lunes, 14 de enero de 2019

El compromiso político de los cronopios

Portada de la novela gráfica de Julio Cortázar, Fantomas contra los vampiros multinacionales

Vivimos tiempos en los que los artistas e intelectuales de moda se preocupan enormemente por los derechos humanos cuando miran a Venezuela, pero al mismo tiempo callan ante las decenas de sindicalistas asesinados en Colombia (según datos de la Defensoría del Pueblo, entre el 1 de enero de 2016 y el 22 de agosto de 2018 fueron asesinadas 343 personas por motivos políticos en Colombia).

Son tiempos por tanto de gran fariseísmo. Siempre ha existido esa falsedad, claro, pero si se supone una capacidad de los autores y pensadores por acceder a la cultura y a la información -es decir, no son personas sospechosas de ignorancia o desidia-, con más motivo en nuestros días de artefactos electrónicos e inmediatez de las redes sociales podemos pensar que ese grado de hipocresía es de un nivel considerable.

No debe extrañarnos. El dominio de la ideología políticamente correcta conduce al rebaño como perro pastor  hacia el redil hasta a los artistas más rebeldes. El escritor que quiera ver su nombre en el suplemento cultural del periódico en el que toda la "clase media" elige su próximo disco y el siguiente restaurante premiado a visitar, no tiene más remedio que rendir pleitesía a la ideología dominante. De otro modo le espera el ostracismo mediático, la autopromoción con editoriales tramposas y las tournés con ejemplares bajo el brazo. 

Las ovejas negras ya no son fusiladas, como en aquel minicuento de Monterroso. Hoy son compradas y seducidas por el brillo de las vanidades. Pocas son las voces que contradicen esta norma. Por eso y porque me da la gana quiero subir al blog esta entrada sobre uno de mis escritores favoritos, Julio Cortázar. 

Don Julio en La habana, ya barbudo.

Si uno se mete a averiguar en san Google sobre la conocida relación de Cortázar con los gobiernos de izquierdas y, en especial, con la Revolución Cubana, podrá comprobar que es necesario avanzar varias páginas de resultados hasta hallar alguno que no explique este compromiso del autor en los motivos más peregrinos: enajenación doctrinaria, deseo extravagante de llevar la contraria, candidez utópica, confusión estética... Pocos tienden a buscar la explicación más simple: por convicción ideológica.

Los expertos distinguen en la vida del escritor argentino tres etapas. Una primera de juventud en su tierra natal, una segunda en Europa a la que corresponde su obra más famosa, Rayuela, que le introdujo de pleno en el fenómeno del boom latinoamericano, y una última etapa que algunos críticos consideran de decadencia, entre otros motivos por estar "politizada".  En 1963 es invitado a Cuba para formar parte del jurado del Premio de las Américas (un premio literario que se celebra en La Habana desde el 60 hasta la actualidad) y al parecer este viaje le emociona vivamente: "un mes ahí y ver, simplemente ver, nada más que dar la vuelta a la isla y mirar y hablar con la gente, para comprender que estaba viviendo una experiencia extraordinaria".



¿Hasta qué punto llegó el compromiso político de un escritor de fama mundial, hijo de familia acomodada, cosmopolita y de refinados gustos, crítico de Jazz y excelente traductor de francés e inglés?

En sus propias palabras: "estaba en Francia cuando la guerra de liberación de Argelia y viví muy de cerca ese drama que era al mismo tiempo y por causas opuestas un drama para los argelinos y para los franceses. Luego, entre el año 59 y el 61, me interesó toda esa extraña gesta de un grupo de gente metida en las colinas de la isla de Cuba que estaban luchando para echar abajo un régimen dictatorial".

No sería la Revolución Cubana la única relación de Cortázar con la política. Visitó en 1970 Chile para manifestar su apoyo a Salvador Allende. Donó los derechos de una de sus obras, Los autonautas de la cosmopista, escrito junto con su esposa Carol Dunlop, a la Nicaragua sandinista. Dedica algunas de sus obras a temas relacionados con la militancia revolucionaria, como el Libro de Manuel o la curiosa novela gráfica Fantomas contra los vampiros multinacionales, en la que de manera novelada difunde su participación en el Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra o Tribunal Russell-Sartre, un organismo público establecido por los filósofos Bertrand Russell y Jean-Paul Sartre, que se encargó de investigar la  intervención militar de EE.UU. en Vietnam. Derechos de otras de sus obras serían cedidos también para ayuda a presos políticos de su Argentina.

Es decir, puede verse que la intención política de Cortázar iba más allá de la simple firma del típico documento de adhesión o de la declaración bienintencionada de un personaje público. No se trata sólo, por tanto, del fugaz deslumbramiento ante la figura carismática de Fidel Castro que pretenden vendernos los diversos artículos que se leen en la red. 

Supongo que el hecho de haber elogiado precisamente a Castro y al Che (uno de sus cuentos, Reunión, que puedes leer en el libro de cuentos que a mi gusto es el mejor de Cortázar, Todos los fuegos el fuego, trata sobre el desembarco del Che en Cuba) contribuyeron desde entonces a crear una sombra de rencor hacia el genial escritor. El odio que esta pequeña isla caribeña produce en el mundo capitalista se extiende a quienes osen manifestarle su apoyo, como si el criminal bloqueo económico se extendiese igualmente al aspecto cultural.

Por si algún lector que haya llegado hasta aquí se lo pregunta, sobre el manifiesto del Caso Padilla (poeta encarcelado durante poco más de un mes, acusado de difundir infamias contra la revolución; poco después el mismo Padilla confesaba sus difamaciones), encuentro que la fuente de las fuentes de nuestros días, la Wikipedia, es inexacta y no dice toda la verdad. Es cierto que Cortázar firmó en un primer momento una carta dirigida a Fidel en la que numerosos intelectuales (entre ellos Sarte, Goytisolo, Octavio Paz, Rulfo, Sontag, Beauvoir) le pedían que observase las circunstancias de la detención. Al no tener una respuesta positiva, los intelectuales redactaron una segunda carta, más vehemente, que en este caso algunos se negaron a firmar. Fue el caso de Cortázar y de Gabriel García Márquez. 
Cortázar, disfrazado de vampiro, bromea a Gabriel García Márquez.

El autor de Rayuela con motivo de las disputas de las confesiones de Heberto Padilla, escribió su “Policrítica en la hora de los chacales”. El chacal principal en el mundo, según el poema, era el capitalismo, en complicidad con la mayoría del resto de los países de América Latina. “El pobre Julio, por esa pendiente, terminará haciendo cosas tristes”, comentó en esos años Mario Vargas Llosa (1). Sabemos hoy  los españoles -el tiempo pone a cada uno en su sitio- quién hizo las cosas tristes. 


1. Cortázar y Cuba,  Jaime Perales Contreras, Georgetown University (enlace). 



viernes, 11 de enero de 2019

5 cosas de Venezuela que se supone NO deberías saber


La prensa española, fiel a los intereses que la patrocinan, da voz a quienes pretenden nuevamente desestabilizar al gobierno venezolano, ahora en la toma de posesión de su legítimo presidente, Nicolás Maduro, en su segundo mandato.

En este caso la situación adquiere gravedad al añadirse el anuncio velado de una intervención militar por parte de EE.UU. y sus secuaces, pese a que en Venezuela existe una gran mayoría que apoya a su gobierno democrático, como demuestran las numerosas manifestaciones populares. 

Una asociación de países creada con la supuesta finalidad de "solucionar la crisis", llamada Grupo de Lima (lástima de esta bella ciudad y del país cuna de José Carlos Mariátegui) agrupa a países como Argentina, Colombia, México o Brasil, auspiciados por los estadounidenses, condena el "régimen" venezolano y anuncia su intención firme de "reponer la democracia" hasta última instancia, en un encubierto apoyo a la salida bélica.

Estos paladines de la democracia y de los derechos humanos pretenden que ignores cosas que los españoles no deberíamos saber:

1. Las injerencias históricas de EE.UU. en Latinoamérica son innumerables. Baste recordar los ejemplos del derrocamiento y asesinato de Salvador Allende en Chile y el posterior régimen criminal de Pinochet, o la dictadura en Argentina, ambas encuadradas en el maquiavélico Plan Cóndor que iniciaba el horror neoliberal en América, con asesinatos y desapariciones de activistas, políticos o estudiantes por millares.

2. Los golpes de Estado "blandos" de hoy que sustituyen a aquellos planes de atentados (hoy día es más complicado ocultar un crimen) y desestabilizan económica y judicialmente a gobiernos democráticamente elegidos por el pueblo, véase el ejemplo de Lula en Brasil que ha devenido en la sustitución de un gobierno progresista por uno rayano al fascismo, con Bolsonaro.

3. La situación dramática de países como Colombia, con decenas de sindicalistas asesinados impunemente, la violencia sistémica de México o la situación de miseria en Honduras, o las caravanas de migrantes rumbo a la frontera norteamericana, o la grave crisis en Argentina. En estos países no hay problemas para la prensa española, no hay derechos humanos pisoteados que defender, no existe nada allá, los artistas no se solidarizan públicamente, todo está bien.

4. Las elecciones en Venezuela no son "dudosas" como dice la prensa española. De hecho son las elecciones más vigiladas del planeta. Y cuando no puede demostrar lo contrario, alude a la baja participación. Más bien tendríamos que dejar de ver la paja en el ojo ajeno y preguntarnos si las nuestras representan realmente la "voluntad del pueblo".

5. La preocupación del "mundo libre" por los países con grandes reservas de recursos naturales oscila en un rango muy elástico, que tiene la tesitura entre la inquietud máxima acerca de Venezuela hasta la complicidad amistosa con Arabia Saudí (que sí es curiosamente un régimen antidemocrático y carente de derechos humanos).


En definitiva, EE.UU. y sus lacayos simplemente desprecian la soberanía de los pueblos que pretenden salirse del redil imperialista, les molesta que un pueblo decida por sí mismo, que anteponga la salud y la libertad de sus gentes a los intereses económicos y al control de los recursos naturales. Es ésta la única verdad. Los llantos por los derechos humanos háganlos en sus propios países quienes presumen de defenderlos.


lunes, 17 de diciembre de 2018

La izquierda de San Junípero

De la famosa serie televisiva Black Mirror mi capítulo preferido es el que se llama San Junípero. Para quien no lo haya visto o no recuerde, (lo recomiendo), es aquel capítulo en el que las personas pueden experimentar una existencia paralela conectándose a un dispositivo. Los conectados son desplazados virtualmente -pero con un realismo absoluto que se asemeja a la propia existencia- a una ciudad imaginaria, San Junípero, que es una especie de zona residencial costera al estilo californiano, donde todos los habitantes son eternamente jóvenes y reviven el ambiente fiestero de los años 80 o 90.
Una escena del capítulo con las protagonistas, de la serie producida por Endemol y distribuida por Netflix.


Los usuarios de esa realidad simulada pueden disfrutarla unas horas al día mientras están vivos o decidir, antes de la muerte, si quieren vivir allí virtualmente de manera indefinida. 

El guión da bastante juego y plantea diversas lecturas. Sugiere el debate en cuanto a la levedad de la existencia humana y a la realidad virtual como evasiva, similar al opio. (También es llamativo que las protagonistas sean una pareja lesbiana e interracial; en mi opinión hay otro aspecto interesante de la trama y es la dualidad entre el amante y el amado, el que se enamora sin freno y el que se deja amar o menosprecia el amor con desdén. Pero eso es otra historia. Como comunistas rancios y ninotchkianos, nos interesa aquí sólo el aspecto ilusorio de esa vida artificial).

¿Quién no se ha dejado llevar alguna vez por ensoñaciones mientras estaba despierto? Yo mismo confieso haber pasado horas con la mirada perdida, mientras en el interior de mi cabeza era el delantero centro que llevaba al Sevilla a ganar la Copa de Europa o el batería de Led Zeppelin. Debe ser una característica propia del ser humano el ensoñar, más aún cuando la vida no es un camino de rosas.

Nuestra realidad se encuentra repleta de fantasías que no son sólo las que producen los ensueños particulares. Comenzando por la religión, que se plantea como respuesta a las preguntas inevitables del ser humano la fe en fuerzas superiores. Como sabemos los que nos hemos iniciado en esto del materialismo dialéctico, la sociedad también está construida sobre axiomas que aceptamos como indiscutibles pero que observados con detenimiento son ilusorios.

Marx demuestra en El Capital que pilares de la sociedad como la teoría del valor, base sobre la que se apoya todo nuestro sistema económico, surgen de fetiches. La mercancía, el dinero, el mercado. Objetos y circunstancias reales que por arte de magia cobran vida y obtienen poderosos atributos fuera de lo normal, como la mesa que sigue siendo un objeto físico vulgar y corriente. Pero en cuanto empieza a comportarse como mercancía, la mesa se convierte en un objeto físicamente metafísico. No sólo se incorpora sobre sus patas encima del suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las demás mercancías, y de su cabeza de madera empiezan a salir antojos mucho más peregrinos y extraños que si de pronto la mesa rompiese a bailar por su propio impulso (1).

Incluso las fluctuaciones de los salarios y los precios, la demanda y la oferta, eje sobre el que se sostiene la economía capitalista en que vivimos, está supuestamente apoyada en un equilibrio de carácter casi mágico que otorga al libre mercado una cualidad semejante a la justicia universal. No tienen en cuenta, como explica Marx, la realidad mundana y palpable del trabajo humano y de su expresión social:

Júzguese, pues, de la importancia decisiva que tiene la transformación del valor y precio de la fuerza de trabajo en el salario, es decir, en el valor y precio del trabajo mismo. En esta forma exterior de manifestarse, que oculta y hace invisible la realidad, invirtiéndola, se basan todas las ideas jurídicas del obrero y del capitalista, todas las mistificaciones del régimen capitalista de producción, todas sus ilusiones librecambistas, todas las frases apologéticas de la economía vulgar. (2)

Pero ¿por qué se fomenta el pensamiento basado en ilusiones?

Como sabemos, el pensamiento dominante es el pensamiento de la clase dominante (de nuevo el amigo Marx).  Esto es, la ideología cumple la importante función de asegurar en el poder a la clase dirigente, la clase que tiene el mando del Estado y que mediante él somete al resto, impidiendo que por cualquier motivo los sometidos puedan tender a rebelarse.

Una clase social cuyo pensamiento está, por así decirlo, distraído con dilemas cuya resolución no afecta a nada que haga daño al sistema, es una clase sometida:

Un hombre listo dio una vez en pensar que los hombres se hundían en el agua y se ahogaban simplemente porque se dejaban llevar de la idea de la gravedad. Tan pronto como se quitasen esta idea de la cabeza, considerándola por ejemplo como una idea nacida de la superstición, como una idea religiosa, quedarían sustraídos al peligro de ahogarse. Ese hombre se pasó la vida luchando contra la ilusión de la gravedad, de cuyas nocivas consecuencias le aportaban nuevas y abundantes pruebas todas las estadísticas. (3)


¿Y cómo se expresa esto en la vida de nuestros días?

En la situación actual la izquierda ha encontrado en las elecciones un fetiche con el que pretende retomar la hegemonía del descontento social, perdida y disipada desde los movimientos surgidos en 2011 en torno a los ciudadanos indignados.

Desde aquella fecha no dejan de sucederse las apariciones de nuevas plataformas electorales, las confluencias y los nuevos impulsos en cada cita con las urnas. La izquierda parece querer reinventarse en cada semestre, en este tiempo que nos ha tocado vivir en el que el ritmo vertiginoso nos hace creer que todo es nuevo, o mejor que todo debe ser nuevo. 

No quiero decir con esto que deba menospreciarse la participación en los procesos electorales. Ni tampoco que debamos centrarnos en la práctica de los frentes de lucha ajenos al parlamentarismo. Quiero decir que se valora en exceso, en ocasiones como el único valor posible, y se convierte en una ilusión más, la ilusión electoralista. Y en especial ese campo electoral no se emplea en combatir al pensamiento dominante.

Una persona con poca formación materialista (una persona normal formada en el sentido común, tenga o no educación superior, es decir cualquiera de nosotros) puede llegar a creer que una victoria electoral es la solución a todos los problemas. Por ejemplo, puede pensar que la cuestión es de personas, que sustituir a unos dirigentes corruptos por otros decentes es la clave. O puede creer que un dirigente de interminable expediente (me refiero a expediente académico, no laboral) está más capacitado para un puesto de responsabilidad que un trabajador simple. Y si deja de ejercitar el razonamiento crítico puede acabar creyendo cualquier infamia que le repitan los medios

Del mismo modo una persona cuya vida dependa del trabajo que pueda vender a otro (o sea que pertenezca a la clase trabajadora), puede creerse ajeno a los problemas que afectan a su clase, bien porque considere que no pertenece a esa clase sino a una superior o porque crea que no hay tales clases sociales, o incluso teniendo cierta conciencia de ello considere que lo que les ocurre a otros trabajadores de otros sectores -mucho más los de otros países- no les afectará a ellos.

