional... sólo por citar algunas de las infamias pretendidas por los rojos.


En fin, ironías aparte, es evidente que esta satanización del socialismo científico (como lo llamaba Engels para diferenciarlo del socialismo utópico, que es bienintencionado pero inocuo para el Capital) tiene un claro objetivo: impedir que las ideas emancipadoras de la clases populares puedan penetrar en el pensamiento de los trabajadores, de manera que perdure en el tiempo el dominio del pensamiento que permite la dominación de unas clases sobre otras y nunca jamás su liberación.

Pensad en ello, por favor.