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martes, 9 de enero de 2018

Politzer. Principios elementales de Filosofía


Inicio el año en este frío enero con el mismo propósito de animar a la lectura de textos marxistas. Sí, estoy así de loco. Y no sólo pretendo incitar a leer sino además  ¡a hablar de Filosofía! Lo dicho. Loco de remate.
Vamos a hablar un poco de materialismo dialéctico y para ello tomaré como referencia el libro Principios elementales de Filosofía. Una lectura que resultará muy básica a los lectores que estén acostumbrados al tema pero que es muy interesante para recordar conceptos o aclararlos en cualquier caso.

Si no lo conoces, con este libro te acercarás a los conceptos esenciales del marxismo. Te ayudará también a entender cómo funciona el estilo de pensamiento que usan los capitalistas, lo que te será de gran utilidad para distinguir sus maneras tramposas. No olvidemos que hoy día la inmensa mayoría de medios informativos, los métodos de enseñanza en los centros docentes, las obras de los intelectuales y escritores más conocidos, las redes sociales, toda nuestra sociedad se encuentra imbuida de pensamientos antimaterialistas y antidialécticos. Esto es así porque de este modo se logra sostener el sistema capitalista y confundir a los sectores populares. Por eso es necesario que conozcamos sus fundamentos y sepamos rebatirlos con razonamientos que nos permitan un enfoque más favorable a la clase trabajadora y poder así transformar el mundo en que vivimos.

Como en las anteriores entradas, puedes descargarte el resumen del libro en un archivito PDF fácil de leer en el móvil si pinchas sobre estas palabras.

¿Quién fue su autor? George Politzer fue un comunista militante de origen húngaro, psicólogo y filósofo, que participó en la fundación de la Universidad Obrera de París en los años 30
donde ejerció como profesor de materialismo dialéctico. Tras la ocupación de Francia por los fascistas, participa en la resistencia clandestina hasta que es capturado por los nazis y fusilado en 1942. 

De las notas tomadas por sus alumnos, quienes tenían en gran estima a Politzer por su carisma y su capacidad de entusiasmar, se realizó este libro, que resume las enseñanzas del profesor en la Universidad Obrera. La continuación -Principios fundamentales- la trataremos más adelante en este blog.

No te rindas antes de empezar. Politzer consigue explicar con gran sencillez cuestiones filosóficas de manera que resultan muy fáciles de entender por cualquier persona. Sólo es necesario un poco de interés y con la lectura de sus páginas obtendremos un buen inicio para adentrarnos en el materialismo dialéctico. Vamos a ver un breve resumen de su contenido:



Principios elementales de Filosofía
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¿Cuál es la relación entre el materialismo y el marxismo?
El materialismo es la base del marxismo. La intención del materialismo es dar una explicación científica a los problemas del mundo. No se trata de una creación de Marx o Engels, existen pensadores materialistas desde la Antigüedad y se desarrolla en la Historia a la vez que se suceden los descubrimientos científicos.

La filosofía que se opone al materialismo es el idealismo.  Son dos maneras enfrentadas de explicar el mundo. 
El materialismo se opone al idealismo en un aspecto fundamental: el idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que haya una mente que esté consciente de ellos. Para poder conocer las cosas, se debe tomar en cuenta la conciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento. Para los materialistas, al contrario, es la materia la que produce el pensamiento. El materialismo afirma que el mundo es material y que existe objetivamente, independientemente de la conciencia.

Esto supone que nuestro modo de vida y nuestra conciencia vienen determinados por los aspectos materiales de la sociedad en que vivimos. Para el materialismo es por tanto el plano material de una sociedad (el factor económico especialmente) el que define los planos ideológicos, políticos y demás.

A lo largo de la Historia se han producido avances y descubrimientos que transformaron las sociedades. Durante la Revolución Neolítica, gracias a la difusión de la agricultura, el modo de vida pasó de ser nómada a sedentario. Durante la Revolución Industrial los avances tecnológicos, como la máquina de vapor, fueron otro gran impulso para una transformación social hacia una forma de vida urbana y mecanizada.



Este es el núcleo principal del materialismo histórico: el factor económico es la base sobre la que se sustenta el conjunto de características de las sociedades, su forma de vida, sus ideas, su organización, etc.

Características del método idealista.
Este método de entender el mundo sugiere una serie de características particulares:

1. Principio de identidad: consiste en preferir la inmovilidad al cambio. Se considera al universo como algo fijo, la naturaleza y las sociedades son permanentes. "No hay nada nuevo bajo el sol", expresiones de este tipo están muy arraigadas en nosotros.  
Es frecuente ver "chistes" como éste en la red. Cuando se critica al socialismo se suele decir que la naturaleza del ser humano es egoísta y vaga y que sin control de una fuerza superior todo sería desorden. Su naturaleza es fija y no puede cambiarse, nos dicen. Esta forma de ver las cosas olvida que si la sociedad cambia (cambian las condiciones materiales), el ser humano también lo hará.

2. Aislamiento de las cosas: si todo es inmutable, una cosa es y sigue siendo siempre. Nos habituamos a separar las cosas, acentuamos su identidad y separamos unas cosas de otras.
La metafísica tiende a ver las cosas sin relación entre ellas, de este modo se tiende a pensar por ejemplo que  "la política es la política y la filosofía es la filosofía", que no hay conexión entre ellas. Igualmente para el idealismo el hombre es independiente de la forma social en que vive. 

3. Divisiones eternas e intransferibles: esas divisiones son absolutas. Por ejemplo, "siempre ha habido ricos y pobres y siempre los habrá". Se establece entre ellos muros infranqueables, nunca será posible un cambio real.


Según esta periodista, colaboradora de medios como La Razón, el hecho de que el partido de Hitler se considerase socialista basta para relacionar a los nazis con el comunismo. Las ideologías para ella son cualidades parecidas a los adjetivos, etiquetas absolutas y aisladas, sin variación en el tiempo ni en el espacio ni más relación con otros aspectos sociales que su definición semántica. Parece infantil pero esta manera de "razonar" está bastante extendida en las redes.

4. Oposición de los contrarios: dos cosas contrarias no pueden existir al mismo tiempo. Sería una contradicción y para el idealismo la contradicción es un absurdo imposible. 

La lógica, que se considera el arte de pensar bien, siguiendo estas características llega al principio del tercero excluido, según el cual entre dos posibilidades contradictorias no hay lugar para una tercera.

La lógica es un método de razonamiento que clasifica a cada cosa de un modo bien determinado, que obliga a ver las cosas como idénticas a ellas mismas y que nos pone en disposición de elegir, de escoger entre una u otra opción excluyendo una tercera posibilidad
En las pasadas elecciones de EE.UU. la prensa española "de izquierdas" presentaba a Trump como una opción fatal y a su rival, Hillary Clinton, como la opción deseable. Ambas candidaturas se presentaban como algo aislado, opuestas y por tanto diferentes; no cabía para esta prensa la valoración de ambos partidos como las dos caras de una misma moneda que en el fondo comparten buena parte de sus políticas y sólo se diferencian en cuestiones de apariencia. Excluyendo una tercera opción se nos coloca en la diatriba de escoger a la opción heredera de Obama o en caso contrario seremos etiquetados como "partidarios de Trump". Esta celada que parece tan tosca resulta ser muy habitual, es el pan de cada día en los medios y en la política.


La dialéctica.
En oposición a la metafísica tenemos la dialéctica. La dialéctica surge de la observación de la naturaleza, donde todo se mueve y cambia, el movimiento y el cambio existe en todo y en nosotros mismos.

La dialéctica se emplea desde la Antigüedad pero dominada por la metafísica, dado que no se habían dado aún los avances científicos necesarios.

Toma una nueva dimensión con el filósofo alemán Hegel (1770-1831), que supo comprender el cambio en las ciencias. Comprobó, ayudado por esos progresos científicos, que en el universo todo es movimiento y cambio.

En la dialéctica vemos también una serie de características en su método: 

1. Ley del cambio y del movimiento dialéctico: nada permanece como es ni queda como está. Hay que estudiar las cosas en movimiento, en su cambio.
Para la dialéctica no hay nada definitivo, absoluto o sagrado. No hay poder en el mundo que pueda fijar las cosas en un estado definitivo. Todo tiene un proceso, una marcha que avanza con cambios. 

Las especies animales, por ejemplo, podríamos pensar que siempre han existido tal como las conocemos; sin embargo, a través de los estudios científicos sabemos que no han sido siempre así sino que han sufrido enormes cambios y han evolucionado hasta lo que hoy son.



2. Ley de la acción recíproca o encadenamiento de procesos: los procesos van unidos y encadenados, el mundo no es fijo sino que es un conjunto de procesos. La sociedades deben estudiarse también como un conjunto complejo de procesos, un desarrollo histórico.

En el ejemplo que poníamos antes, para la metafísica la política y la filosofía son mundos apartes que no deben estar relacionados. Esto, como estamos viendo, no es así y podemos tener una idea más completa del mundo relacionando todos sus aspectos.

3. Ley de la contradicción: las cosas se transforman en su contrario. Al analizar las cosas en movimiento, en su transformación, caeremos en continuas contradicciones. El simple movimiento es una contradicción, un cuerpo no está donde estaba hace un momento.

Cada cosa contiene ella misma y su contrario, existen antagonismos (en la vida se contienen las circunstancias que dan lugar a la muerte y a su vez la muerte de un ser vivo contiene células que permanecen vivas, además de ocasionar el desarrollo de nuevos seres vivos).

La dialéctica nos obliga a ver todos los aspectos de una cosa, no sólo un lado.

4. Ley de transformación de cantidad en calidad o ley del progreso por saltos: la naturaleza demuestra que la evolución de las cosas no puede ser sólo cuantitativa indefinidamente, en última instancia hay un cambio cualitativo. 

Por ejemplo el agua calentada hasta los 99 grados centígrados sigue siendo agua. Un grado más, 100º, y tendremos vapor.

En la Historia observamos que las grandes transformaciones  de las sociedades vienen precedidas de una acumulación de cambios que, al llegar a un determinado punto, suponen un salto y es entonces cuando se produce la transformación.


Según quienes niegan esto, la Historia tiene "accidentes", cosas que ocurren pero podrían no haber pasado. Es normal ver en los libros e internet explicaciones como la de la imagen que acompaña estas letras: la Revolución Francesa se explica en que Luis XVI era débil. De no ser así la Historia hubiera seguido otro curso. La dialéctica enseña que las Revoluciones son procesos necesarios. Se acumulan cambios continuos que acaban produciendo un cambio brusco.


El materialismo histórico. 
El materialismo histórico es, simplemente, la aplicación de este método dialéctico a la historia de las sociedades humanas.  

Los idealistas dicen que un proletario o un burgués son uno u otro porque piensan como uno u otro. Por el contrario, nosotros decimos que, si piensan como un proletario o como un burgués, es porque son uno u otro. Un proletario tiene una conciencia de clase proletaria porque es proletario. 


Si se es burgués -se dice- es porque se piensa como un burgués; para no serlo, pues, basta cambiar la manera de pensar y, para hacer cesar la explotación burguesa, basta con efectuar un trabajo de convicción ante los patrones. Esta es una teoría defendida por los socialistas cristianos  y del socialismo utópico. Pero también es la teoría de los fascistas que luchan contra el capitalismo no para suprimirlo sino para hacerlo más “¡razonable!”. Cuando el patronato comprenda que explota a los obreros -dicen- no lo hará más. He aquí una teoría completamente idealista, cuyos peligros son visibles.


Marx nos habla del “ser social”. ¿Qué entiende por eso? 
Los hombres actúan porque tienen ciertas ideas. Deben estas ideas a sus condiciones materiales de existencia, porque pertenecen a una u otra clase. Esto no quiere decir que haya sólo dos clases en la sociedad: hay una cantidad de clases, de las cuales principalmente dos están en lucha: burguesía y proletariado. Por lo tanto, bajo las ideas se encuentran las clases. La sociedad está dividida en clases, que luchan una contra la otra. Así, si se examinan las ideas de los hombres, se comprueba que esas ideas están en pugna, y bajo estas ideas encontramos a las clases que también están en pugna. En consecuencia, las fuerzas matrices de la Historia, es decir, lo que explica la Historia, es la lucha de clases.




Al estudiar el materialismo histórico, hemos visto que la historia de las sociedades se explica por el encadenamiento siguiente: los hombres hacen la historia por su acción, expresión de su voluntad. Esta es determinada por las ideas. Hemos comprobado que lo que explica las ideas de los hombres, es decir, su ideología, es el medio social donde se manifiestan las clases, las que a su vez están determinadas por el factor económico, o sea, al fin de cuentas, por el modo de producción. Hemos visto también que entre el factor ideológico y el factor social se encuentra el factor político, que se manifiesta en la lucha ideológica como expresión de la lucha social. Por lo tanto, si examinamos la estructura de la sociedad a la luz del materialismo histórico, vemos que en la base se encuentra la estructura económica; luego, por encima de ella, la estructura social, que sostiene la estructura política,y por último la estructura ideológica.

Vemos, por consiguiente, que es la estructura económica la que está en la base de la sociedad. Se dice también que es la infraestructura (lo que significa la estructura inferior). La ideología, que comprende todas las formas: la moral, la religión, la ciencia, la poesía, el arte, la literatura, constituye la supra o superestructura (que significa: estructura que está en la cima). 

Conciencia verdadera y conciencia falsa.
Acabamos de decir que las ideologías son el reflejo de las condiciones materiales de la sociedad, que es el ser social quien determina la conciencia social. Se podría deducir de ello que un obrero debe tener automáticamente una ideología obrera. 
Pero tal suposición no corresponde a la realidad, porque hay obreros que no tienen conciencia de obreros. Por lo tanto, corresponde establecer una distinción: la gente puede vivir en condiciones determinadas, pero la conciencia que tienen de ello puede no corresponder a la realidad. Es lo que Engels llama: “tener una conciencia falsa”.
Cuentas tan divertidas como ésta, pese a ser parodias muy exageradas, no difieren por desgracia de los comentarios que podemos escuchar en cualquier bar español.



Simplemente porque ha razonado mal, porque ha elegido mal su ideología, este obrero puede convertirse para nosotros en un enemigo de clase, mientras que, sin embargo, él es de nuestra clase. Así, tener una conciencia falsa, es engañarse o ser engañado sobre su verdadera condición.

Por consiguiente, el trabajo ideológico tiene para nosotros, marxistas, una extremada importancia. Hay que destruir la conciencia falsa para adquirir una conciencia verdadera y esta transformación no puede realizarse sin el trabajo ideológico.

Ahora sabemos mejor lo que es el materialismo dialéctico, forma moderna del materialismo, fundado por Marx y Engels y desarrollado por Lenin. Por eso se habla hoy de marxismo-leninismo. 

Marxismo-leninismo y materialismo dialéctico están indisolublemente unidos, y sólo el conocimiento del materialismo dialéctico permite medir toda la extensión, todo el alcance, toda la riqueza del marxismo-leninismo. Esto nos lleva a decir que el militante no está verdaderamente armado ideológicamente si no conoce el conjunto de esta doctrina.

La burguesia, que lo ha comprendido bien, se esfuerza por introducir su propia ideología en la conciencia de los trabajadores empleando todos los medios posibles. 

Paralelamente a la lucha en la calle y en el lugar de trabajo, los militantes deben llevar a cabo la lucha ideológica. Su deber es defender nuestra ideología contra todas las formas de ataque, y, al mismo tiempo, dirigir la contraofensiva para la destrucción de la ideología burguesa en la conciencia de los trabajadores. Pero para dominar todos los aspectos de esta lucha, hay que estar armado. El militante sólo lo será verdaderamente mediante el conocimiento del materialismo dialéctico.




Recomendamos la lectura de este libro, fácil de encontrar en internet y a precio asequible en cualquier librería. 


lunes, 27 de noviembre de 2017

La Guerra Civil en Francia. La Comuna de París.

Nos acercamos en esta entrada al segundo texto en el que Marx hace un análisis materialista de la realidad política en Francia, tras El 18 Brumario (del que hay también en este blog un resumen comentado). La finalidad es animar a la lectura de los textos marxistas a través de estos comentarios-resumen, que puedes descargarte en formato PDF pinchando sobre estas letras y compartir a través del móvil(se leen bien porque el tamaño de la letra es grande). Todos los resúmenes y comentarios los puedes seguir en la etiqueta DescargaPDF.
Ilustración sobre la Comuna de la página del Partido comunista Francés.

En palabras de Engels en el prólogo de este texto, es importante difundir los análisis materialistas de Marx para "poner en disposición de los obreros" esta manera de ver la realidad desde el punto de vista de clase. El lector podrá comprobar que ese punto de vista es perfectamente útil e interesante hoy, siglo y medio después, y que es comprensible y está al alcance de cualquier lector que tenga un mínimo de interés en Filosofía, Política o Historia.

Marx escribe estos ensayos sobre sucesos que se están produciendo en el mismo tiempo, en forma de manifiestos o informes que presenta (por tanto de manera simultánea a los acontecimientos) a la Asociación Internacional de Trabajadores. La AIT o Primera Internacional fue una organización creada unos años antes, 1864, que agrupaba a sindicalistas, anarquistas y socialistas con el objetivo de organizar el movimiento obrero a nivel mundial.

Marx dedica sus estudios a estos sucesos, en manifiestos que exponen de manera clara y concisa la situación de Francia entre los años 1870 y 1871, pues era en el país galo donde se encontraba el centro de gravedad de la lucha de clases en aquel momento histórico. Para entender mejor la lectura, es conveniente conocer aunque sea a grandes rasgos el momento histórico.
Barricada en paris 1871, por Pierre-Ambrose_Richebourg

(A partir de aquí intentamos hacer un resumen utilizando las propias palabras textuales de Marx, las del prólogo de Engels a la propia obra y terminamos con un texto de Lenin sobre la Comuna).

Unos años antes, en 1848, caía Luis Felipe de Orleans y con él la época del Imperio Napoleónico y su continuación monárquica, dando paso a una república que fue celebrada por los obreros franceses, que veían en ella una república "social". Pronto fueron desengañados. En cuanto los republicanos burgueses se sintieron fuertes desarmaron a los obreros y llevaron a cabo una matanza brutal. Era la primera vez que la burguesía manifestaba qué crueldad era capaz de desatar en cuanto el proletariado se atrevía a disputarle el poder.

Aquella terrible masacre de 1848 -comenta Engels en su prólogo- no fue sino el preludio de lo que se vivió con la Comuna de parís en 1871.
Grabado e imagen superpuesta sobre la actual rue Ramponeau, © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

La Guerra franco-prusiana, conflicto bélico que tuvo lugar entre ambos años, es calificada por Marx en su primer manifiesto como una guerra de dinastías, un conflicto entre los intereses del Segundo Imperio Francés de Napoleón III y el Reino de Prusia con el apoyo de Alemania, con la finalidad de disputarse la anexión de territorios europeos y ejercer la hegemonía en el continente. 


Tras la derrota de las tropas francesas en Sedán, el 3 de septiembre de 1870, que decanta la victoria en favor de Prusia, se proclama la república en París. Adolphe Thiers (veterano político de larga trayectoria y conservador), en nombre de la defensa nacional, toma el poder.

En realidad, las intenciones del gobierno de Thiers son las de la traición, ante los avances de la clase obrera prefieren vender al país ante Prusia. Para ello necesitan como prioridad que París sea desarmada.
Soldados versalleses durante la semana sangrienta, misma fuente.

Los orígenes de la Comuna de París (18 mayo - 28 mayo de 1871) se encuentran por tanto en los planes de traición del gobierno provisional. Desde el inicio de la república, Thiers tiene el plan de la capitulación de París, que se produce el 28 de enero. Con ella se inicia una serie de intrigas traidoras con el enemigo, cuyo obstáculo final era el desarme del pueblo parisino.

Los conspiradores traman lograrlo alegando que la artillería de la Guardia Nacional de París pertenecía al Estado y debía serle devuelta. Estos cañones habían sido adquiridos por suscripción abierta entre la Guardia Nacional.

París se encontró entonces ante una disyuntiva: rendir las armas, siguiendo las órdenes de los traidores y reconociendo que la revolución iniciaba el traspaso de poderes de Luis Bonaparte a sus rivales monárquicos, o seguir luchando para derribar del todo las condiciones políticas que habían generado el Segundo Imperio.

Heroicamente París decide resistir a los conspiradores, aún con los cañones prusianos dentro de la ciudad.

Thiers desata la guerra civil al enviar una expedición militar nocturna con el objetivo de apoderarse de los cañones, intento que fracasó ante la confraternización de la Guardia Nacional con el pueblo. El 18 de marzo, de los 300.000 guardias nacionales sólo pasan al bando de Thiers unos 300. La revolución obrera, por tanto, se adueñaba de París, con un Comité Central como gobierno provisional.

Desde esta fecha hasta la entrada sangrienta de las tropas versallesas, la revolución estuvo exenta de violencia. Sólo dos generales, Lecomte y Clement Thomas, fueron ejecutados por los soldados por haber obligado a las tropas a disparar sobre mujeres y niños.
Barricada rue Allemagne, Commune-18711, misma fuente.

¿Qué fue la Comuna? "El 18 de marzo de 1871 París se despertó entre un clamor de gritos de Vive la Commune!". 
"Los proletarios de París -dice el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se ha dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos".

París se había levantado en armas contra el intento de Thiers de perpetuar aquel viejo poder heredado del imperio. Y si pudo resistir París fue porque se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional formada por obreros. Para convertir el hecho en algo duradero, decretaron en primer lugar sustituir el ejército permanente por el pueblo armado

La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los distritos. Eran responsables de su trabajo y sus cargos revocables en todo momento.
Los funcionarios y cargos públicos debían desempeñar su trabajo con salarios de obreros

Una vez suprimido el ejército permanente y la policía, elementos de fuerza física del antiguo gobierno, la Comuna elimina el poder espiritual: decreta la separación de la Iglesia del Estado, expropia las iglesias, las instituciones de enseñanza son abiertas al pueblo.
Pasaje literal del texto de Marx

El final de la Comuna llega tras varios intentos de Thiers de ocupar París mediante conspiraciones, obteniendo en principio sólo fracasos y la huída a Versalles de todo el gobierno. Sin efectivos militares ni apoyo de las demás provincias, que piden una solución pacífica, prueba la estrategia de celebrar elecciones municipales, en las que tampoco obtiene el respaldo necesario.

Con ello sin embargo gana tiempo para seducir a las clases medias parisinas con una comedia de conciliación, en la que promete no vengarse sino de los "causantes de los asesinatos de Lecomte y Thomas", y la aceptación final de su república como mejor sistema posible.

Es Bismarck, el canciller alemán, quien ofrece la salida decisiva. Ordena a Thiers sellar definitivamente la paz restaurando el imperio o aceptando sin reservas las condiciones de paz. Estas condiciones incluían la ocupación de París por tropas prusianas y acortar los plazos de pago de las indemnizaciones de guerra; a cambio de ello ofrecía liberar al ejército bonapartista prisionero. 

Obviamente, ante la perspectiva de disponer de un ejército para exterminar la Comuna, Thiers acepta las condiciones y se apresura a firmar.
Caricatura de Thiers de un periódico local de la época

La masacre de los comuneros se perpetró tras una resistencia heroica en las calles de París durante ocho días. Las matanzas a sangre fría de hombres, mujeres y niños fueron de una crueldad máxima. De las columnas de prisioneros eran elegidos al azar unos cuantos y se les ejecutaba al momento en las calles.
Texto literal del prólogo de Engels.
Fusilamientos de la calle Haxo (posible montaje), imagen de www.historie-fr.com

En un artículo escrito por Lenin en 1911 para el 40 aniversario de la Comuna de París, leemos:

"¿Por qué el proletariado, no sólo francés sino de todo el mundo, honra a sus precursores en los hombres de la Comuna de París? ¿Y cuál es el legado de la Comuna?

La Comuna nació espontáneamente; nadie lo había preparado consciente y metódicamente. Una guerra infeliz con Alemania; el sufrimiento del asedio; el desempleo del proletariado y la ruina de la pequeña burguesía; la indignación de las masas contra las clases altas (...) llevaron al pueblo de París a la revolución del 18 de marzo, que inesperadamente puso el poder en manos de la Guardia Nacional entre las manos de la clase obrera y la pequeña burguesía que se habían puesto del lado de él.

(...) Los trabajadores solos permanecieron fieles hasta el final de la Comuna. Los republicanos burgueses y la pequeña burguesía pronto se desprendieron de ella: algunos asustados por el carácter proletario, socialista y revolucionario del movimiento; los otros cuando lo vieron condenado a una cierta derrota. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno sin miedo y cansancio; solo lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para todos los trabajadores.

(...) Para que triunfe una revolución social, se requieren al menos dos condiciones: fuerzas productivas altamente desarrolladas y un proletariado bien preparado. Pero en 1871 estas dos condiciones faltaban. El capitalismo francés todavía estaba subdesarrollado y Francia era sobre todo un país de la pequeña burguesía (artesanos, campesinos, tenderos, etc.). Además, no hubo un partido de trabajadores; la clase trabajadora no tenía preparación ni capacitación prolongada y, en su masa, ni siquiera tenía una idea muy clara de sus tareas y los medios para lograrlas. No hubo una organización política seria del proletariado, ni sindicatos ni asociaciones de cooperativas de masas ...

(...) Todas estas medidas mostraron claramente que la Comuna era un peligro mortal para el viejo mundo basado en la servidumbre y la explotación. De modo que la sociedad burguesa no pudo descansar hasta que la bandera roja del proletariado flotó en el Ayuntamiento de París. Y cuando, finalmente, las fuerzas gubernamentales organizadas lograron prevalecer sobre las fuerzas mal organizadas de la revolución, los generales bonapartistas, golpeados por los alemanes y valientes contra sus compatriotas vencidos, hicieron una carnicería como París nunca había visto. Cerca de 30,000 parisinos fueron masacrados por la furiosa soldadesca, casi 45,000 fueron arrestados, muchos de los cuales debían ser ejecutados después; miles fueron enviados a las galeras o deportados. 

La causa de la Comuna es la de la revolución social, la de la total emancipación política y económica de los trabajadores, la del proletariado mundial. Y en ese sentido, ella es inmortal."  Lenin, abril de 1911
(texto completo aquí.)


* La mayoría de ilustraciones son © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

jueves, 28 de septiembre de 2017

EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN

Vamos a por el comentario de otra obra, insistiendo en esta rareza en la que se está convirtiendo recomendar libros, más si son libros antiguos (y el no va más: libros, antiguos y comunistas).

Nos aventuramos en esta entrada nada más y nada menos que con EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN, dentro de la serie de comentarios de textos para militantes o interesados, explicado con palabras sencillas. Como las anteriores entradas, te la puedes descargar en un archivo pdf con letra grande que se lee bien en el móvil si pinchas con el ratón sobre estas letras.

Y como siempre, te recordamos que los libros que Marx, Engels o Lenin escribieron fueron pensados para difundirlos entre el pueblo, es decir, que están al alcance del entendimiento de todo el personal. La intención es que leas directamente los originales, te animamos a intentarlo.
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El Estado y la Revolución. 
Este libro de Lenin, de no muy larga extensión, fue escrito en los meses previos a la Revolución de Octubre. El propio Lenin explica en las palabras finales: "tenía ya trazado el plan del capítulo siguiente pero vino a estorbarme la víspera de la Revolución. De estorbos así uno no tiene más que alegrarse".
En él podremos aprender interesantes cuestiones sobre el comunismo: el papel del Estado en la sociedad, el proceso de transformación de una sociedad hacia el comunismo, diferencias entre un método revolucionario y la perspectiva reformista, entre otros.

1. La sociedad de clases y el Estado.
Nos dice Lenin, nada más empezar a leer, que las enseñanzas de Marx suelen manipularse de manera que su mensaje sea más del agrado de los enemigos del pueblo, esto es, restándole su fuerza revolucionaria.
Uno de los objetivos principales del texto es por tanto restaurar el pensamiento marxista sobre el Estado, ante las opiniones de otros teóricos marxistas (principalmente Karl Kautsky) a quienes Lenin consideraba oportunistas y cuyas tesis amenazaban con frenar la Revolución Bolchevique.

La idea fundamental de partida es que el Estado es la manifestación de la imposibilidad de conciliar las contradicciones de clase. El Estado aparece en el momento en que las clases sociales no pueden acomodar sus intereses. Es decir, en el proceso de desarrollo de la sociedad llega un punto en el que el acuerdo pacífico de convivencia es insostenible, dado que el motor que la mueve -recordemos- es la lucha material entre ellas, pues como sabemos una clase social vive de la explotación de otra clase (la clase de los adinerados y propietarios de los medios se alimenta de la explotación de la clase trabajadora). Cuando esa lucha se vuelve intolerable, aparece un poder abstracto, situado aparentemente por encima de todos, que pone "orden" y mantiene a las clases en una situación estable. Ese poder situado por encima es el Estado.

Desde esta forma de verlo, materialista, el Estado se revela como un órgano de dominación de clase, una fuerza especial de represión de una clase sobre otra, que legaliza y sostiene esa relación injusta.


"Me parece haber visto un lindo maderito", decía con sorna un tuitero sobre el asunto del crucero de Piolín. Cuando el Estado ve amenazada su integridad -aunque sea por otro Estado de similares características- asoma su cara violenta y moviliza a sus fuerzas armadas, sin importarle hacer el ridículo espantoso internacionalmente.


Aunque cueste trabajo de aceptar, esa relación incompatible entre clases no puede resolverse ni siquiera con la mediación de un Estado razonable, amistoso o sensato. Tampoco es posible imaginar un proceso paulatino de transformación del Estado hacia uno justo e igualitario. Será necesario romperlo por completo.

Para demostrar esa relación imposible tenemos varias pruebas en nuestra vida diaria. Veamos, por ejemplo, el papel que desempeñan las fuerzas armadas
Todos los Estados disponen de unos cuerpos de hombres armados y además sus añadidos: comisarías, cárceles, cuarteles, etc. Estas fuerzas armadas tienen una función represora evidente.
En las huelgas generales es característico ver situaciones como ésta. La policía, bien armada para detener los posibles disturbios, no se sitúa al azar por las calles; se sitúa donde sabe que debe proteger a los intereses que sostienen al Estado que les paga su sueldo.

Para mantener su poder el Estado necesita los impuestos y las deudas. El poder de los bancos se convierte en la mejor manera de llevar a la práctica el dominio absoluto. Es un poder tan grande que logra sobornar la voluntad de los gobiernos (recordemos la reforma constitucional en España que relegaba las necesidades básicas -educación, sanidad- al pago de la deuda).  

El capitalismo logra así ponerle riendas a la democracia para someterla a su antojo, de tal modo que la aparente libertad democrática en el capitalismo le asegura su dominio: el cambio de unas personas por otras, de unos partidos por otros, respaldado además por la votación del pueblo, no supone cambios que hagan modificar la relación de poder de una clase sobre otra.
Caricatura con el título: "ahora él entiende el juego", un trabajador con el rótulo "trabajador con conciencia de clase" en su peto es tratado de engatusar por un capitalista que mueve las marionetas de los políticos. Recordemos que vimos en anteriores entradas que esta idea ya aparece en el Manifiesto: los parlamentos actuales no son más que consejos de administración de los intereses capitalistas.

La manera en que el Estado debe dejar paso a una sociedad libre es a través de su extinción. El Estado, en palabras de Engels que cita Lenin en su obra, se manifiesta como representante de toda la sociedad mediante la posesión de los medios de producción. El paso de estos medios de manos estatales a manos del pueblo es lo que llevará a que se extinga.

Esto no quiere decir que ese paso pueda producirse de manera pausada, gradual y sin brusquedades. La experiencia de las revoluciones estudiadas por Marx en sus tiempos (revoluciones de 1848) mediante el materialismo histórico demuestran que todas ellas fracasaron por este motivo principalmente, por no haber comprendido la necesidad de controlar los medios de producción para derrotar totalmente al Estado capitalista.

Obviamente, ese paso de unas manos a otras de los medios no puede ser realizado de manera pacífica. Nunca los capitalistas consentirán perder la fuente de su situación privilegiada de buen grado. La cuestión de la violencia en la Revolución es uno de los aspectos más controvertidos. Dice Lenin que este asunto es intencionadamente olvidado por quienes quieren manipular las ideas de Marx y Engels. 



La violencia revolucionaria supone un tema polémico para quienes critican a los comunistas. Sin embargo, los que vivimos en el lado oprimido de las clases sociales sabemos por experiencia cómo funciona la violencia del Estado capitalista. Los cierres de empresas, los desahucios, los recortes en sanidad o educación son formas también violentas, aunque se produzcan sin golpes o disparos. Cuando alguien se atreve a plantar cara, surge la violencia física, que no entiende de ancianos o niños o enfermos.

2. La dictadura del proletariado.
En las obras en las que Marx analizó desde el punto de vista del materialismo histórico las revoluciones anteriores a la soviética (por ejemplo en el 18 Brumario, comentado en una entrada anterior en este blog), podemos comprobar que las teorías propias de socialistas utópicos (los que tienen ideas bien intencionadas de justicia e igualdad pero que no se sustentan en el marxismo o no las interpretan bien) acaban sirviendo más a los intereses capitalistas que a los intereses obreros, pues llevan a creer que es posible ese paso paulatino de un Estado represor a un Estado manejado por trabajadores.

En el Manifiesto leemos: "Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado en clase dominante, la conquista de la democracia. El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante". Lenin resalta con clara intención los términos dominante y clase gobernante.

En el 18 Brumario: "Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina (del Estado), en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor". De este modo el poder del Estado pasa de una parte de la burguesía a otra, sin terminar de ser controlado por el pueblo, que acaba finalmente traicionado, vendido por intereses particulares de quienes en el proceso revolucionario burgués logran puestos y sillones o pequeñas parcelas de poder.

En este engaño se produce la evidencia de la dominación de las clases poderosas sobre el pueblo. Se trata de una auténtica dictadura burguesa. El único método de transición hacia una sociedad libre es el de oponer a ese dominio autoritario otro poder similar, pero inverso, es decir, una dictadura del proletariado, una sociedad cuyo Estado provisional siga el dictado de la clase trabajadora



3. La Comuna de París.
En 1871 se produce en París una insurrección liderada por proletarios que por primera vez declaraban a una ciudad independiente del poder monárquico y capitalista. En palabras de Marx, los comuneros tomaban el cielo por asalto.

Este suceso histórico es tratado por Marx en La guerra civil en Francia. Considera que es una experiencia que supone un paso adelante en la revolución mundial de los trabajadores. A través de su estudio Marx confirma que romper la máquina burocrática del Estado es la tarea principal del proletariado en un proceso revolucionario.

Pero una vez desecha esa gran maquinaria, ¿con qué se sustituye? 
El análisis de la Comuna es ilustrativo. Su primer decreto fue suprimir el ejército permanente para sustituirlo por el pueblo armado. La creación de un ejército popular debe ser una reivindicación necesaria en un proyecto socialista. El poder debe estar asegurado en manos del pueblo.

El siguiente paso es modificar todo el aparato burocrático. Suprimir todos los gastos de representación y los privilegios de todos los burócratas del Estado, la reducción de los salarios de los altos funcionarios hasta el nivel del salario de un obrero. 

La posibilidad de elegir y revocar en cualquier momento todos los cargos públicos son medidas sencillas que reorganizan el Estado y sirven de puente entre el capitalismo y el socialismo. Pero todas ellas sólo se completan con la expropiación de la propiedad privada sobre los medios de producción y su transformación en propiedad social.
Los heroicos comuneros de París ante una barricada.


La abolición del parlamentarismo, que supone decidir una vez cada cierto número de años qué representantes de la clase dominante van a oprimir al pueblo desde el parlamento, es otra tarea necesaria.
Para ellos es necesario convertir los parlamentos en corporaciones de trabajo, en instituciones libres de engaño dado que son los propios trabajadores quienes tienen que trabajar ellos mismos, realizar sus propias leyes, comprobar los resultados y responder de ellos ante el electorado. 

4. Las bases económicas de la extinción del Estado.
El nuevo Estado proletario es también un órgano que debe extinguirse, es un paso, una fase entre dos periodos revolucionarios. Este proceso significa la verdadera transición del capitalismo al comunismo. 

El proceso tiene unos grados o etapas, inferior y superior de la sociedad comunista.

En la primera fase la sociedad acaba de salir de las entrañas del capitalismo, tiene aún el sello de la sociedad antigua. Los medios de producción ya no son privados, ahora pertenecen a toda la sociedad. Cada miembro al ejecutar una parte de trabajo socialmente necesario obtiene a cambio una cantidad correspondiente de productos del fondo común de artículos, de manera que recibe de la sociedad lo que entrega a ésta.

Esta primera etapa del comunismo, que podemos llamar socialismo, supone una distribución justa. Pero a su vez  supone también un defecto: no todas las personas son iguales, unos son más fuertes o débiles, otros más hábiles o tardos, otros son casados o solteros, unos tienen más hijos que otros, etc.

Por tanto el derecho que persigue la igualdad acaba causando desigualdad. Este defecto es inevitable en esta primera fase, no se puede pretender que personas criadas en el capitalismo pasen a trabajar en comunismo sin resentirse. Para superarlo es necesario el comunismo completo.

En la fase superior de la sociedad comunista desaparece la subordinación de los individuos a la división del trabajo y el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, siguiendo la regla "de cada uno según su capacidad; a cada cual según su necesidad". Desaparece así una de las fuentes más importantes de desigualdad social. Las fuerzas productivas una vez expropiadas, a su vez, posibilitan desarrollar la producción de manera notable. 

Esta cuestión es la que diferencia al socialismo del comunismo. Mientras los medios de producción se conviertan en en propiedad común puede emplearse el término comunismo, siempre que tengamos en cuenta que no se trata de comunismo completo. No tiene una madurez económica completa. Cuando la mayoría del pueblo comience a llevar el control y aprendan a dirigir por ellos mismos los asuntos será completa la extinción del Estado y la nueva forma de convivencia pasará a ser costumbre. 


Esperamos que te haya servido para aclarar algunos conceptos importantes del comunismo. 
El folleto El Estado y la Revolución se encuentra en casi todas las bibliotecas públicas (en la de Mairena del Alcor hay dos ejemplares) y en ediciones de bolsillo es bastante barato.

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