jueves, 3 de noviembre de 2016

Fenómeno fan y estado de coma de la dialéctica

La polémica suscitada ayer tras la noticia del asunto del portavoz de Podemos en el Senado, Ramón Espinar, más allá de las  cuestiones éticas, trajo consigo una cadena de réplicas en la prensa y en las redes que nos parece interesante analizar.

Llama la atención, en primer lugar, el cariz de la "contra-campaña" lanzada a través de las redes y medios bajo el lema "máquina del fango" (#MaquinadelFango en Twitter), mediante la cual los compañeros en la cúpula de su partido advertían de la posibilidad de una filtración desde el grupo PRISA para alterar el actual proceso de primarias.

A raíz de esta maniobra (que ya es peculiar en sí misma, pues suena a "vieja política" que las reacciones se dirijan a inculpar a otros y no a explicar al propio), surgieron una cantidad de comentarios y opiniones que alcanzaron un nivel de desatino sorprendente. No es el primero que se produce ante otras situaciones controvertidas de las primeras figuras de Podemos, cuyos perfiles mediáticos tan magnificados traen consigo estos inconvenientes. Pero en este caso de Espinar nos ha parecido llamativo el nivel de fanatismo producido en algunas reacciones.

Los que hemos vivido etapas
Cartel de IU de finales de los 80

anteriores (no necesariamente por mucha edad, hay quienes tienen edad suficiente y entonces no quisieron participar aunque ahora se hayan convertido en animales políticos de las redes) consideramos que es interesante preguntarse por qué la izquierda -o lo que se considera hoy izquierda- de la "nueva política" goza de una privilegiada clá y de un entregado ejército de fans que en la vieja política era considerada una rareza propia de cuatro locos, rojos recalcitrantes.  

Se dirá, con razón, que tampoco hubo en las últimas décadas un movimiento de izquierdas puro que lograse cierta representatividad y que IU, siendo el movimiento político mayoritario, se encontraba ya inmerso en la socialdemocracia. Puede ser, pero al menos en el entorno de militancia y simpatizantes de IU permanecía el reducto de una serie de valores políticos de la izquierda (nacionalización de sectores estratégicos, rechazo a la UE y a la OTAN,
Viñeta del tumblr Raffeijoo
proximidad a los gobiernos socialistas de otros continentes, alternativa al capitalismo, etc) que en la llamada nueva política han desaparecido y se ha descendido un escalón en el nivel de exigencia ideológica, esto es, una bajada hacia el siguiente peldaño que es el de la aceptación plena del capitalismo "moderado" como mal menor. 



¿Qué aspectos han favorecido este fenómeno de fidelización de entusiastas en esta "nueva política" que en la anterior no existían?

Sobre todo es notable el diferente rasero con el que parte de los medios trata a esta nueva izquierda. 
La Sexta ha sacado más rédito a la pantalla
partida que el cine de los 60
En otros tiempos ese tratamiento era muy distinto. Los viejos rockeros recordamos el desprecio con que se ignoraba a los representantes de la izquierda parlamentaria. Eran directamente ignorados por la prensa, la TV o la radio "progre". Esto en el mejor de los casos, ya que en el peor cuando aparecían en los medios era para el oprobio y la ignonimia.
Sin embargo, Podemos y sus distintas marcas gozan de las simpatías de medios como Público o La Sexta, hasta tal punto de afinidad y apego que llega a superarse aquel argumento con el que se justificaba esta circunstancia y que hablaba del aprovechamiento de una "brecha mediática". La brecha ya es el Cañón del Colorado y alguno de los actores de la "nueva política" parecen tener su residencia habitual en un plató.

Uno de los supervillanos
de la TV actual, Inda.
Se añade a esta circunstancia el haber sabido transformar el anterior descrédito y desdén que los ciudadanos demostraban hacia cualquier cosa que oliese a política y que hoy se ha revertido hacia un interés inusitado. Las noches del sábado, antes dedicadas a las series o el fútbol en TV, hoy marcan hitos de audiencia por debates políticos, con memorables disputas verbales entre los primeros espadas y los "sparrings" que las televisiones les colocan como saco de entrenamiento.

La decadencia del discurso político (para el que se aviene como anillo al dedo la discrepancia con el marxismo clásico
Jóvenes fans del PP
del discurso posmarxista de Laclau y el ciudadanismo que rechaza el posicionamiento en el eje izquierda-derecha), sumado a una desmedida importancia a la vía parlamentaria, ha conllevado que ese acercamiento reciente de los ciudadanos a la política se haya producido más por la vía de los sentimientos que por el razonamiento. La visceralidad con que los nuevos simpatizantes se producen contra quienes hagan crítica de sus líderes así lo indica: los simpatizantes acérrimos de la derecha en poco se diferencian de los nuevos seguidores de la izquierda, el insulto hacia una de las posturas produce un feedback de refuerzo en la posición opuesta, de tal modo que ambas conviven en perfecta simbiosis.

Las redes sociales han contribuido en buena manera a este declive en la calidad del discurso político. La inmediatez y exceso de información que recibimos a diario nos ha convertido en lectores ocasionales y poco constantes. Hoy pocos tienen la paciencia de leer más allá de 140 caracteres. El militante de la "nueva política" es un consumidor de nueva tecnología que mediante conexión inalámbrica a su teléfono inteligente es bombardeado a diario por miles de reseñas, comentarios, imágenes chistosas, eslóganes adjuntados a una fotografía (memes) y poco más. 

En definitiva, dado que ya están sobrando parrafadas en este texto, podríamos afirmar sin riesgo a equivocarnos mucho que este fenómeno de captación de entusiastas supone un fuerte quebranto de la dialéctica. Malos tiempos para la lírica.


En mí combaten
el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero solo esto último
me impulsa a escribir.


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