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jueves, 19 de septiembre de 2019

¿Por qué el Anti-Dühring?

Nuestro viejo amigo Vladimiro decía en aquel folleto llamado Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo (aquí se hizo un repaso) que el texto conocido como el Anti-Dühring era uno de los libros "que no debía faltarle a todo obrero con conciencia de clase".

La subversión de la ciencia por don Eugenio Dühring, que era el nombre verdadero, conocido como Anti-Dühring (supongo que como eco de una obra de Julio César dirigida a Cato, Anticato) sabemos que es un texto de referencia para los comunistas, puesto que en un formato breve y muy asequible a cualquier lector resume las ideas principales del materialismo dialéctico. 

En él podemos leer a Engels refutando las teorías de don Eugenio de manera detallada y a al mismo tiempo una especie de contrapartida argumental con las teorías marxistas. Por eso es interesante el texto, porque resulta muy didáctico leer las ideas marxistas expuestas de manera esquematizada y además en cierto modo comparadas con las ideas de un adversario ideológico contemporáneo de Marx y el propio Engels.


Es por eso que recomiendo su lectura a todo estudiante joven o a quien esté queriendo iniciarse en el marxismo, aunque sea talludito como es mi caso. Pero aquí no venimos a hablar del libro. Me interesa más bien dar una respuesta a estas preguntas: ¿quién era Dühring? ¿Por qué Engels le dedicó toda una obra? ¿Por qué se le atacó con esa dureza? 





Si pudiéramos traer, de una manera mágica, al señor Dühring hasta nuestros días y hacer que conviviese en el actual panorama político, yo me apuesto que las cadenas de TV se rifarían su presencia. No sé si los más famosos periodistas de hoy lograrían convencerle; al parecer don Eugenio tenía un carácter complicado, pero seguro que la Sexta Noche habría movido cielo y tierra para llevarle ante las cámaras en su show político nocturno. 


¿Quién era Dühring? En internet pueden leerse comentarios que me parecen un tanto despectivos -Dühring no sería conocido hoy día si Engels no se hubiera visto obligado a mencionarle-, pero es verdad que su mensaje no ha llegado a la posteridad. Lo cierto es que en su tiempo fue un personaje muy peculiar y bastante popular.

David Riazanov, historiador del marxismo y miembro del Partido Bolchevique, escribió (1): "leyendo el Anti-Dühring podría suponerse que era un perfecto cretino. Pero Dühring no era precisamente un mentecato, sino un hombre de gran valía, poseedor de cualidades aptas para suscitar el entusiasmo y la admiración de la juventud. Poseía una cultura enciclopédica que se movía y orientaba libremente en los problemas de las ciencias naturales y la filosofía, de la economía política y del socialismo. Sus doctrinas exponían un sistema ideológico completo y daban respuesta a las preguntas más torturantes." 


Tampoco era precisamente un desconocido en su tiempo. Dice Riazanov: "Había conquistado ascendiente entre la juventud debido al odio que los profesores abrigaban contra él. Añádase que su vida estaba lejos de ser feliz, como no puede serlo la del hombre que a los veintiocho años se queda ciego y está obligado a adquirir todos sus conocimientos con ayuda de otros. Había sufrido mucho y eso contribuía a que conquistara simpatías".


Al parecer fue en su momento una persona muy influyente en el ambiente político de la Alemania de aquellos tiempos. Durante años fue admirado por los jóvenes estudiantes de la Universidad de Berlín. Acompañado de un niño llegaba a la universidad y explicaba filosofía y política ante una legión de admiradores que le escuchaban embelesados. Tal era su autoridad que se puede hablar de un culto a su figura en Berlín. 


Llegó a ejercer influjo incluso entre compañeros de Marx y Engels en el partido socialdemócrata, aunque su ideología era distante a la marxista. Dühring criticó abiertamente las teorías de Marx y era visto por sus admiradores como un radical que señalaba las "deficiencias" del socialismo científico desde una posición más a la izquierda. 

La situación de los socialistas de Alemania era difícil. Presionados por la persecución del gobierno, de un carácter muy reaccionario y represivo, los socialistas alemanes entendieron la conveniencia de unirse en un solo partido. En aquel momento se hallaban divididos en dos grandes tendencias, por una parte los seguidores de las tesis marxistas y por otra los de Lasalle. En 1875 se celebró el congreso de la ciudad de Gotha y se había creado un programa que en cierto modo uniría los propósitos de ambas tendencias, aunque no sin la crítica mordaz de Marx, quien como sabemos redactó un análisis muy duro en su texto Crítica al programa de Gotha

Dice Riazanov que el Partido Socialdemócrata Alemán nació en 1875 producto de la fusión, en el Congreso de Gotha, del Partido Obrero Socialdemócrata -de inspiración marxista y dirigido por Bebel y Liebknecht (padre de Karl, que años después sería asesinado junto a Rosa Luxemburgo)- y la Asociación General de los Trabajadores Alemanas, fundada por Ferdinand Lasalle. Esa unión inspiró una profunda desconfianza en Marx y Engels debido a las profundas concesiones hechas a los seguidores lasallianos. 

Esa desconfianza se agudizó al aumentar el dominio ideológico personificado en la figura de Dühring. El nivel intelectual de la socialdemocracia no era suficientemente elevado para haber aceptado aún, de manera total, las teorías marxistas y permitía ese desliz con tesis opuestas y poco científicas. Escribe Engels en el prólogo a la primera edición: "no se quería dar nuevamente ocasión a una división y confusión sectarias en el partido, todavía demasiado joven, y que acababa de llegar a la unión definitiva".  

Por tanto, un militante curioso que leyese acerca de este pasaje histórico del comunismo podría preguntarse ¿por qué ese ataque tan cruento a un supuesto compañero de partido, cuando era necesaria la unidad de los socialistas en aquel difícil momento?

Si conocemos el detalle de los hechos, la división producida por la distancia ideológica de las dos tendencias y las importantes diferencias teóricas que les separaban, la respuesta es clara. Marx y Engels dedicaron casi toda su vida a mantener la doctrina del socialismo científico, del materialismo dialéctico. El enfoque del profesor Dühring suponía poner en riesgo el avance que hasta el momento se había logrado en el desarrollo del socialismo moderno. Sus ideas eran erróneas e idealistas, aunque de apariencia radical casaban a la perfección con la corriente lasalliana, reformista e inocua para la política dictatorial del gobierno conservador de entonces.   



Veamos algunas muestras de ello en el propio texto. 
En una breve introducción, Engels parece querer sentar las bases del marxismo en un breve texto, como preparación o recordatorio de la lectura posterior. Inicia con una afirmación contundente: el socialismo moderno es por su contenido el producto de la percepción del antagonismo de clase entre poseedores y desposeídos, asalariados y burgueses, por una parte; y de la anarquía reinante en la producción, por otra. Pero, por su forma teórica, se presenta inicialmente como una continuación, en apariencia más consecuente,  de los principios establecidos por los grandes  ilustrados franceses del siglo XVIII.  Como toda nueva teoría, el socialismo moderno tuvo que enlazar con el pensamiento que existía previamente. Pero la raíz, el origen real del socialismo, reside en las condiciones económicas.

Continúa luego: un comunismo ascético que enlazaba con la tradición espartaca, fue la primera forma de la doctrina. Después vinieron los tres grandes utópicos: Saint Simon, Fourier, y Owen. (...) Los tres tienen en común el hecho de no representar los intereses del proletariado.

Un poco después: Semejante tipo de concepción es, en lo esencial, la de todos los socialistas ingleses y franceses y el de los primeros socialistas alemanes, incluyendo a Weitling. El socialismo es la expresión de la verdad absoluta, de la razón y la justicia absolutas, y basta con que sea descubierto para que por su propia fuerza conquiste el mundo; como la verdad absoluta es independiente del tiempo, el espacio y de la evolución histórica, es meramente casual la cuestión del lugar y el momento de su descubrimiento. (...) De ello no podía resultar más que una especie de socialismo ecléctico de término medio que domina las cabezas de la mayoría de los trabajadores socialistas de Francia e Inglaterra; mezcla, de una parte, de las manifestaciones críticas de los principios económicos menos contradictorios y, de otra parte, de las representaciones sociales futuristas de los diversos fundadores de escuela.
Para hacer del socialismo una ciencia había que empezar por situarlo en el terreno de la realidad.

En definitiva, la lucha de Engels contra Dühring es a grandes rasgos la misma de Marx con Proudhon, de Rosa Luxemburgo con Bernstein o Lenin con los mencheviques. 

En la historia del socialismo existen y han existido personajes bienintencionados, de gran influencia y predicamento en las masas, que no empleaban en sus métodos el materialismo sino conceptos idealistas que les llevaban a crear discursos de apariencia radical (o todo lo contrario, de apariencia pacífica y moderada) pero que en el fondo eran inocuos para el sistema, no tenían la consistencia ni la capacidad para hacer daño al capitalismo en sus fundamentos.



1. Enlace al texto completo en Fundación Federico Engels que contiene el interesante artículo de Riazanov Cincuenta años del Anti-Dühring. 




martes, 21 de mayo de 2019

¿Redistribuir la riqueza?

Leemos estos días de campañas electorales que el problema está en el reparto de la riqueza, que la cuestión de fondo es que la ciudadanía debe revertir la políticas liberales y lograr unos gobiernos que procedan a un reparto de la riqueza más justo (frase literal leída ayer). 

Entiendo que tiene su lógica esta afirmación. Vemos cada día que los datos económicos nos muestran que las riquezas están cada vez más concentradas en un pequeño porcentaje de la población y que además la diferencia de volumen con respecto a la inmensa mayoría se acrecenta de un modo absolutamente rechazable por cualquier moral o ética.

Ayer también vimos la polémica surgida en los medios sobre la donación del señor Amancio Ortega, quien había anunciado el regalo generoso de varios millones para luchar contra el cáncer. No voy a ofender la inteligencia del lector discutiendo esta noticia, me sirve para poner ejemplo al asunto, puesto que el debate generado dividía a los liberales que se asombraban de la ingratitud de los que rechazaban las donaciones y a los progresistas que enfocaban el problema en la redistribución de  la riqueza mediante los impuestos.

La cuestión que muchos nos preguntamos, aprendices de comunistas pejigueros y cansinos que se hacen demasiadas preguntas, es: ¿de verdad el problema de la desigualdad está en un mal reparto de la riqueza?

Los Simpsons ya predijeron la distribución de la riqueza en forma de lluvia de dinero

Nos dicen los expertos que la economía tiene tres fases: producción, distribución y consumo. Este esquema se adapta como un guante al modo de ver las cosas desde la perspectiva capitalista (en este blog hicimos modestamente ese ejercicio de explicar las bases del capitalismo desde su óptica en estas entradas ). Es así porque en el capitalismo todo es un gran mercado, la vida es un inmenso mercado donde todo se vende, por tanto el proceso general, tanto para una caja de fresones de Huelva como para las aplicaciones de una empresa informática de Hong Kong, el recorrido sigue las fases de producción, luego se lleva al mercado y por último se vende. 

Así pues parece lógico pensar que si todos producimos (todos trabajamos o necesitamos trabajar para vivir) y también todos consumimos (quien quiera mantener esa manía de seguir viviendo), es decir si siempre se cumplen los dos extremos de esa cadena, es por tanto en ese reparto intermedio de los bienes donde el mecanismo falla. 

Pues bien, esto no es así.

Se admite que en tiempo de campaña electoral los mensajes se reducen al mínimo, por aquello de que la izquierda siempre va en desventaja de propaganda al no contar con el apoyo de los grandes medios. Se comprende también que en tiempos de derrota ideológica pretendamos no abarcar demasiado, no sea que por querer ir más allá de lo que el público está dispuesto a entender perdamos la explicación de asuntos más básicos.

Es cierto además que ante la imposibilidad momentánea de emprender luchas mayores, y ante el descalabro en derechos de la clase trabajadora y la voracidad del capital en su supuesta crisis, es necesario hacer los ajustes que se puedan llevar a cabo en forma de impuestos más equitativos, defensa del Estado de bienestar, planes de empleo, etc. Pero como lo cortés no quita lo valiente, no cuesta nada explicar la verdad del asunto mientras se pelea por estas reformas. Porque de otro modo, podríamos pensar que la izquierda entiende ese reparto como la panacea de todos nuestros males, de manera que estaría contando a los trabajadores una verdad a medias.

Para contar toda la verdad, vamos a llamar a nuestro amigo Carlos Marx, que como siempre acude corriendo y nos da unas cuantas advertencias:

1. Poner el énfasis en la distribución de la riqueza presupone el rol del empresario como motor del progreso. El sufrido emprendedor de nuestros días, héroe del desarrollo neoliberal, que se hace a sí mismo, se bate el cobre emprendiendo y con sus brazos sostiene todo el proceso económico; luego que se reparta mal ya no es culpa suya, bastante tiene con emprender. Aunque parezca exagerada, esta es la idea que se tiene hoy día si miramos las noticias de las páginas color salmón. De la lectura de los clásicos, Smith, Ricardo, puede llegarse a esta conclusión: el mercado es injusto, pobres obreros, su trabajo no se valora bajo los valores de la igualdad, fraternidad y libertad, y también se infiere de los socialistas utópicos y anarquistas, Owen, Proudhon, con quienes Marx tuvo una intensa discusión en sus obras y no fue por motivos personales.

2. El problema surge en la producción. Las sociedades vienen determinadas por la manera en que se lleva a cabo ese trabajo imprescindible para la fabricación de productos y su consumo. No son los empresarios quienes producen la riqueza, son los trabajadores. La clase social de quienes no poseen esos medios es la clase que en realidad sostiene todo el conjunto sobre sus hombros; los empresarios sólo poseen los medios. Pretender repartir la riqueza creada por los propios trabajadores supone arrebatarles lo que ellos mismos han creado y repartirlo además según reglas contrarias a sus intereses.

3. El capital tiende a la acumulación y a la ganancia. Por muy bienintencionado que sea un empresario, la propia competencia en el mercado le llevará siempre a reducir los costes para poder seguir compitiendo, en una carrera sin fin en la que el eslabón más débil, el obrero, es quien tiene todas las papeletas para perder antes o después. La caridad y las donaciones no son más que brindis al sol ante la marea imparable de la inmensa masa del capital. 

4. Esta imparable desigualdad afecta, por supuesto, siempre a los mismos, a los trabajadores. Arrinconados en una inmensa tropa de parados, quedan sin armas frente a esos gobiernos progresistas de cuya benevolencia quedan dependientes, con la única ventana que se abre cada cuatro años en las urnas como única esperanza. Pero mientras los medios de producción estén en pocas manos, esos gobiernos no podrán evitar que lo que nos den con una mano se nos quite con la otra. 

5. Por tanto, ese reparto de la riqueza es un parche, una medida paliativa. Necesaria, pero incompleta. Para seguir formando a nuestros compañeros de clase de manera veraz, debemos explicar que sin el control de esos medios nunca habrá una sociedad verdaderamente equitativa, que esa debe ser la meta y nuestro trabajo por impuestos más equitativos y la defensa de los sistemas públicos, aunque parezca enorme de por sí, no deja de ser una etapa en un camino cuya finalidad es transformar la sociedad entera, no reformarla.

Para añadir un texto sobre el tema, creo que es interesante recomendar la Crítica al programa de Gotha (1875), en la que Marx analiza el programa del Partido Obrero Alemán, y en el que podremos leer párrafos tan sugerentes como éste: