miércoles, 20 de julio de 2016

El plagio de la supermodelo


Una guionista o redactora (community manager) de la campaña electoral de Trump asume la responsabilidad del plagio en el discurso de Melania. Admite la empleada que fusiló varias frases de un discurso anterior de su homóloga demócrata, Michelle Obama. 

fuente Eclecticbanana.tumblr

Parece ser que fue un error y una cadena de malentendidos entre la redactora y la barbie-primera dama de los republicanos. Yo particularmente no lo creo, pues estos señores se juegan tanto y representan a tantos intereses que nunca dan puntada sin hilo.

De todos modos, lo curioso aquí es observar un detalle, más allá de los trapicheos electoralistas de turno (también más allá del absurdo, bochornoso y denigrante papel de las primeras damas, siempre detrás de sus grandes machos), y es que no ha parecido llamativo que el texto, fusilado en frases completas, haya servido para encajar perfectamente en ambos discursos sin provocar ni un solo desajuste, ni una pequeña incoherencia.

Observemos algunas de las frases que ambas señoras recitaron:
fuente, El País


Es decir, tanto la esposa negra del progresista y premio Nobel de la paz, inspiración de la población afroamericana, presidente de los EE.UU., como la esposa supermodelo del aspirante a presidente, demagogo racista de extrema derecha, pueden emitir el mismo discurso sin ningún empacho y lo único que nos preocupará es averiguar quién lo dijo primero.

El discurso está plagado de lugares comunes, conceptos vacuos que apelan a los sentimientos y que podría firmar tranquilamente el mismísimo Paulo Coelho. Trabajo duro, respeto, logros, sueños, ilusión. Cuando un norteamericano desea algo -podrían decir las primeras damas al unísono como en el coro de una tragedia- todo un universo de países explotados conspira para que lo consiga. ¿Argumentos? ¿Un programa, un proyecto? Quién necesita programas, pues los programas ya no existen. Ahora lo que toca son las listas de sugerencias, modificables según la coyuntura.

¿A qué circunstancia debemos esta sorprendente equivalencia en los discursos políticos?
¿Puede ser que la calidad de los mensajes políticos se haya devaluado tanto que ya no importe lo que se diga, con tal de que conmueva y toque la fibra sensible del electorado y se gane su simpatía (esto es, su voto)?
¿Debemos pensar que el desprecio de los ideales y de los valores es parte de esta estrategia de vulgarización de la política, que todo se trata de sustituir los aburridos y pesados razonamientos por los estimulantes y emocionantes sentimientos?

Y, amigos, recordemos algo importante: lo que ocurra allá en el país de las oportunidades vendrá hacia acá inexorablemente como movido por las corrientes oceánicas (oh, yes we can).



¿Acaso ya ha llegado a España esta moda de los discursos rellenos de la absoluta nada y de los mensajes con la profundidad de un hoyo de golf y la gente -ciudadanía- aún no es consciente?
¿Acaso hay algún perverso interés en que los discursos sean semejantes para que dé lo mismo en el fondo uno u otro candidato y que se trate sólo de enganchar al electorado de la ciudadanía o gente, convirtiendo al tradicional militante en un hooligan?

Dejo a los lectores en esta incertidumbre.