jueves, 28 de septiembre de 2017

EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN

Vamos a por el comentario de otra obra, insistiendo en esta rareza en la que se está convirtiendo recomendar libros, más si son libros antiguos (y el no va más: libros, antiguos y comunistas).

Nos aventuramos en esta entrada nada más y nada menos que con EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN, dentro de la serie de comentarios de textos para militantes o interesados, explicado con palabras sencillas. Como las anteriores entradas, te la puedes descargar en un archivo pdf con letra grande que se lee bien en el móvil si pinchas con el ratón sobre estas letras.

Y como siempre, te recordamos que los libros que Marx, Engels o Lenin escribieron fueron pensados para difundirlos entre el pueblo, es decir, que están al alcance del entendimiento de todo el personal. La intención es que leas directamente los originales, te animamos a intentarlo.
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El Estado y la Revolución. 
Este libro de Lenin, de no muy larga extensión, fue escrito en los meses previos a la Revolución de Octubre. El propio Lenin explica en las palabras finales: "tenía ya trazado el plan del capítulo siguiente pero vino a estorbarme la víspera de la Revolución. De estorbos así uno no tiene más que alegrarse".
En él podremos aprender interesantes cuestiones sobre el comunismo: el papel del Estado en la sociedad, el proceso de transformación de una sociedad hacia el comunismo, diferencias entre un método revolucionario y la perspectiva reformista, entre otros.

1. La sociedad de clases y el Estado.
Nos dice Lenin, nada más empezar a leer, que las enseñanzas de Marx suelen manipularse de manera que su mensaje sea más del agrado de los enemigos del pueblo, esto es, restándole su fuerza revolucionaria.
Uno de los objetivos principales del texto es por tanto restaurar el pensamiento marxista sobre el Estado, ante las opiniones de otros teóricos marxistas (principalmente Karl Kautsky) a quienes Lenin consideraba oportunistas y cuyas tesis amenazaban con frenar la Revolución Bolchevique.

La idea fundamental de partida es que el Estado es la manifestación de la imposibilidad de conciliar las contradicciones de clase. El Estado aparece en el momento en que las clases sociales no pueden acomodar sus intereses. Es decir, en el proceso de desarrollo de la sociedad llega un punto en el que el acuerdo pacífico de convivencia es insostenible, dado que el motor que la mueve -recordemos- es la lucha material entre ellas, pues como sabemos una clase social vive de la explotación de otra clase (la clase de los adinerados y propietarios de los medios se alimenta de la explotación de la clase trabajadora). Cuando esa lucha se vuelve intolerable, aparece un poder abstracto, situado aparentemente por encima de todos, que pone "orden" y mantiene a las clases en una situación estable. Ese poder situado por encima es el Estado.

Desde esta forma de verlo, materialista, el Estado se revela como un órgano de dominación de clase, una fuerza especial de represión de una clase sobre otra, que legaliza y sostiene esa relación injusta.


"Me parece haber visto un lindo maderito", decía con sorna un tuitero sobre el asunto del crucero de Piolín. Cuando el Estado ve amenazada su integridad -aunque sea por otro Estado de similares características- asoma su cara violenta y moviliza a sus fuerzas armadas, sin importarle hacer el ridículo espantoso internacionalmente.


Aunque cueste trabajo de aceptar, esa relación incompatible entre clases no puede resolverse ni siquiera con la mediación de un Estado razonable, amistoso o sensato. Tampoco es posible imaginar un proceso paulatino de transformación del Estado hacia uno justo e igualitario. Será necesario romperlo por completo.

Para demostrar esa relación imposible tenemos varias pruebas en nuestra vida diaria. Veamos, por ejemplo, el papel que desempeñan las fuerzas armadas
Todos los Estados disponen de unos cuerpos de hombres armados y además sus añadidos: comisarías, cárceles, cuarteles, etc. Estas fuerzas armadas tienen una función represora evidente.
En las huelgas generales es característico ver situaciones como ésta. La policía, bien armada para detener los posibles disturbios, no se sitúa al azar por las calles; se sitúa donde sabe que debe proteger a los intereses que sostienen al Estado que les paga su sueldo.

Para mantener su poder el Estado necesita los impuestos y las deudas. El poder de los bancos se convierte en la mejor manera de llevar a la práctica el dominio absoluto. Es un poder tan grande que logra sobornar la voluntad de los gobiernos (recordemos la reforma constitucional en España que relegaba las necesidades básicas -educación, sanidad- al pago de la deuda).  

El capitalismo logra así ponerle riendas a la democracia para someterla a su antojo, de tal modo que la aparente libertad democrática en el capitalismo le asegura su dominio: el cambio de unas personas por otras, de unos partidos por otros, respaldado además por la votación del pueblo, no supone cambios que hagan modificar la relación de poder de una clase sobre otra.
Caricatura con el título: "ahora él entiende el juego", un trabajador con el rótulo "trabajador con conciencia de clase" en su peto es tratado de engatusar por un capitalista que mueve las marionetas de los políticos. Recordemos que vimos en anteriores entradas que esta idea ya aparece en el Manifiesto: los parlamentos actuales no son más que consejos de administración de los intereses capitalistas.

La manera en que el Estado debe dejar paso a una sociedad libre es a través de su extinción. El Estado, en palabras de Engels que cita Lenin en su obra, se manifiesta como representante de toda la sociedad mediante la posesión de los medios de producción. El paso de estos medios de manos estatales a manos del pueblo es lo que llevará a que se extinga.

Esto no quiere decir que ese paso pueda producirse de manera pausada, gradual y sin brusquedades. La experiencia de las revoluciones estudiadas por Marx en sus tiempos (revoluciones de 1848) mediante el materialismo histórico demuestran que todas ellas fracasaron por este motivo principalmente, por no haber comprendido la necesidad de controlar los medios de producción para derrotar totalmente al Estado capitalista.

Obviamente, ese paso de unas manos a otras de los medios no puede ser realizado de manera pacífica. Nunca los capitalistas consentirán perder la fuente de su situación privilegiada de buen grado. La cuestión de la violencia en la Revolución es uno de los aspectos más controvertidos. Dice Lenin que este asunto es intencionadamente olvidado por quienes quieren manipular las ideas de Marx y Engels. 



La violencia revolucionaria supone un tema polémico para quienes critican a los comunistas. Sin embargo, los que vivimos en el lado oprimido de las clases sociales sabemos por experiencia cómo funciona la violencia del Estado capitalista. Los cierres de empresas, los desahucios, los recortes en sanidad o educación son formas también violentas, aunque se produzcan sin golpes o disparos. Cuando alguien se atreve a plantar cara, surge la violencia física, que no entiende de ancianos o niños o enfermos.

2. La dictadura del proletariado.
En las obras en las que Marx analizó desde el punto de vista del materialismo histórico las revoluciones anteriores a la soviética (por ejemplo en el 18 Brumario, comentado en una entrada anterior en este blog), podemos comprobar que las teorías propias de socialistas utópicos (los que tienen ideas bien intencionadas de justicia e igualdad pero que no se sustentan en el marxismo o no las interpretan bien) acaban sirviendo más a los intereses capitalistas que a los intereses obreros, pues llevan a creer que es posible ese paso paulatino de un Estado represor a un Estado manejado por trabajadores.

En el Manifiesto leemos: "Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado en clase dominante, la conquista de la democracia. El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante". Lenin resalta con clara intención los términos dominante y clase gobernante.

En el 18 Brumario: "Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina (del Estado), en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor". De este modo el poder del Estado pasa de una parte de la burguesía a otra, sin terminar de ser controlado por el pueblo, que acaba finalmente traicionado, vendido por intereses particulares de quienes en el proceso revolucionario burgués logran puestos y sillones o pequeñas parcelas de poder.

En este engaño se produce la evidencia de la dominación de las clases poderosas sobre el pueblo. Se trata de una auténtica dictadura burguesa. El único método de transición hacia una sociedad libre es el de oponer a ese dominio autoritario otro poder similar, pero inverso, es decir, una dictadura del proletariado, una sociedad cuyo Estado provisional siga el dictado de la clase trabajadora



3. La Comuna de París.
En 1871 se produce en París una insurrección liderada por proletarios que por primera vez declaraban a una ciudad independiente del poder monárquico y capitalista. En palabras de Marx, los comuneros tomaban el cielo por asalto.

Este suceso histórico es tratado por Marx en La guerra civil en Francia. Considera que es una experiencia que supone un paso adelante en la revolución mundial de los trabajadores. A través de su estudio Marx confirma que romper la máquina burocrática del Estado es la tarea principal del proletariado en un proceso revolucionario.

Pero una vez desecha esa gran maquinaria, ¿con qué se sustituye? 
El análisis de la Comuna es ilustrativo. Su primer decreto fue suprimir el ejército permanente para sustituirlo por el pueblo armado. La creación de un ejército popular debe ser una reivindicación necesaria en un proyecto socialista. El poder debe estar asegurado en manos del pueblo.

El siguiente paso es modificar todo el aparato burocrático. Suprimir todos los gastos de representación y los privilegios de todos los burócratas del Estado, la reducción de los salarios de los altos funcionarios hasta el nivel del salario de un obrero. 

La posibilidad de elegir y revocar en cualquier momento todos los cargos públicos son medidas sencillas que reorganizan el Estado y sirven de puente entre el capitalismo y el socialismo. Pero todas ellas sólo se completan con la expropiación de la propiedad privada sobre los medios de producción y su transformación en propiedad social.
Los heroicos comuneros de París ante una barricada.


La abolición del parlamentarismo, que supone decidir una vez cada cierto número de años qué representantes de la clase dominante van a oprimir al pueblo desde el parlamento, es otra tarea necesaria.
Para ellos es necesario convertir los parlamentos en corporaciones de trabajo, en instituciones libres de engaño dado que son los propios trabajadores quienes tienen que trabajar ellos mismos, realizar sus propias leyes, comprobar los resultados y responder de ellos ante el electorado. 

4. Las bases económicas de la extinción del Estado.
El nuevo Estado proletario es también un órgano que debe extinguirse, es un paso, una fase entre dos periodos revolucionarios. Este proceso significa la verdadera transición del capitalismo al comunismo. 

El proceso tiene unos grados o etapas, inferior y superior de la sociedad comunista.

En la primera fase la sociedad acaba de salir de las entrañas del capitalismo, tiene aún el sello de la sociedad antigua. Los medios de producción ya no son privados, ahora pertenecen a toda la sociedad. Cada miembro al ejecutar una parte de trabajo socialmente necesario obtiene a cambio una cantidad correspondiente de productos del fondo común de artículos, de manera que recibe de la sociedad lo que entrega a ésta.

Esta primera etapa del comunismo, que podemos llamar socialismo, supone una distribución justa. Pero a su vez  supone también un defecto: no todas las personas son iguales, unos son más fuertes o débiles, otros más hábiles o tardos, otros son casados o solteros, unos tienen más hijos que otros, etc.

Por tanto el derecho que persigue la igualdad acaba causando desigualdad. Este defecto es inevitable en esta primera fase, no se puede pretender que personas criadas en el capitalismo pasen a trabajar en comunismo sin resentirse. Para superarlo es necesario el comunismo completo.

En la fase superior de la sociedad comunista desaparece la subordinación de los individuos a la división del trabajo y el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, siguiendo la regla "de cada uno según su capacidad; a cada cual según su necesidad". Desaparece así una de las fuentes más importantes de desigualdad social. Las fuerzas productivas una vez expropiadas, a su vez, posibilitan desarrollar la producción de manera notable. 

Esta cuestión es la que diferencia al socialismo del comunismo. Mientras los medios de producción se conviertan en en propiedad común puede emplearse el término comunismo, siempre que tengamos en cuenta que no se trata de comunismo completo. No tiene una madurez económica completa. Cuando la mayoría del pueblo comience a llevar el control y aprendan a dirigir por ellos mismos los asuntos será completa la extinción del Estado y la nueva forma de convivencia pasará a ser costumbre. 


Esperamos que te haya servido para aclarar algunos conceptos importantes del comunismo. 
El folleto El Estado y la Revolución se encuentra en casi todas las bibliotecas públicas (en la de Mairena del Alcor hay dos ejemplares) y en ediciones de bolsillo es bastante barato.

Aquí tienes enlaces de entradas similares a ésta sobre textos marxistas, en cada entrada tienes un enlace para descargarlo en PDF y leerlo con facilidad en el móvil o socializarlo con los compañeros: