lunes, 29 de enero de 2018

El Manifiesto hoy

Es sabido que este febrero se celebra el 170 aniversario de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista. 

Así que no tardaremos en ver estos días en los medios artículos y documentales que se empleen en denostar su mensaje o su validez (tal y como hemos vivido en el reciente centenario soviético). Para los comunistas no dejará de ser otra raya más en la piel de tigre. Ese es el juego, camaradas.
El amigo ex vicepresidente y aristócrata Rodrigo Rato en su comparecencia por el caso de las tarjetas black no tuvo empacho en constatar las bondades de la sociedad capitalista, centro de las críticas hace ya 170 años en el texto que nos ocupa ahora.

Se renovarán también otras lecturas críticas, menos llamativas por parecer no tan enjuiciadoras y por provenir en muchas ocasiones de la propia izquierda, a veces desde posiciones posmodernas. Se trata de quienes sin dudar de la validez histórica del texto argumentan que su contenido está caducado u obsoleto y que debe "superarse".

En mi modesta opinión, plantearse la validez del Manifiesto en función de su actualidad  o su desfase podría equipararse a discutir la utilidad de otros textos históricos como El origen de las especies de Darwin, los Principios matemáticos de Newton o Las esferas celestes de Copérnico. ¿Demostrar que en ciertos aspectos aquellos textos quedaron anticuados implica que no son válidos y que sus hallazgos no significaron un punto de inflexión en la historia de la ciencia?

Del mismo modo, las reprobaciones del Manifiesto que se basan en su supuesta irrelevancia dado el contexto histórico (ya caído el Muro de Berlín y finalizada la Unión Soviética), no difieren en mucho de las teorías neoliberales y del sentido común, que dan por muertas las ideas marxistas y fracasadas las ideologías bajo las ruedas de una democracia liberal, en un supuesto fin de la Historia. 

Recordemos que el Manifiesto (encargado a los jóvenes Marx y Engels por la Liga de los Justos -que luego pasaría a llamarse de los Comunistas, prueba de la influyente presencia de los nuevos críticos- a finales de 1847 y publicado en Londres en febrero de 1848), fue escrito en un momento concreto con la finalidad de exponer los hallazgos del método marxista en forma de propaganda dirigida a los obreros. 
"Ya es hora de que los comunistas expresen a la luz del día sus ideas", dice el Manifiesto en su prólogo, "saliendo al paso de esa leyenda del espectro comunista." (No es necesario que nos precipitemos tanto como este orgulloso/a padre o madre)

Su intención era redactar una especie de guía práctica para los obreros en un momento de disputa entre unas posiciones de socialismo idealista, bien intencionado pero basado en entusiasmos humanistas y filantrópicos, frente al nuevo socialismo marxista, razonado y apoyado en la investigación de las sociedades y su estructura económica (socialismo utópico y socialismo científico).

Los propios autores ya advirtieron en las ediciones posteriores que su contenido no debía tomarse como una doctrina literal sino como un método de aplicación que varía según las peculiaridades del momento. 
En verdad se trata de un documento que analiza a grandes rasgos la historia de las sociedades y que define la concepción materialista de la Historia que Marx y Engels habían ido elaborando en los años previos.

De ahí parte la primera frase del texto, que ha quedado grabada en la mente de todos y que dice así:


"Toda la historia de la sociedad humana hasta la actualidad 
es la historia de la lucha de clases"

En esta frase se nos presenta la tesis principal que será desarrollada luego en el texto. Resume en pocas palabras el núcleo del materialismo histórico: las sociedades están estructuradas sobre la base de su orden económico, que determina el resto de sus características y también las relaciones entre sus grupos sociales. Estos grupos pugnan por el control de ese orden de manera inevitable y antagónica:


"opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social"

Los grandes empresarios no entienden de posmodernidades, ellos sí creen que hay clases sociales y lo demuestran a diario sin sutilezas.

De esta lucha parte el avance inevitable hacia adelante de las sociedades humanas, el motor que las mueve. Sobre esta estructura se desarrollan los niveles políticos, legales e ideológicos, que se unen en un Estado cuya función es la de mantener y reproducir ese orden. Incluso en los organismos y estamentos cuya supuesta finalidad es democrática:

Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa.

En un famoso programa de TV, Pedro Sánchez se mostraba muy sorprendido de que "fuerzas económicas" manejasen la investidura de M.Rajoy. Se ve que ni el bueno de Évole ni el inocente Sánchez habían leído el Manifiesto, pues de otro modo hubiesen sabido que esa es la norma en la democracia burguesa. Los modernos movimientos indignados (imagen siguiente) tampoco parecen darse por aludidos y prefieren soslayar los descubrimientos del materialismo histórico a cambio de un ideario de buenas intenciones ajeno a la lucha de clases.

Esta demostración del antagonismo (incompatibilidad) de las clases sociales sigue vigente hoy día y se evidencia en la agudización de los conflictos y en el expolio continuado de derechos del proletariado (ya se le ponga el título de precariado o se le vista de lagarterana). El Manifiesto ofrece en una frase la definición exacta de clase obrera:

esa clase obrera moderna que sólo puede vivir encontrando trabajo y que sólo encuentra trabajo en la medida en que éste alimenta a incremento el capital. El obrero, obligado a venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado.

Para el capital los trabajadores empiezan a sobrar cuando no dejan de ejercer su función productiva. Parece como si prefiriesen que nuestros jubilados muriesen pronto y dejasen de ser un gasto. ¿Parece?

En el segundo capítulo, sobre proletarios y comunistas, encontramos otra de las frases esenciales:

Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.

¿Qué quiere decir esto? En palabras sencillas, los líderes políticos no son mesías que como dioses, reyes o tribunos vienen a salvarnos de nuestras desgracias. En particular, los comunistas no tienen intereses diferentes a la clase trabajadora; simplemente son su vanguardia:

Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad.

Llevan de ventaja -continúa el Manifiesto literalmente- a las grandes masas su clara visión de los derroteros a los que se aboca a los trabajadores. Esto es, la capacidad para analizar las situaciones bajo la experiencia del materialismo histórico y bajo esa visión del mundo que significa el materialismo dialéctico.

Otro aspecto controvertido que aún hoy es arma común en los debates que se producen con los detractores del comunismo, la propiedad privada: 

Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición del régimen de propiedad de la burguesía, expresión última y la más acabada de ese régimen de producción y apropiación de lo producido que reposa sobre el antagonismo de dos clases, sobre la explotación de unos hombres por otros.

Sobre el papel de la cultura y la ideología en las sociedades nos tiene reservada el texto otra frase antológica, resumen redondo del materialismo. El análisis histórico de las ideas demuestra cómo el espíritu cambia al son de los cambios en las condiciones materiales. Y del mismo modo la ideología dominante no es más que la expresión espiritual de las condiciones económicas, principalmente, de una sociedad:

Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante.

Otras críticas muy conocidas del marxismo -los comunistas quieren abolir la familia tradicional y la patria-, tienen aquí su contundente respuesta:

de lo que se trata es precisamente de acabar con la situación de la mujer como mero instrumento de producción

En la sociedad capitalista la mujer no deja de ser tratada como una mercancía. Este concepto se acomoda perfectamente a una estructura patriarcal: la mujer pobre está destinada a los cuidados, a la limpieza, la prostitución y ahora además a gestar hijos para otras personas más pudientes.

Un poco más adelante se insiste en el carácter internacional de la clase trabajadora en otra frase destacable:

Los trabajadores no tienen patria. Mal se les puede quitar lo que no tienen.

No insisto, para no alargar, en la importancia, actualidad y vigencia de ambas afirmaciones. Termino con otro párrafo literal, de los más conocidos, con el que se cierra el Manifiesto, broche de oro digno de ser contenido en la leyenda de un tatuaje:

Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista.
Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar.
¡Proletarios de todos los Países, uníos!

Por si algún paciente lector ha llegado hasta aquí y le apetece saber más sobre el Manifiesto y otras perspectivas sobre su actualidad, añado enlaces a interesantes textos que me han servido para idear esta entrada:




El último enlace es mi preferido. Además, en este blog puedes encontrar entradas con introducciones sencillas para ir descubriendo este texto universal, con preguntas y explicaciones que seguramente no te harán falta pero te pueden servir para divulgar nuestras ideas y poner tu grano de arena en esta tarea inmensa de transformar el mundo. Pongo sólo el primero de los enlaces y en él encontrarás enlaces a los siguientes si lo consideras oportuno:


¡Salud!

miércoles, 17 de enero de 2018

Práctica teórica y lucha ideológica. Althusser.

Me parece oportuno reseñar este breve texto del filósofo marxista francés Louis Althusser porque considero que trata asuntos que están muy relacionados con la actualidad en general y en lo concreto con la nueva forma de partido surgida a partir del XX Congreso del PCE. 

