jueves, 24 de noviembre de 2016

Hegemonía y superación de IU

Una nota conjunta salía al paso de la noticia del registro de la marca Unidos Podemos. En ella se confirmaba que, en efecto, se había registrado esta marca y que la intención es "seguir apostando por la coalición electoral" y "consolidar un espacio político y social de futuro estable que dispute la hegemonía a las fuerzas del régimen." Esto es, como se esperaba, con carácter permanente.

En esta entrada procuraremos analizar esta coalición y la anunciada "superación" (debemos suponer desaparición) de IU, en especial desde el punto de vista de su influencia para la lucha ideológica entre derecha e izquierda.

Advertimos que esta nota está redactada por un militante del PCE cuyos conocimientos marxistas son básicos, pero entendemos que el análisis de la actualidad no debe estar limitado de manera exclusiva a lo que hoy se conoce como personas preparadas. Y desde aquí animamos a otros militantes, jóvenes o maduros, con o sin estudios, a que consulten los textos clásicos y realicen por sí mismos sus propios análisis desde una perspectiva de clase, para evitar la tendencia actual de entregar la discusión de todas las decisiones a una élite intelectual como un acto de fe.

En todo caso este blog permite la escritura de comentarios y el autor está identificado y no tiene problema en responsabilizarse.

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"Una coalición que dispute la hegemonía a las fuerzas del régimen".

Con esta expresión establece la nota conjunta las intenciones de esta coalición. Consideramos que se refieren a disputar la primacía ideológica -especialmente en el aspecto electoral de cara a futuros comicios- a los partidos que han permitido un nuevo gobierno de Rajoy (PP, PSOE y Ciudadanos), dado que la expresión "fuerzas del régimen" sugiere que de momento no se ataca al sistema capitalista de manera frontal.

Pese a parecer un objetivo aceptable como táctica en un escenario poco alentador para la izquierda y obtener en su mayoría una bienvenida favorable, tanto en una como en otra parte esta coalición suscitó reticencias. Por la parte de Podemos algunos simpatizantes quisieron ver aquella "tabla de salvación" de la que hablaron sus líderes en ofrecimientos anteriores de IU, en momentos en que las encuestas les eran más favorables; a ello se añade una mala situación económica de IU, con el consiguiente rechazo que eso supone para unos simpatizantes muy sensibilizados con todo lo que se refiera a los gastos económicos.
Por la parte de IU, una parte de la militancia no compartió el sentido de esta táctica y aún hoy les cuesta averiguar el beneficio ya no sólo para el propio partido, sino para la izquierda en general y para la clase trabajadora, más teniendo en cuenta que la táctica va adquiriendo al alargarse en el tiempo un cariz de estrategia indefinida.

Se ha comentado mucho en este tiempo que ese rechazo de parte de la militancia de IU pecaba de izquierdismo, en el sentido leninista de la expresión. ¿Podría considerarse que los discrepantes caen en el infantilismo izquierdista?

La estrategia marxista y el izquierdismo.

En La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo (que Lenin tituló en su origen "Ensayo de discusión popular sobre táctica y estrategia marxista", título que orienta mejor sobre su mensaje), se hace un análisis de la Revolución de Octubre y de la táctica empleada en ella, con la finalidad de criticar las tendencias surgidas a raíz de esta revolución en otras partes de Europa, que tendían al apresuramiento y el error, a una izquierda desproporcionada.

Si pudiésemos concretar en una frase su mensaje (permitiéndonos la licencia de ser excesivamente esquemáticos) podríamos decir que la experiencia bolchevique demuestra que los comunistas deben aprender a acomodarse a todas las formas de lucha, de tal modo que seamos capaces de adaptarnos a cualquier circunstancia y a cualquier frente, por incómodos o ajenos que nos parezcan. Esto es una guerra -viene a decir Lenin- y en una guerra ningún ejército que se considere inteligente desdeñaría el uso de cualquier posibilidad, incluso los pactos con el enemigo, si con ello se logra el objetivo final, salir victoriosos.

El texto es bastante explícito en cuanto a las dudas que puedan plantearse sobre la participación de los comunistas en la política capitalista y sus organizaciones. Repasemos algunos aspectos. ¿Deben los comunistas participar en sindicatos reaccionarios?
Pasaje de La enfermedad infantil del izquierdismo


¿Y deben los comunistas participar en los parlamentos burgueses?
Misma obra citada

Por tanto queda claro que oponerse por sistema a la participación conjunta con otros movimientos, especialmente cuando la correlación de fuerzas es muy desfavorable, es inoportuno.
¿Podríamos decir, en consecuencia, que la militancia de IU que es reticente a esta nueva confluencia padece, en general, de izquierdismo infantilista o que es sectaria o dogmática? Si observamos la trayectoria de IU en los últimos años, observamos que antes de 2014 -fecha de aparición de Podemos- ya se participaba de manera habitual de la mano de los sindicatos mayoritarios (cuyo papel ha decaído en una dudosa relajación hacia la Patronal) y en los diferentes parlamentos con otras fuerzas de lo que se considera "centro" o "centro-izquierda".
Recordemos por ejemplo la participación junto con PSOE tras las elecciones andaluzas de 2012, con tan desastrosas consecuencias para IU, tanto por el desenlace de aquella coalición como por las consecuencias que a partir de 2014 tuvo con la aparición de los nuevos partidos y el descrédito generalizado de los españoles hacia los políticos de los partidos tradicionales.

IU más bien se ha caracterizado por mostrar una actitud excesivamente generosa hacia la participación en los parlamentos, de tal modo que ha terminado decayendo en un claro posicionamiento socialdemócrata, que aunque conservaba en su ideario reminiscencias socialistas, derivó en un excesivo afán por el electoralismo que descuidaba la creación de conciencia en la clase trabajadora.

Por todo ello parece un tanto irrisorio considerar que la militancia de IU peca de izquierdista, o que es sectaria o dogmática. Más bien lo contrario.


Táctica de confluencia electoral y creación de conciencia

En la difícil tarea de dirigir la trayectoria de un partido comunista, según vemos los militantes de base, una de los principales quebraderos de cabeza de los cuadros está en saber dirimir cuándo y con quiénes establecer acuerdos. 
Porque es evidente que, en una sociedad dominada por los ideales capitalistas y en clara hegemonía reaccionaria, no puede considerarse oportuna cualquier alianza con movimientos que puntualmente logren el interés de los ciudadanos, por el simple hecho de conseguir mover una masa de votos.

¿Cuál sería el criterio para establecer esas alianzas? Busquemos una pista en este pasaje del Manifiesto:
Pasaje del Manifiesto, Marx-Engels

Y en la obra de Lenin anteriormente citada, otro pasaje resulta aclaratorio en este aspecto:
Enfermedad infantil del izquierdismo, Vladimir Ulianov

Podemos extraer de ello unas cuantas conclusiones: las alianzas en parlamentos y movimientos ciudadanos son interesantes para los comunistas y forman parte de sus tácticas para lograr objetivos a corto plazo. Pero estas tácticas parciales deberían estar supeditadas a una estrategia general que sería el de incrementar el nivel general de conciencia y el espíritu de transformación a través del socialismo. 

Sin el convencimiento de las personas, por muy crítica que llegue a ser una situación y por muy miserables que sean las condiciones, no será posible no ya una revolución sino el menor cambio en las cuestiones fundamentales del sistema, como mucho podremos obtener el apoyo, eventual, de una serie de simpatizantes, sostenidos además por el impreciso vínculo de una indignación difusa.

Cabe preguntarse por qué la izquierda en la actualidad parece haber abandonado estos principios.

Influencia del posmarxismo en la actual política.
El pensador argentino Ernesto Laclau
Diversos autores en las últimas décadas han estudiado la actualidad de las tesis marxistas en la compleja sociedad de nuestros días. Entre ellos especialmente Ernesto Laclau han influido en la ideología de las plataformas surgidos a raíz de los movimientos del 15M. El posmarxismo se opone a los fundamentos de la tradición marxista y trata de buscar una adaptación de los ideales de la izquierda a los nuevos movimientos sociales (el pacifismo o el ecologismo en el 68, por ejemplo, hoy las diversas mareas y plataformas).

Para el posmarxismo el sujeto político entendido como clase obrera queda desfasado porque no concibe el sistema económico como una unidad, sino como diversas estructuras independientes que se relacionan de manera circunstancial. 
Esto explicaría la autonomización de las esferas de lucha, dado que no sitúa a la lucha de clases como foco único de los antagonismos. Para el posmarxismo lo que consideramos la lucha de clases debe ser entendido como una articulación (relación de elementos independientes para una finalidad conjunta) de identidades sociales aisladas unidas en lo ideológico (por ejemplo, las distintas mareas).
Párrafo de Hegemonía y estrategia socialista, texto de Laclau

La lucha es, según esta visión, siempre una cuestión de discurso. La naturaleza discursiva e ideológica situada en el centro de la acción política explica la tendencia actual a dar una principal importancia al papel de los intelectuales (personas preparadas) y a la actualidad que ha tomado la figura de Gramsci (cuyo concepto de hegemonía como guerra de posiciones entre socialismo y capitalismo es más cercano a esta visión que la perspectiva leninista).

¿Y cuál es la situación en la práctica?

Si tratamos de aplicar toda esta visión teórica en el aspecto que nos interesa a fin de cuentas -la práctica-, observamos que la actualidad nos ofrece casi a diario numerosos casos  que generan graves dudas y aspectos muy contradictorios. Enumeremos algunos ejemplos de los últimos días:

"La pobreza energética mata": bajo este lema se convocó el fin de semana pasado una serie de actos surgidos en protesta por el tristísimo suceso que todos conocemos de Reus. Llama la atención la referencia a la "precariedad energética".¿Es posible vivir en precario en lo energético y no en lo alimentario, en lo laboral, en lo cultural y en el resto de necesidades? ¿Por qué se hace esta distinción que suena a eufemismo? 
Una posible respuesta está en las propias reivindicaciones que realizan los nuevos movimientos. Ante este problema se exige que las empresas se comprometan a mantener los mínimos energéticos a las personas sin recursos, en alusión a la defensa de los Derechos Humanos. Muy loable. Sin embargo, se observa que ya no se cuestiona la propiedad privada de los sectores estratégicos; el problema parece provenir de una mala gestión de esas multinacionales, mal llevadas por gestores corruptos. En otras manos y con un mayor control -se entiende- ese desajuste desaparecería. La cuestión no es apreciada como una más de las ramas de un mismo tronco que es el sistema económico, sino como un aspecto aislado. Por eso es posible considerar la "pobreza energética" como un hecho independiente y, por tanto, no entra dentro de los planes cuestionar la nacionalización, ni cambios en el modelo productivo (cuya simple mención resultaría por otra parte alarmante en la prensa y en la captación de votantes moderados).


 
La exhibición de una tricolor en la pasada
sesión de apertura de las Cortes ante Felipe VI 
por parte de un diputado de IU no fue bien vista
por sus compañeros de grupo
-la República: de manera similar, la cuestión de la Monarquía queda situada en la visión actual como una cuestión principalmente de despilfarro económico. La necesidad de plantearse otra forma política, su influencia en el entramado económico de nuestro país, la reparación y la justicia de los crímenes del franquismo o la recuperación de los ideales de aquella etapa quedan difuminados o relegados a una posición de espera ante otros asuntos que se consideran prioritarios (que crean hegemonía desde la perspectiva posmarxista, esto es, capaces de articular mayor número de sensibilidades en el amplio espectro ciudadano, más allá de la izquierda tradicional).


Teresa Rodríguez (Podemos Andalucía)
ha manifestado en diversas ocasiones
que las bases de la OTAN deberían
crear más empleo.
OTAN, Unión Europea: la salida de la OTAN o la UE son otras reivindicaciones que se han sustituido por una idea de restauración de estas entidades, que iría encaminada a una supuesta mejora social a partir de la mayor influencia de gobiernos progresistas en las instituciones internacionales, admitiendo de manera implícita la dificultad que entrañaría la salida y la búsqueda de relaciones internacionales alternativas. Este planteamiento condescendiente con los altos organismos plantea una situación extraña de equidistancia y tibieza en asuntos en los que se desearía una mayor firmeza ideológica, como es el caso de las intervenciones militares de Siria en la actualidad o las pasadas de Libia (recordemos la inclusión a dedo en las listas electorales del general de la OTAN que intervino en Libia), o como la necesidad de las bases militares en nuestro territorio (ya no cuestionadas sino incluso admitidas hasta el punto de solicitar mayor carga de trabajo), el apoyo a gobiernos como el de Ucrania o a personajes contrarios a gobiernos legítimos como los violentos opositores de Maduro en Venezuela. 
La exaltada preocupación mediática que ha suscitado recientemente la elección de Trump en EE.UU., por ejemplo, redunda en esa idea del mal menor que embauca al votante poco informado (en algunos casos el temor al nuevo presidente ha suscitado el elogio del "nobel de la paz" Obama o la elevación a "lideresa feminista" a Hillary Clinton) en la aceptación de lo posible dentro de lo que el sistema puede consentir como única vía tolerada para mejorar la situación social. 


Noticia de El País celebrando la reducción
de la deuda del ayuntamiento madrileño
-los llamados Ayuntamientos "del Cambio": en los ayuntamientos donde se ha logrado arrebatar el consistorio a PP o PSOE no se aprecia que la situación vaya encaminada hacia la mejora que se esperaba. Recientemente se anunciaba, valga de ejemplo, como un logro la gran reducción de la deuda del ayuntamiento madrileño, de manera que se sitúa de nuevo el despilfarro y la corrupción como eje central de los intereses, cuando debería ser la repulsa al espíritu de la reforma del artículo 135 (priorizar pago de la deuda sobre las urgencias sociales) el principal objetivo. Las empresas de servicios como la limpieza continúan en manos privadas, los negocios inmobiliarios de las grandes empresas no se han detenido, incluso ha desaparecido del ideario la función social de la vivienda (sustituido una vez más por la negociación con las empresas propietarias de los recursos, en este caso las inmobiliarias y los bancos). Se ha llegado, incluso, a homenajear sucesos anticomunistas y a apoyar a golpistas encarcelados en Venezuela.


En definitiva, es posible encontrar a diario alguna noticia de actualidad en la que quede en entredicho el beneficio que supone para la clase trabajadora la desaparición de una apuesta seria de izquierdas, a cambio de una coalición que sea capaz de disputar el gobierno al PP en futuras elecciones.

Se antoja complicada la creación de conciencia en la clase trabajadora en este ambiente. Antes bien de este modo la hegemonía socialista tiene más visos de ir perdiendo fuerza gradualmente ante el aumento del pragmatismo reformista como única alternativa. 
La influencia de las televisiones, cada vez más implicadas en el juego electoralista mediante la difusión de debates y entrevistas como si se tratara de programas de moda, alimenta la creación de líderes mediáticos en los que la clase trabajadora pueda depositar su confianza y la fe en un cambio a corto plazo a través de la participación en procesos electorales.
La movilización en la calle, la participación en sindicatos o la militancia en partidos quedan así menoscabados y reducidos a participaciones testimoniales y cada vez menos influyentes.

Animamos al lector a cuestionarse ¿quién tiene más opciones de ganar esa batalla ideológica, esto es, de situarse en la preponderancia hegemónica, en la situación que se nos plantea de este modo? ¿Es posible pensar que se está dejando un campo abonado para plantar la semilla del socialismo o más bien es la sal reformista la que proyecta un páramo en el que edificar una salida airosa a la crisis capitalista?

Cuesta comprender que de este modo pueda producirse aquella prometida disputa de la hegemonía a las fuerzas del régimen, ni parece indicar que la desaparición de IU o su disolución dentro de una nueva forma sea, como se ha anunciado, superar IU. Se supera lo que se adelanta o lo que se rebasa, no lo que iguala o retrocede. 

jueves, 3 de noviembre de 2016

Fenómeno fan y estado de coma de la dialéctica

La polémica suscitada ayer tras la noticia del asunto del portavoz de Podemos en el Senado, Ramón Espinar, más allá de las  cuestiones éticas, trajo consigo una cadena de réplicas en la prensa y en las redes que nos parece interesante analizar.

Llama la atención, en primer lugar, el cariz de la "contra-campaña" lanzada a través de las redes y medios bajo el lema "máquina del fango" (#MaquinadelFango en Twitter), mediante la cual los compañeros en la cúpula de su partido advertían de la posibilidad de una filtración desde el grupo PRISA para alterar el actual proceso de primarias.

A raíz de esta maniobra (que ya es peculiar en sí misma, pues suena a "vieja política" que las reacciones se dirijan a inculpar a otros y no a explicar al propio), surgieron una cantidad de comentarios y opiniones que alcanzaron un nivel de desatino sorprendente. No es el primero que se produce ante otras situaciones controvertidas de las primeras figuras de Podemos, cuyos perfiles mediáticos tan magnificados traen consigo estos inconvenientes. Pero en este caso de Espinar nos ha parecido llamativo el nivel de fanatismo producido en algunas reacciones.

Los que hemos vivido etapas
Cartel de IU de finales de los 80

anteriores (no necesariamente por mucha edad, hay quienes tienen edad suficiente y entonces no quisieron participar aunque ahora se hayan convertido en animales políticos de las redes) consideramos que es interesante preguntarse por qué la izquierda -o lo que se considera hoy izquierda- de la "nueva política" goza de una privilegiada clá y de un entregado ejército de fans que en la vieja política era considerada una rareza propia de cuatro locos, rojos recalcitrantes.  

Se dirá, con razón, que tampoco hubo en las últimas décadas un movimiento de izquierdas puro que lograse cierta representatividad y que IU, siendo el movimiento político mayoritario, se encontraba ya inmerso en la socialdemocracia. Puede ser, pero al menos en el entorno de militancia y simpatizantes de IU permanecía el reducto de una serie de valores políticos de la izquierda (nacionalización de sectores estratégicos, rechazo a la UE y a la OTAN,
Viñeta del tumblr Raffeijoo
proximidad a los gobiernos socialistas de otros continentes, alternativa al capitalismo, etc) que en la llamada nueva política han desaparecido y se ha descendido un escalón en el nivel de exigencia ideológica, esto es, una bajada hacia el siguiente peldaño que es el de la aceptación plena del capitalismo "moderado" como mal menor. 



¿Qué aspectos han favorecido este fenómeno de fidelización de entusiastas en esta "nueva política" que en la anterior no existían?

Sobre todo es notable el diferente rasero con el que parte de los medios trata a esta nueva izquierda. 
La Sexta ha sacado más rédito a la pantalla
partida que el cine de los 60
En otros tiempos ese tratamiento era muy distinto. Los viejos rockeros recordamos el desprecio con que se ignoraba a los representantes de la izquierda parlamentaria. Eran directamente ignorados por la prensa, la TV o la radio "progre". Esto en el mejor de los casos, ya que en el peor cuando aparecían en los medios era para el oprobio y la ignonimia.
Sin embargo, Podemos y sus distintas marcas gozan de las simpatías de medios como Público o La Sexta, hasta tal punto de afinidad y apego que llega a superarse aquel argumento con el que se justificaba esta circunstancia y que hablaba del aprovechamiento de una "brecha mediática". La brecha ya es el Cañón del Colorado y alguno de los actores de la "nueva política" parecen tener su residencia habitual en un plató.

Uno de los supervillanos
de la TV actual, Inda.
Se añade a esta circunstancia el haber sabido transformar el anterior descrédito y desdén que los ciudadanos demostraban hacia cualquier cosa que oliese a política y que hoy se ha revertido hacia un interés inusitado. Las noches del sábado, antes dedicadas a las series o el fútbol en TV, hoy marcan hitos de audiencia por debates políticos, con memorables disputas verbales entre los primeros espadas y los "sparrings" que las televisiones les colocan como saco de entrenamiento.

La decadencia del discurso político (para el que se aviene como anillo al dedo la discrepancia con el marxismo clásico
Jóvenes fans del PP
del discurso posmarxista de Laclau y el ciudadanismo que rechaza el posicionamiento en el eje izquierda-derecha), sumado a una desmedida importancia a la vía parlamentaria, ha conllevado que ese acercamiento reciente de los ciudadanos a la política se haya producido más por la vía de los sentimientos que por el razonamiento. La visceralidad con que los nuevos simpatizantes se producen contra quienes hagan crítica de sus líderes así lo indica: los simpatizantes acérrimos de la derecha en poco se diferencian de los nuevos seguidores de la izquierda, el insulto hacia una de las posturas produce un feedback de refuerzo en la posición opuesta, de tal modo que ambas conviven en perfecta simbiosis.

Las redes sociales han contribuido en buena manera a este declive en la calidad del discurso político. La inmediatez y exceso de información que recibimos a diario nos ha convertido en lectores ocasionales y poco constantes. Hoy pocos tienen la paciencia de leer más allá de 140 caracteres. El militante de la "nueva política" es un consumidor de nueva tecnología que mediante conexión inalámbrica a su teléfono inteligente es bombardeado a diario por miles de reseñas, comentarios, imágenes chistosas, eslóganes adjuntados a una fotografía (memes) y poco más. 

En definitiva, dado que ya están sobrando parrafadas en este texto, podríamos afirmar sin riesgo a equivocarnos mucho que este fenómeno de captación de entusiastas supone un fuerte quebranto de la dialéctica. Malos tiempos para la lírica.


En mí combaten
el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero solo esto último
me impulsa a escribir.


lunes, 31 de octubre de 2016

Curso fugaz de política para gente sin tiempo ni ganas. 1- LA SOCIALDEMOCRACIA

En la emisión de ayer del popular programa de La Sexta que dirige Jordi Évole, Salvados, se entrevistaba al hombre del momento, el defenestrado Pedro Sánchez, y la entrevista nos dejaba algunas perlas muy interesantes, entre ellas: 

Imagen del programa de Atresmedia, Salvados
"Hubo responsables empresariales que trabajaron para que hubiera un Gobierno conservador". 

Parece ser que Pdr Snchz acaba de descubrir (más vale tarde) que en el capitalismo los parlamentos no son lugares donde se representa a los intereses de los trabajadores precisamente, sino 
que son los intereses de las grandes compañías los que priman. Tal vez sea debido a que su partido abandonó el marxismo a finales de los 70, porque cualquier lector de Marx -simplemente leyendo el Manifiesto Comunista- está avisado de ello desde 1848.

En la misma entrevista hay otra perla, que es la que nos interesa especialmente en esta entrada, que dice así:

Otra imagen de Atresmedia, Salvados

"El régimen necesita una socialdemocracia con menos canas y la está construyendo desde varios frentes".
Para comprender bien la importancia de esta frase, es necesario que repasemos varios aspectos.

¿Qué es la socialdemocracia?


La socialdemocracia (SD) es una tendencia política que tiene su origen en el siglo XIX. En sus comienzos tuvo una orientación obrera y defendía posiciones que no renunciaban a cierta forma de poder de la clase trabajadora.
Es cierto que Marx y Engels militaron en la socialdemocracia alemana de su época. El SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands), heredero del Partido Socialdemócrata Obrero de Alemania, fue el primer partido en usar el término en su denominación. Posteriormente surgirían el resto de partidos de Europa, PSOE en España, por ejemplo, en 1879.
Poco después, los fundadores del comunismo tuvieron ocasión de comprobar el carácter reformista de estos partidos ante líderes de la SD como Kautsky o Bernstein y progresivamente fueron retratando en sus obras (por ejemplo Crítica al programa de Gotha o 18 Brumario):

"A las reivindicaciones sociales del proletario se les limó la punta revolucionaria y se les dio un giro democrático; a las exigencias democráticas de la pequeña burgesía se les despojó de la forma meramente política y se afiló su punta socialista. Así nació la SD". Marx, 18 Brumario de Luis Bonaparte.

Este inicio de los geniales Carlos y Federico en la SD pueden dar lugar a confusión. Recientemente, en Junio de este año y desde el hotel Ritz, Pablo Iglesias afirmó que Marx y Engels fueron socialdemócratas:

Imagen de un diario digital del día 6 de junio del presente

El Señor nos libre de contradecir al líder político, preparado entre los preparados, cuyo currículum como todos saben ocupa 23 páginas, pero es evidente que su afirmación está un poco traída por los pelos. Decir que Marx o Engels militaron en la SD tiene la consistencia de afirmar que Gutenberg leyó en libros manuscritos o que Edison usó candiles para alumbrarse. Podríamos hablar de revisionismo si no fuese porque hasta los revisionistas de mayor simpleza emplean argumentos más elaborados que esta afirmación.

A partir del fallecimiento de Engels, años después del de Marx, los partidos de la SD lograron algunos éxitos electorales, caso de Italia o Francia. Ya en la segunda década del siglo XX, el eurocomunismo extendió por todas partes la moda parlamentaria, más fácil de asumir que el socialismo científico, dado que permite participar en el juego democrático capitalista "legalmente", esto es, aceptando sus reglas de juego.
La rosa roja es el símbolo común de los partidos de la SD

Actualmente los partidos de toda Europa considerados de izquierdas se disputan la posesión del título de SD, del mismo modo que todos se pelean por tomar sitio en ese lugar político llamado centro y que no se corresponde con ninguna ideología existente más allá de las conocidas de izquierdas o de derechas.

Hollande, en Francia, Blair, en Reino Unido, ZP en España o Renzi en Italia sirvan para ilustrar la lamentable situación hacia la que ha devenido esta tendencia política. Pero ¿por qué la mayor parte de líderes de la actual izquierda se disputan con tanta ansia esta posición? Veámoslo.

¿Qué tiene de estupendo la SD que Pdr Snchz y los demás "actores del cambio" quieren darle un tinte Loreal para renovarla?

  • supone una manera de reconciliar las viejas reivindicaciones socialistas con el capitalismo imperante en la actualidad, de manera que sea aceptado por éste. Los socialdemócratas no pretenden una transformación del sistema sino una reforma basada en la moderación de sus aspectos menos populares. Esto es, no pretende acabar con el capitalismo sino paliar sus efectos.

  • produce una desmovilización de la clase trabajadora, al basarse en un desnatado ciudadanismo que esconde el molesto antagonismo entre capitalistas y obreros (molesto para los capitalistas) y alimenta la falsa creencia en un Estado del bienestar de las clases medias, que a su vez prefieren vivir en la comodidad de no perder su status y le limita a las reivindicaciones -consentidas por el sistema- encaminadas a recuperar el nivel de los buenos tiempos del capitalismo.

  • alimenta la ilusión de que mediante la participación en las elecciones "democráticas" es posible lograr un cambio en el sistema que favorezca a la clase trabajadora. De paso aúpa al nivel de semidioses a los políticos que defienden los intereses de la gente frente a la maldad de la casta o la mafia de turno.

En conclusión, logran rebajar el discurso político a un nivel casi infantil, inocuo e inoperante ante la maquinaria capitalista (precisamente por ello admitido por el poder) y producen en el panorama de los partidos una sensación de juego de rol en el que unos cuantos elegidos (líderes) asumen el papel de sacrificarse por las clases populares, que no necesitan organizarse ni mancharse en movilizaciones sino simplemente seguir los medios informativos, suscribir firmas en internet o donar dinero a organizaciones caritativas. Es decir, esperar, desde los sofás de sus hogares, a ser Salvados.



Lecturas recomendadas:

1. Crítica al Programa de Gotha  ENLACE AQUÍ
2. El 18 Brumario de Luis Bonaparte ENLACE AL 18 BRUMARIO
3. "Esa cosa a la que se niegan a llamar Reformismo", entrada del blog La barricada cierra la calle pero abre el camino, de Marat.



jueves, 6 de octubre de 2016

¿Qué sentido tiene una manifestación contra la OTAN?

Unas cuantas personas protestando contra todo un imperio económico, militar, político y mediático tan poderoso que condiciona nuestro modo de vida. ¿Qué sentido tiene?
Nosotros, que somos ciudadanos corrientes, dedicados a nuestras respectivas ocupaciones, ¿qué tenemos que ver con estas bases militares? ¿Acaso lo que ocurra en ellas tiene alguna relación con nuestras vidas?
Estas preguntas podemos hacernos cualquiera de nosotros en base al sentido común, pues aparentemente nada tiene que ver con el día a día de las personas normales, ni parece sensato pretender enfrentarse a esos enormes poderes.

Para esos poderes económicos es muy beneficioso que consideremos que los hechos son sucesos aislados y que por tanto no influyen esos pequeños actos sobre la realidad global. Pero según una de las leyes de la dialéctica, sobre la acción recíproca y de la conexión universal, los fenómenos sociales no están aislados unos de otros y la naturaleza no es un caos de sucesos inconexos. Todos los aspectos se relacionan mediante vínculos necesarios y recíprocos.  Por tanto ningún esfuerzo es inútil para la realización de un objetivo y todos ellos tienen su consecuencia.


¿De qué nos defiende la OTAN?

Quienes ven una justificación sensata en la OTAN argumentan que es un organismo que cumple la importante tarea de defendernos e imponer un orden mundial. Si no existe, ¿qué ejército nos defendería?, viene a ser el razonamiento. 
Pero nos defienden ¿de qué exactamente? 
Una de las principales preocupaciones de nuestros días a nivel mundial es el terrorismo. Desde nuestra cómoda posición en Occidente nos hacen sentir amenazados por un peligro indefinido, mezcla de odio, fanatismo religioso y miseria. No obstante, no nos paramos a pensar si ese miedo es recíproco, esto es, si desde esos países intervenidos bajo la excusa del terror no es apreciable a su vez el conjunto de bombardeos, drones y muertes como terrorismo hacia ellos. ¿Puede que esas guerras intervencionistas de la OTAN sean la base de ese terror que se ha extendido por el mundo? ¿Y qué tipo de orden global es ese que para su sostenimiento necesita estas guerras? 



En las últimas décadas han sido muy numerosas las acciones militares que se han producido en el mundo y que se han iniciado a instancias de la OTAN o promovidas unilateralmente por los EE.UU, bajo la invocación a los Derechos Humanos y la democracia. En todos esos conflictos hay unos denominadores comunes, que son el elevado interés geoestratégico de los territorios intervenidos y la existencia de fuentes de recursos naturales (gas, petróleo). Cabe plantearse por tanto que la motivación de estas guerras no deja de ser un interés puramente económico y político, que consistiera en la conquista y ampliación de nuevos mercados y fuentes de materias primas.




¿A quién beneficia?

Dentro de la línea de argumentos justificadores, también hay quien razona que los ejércitos pueden ser de izquierdas, y defender en sus conflictos intereses de izquierdas, esto es, suponemos, intereses de las clases populares. Chávez también era militar, nos recuerdan. 

En efecto, tienen razón. Existen o han existido los ejércitos populares, pero lo que les distingue precisamente es que defienden intereses populares, no privados.

En las intervenciones militares que se producen en nuestro tiempo, bajo la apariencia de ayudas humanitarias y de la difusión de la democracia podemos entrever otros intereses con rasgos menos filantrópicos.

En unos casos son grandes conglomerados de empresas, trusts, lobbies, consorcios, es decir monopolios los que obtienen beneficio al quedarse con el control -directo o indirecto a través de los favores del nuevo gobierno establecido- de los recursos naturales de la zona. Otras veces lo que se logra es el dominio de zonas de importancia estratégica por su situación geográfica o implantar bases militares en zonas cercanas a las que controlan otros monopolios de intereses enfrentados. 

El imperialismo, o dominación política y militar de otros territorios, fue descrito por Lenin como una fase superior del capitalismo que, continuando las tesis de acumulación de capital de Marx, conforma esos monopolios a nivel mundial.


Por tanto el fundamento de estas intervenciones militares no persigue un objetivo popular sino el de intereses particulares que no son otros que el aumento de beneficios de esos monopolios, lo que redunda en la agudización del conflicto a nivel mundial entre capital y clase trabajadora.

La importancia del gasto en armamento.

El estado de permanente peligro de agresión que incita el imperialismo motiva que los países dediquen un importante gasto en armamento. Si anteriormente fue la guerra fría lo que motivaba ese gasto, es hoy la supuesta amenaza terrorista lo que sirve para el sostenimiento de ese gasto y de las bases militares.

Adquiere tanta importancia ese gasto que los Estados dedican una buena parte de sus presupuestos al aspecto militar. Por tanto la influencia de esos monopolios se extiende a los poderes públicos, pues crea una red industrial dependiente de la producción de armas, de tal modo que si los conflictos terminasen toda la economía nacional se resentiría (industria aeronáutica, electrónica, naval, nuclear, etc). Es por eso que en ocasiones los oportunistas pueden generar confusión argumentando que las bases militares crean riqueza en los territorios.






Pero ¿qué hacer?

En primer lugar sería un gran avance para los trabajadores -de todos los países- que aprendiésemos a distinguir que nos encontramos inmersos en ese estado de imperialismo belicista, que la causa es el capitalismo en esa fase de desarrollo y que el brazo armado que realiza esta tarea es la OTAN como intermediaria de los intereses de EE.UU., y por supuesto su consecuencia es la barbarie y el caos mundial.

Entendamos todos cuando somos informados por los medios de comunicación que estos se encuentran en la órbita de esos monopolios y por tanto colaboran con esa situación de permanente caos. Los medios son el principal agente de socialización política pues crean la imagen global de la realidad.


Un aspecto que es difícil de entender por la mayoría de la gente es que el llamado 'estado del bienestar' ha existido en una parte minoritaria del planeta y que "si ha existido ha sido sobre la base de la explotación de los seres que jamás lo han conocido" (1)

No seamos tan simples de aceptar el mito del capitalismo amable o sensato o sostenible. No existe el capitalismo que cree bienestar para todos, ni que se fundamente sobre una base pacífica, antes bien lo contrario: es imposible el capitalismo sin guerras. 

Contribuir, en general, a crear un movimientos con capacidad de denuncia contra el terrorismo belicista. Desarrollar en todo el mundo una red activa de organizaciones políticas, sociales y de personas, capaz de dar un giro radical a la situación de pasividad casi total.


Este domingo 9 de octubre acude a la XXXI Marcha a Rota, Plataforma Andaluza contra las bases. 
OTAN NO, BASES FUERA



Referencias:

- (1) Manifiesto de la Plataforma contra las guerras ENLACE 
- Blog del Viejo topo artículo sobre intervenciones en últimos 30 años y entrada con conferencia de Oskar Lafontaine
- Imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin.
- Iniciación a la economía marxista, Ernest Mandel, ed. Nova Terra