Sirvan dos ejemplos de actualidad. Hace unos días, Pablo Iglesias echaba por tierra de un plumazo cualquier trabajo de conciencia que se haya realizado hasta ahora en su partido sobre la importancia del ejemplo de Venezuela y la Revolución Bolivariana, declarando que la situación de este país hermano era nefasta y que en sus tiempos jóvenes opinaba tonterías (¡ay, la batalla de las ideas que tantas veces nombró Chaves!). Toda la labor de concienciación la mandaba a donde el comandante mandó al ALCA.
Casi simultáneamente, se presentaba una nueva opción política -electoral- como alternativa a Podemos, encabezada por el ex juez Garzón, Gaspar Llamazares o Beatriz Talegón, entre otros.  El enésimo experimento de unidad de las izquierdas no se ha complicado mucho para averiguar un nombre: La izquierda. 
Me pregunto si en breve ocurrirá con el término "izquierda" algo similar al proceso ocurrido con la palabra "socialdemocracia" en el último siglo, y tendremos que usar otra palabra. 


Vive la izquierda de hoy instalada en su San Junípero de elecciones permanentes.

Parece ser que la ilusión consiste en creer que avanzamos cuando no hacemos más que dar vueltas en torno al lenguaje de consignas propio de las urnas. El San Junípero de los izquierdistas es su zona de confort, el entorno cómodo donde no hay riesgo de levantamientos incómodos y violentos, donde las indignaciones son volcadas delante de la webcam como en un espejo solitario y viralizadas en las redes. La militancia es a distancia y desde casa, y además atomizada en miles de frentes, cada uno el suyo por su gremio o sus características personales.

Y, sobre todo, el confort sanjuniperiano viene expresado por la comodidad de pensamiento. El pensamiento idealista prevalece sobre el materialista. No conviene querer transmitir complejos pensamientos dialécticos: estos no caben en un eslogan electoral ni en el estrecho margen de un tuit. La gente está cansada, harta de politiqueos. Si explicar una idea supone un esfuerzo excesivo, mejor decir que es un error de juventud, no sea que se pierdan un puñado de votos. Si defender algo antiguo ya no vende, mejor huir hacia adelante y transformarlo en algo que parezca nuevo y variopinto, como un anuncio de Benetton.

El resultado es el mismo que se produce cuando el que queda embebido en un ensueño de pronto vuelve a la realidad. El desencanto. El que despierta y ve que todo es un sueño sólo quiere volver a dormir cuanto antes. Se fomenta así, la pasividad, el conformismo. Se impide la educación en la lucha, el inconformismo.

La resignación es el precipitado que resulta cuando el revuelo de la indignación sin organización reposa tras chocar contra los aparatos represivos.

En las grandes masas populares que aún no fueron despertadas a la lucha hay un fondo de resignación. Esta resignación es más antigua que la historia misma, que siempre ha sido la historia de la sociedad de clases, por tanto, la historia de la explotación y la opresión. La gente del pueblo, moldeada por esta historia, por más que se rebelara, como las revueltas terminaban siempre en derrota, no podía hacer más que resignarse y aceptar con filosofía la necesidad que soportaban. (4)


1. Marx. El capital. Tomo I. El fetichismo de la mercancía
2. Marx. El capital, tomo I. El salario
3. Marx-Engels. La ideología alemana. Prólogo.
4. Althusser. Filosofía para los no filósofos. I, Qué dicen los no filósofos.

martes, 4 de diciembre de 2018

La Guerra Civil en el Viso: memoria recuperada

Traigo al blog una lectura conmovedora que los vecinos de Mairena y el Viso podemos encontrar en las bibliotecas públicas de nuestras localidades, La Guerra Civil en el Viso: memoria recuperada. Coincide hoy día 4 de diciembre con el día histórico en el que el pueblo andaluz se echó a las calles en el 77 y con la resaca de las elecciones andaluzas que tan mal sabor de boca nos han dejado y que dejan en el aire las actuaciones apenas iniciadas por el gobierno del PSOE en cuanto a Memoria Histórica.

Realizado por el Colectivo Ecopacifista Solano (aquí su página), se trata de un extraordinario trabajo de recopilación de documentos históricos y en especial testimonios de las personas que vivieron los hechos o que por ser familiares o personas cercanas a ellos conservan la memoria de los sucesos acontecidos durante la guerra en la comarca de los Alcores.

El texto recoge los testimonios vitales de los vecinos, las personas que vivieron el sufrimiento y la persecución y que durante años tuvieron que permanecer en silencio y la intimidad familiar. Es, como indican los autores, el documento de la memoria y de la identidad colectiva de los que formaron parte de la lucha por la libertad y el progreso social.

En su introducción, insisten los autores en que, siendo pacifistas, no es su voluntad divulgar el odio o el rencor sino reconstruir una memoria democrática. No cabe reprochar en ellos una falsa actitud equidistante; pese a su condición pacífica no escatiman en la obra comentarios sobre el orgullo y el honor de quienes fueron fieles a la República y la crueldad de los traidores que abrazaron el fascismo. De todos modos, la simple enumeración de las iniquidades cometidas por los fascistas ensombrece cualquier otra realizada desde el otro bando, que además en los Alcores se redujo a sucesos en las iglesias y algún detenido. El único muerto visueño del bando nacional -no caído por su actuación en la contienda bélica- fue producto de mano de un compañero de filas por accidente.

En el libro se detalla la vida del pueblo en los días previos al golpe y las actuaciones del gobierno municipal desde su formación en la República hasta el día 18 de julio del 36.


Continúa con el relato de los días de "dominio rojo", del 18 al 24, en los que hubo altercados, incendios en iglesias y detenciones de algunas personas, hasta la caída del pueblo en manos fascistas. A partir de ahí comienza el horror. El bombardeo de Carmona se oye perfectamente en el Viso y Mairena y las escasas fuerzas leales desisten. Sin violencia ocupan las tropas nacionales el pueblo y comienza la "caza de rojos".

Según el documento, la Guardia Cívica, formada por paramilitares falangistas, siguieron las órdenes del general Queipo de Llano quien desde Sevilla ordenaba las ejecuciones. Como en otras localidades españolas, cayeron asesinados en los primeros días decenas de visueños, por el simple hecho de ser miembros de sindicatos como la CNT o de partidos como el PCE o el PSOE de aquel entonces (aún no convertido al capitalismo).

En lugares como la carretera de Carmona al Viso, junto a la Ford, o en el Prior de Mairena fueron fusiladas decenas de personas, cuyos cadáveres transportaban en un carro de borricos a la fosa común del Viso.


El texto detalla el testimonio de los presentes que sobrevivieron y añade a modo de microbiografías una semblanza de los asesinados, cuya lectura es estremecedora. 

Los visueños sufrieron, como en el resto de España, otras formas de represión más allá de la cruel cacería humana: sufrieron además la persecución y los trabajos forzados, la cárcel, la represión política, la marginación social. Muchos desaparecieron y ni siquiera se encuentra de ellos una nota administrativa con el habitual "aplicado el bando de guerra" con el que se justificaban improvisados juicios sumarísimos.

Las mujeres visueñas que afrontaron con valentía la defensa de los intereses republicanos fueron también represaliadas, si no ejecutadas sí perseguidas y humilladas. Los paseos por el pueblo con el pelo rapado y la toma de aceite de ricino para que se hiciesen sus necesidades encima fueron realizados a imagen de las aberraciones que se habían cometido por los fascistas en otras zonas. Luego estas mujeres hubieron de servir en las casas de los señoritos.

Es una lectura que recomiendo a mis vecinos maireneros y visueños, que como digo pueden encontrar en las bibliotecas públicas de nuestras localidades. La memoria de estos sucesos les hará tomar conciencia del horror fascista y el peligro que tiene revivir esa llama que nunca debió encenderse y que los españoles tuvimos la desgracia de vivir antes que los europeos que sufrieron el fascismo nazi posteriormente.

Añado el enlace al video de la presentación de la obra, con participación de los autores, en la plataforma Youtube. 

Salud y República.