Trataré de resumir sus aspectos principales usando palabras textuales del autor. Como siempre, hay la posibilidad de descargarlo en PDF pinchando sobre estas letras.. Espero que os resulte interesante tal como a mí me ha parecido.


Práctica teórica y lucha ideológica

En un conocido título Engels revelaba la diferencia principal entre las ideas marxistas y las doctrinas socialistas anteriores a ellas: las teorías de Marx son científicas

Las doctrinas utópicas proponen objetivos socialistas pero que no están basados en criterios científicos sino principios de inspiraciones de tipo moral, religiosos o ideológicos (por ejemplo el reparto de la riqueza, la reforma moral de los representantes políticos, la desaparición inmediata del estado, etc).

Como estos principios morales o ideológicos surgen desde el mismo sistema burgués y son por tanto parte de los ideales burgueses, por muy enfrentados que se encuentren a la economía burguesa no pueden dejar de ser prisioneros de ese mismo sistema, es decir, difícilmente pueden llegar a ser revolucionarios.

El marxismo, por el contrario, como teoría científica, no se contenta con esas normas morales sino que los somete a crítica y busca otros fundamentos que no sean estos ideales. El conjunto de teorías marxistas reposan sobre el conocimiento científico de la sociedad capitalista, tanto de su entramado económico y político como del ideológico. 

Este conocimiento permite definir los medios de acción del socialismo y definir a la clase obrera como la única revolucionaria,  es decir, romper el esquema de reformistas o anarquistas definiendo una acción que sea verdaderamente transformadora. 

Este lema se repite en toda la obra de Lenin: sin teoría revolucionaria no hay acción revolucionaria. 

Pero, ¿en qué consiste la doctrina científica marxista?
La doctrina científica marxista está constituida por dos disciplinas científicas unidas una a otra por razones de principio, aunque efectivamente distintas entre sí, ya que sus objetos son distintos: el materialismo histórico y el materialismo dialéctico.

El materialismo histórico es la ciencia de la historia. Puede ser definida con mayor precisión como la ciencia de los modos de producción, de sus estructuras propias, de sus constituciones, de sus funcionamientos, y de las formas de transición que hacen pasar de un modo de producción a otro.

Cada sociedad comprende, como Marx explicó, el conjunto articulado de sus diferentes niveles: la infraestructura económica, la superestructura jurídico-política, y la superestructura ideológica. La teoría de la historia, o materialismo histórico, es la teoría de la naturaleza específica de esta totalidad: por consiguiente, del conjunto de sus niveles, y del tipo de articulación y de determinación que los une unos a otros.
Famosa imagen que caricaturiza a la sociedad capitalista. Marx demostró que la sociedad  está estructurada sobre un sistema económico que sostiene un complejo entramado político, legal e ideológico.


El materialismo dialéctico o filosofía marxista es una disciplina científica distinta del materialismo histórico. La distinción de estas dos disciplinas científicas está en la distinción de sus objetos. El objeto del materialismo histórico está constituido por los modos de producción, su constitución y sus transformaciones. El objeto del materialismo dialéctico está constituido por lo que Engels llama "la historia del pensamiento" o lo que Lenin llama la historia del "paso de la ignorancia al conocimiento".

La tarea de los comunistas es por tanto tratar la teoría marxista como una ciencia y no como una doctrina acabada, esto es, no caer en el dogmatismo. Se trata de desarrollar la teoría y no de repetir como una doctrina sus enunciados. En palabras de Lenin:

Nosotros no consideramos, en absoluto, la teoría de Marx como algo acabado e intangible: estamos convencidos, por el contrario, de que esta teoría no ha hecho sino colocar las piedras angulares en la ciencia que los socialistas deben impulsar en todos los sentidos, siempre que no quieran quedar rezagados en la vida.


El pensador marxista Althusser

La ideología.
En una sociedad las personas participan en la producción económica, cuyos mecanismos y efectos son determinados por la estructura de las relaciones de producción; también participan en la actividad política, cuyos mecanismos son regulados por la estructura de las relaciones de clase (la lucha de clases, el derecho y el estado). 

Esas mismas personas participan en otras actividades, actividad religiosa, moral, filosófica, etc., ya sea de una manera activa, por medio de prácticas conscientes, o ya sea de una manera pasiva y mecánica, por reflejos, juicios, actitudes, etc. Estas últimas actividades constituyen la actividad ideológica, y son sostenidas por una adhesión voluntaria o involuntaria, consciente o inconsciente, a un conjunto de representaciones y creencias religiosas, morales, jurídicas, políticas, estéticas, filosóficas, etc., que forman lo que se llama el nivel de la ideología. 

Las representaciones de la ideología se refieren al mundo mismo en el cual viven las personas. Sin embargo, estas representaciones no son conocimientos verdaderos del mundo que representan. Pueden contener elementos de conocimientos, pero siempre integrados y sometidos al sistema de conjunto de estas representaciones, que es, en principio, un sistema orientado y falseado, un sistema regido por una falsa concepción del mundo.




En una sociedad de clases, la ideología sirve a los hombres no solamente para vivir sus propias condiciones de existencia, para ejecutar las tareas que les son asignadas, sino también para "soportar" su estado, ya consista éste en la miseria de la explotación de que son víctimas, o en el privilegio exorbitante del poder y de la riqueza de que son beneficiarios.

Las representaciones de la ideología acompañan pues consciente o inconscientemente todos los actos de los individuos, toda su actividad, todas sus relaciones. Si nos representamos la sociedad según la metáfora clásica de Marx, como un edificio, una construcción o una superestructura jurídico-política, elevada sobre la infraestructura de la base, sobre fundamentos económicos, debemos dar a la ideología un lugar muy particular: para comprender su eficacia, es necesario situarla en la superestructura, y darle una relativa autonomía con respecto al derecho y al estado. Pero al mismo tiempo, para comprender su forma de presencia más general hay que considerar que la ideología se introduce en todas las partes del edificio y que constituye ese cemento de naturaleza particular que asegura el ajuste y la cohesión de los hombres en sus roles, sus funciones y sus relaciones sociales.




¿Cuál es la función social de la ideología?
La ideología tiene por función asegurar la ligazón de las personas entre sí en el conjunto de las formas de su existencia, la relación de los individuos con las tareas que les fija la estructura social. 

Nos damos cuenta entonces que la ideología está destinada a asegurar la cohesión de las relaciones de los hombres entre sí y de los hombres con sus tareas en la estructura general de explotación de clase, que las extiende entonces a todas las otras relaciones. La ideología está pues destinada ante todo a asegurar la dominación de una clase sobre las otras y la explotación económica que le asegura su preeminencia, haciendo a los explotados aceptar como fundada en la voluntad de Dios, en la "naturaleza" o en el "deber" moral, etc., su propia condición de explotados.

Pero la ideología no es solamente un "bello engaño" inventado por los explotadores para mantener a raya a los explotados y engañarlos: es útil también a los individuos de la clase dominante, para aceptar como "deseada por Dios", como fijada por la "naturaleza" o incluso como asignada por un "deber" moral la dominación que ellos ejercen sobre los explotados; les es útil pues, al mismo tiempo y a ellos también, este lazo de cohesión social, para comportarse como miembros de una clase, la clase de los explotadores, para permitirles ejercer como "natural" su explotación y su dominación.


En su declaración ante la comisión por el fraude de Bankia, el ex vicepresidente Rodrigo Rato espetó esta frase con actitud chulesca. La ideología capitalista hace creer a los personajes poderosos que su lugar en la sociedad es algo natural y que se debe a su extraordinaria capacidad personal. Los explotados debemos agradecerles que el mundo gire pues es gracias a ellos.


Este es el punto decisivo, el origen de la falsedad de la representación ideológica. En las sociedades de clases, la ideología es una representación de lo real, pero necesariamente falseada, dado que es necesariamente orientada y tendenciosa; y es tendenciosa porque su fin no es el de dar a los hombres el conocimiento objetivo del sistema social en que viven, sino por el contrario ofrecerles una representación mistificada de este sistema social, para mantenerlos en su lugar en el sistema de explotación de clase.


Formación teórica y lucha ideológica.
¿Por qué medios se puede -y se debe- hacer penetrar esta ciencia en el movimiento obrero, por qué medios se puede introducir esta doctrina científica en la conciencia y la práctica de las organizaciones de la clase obrera?

Podemos resumir de la manera siguiente: la naturaleza misma del movimiento obrero lo compromete en una triple lucha: lucha económica, lucha política, lucha ideológica. En la unidad de esas tres luchas distintas, la representación que se hace el movimiento obrero de la naturaleza de la sociedad y de su evolución, de la naturaleza de los fines a alcanzar y de los medios a emplear para llevar a cabo correctamente la lucha, fija la orientación general de ésta. La lucha depende pues de la ideología del movimiento obrero. 

Ahora bien, sabemos que esta ideología permanece prisionera de las categorías fundamentales (religiosas, jurídicas, morales, políticas). Todo se refiere pues a la transformación de la ideología de la clase obrera: a la transformación que hace que la ideología de la clase obrera escape a la influencia de la ideología burguesa, para someterla a una nueva influencia, la de la ciencia marxista de la sociedad.

La lucha ideológica puede ser definida como la lucha llevada a cabo en el dominio objetivo de la ideología contra la dominación de la ideología burguesa por medio de la transformación de la ideología existente (ideología de la clase obrera, ideología de las clases que pueden convertirse en sus aliadas), en sentido tal que sirva a los intereses objetivos del movimiento obrero en su lucha por la revolución y más tarde en la lucha por la construcción del socialismo. 

Por formación teórica entendemos el proceso de educación, de estudio y de trabajo, por el cual un militante es puesto en posesión, no sólo de conclusiones de las dos ciencias de la teoría marxista (materialismo histórico, materialismo dialéctico), no sólo de sus principios teóricos, no sólo de algunos análisis y demostraciones de detalle, sino de todo el conjunto de la teoría, de todo su contenido, de todos sus análisis y demostraciones, de todos sus principios y de todas sus conclusiones en su ligazón científica indisoluble. 

El partido no se contenta con proclamar su fidelidad a los principios de la ciencia marxista-leninista. Lo que lo distingue radicalmente de las otras organizaciones obreras no es esta simple proclamación: es la aplicación concreta, en sus formas de organización, en sus medios de acción, en los análisis científicos de las situaciones concretas, de la teoría científica marxista. No contentarse con proclamar principios, sino aplicarlos en los actos.

El ensayo que hemos repasado se puede encontrar dentro de los contenidos de La Filosofía como arma de la Revolución. Yo en concreto tengo este ejemplar pero podéis haceros con cualquiera similar en internet por un precio muy asequible. Recomendable.

martes, 9 de enero de 2018

Politzer. Principios elementales de Filosofía


Inicio el año en este frío enero con el mismo propósito de animar a la lectura de textos marxistas. Sí, estoy así de loco. Y no sólo pretendo incitar a leer sino además  ¡a hablar de Filosofía! Lo dicho. Loco de remate.
Vamos a hablar un poco de materialismo dialéctico y para ello tomaré como referencia el libro Principios elementales de Filosofía. Una lectura que resultará muy básica a los lectores que estén acostumbrados al tema pero que es muy interesante para recordar conceptos o aclararlos en cualquier caso.

Si no lo conoces, con este libro te acercarás a los conceptos esenciales del marxismo. Te ayudará también a entender cómo funciona el estilo de pensamiento que usan los capitalistas, lo que te será de gran utilidad para distinguir sus maneras tramposas. No olvidemos que hoy día la inmensa mayoría de medios informativos, los métodos de enseñanza en los centros docentes, las obras de los intelectuales y escritores más conocidos, las redes sociales, toda nuestra sociedad se encuentra imbuida de pensamientos antimaterialistas y antidialécticos. Esto es así porque de este modo se logra sostener el sistema capitalista y confundir a los sectores populares. Por eso es necesario que conozcamos sus fundamentos y sepamos rebatirlos con razonamientos que nos permitan un enfoque más favorable a la clase trabajadora y poder así transformar el mundo en que vivimos.

Como en las anteriores entradas, puedes descargarte el resumen del libro en un archivito PDF fácil de leer en el móvil si pinchas sobre estas palabras.

¿Quién fue su autor? George Politzer fue un comunista militante de origen húngaro, psicólogo y filósofo, que participó en la fundación de la Universidad Obrera de París en los años 30
donde ejerció como profesor de materialismo dialéctico. Tras la ocupación de Francia por los fascistas, participa en la resistencia clandestina hasta que es capturado por los nazis y fusilado en 1942. 

De las notas tomadas por sus alumnos, quienes tenían en gran estima a Politzer por su carisma y su capacidad de entusiasmar, se realizó este libro, que resume las enseñanzas del profesor en la Universidad Obrera. La continuación -Principios fundamentales- la trataremos más adelante en este blog.

No te rindas antes de empezar. Politzer consigue explicar con gran sencillez cuestiones filosóficas de manera que resultan muy fáciles de entender por cualquier persona. Sólo es necesario un poco de interés y con la lectura de sus páginas obtendremos un buen inicio para adentrarnos en el materialismo dialéctico. Vamos a ver un breve resumen de su contenido:



Principios elementales de Filosofía
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¿Cuál es la relación entre el materialismo y el marxismo?
El materialismo es la base del marxismo. La intención del materialismo es dar una explicación científica a los problemas del mundo. No se trata de una creación de Marx o Engels, existen pensadores materialistas desde la Antigüedad y se desarrolla en la Historia a la vez que se suceden los descubrimientos científicos.

La filosofía que se opone al materialismo es el idealismo.  Son dos maneras enfrentadas de explicar el mundo. 
El materialismo se opone al idealismo en un aspecto fundamental: el idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que haya una mente que esté consciente de ellos. Para poder conocer las cosas, se debe tomar en cuenta la conciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento. Para los materialistas, al contrario, es la materia la que produce el pensamiento. El materialismo afirma que el mundo es material y que existe objetivamente, independientemente de la conciencia.

Esto supone que nuestro modo de vida y nuestra conciencia vienen determinados por los aspectos materiales de la sociedad en que vivimos. Para el materialismo es por tanto el plano material de una sociedad (el factor económico especialmente) el que define los planos ideológicos, políticos y demás.

A lo largo de la Historia se han producido avances y descubrimientos que transformaron las sociedades. Durante la Revolución Neolítica, gracias a la difusión de la agricultura, el modo de vida pasó de ser nómada a sedentario. Durante la Revolución Industrial los avances tecnológicos, como la máquina de vapor, fueron otro gran impulso para una transformación social hacia una forma de vida urbana y mecanizada.



Este es el núcleo principal del materialismo histórico: el factor económico es la base sobre la que se sustenta el conjunto de características de las sociedades, su forma de vida, sus ideas, su organización, etc.

Características del método idealista.
Este método de entender el mundo sugiere una serie de características particulares:

1. Principio de identidad: consiste en preferir la inmovilidad al cambio. Se considera al universo como algo fijo, la naturaleza y las sociedades son permanentes. "No hay nada nuevo bajo el sol", expresiones de este tipo están muy arraigadas en nosotros.  
Es frecuente ver "chistes" como éste en la red. Cuando se critica al socialismo se suele decir que la naturaleza del ser humano es egoísta y vaga y que sin control de una fuerza superior todo sería desorden. Su naturaleza es fija y no puede cambiarse, nos dicen. Esta forma de ver las cosas olvida que si la sociedad cambia (cambian las condiciones materiales), el ser humano también lo hará.

2. Aislamiento de las cosas: si todo es inmutable, una cosa es y sigue siendo siempre. Nos habituamos a separar las cosas, acentuamos su identidad y separamos unas cosas de otras.
La metafísica tiende a ver las cosas sin relación entre ellas, de este modo se tiende a pensar por ejemplo que  "la política es la política y la filosofía es la filosofía", que no hay conexión entre ellas. Igualmente para el idealismo el hombre es independiente de la forma social en que vive. 

3. Divisiones eternas e intransferibles: esas divisiones son absolutas. Por ejemplo, "siempre ha habido ricos y pobres y siempre los habrá". Se establece entre ellos muros infranqueables, nunca será posible un cambio real.


Según esta periodista, colaboradora de medios como La Razón, el hecho de que el partido de Hitler se considerase socialista basta para relacionar a los nazis con el comunismo. Las ideologías para ella son cualidades parecidas a los adjetivos, etiquetas absolutas y aisladas, sin variación en el tiempo ni en el espacio ni más relación con otros aspectos sociales que su definición semántica. Parece infantil pero esta manera de "razonar" está bastante extendida en las redes.

4. Oposición de los contrarios: dos cosas contrarias no pueden existir al mismo tiempo. Sería una contradicción y para el idealismo la contradicción es un absurdo imposible. 

La lógica, que se considera el arte de pensar bien, siguiendo estas características llega al principio del tercero excluido, según el cual entre dos posibilidades contradictorias no hay lugar para una tercera.

La lógica es un método de razonamiento que clasifica a cada cosa de un modo bien determinado, que obliga a ver las cosas como idénticas a ellas mismas y que nos pone en disposición de elegir, de escoger entre una u otra opción excluyendo una tercera posibilidad
En las pasadas elecciones de EE.UU. la prensa española "de izquierdas" presentaba a Trump como una opción fatal y a su rival, Hillary Clinton, como la opción deseable. Ambas candidaturas se presentaban como algo aislado, opuestas y por tanto diferentes; no cabía para esta prensa la valoración de ambos partidos como las dos caras de una misma moneda que en el fondo comparten buena parte de sus políticas y sólo se diferencian en cuestiones de apariencia. Excluyendo una tercera opción se nos coloca en la diatriba de escoger a la opción heredera de Obama o en caso contrario seremos etiquetados como "partidarios de Trump". Esta celada que parece tan tosca resulta ser muy habitual, es el pan de cada día en los medios y en la política.


La dialéctica.
En oposición a la metafísica tenemos la dialéctica. La dialéctica surge de la observación de la naturaleza, donde todo se mueve y cambia, el movimiento y el cambio existe en todo y en nosotros mismos.

La dialéctica se emplea desde la Antigüedad pero dominada por la metafísica, dado que no se habían dado aún los avances científicos necesarios.

Toma una nueva dimensión con el filósofo alemán Hegel (1770-1831), que supo comprender el cambio en las ciencias. Comprobó, ayudado por esos progresos científicos, que en el universo todo es movimiento y cambio.

En la dialéctica vemos también una serie de características en su método: 

1. Ley del cambio y del movimiento dialéctico: nada permanece como es ni queda como está. Hay que estudiar las cosas en movimiento, en su cambio.
Para la dialéctica no hay nada definitivo, absoluto o sagrado. No hay poder en el mundo que pueda fijar las cosas en un estado definitivo. Todo tiene un proceso, una marcha que avanza con cambios. 

Las especies animales, por ejemplo, podríamos pensar que siempre han existido tal como las conocemos; sin embargo, a través de los estudios científicos sabemos que no han sido siempre así sino que han sufrido enormes cambios y han evolucionado hasta lo que hoy son.



2. Ley de la acción recíproca o encadenamiento de procesos: los procesos van unidos y encadenados, el mundo no es fijo sino que es un conjunto de procesos. La sociedades deben estudiarse también como un conjunto complejo de procesos, un desarrollo histórico.

En el ejemplo que poníamos antes, para la metafísica la política y la filosofía son mundos apartes que no deben estar relacionados. Esto, como estamos viendo, no es así y podemos tener una idea más completa del mundo relacionando todos sus aspectos.

3. Ley de la contradicción: las cosas se transforman en su contrario. Al analizar las cosas en movimiento, en su transformación, caeremos en continuas contradicciones. El simple movimiento es una contradicción, un cuerpo no está donde estaba hace un momento.

Cada cosa contiene ella misma y su contrario, existen antagonismos (en la vida se contienen las circunstancias que dan lugar a la muerte y a su vez la muerte de un ser vivo contiene células que permanecen vivas, además de ocasionar el desarrollo de nuevos seres vivos).

La dialéctica nos obliga a ver todos los aspectos de una cosa, no sólo un lado.

4. Ley de transformación de cantidad en calidad o ley del progreso por saltos: la naturaleza demuestra que la evolución de las cosas no puede ser sólo cuantitativa indefinidamente, en última instancia hay un cambio cualitativo. 

Por ejemplo el agua calentada hasta los 99 grados centígrados sigue siendo agua. Un grado más, 100º, y tendremos vapor.

En la Historia observamos que las grandes transformaciones  de las sociedades vienen precedidas de una acumulación de cambios que, al llegar a un determinado punto, suponen un salto y es entonces cuando se produce la transformación.


Según quienes niegan esto, la Historia tiene "accidentes", cosas que ocurren pero podrían no haber pasado. Es normal ver en los libros e internet explicaciones como la de la imagen que acompaña estas letras: la Revolución Francesa se explica en que Luis XVI era débil. De no ser así la Historia hubiera seguido otro curso. La dialéctica enseña que las Revoluciones son procesos necesarios. Se acumulan cambios continuos que acaban produciendo un cambio brusco.


El materialismo histórico. 
El materialismo histórico es, simplemente, la aplicación de este método dialéctico a la historia de las sociedades humanas.  

Los idealistas dicen que un proletario o un burgués son uno u otro porque piensan como uno u otro. Por el contrario, nosotros decimos que, si piensan como un proletario o como un burgués, es porque son uno u otro. Un proletario tiene una conciencia de clase proletaria porque es proletario. 


Si se es burgués -se dice- es porque se piensa como un burgués; para no serlo, pues, basta cambiar la manera de pensar y, para hacer cesar la explotación burguesa, basta con efectuar un trabajo de convicción ante los patrones. Esta es una teoría defendida por los socialistas cristianos  y del socialismo utópico. Pero también es la teoría de los fascistas que luchan contra el capitalismo no para suprimirlo sino para hacerlo más “¡razonable!”. Cuando el patronato comprenda que explota a los obreros -dicen- no lo hará más. He aquí una teoría completamente idealista, cuyos peligros son visibles.


Marx nos habla del “ser social”. ¿Qué entiende por eso? 
Los hombres actúan porque tienen ciertas ideas. Deben estas ideas a sus condiciones materiales de existencia, porque pertenecen a una u otra clase. Esto no quiere decir que haya sólo dos clases en la sociedad: hay una cantidad de clases, de las cuales principalmente dos están en lucha: burguesía y proletariado. Por lo tanto, bajo las ideas se encuentran las clases. La sociedad está dividida en clases, que luchan una contra la otra. Así, si se examinan las ideas de los hombres, se comprueba que esas ideas están en pugna, y bajo estas ideas encontramos a las clases que también están en pugna. En consecuencia, las fuerzas matrices de la Historia, es decir, lo que explica la Historia, es la lucha de clases.




Al estudiar el materialismo histórico, hemos visto que la historia de las sociedades se explica por el encadenamiento siguiente: los hombres hacen la historia por su acción, expresión de su voluntad. Esta es determinada por las ideas. Hemos comprobado que lo que explica las ideas de los hombres, es decir, su ideología, es el medio social donde se manifiestan las clases, las que a su vez están determinadas por el factor económico, o sea, al fin de cuentas, por el modo de producción. Hemos visto también que entre el factor ideológico y el factor social se encuentra el factor político, que se manifiesta en la lucha ideológica como expresión de la lucha social. Por lo tanto, si examinamos la estructura de la sociedad a la luz del materialismo histórico, vemos que en la base se encuentra la estructura económica; luego, por encima de ella, la estructura social, que sostiene la estructura política,y por último la estructura ideológica.

Vemos, por consiguiente, que es la estructura económica la que está en la base de la sociedad. Se dice también que es la infraestructura (lo que significa la estructura inferior). La ideología, que comprende todas las formas: la moral, la religión, la ciencia, la poesía, el arte, la literatura, constituye la supra o superestructura (que significa: estructura que está en la cima). 

Conciencia verdadera y conciencia falsa.
Acabamos de decir que las ideologías son el reflejo de las condiciones materiales de la sociedad, que es el ser social quien determina la conciencia social. Se podría deducir de ello que un obrero debe tener automáticamente una ideología obrera. 
Pero tal suposición no corresponde a la realidad, porque hay obreros que no tienen conciencia de obreros. Por lo tanto, corresponde establecer una distinción: la gente puede vivir en condiciones determinadas, pero la conciencia que tienen de ello puede no corresponder a la realidad. Es lo que Engels llama: “tener una conciencia falsa”.
Cuentas tan divertidas como ésta, pese a ser parodias muy exageradas, no difieren por desgracia de los comentarios que podemos escuchar en cualquier bar español.



Simplemente porque ha razonado mal, porque ha elegido mal su ideología, este obrero puede convertirse para nosotros en un enemigo de clase, mientras que, sin embargo, él es de nuestra clase. Así, tener una conciencia falsa, es engañarse o ser engañado sobre su verdadera condición.

Por consiguiente, el trabajo ideológico tiene para nosotros, marxistas, una extremada importancia. Hay que destruir la conciencia falsa para adquirir una conciencia verdadera y esta transformación no puede realizarse sin el trabajo ideológico.

Ahora sabemos mejor lo que es el materialismo dialéctico, forma moderna del materialismo, fundado por Marx y Engels y desarrollado por Lenin. Por eso se habla hoy de marxismo-leninismo. 

Marxismo-leninismo y materialismo dialéctico están indisolublemente unidos, y sólo el conocimiento del materialismo dialéctico permite medir toda la extensión, todo el alcance, toda la riqueza del marxismo-leninismo. Esto nos lleva a decir que el militante no está verdaderamente armado ideológicamente si no conoce el conjunto de esta doctrina.

La burguesia, que lo ha comprendido bien, se esfuerza por introducir su propia ideología en la conciencia de los trabajadores empleando todos los medios posibles. 

Paralelamente a la lucha en la calle y en el lugar de trabajo, los militantes deben llevar a cabo la lucha ideológica. Su deber es defender nuestra ideología contra todas las formas de ataque, y, al mismo tiempo, dirigir la contraofensiva para la destrucción de la ideología burguesa en la conciencia de los trabajadores. Pero para dominar todos los aspectos de esta lucha, hay que estar armado. El militante sólo lo será verdaderamente mediante el conocimiento del materialismo dialéctico.




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