domingo, 21 de enero de 2024

Cien años del revolucionario que estremeció al mundo



La prueba del verdadero carácter de clase de la guerra no se encontrará en la historia diplomática, sino en un análisis de la situación objetiva de las clases dominantes. Para describir esa situación objetiva no hay que tomar ejemplos o datos aislados, sino tomar todos los datos sobre los fundamentos de la vida económica las potencias y del mundo entero.
V. I. Lenin, Imperialismo, fase superior del capitalismo


El Gobierno de España sí asumirá el mandato de la OTAN y apoyará a la nefasta coalición que se arroga la categoría de "Guardianes de la prosperidad". Por mucha pantomima de rechazo que hagan los socios, con oportunismo vergonzoso. ¿Por qué era previsible que no podían negarse? Porque de un Gobierno imperialista, dependiente de todas las estructuras imperialistas -colaboracionista de su poder militar, carente de soberanía por dominación financiera, el alma vendida al alineamiento geopolítico-, solo podía obtenerse una respuesta: sumisión al imperialismo.

Si un trabajador normal como yo puede llegar a hacer reflexiones similares a esta (que seguramente no es muy desarrollada pero sin duda es más certera que las explicaciones ofrecidas por los medios de masas) es gracias a dos circunstancias muy simples, estar medianamente informado de la actualidad y tener un conocimiento básico de la teoría de Vladimir Ilich, Lenin.

En Diez días que estremecieron el mundo, John Reed, periodista norteamericano que fue testigo de la Revolución de Octubre, describe lo que observó en Petrogrado en forma de crónica con interesantes documentos testimoniales. En uno de los episodios que retratan lo que Reed vio en las calles, se narra un curioso diálogo:

"Nos encaminamos a la ciudad. A la salida de la estación había dos soldados armados de fusiles, con la bayoneta calada. Los rodeaba un centenar de comerciantes, funcionarios y estudiantes que los atacaban con apasionados argumentos e imprecaciones. Los soldados se sentían molestos como niños castigados injustamente.
- Creo que está claro para vosotros -decía insolente un estudiante- que al levantar las armas contra vuestros hermanos os convertís en instrumento en manos de bandidos y traidores.
- No, hermano -respondió seriamente el soldado- vosotros no comprendéis. En El Mundo hay dos clases, proletariado y burguesía, nosotros…
- Me sé yo esas estúpidas charlatanerías -le interrumpió el estudiante- los mujiks ignorantes como tú os habéis hartado de consignas, pero no sabéis ni quién lo dice ni lo que eso significa, repites como un papagayo.
- Bueno, sí, comprendo -respondió el soldado-, usted por lo visto es un hombre instruido y yo soy muy simple, pero...
- Me figuro que crees en serio -lo interrumpió con desprecio el estudiante- que Lenin es un amigo verdadero del proletariado.
- Sí que lo creo -respondió el soldado, que estaba pasando un gran apuro-.
- Bien, amigo, pero sabes tú que a Lenin lo mandaron de Alemania en un vagón precintado, sabes que a Lenin le pagan los alemanes.
- Bueno, eso yo no lo sé -respondió el soldado-, pero a mí me parece que Lenin dice lo que yo quisiera escuchar, y toda la gente del pueblo dice lo mismo, porque hay dos clases, burguesía y proletariado, y el que no está con una clase está con la otra".

Resulta llamativo para el ciudadano actual, en especial de un país desideologizado y sin organización obrera como España, el nivel de conciencia del soldado. ¿Alguien imagina a un agente de las fuerzas de seguridad españolas de hoy hablando en semejantes términos mientras desempeña su trabajo?

Ese envidiable nivel de efervescencia política, ¿cómo se consigue, más en un inmenso país con una gran parte de la población antes de la URSS mayoritariamente analfabeta y sin otro acceso a información que los folletos y periódicos clandestinos?

Reed, en el prefacio de la misma obra, cita: "los extranjeros, especialmente los norteamericanos, subrayan la ignorancia de los obreros rusos. Cierto, les falta la experiencia política de los pueblos occidentales, pero en cambio han cursado una escuela magnífica en sus asociaciones voluntarias. En 1917 las cooperativas contaban con más de doce millones de afiliados y los soviets son una manifestación portentosa. Probablemente no haya pueblo en todo el mundo que haya estudiado tan bien la teoría socialista y su aplicación a la práctica".

La aportación teórica de Lenin es inmensa, tanto como su prolifica obra, pues escribía tras cada suceso político las conclusiones que extraía de cada experiencia, aplicación real de la dialéctica teoría/praxis. Si imagináramos, como hicimos en este medio, un texto similar al famoso suyo, unas Tres fuentes y tres partes integrantes del leninismo, podríamos obtener que de las fuentes marxistas -desarrollo de la dialéctica hegeliana, los avances económico-políticosde El Capital, el asentamiento del socialismo científico- Lenin evoluciona el enriquecimiento del materialismo dialéctico, la descripción del imperialismo como fase superior del capitalismo y el análisis concreto del momento concreto.

Incluso cien años después, la comprensión sensata de nuestro mundo, como clase obrera, pasa inevitablemente por aportaciones teóricas leninistas como el desarrollo del concepto de Estado o las características del imperialismo, así como el leninismo resuelve polémicas que el capitalismo reabre de manera recurrente para su beneficio como el asunto de la autodeterminación de las naciones.

Pero esta teoría, si pretende ser revolucionaria, debe seguir la famosa tesis marxista: bien, hemos interpretado el mundo, ¡pero de lo que se trata es de transformarlo! La evolución leninista de esta tesis es: sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria, y viceversa.

La dos bielas de la bicicleta, que actúan aparentemente a contratiempo, pero ejecutan un equilibrio de fuerzas que permite el avance, son la teoría y la práctica. Esto implica que toda teoría debe estar encaminada a la acción. Toda teoría, todo análisis político, es partidista. Hasta el analista tenue, que pretende ser equidistante, está tomando partido, porque en su equidistancia se coloca del lado de la ideología dominante. Nuestro objetivo es la emancipación de la clase obrera, ese es el horizonte, aunque en el trayecto hagamos pausas o etapas tácticas, y ese objetivo nos lleva a ser siempre honestos y a tomar partido.

Escribió Lukacks que la superioridad de Lenin no puede explicarse únicamente en fórmulas manidas como "la genialidad política" o en su "clarividencia analítica", sino en que mediante el análisis concreto del momento concreto encuentra el punto en el que la teoría halla su realización verdadera, su cristalización, se transforma en praxis.

Además de una extensa organización, la masa necesita otro referente más allá de su espontenidad, expuesta siempre a la poderosa fuerza de la ideología dominante, que es el Partido. Un Partido con disciplina férrea, que sea flexible en su organización interna permitiendo el flujo comunicativo desde arriba a abajo y viceversa, pero que no titubee ni se pierda en los vericuetos y trampas del oportunismo.

Esas trampas son usadas por los socialdemócratas y reformistas como manera de etiquetar al leninismo como una forma política intolerante, así como caracterizan a la dictadura del proletariado como totalitarismo. Pero el trabajador o trabajadora consciente y conocedor de los principios leninistas sabe que el totalitarismo se encuentra precisamente en la falsa libertad burguesa, esa libertad que es el mejor disfraz de la esclavitud, pues el que se encuentra oprimido bajo ella se cree libre. Una libertad para elegir a la opción menos mala como supuesta izquierda, aunque todas las opciones en esa supuesta democracia defienden igualmente los pilares de la corrupta sociedad capitalista.

Sólo la absoluta democracia proletaria, la que no consiste como la burguesa en el aplastamiento por la fuerza de la mayoría, sino en la desaparición de la explotación de unos seres humanos por otros, es verdaderamente democrática, lección que extraemos de la experiencia soviética -de soviets, juntas, asambleas- y de la teoría leninista.

De este modo esas trampas oportunistas no tendrían ni oportunidad de producirse, ni nuestros Gobiernos nos engañarían. Como dejó escrito Lenin en aquellas Tres fuentes, "las personas han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase".

¡Qué extraña dictadura sería aquella en la que un pueblo es consciente de que sus gobernantes sostienen con una mano una falsa bandera de la paz y con la otra mano gastan miles de millones en armas para los criminales que asesinan con bombas a niños en Palestina!

miércoles, 17 de enero de 2024

105 años y pretenden seguir matando a Rosa Luxemburgo

 




No se puede arrojar contra los obreros insulto más grosero ni calumnia más indigna que la frase ´las polémicas teóricas son solo para los académicos´". Reforma o Revolución, R.Luxemburgo.

Se han perdido en el basurero de la historia los nombres de los responsables de la socialdemocracia que permitieron el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht el 15 de enero de 1919. Poco después sería también asesinado Leo Jogiches, compañero y camarada de Rosa. Sin embargo, aquellos salvajes linchamientos no pudieron evitar que la semilla continuara floreciendo más de un siglo después, para ser recordados en merecida justicia, ni los herederos políticos socialdemócratas lograrán tapar el sol con un dedo y difuminar la certera actualidad de su mensaje hoy.

Con fuertes cargas policiales reprimieron ayer las fuerzas de seguridad alemanas las concentraciones que se realizaron en este país en el recuerdo de la efeméride. En un remedo grotesco y perverso de la situación de 1919, el Gobierno de Alemania apoya el genocidio del pueblo de Palestina y su canciller Scholz, líder del Partido Socialdemócrata Alemán, se alinea del lado de Israel en la demanda de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia, llegando a manifestar que la acusación sudafricana de genocidio "no tiene base ninguna".

Que el oportunismo y el reformismo es el peor enemigo de un pueblo, porque no dudará en venderle con engaños al mejor postor con tal de mantener los privilegios de la clase burguesa a la que en realidad defiende, es algo que sucedió en París en 1871, en el suceso alemán que comentamos de 1919 y en otras numerosas ocasiones desde los inicios del capitalismo. Y ocurre igualmente hoy, con los socialdemócratas europeos que, en mayor o menor grado de complicidad, ocultan a su pueblo la realidad imperialista que se esconde tras el genocidio de Palestina.

Ni con las cargas policiales ni con el inmenso aparato de la ideología dominante lograron enterrar el mensaje de Rosa Luxemburgo, incluso aunque hoy la socialdemocracia alemana se disfrace hipócritamente de ecologismo verde. Si no fueron capaces de hacerla callar siendo mujer en un mundo entonces exclusivo para los hombres, ni por asomo pueden acallar su eco en estos días en los que al imperialismo se le cae la careta y desvela sus mayores iniquidades.

Siendo muy joven ingresa en el Partido Socialdemócrata Alemán, que en aquellos años se había distanciado ya de aquel partido que, unificando las posturas de Lasalle y Liebknecht padre, acometía un programa unitario, aunque con críticas de Marx y Engels. Bajo la dirección de Eduard Bernstein y Karl Kautsky el partido llegó a oponerse a los cambios sociales radicales y revolucionarios. Posteriormente la organización se sitúa favorable en la participación de Alemania en la guerra. Para Luxemburgo, clara conocedora del verdadero filo revolucionario del mensaje marxista, esto era intolerable y pronto de inicia su enfrentamiento con Bernstein y Kautsky, así como hiciera Lenin. El inevitable enfrentamiento origina la creación de la Liga Espartaquista, preludio del Partido Comunista de Alemania (KPD).

La historia del socialismo y del movimiento obrero en general ha presentado históricamente dos caras. Una de ellas es reformista y considera posible una evolución pacífica y por etapas del capitalismo hacia una sociedad más justa y socialista. Al ser más aceptable para los poderes económicos, ha acabado adaptándose al sistema y evolucionando hacia una especie de posibilismo oportunista que mediante logros democráticos cree posible empujar a la sociedad capitalista hacia una versión mejorada o de rostro amable.

La otra cara, en cambio, no es ciega al mensaje teórico formulado por los iniciadores del socialismo científico y considera que las transformaciones deben ser radicales -buscar la raíz- para llegar a ser verdaderamente revolucionarias. Al nombrarlo en palabras sencillas parece un asunto de matices o de opiniones entre personalidades más o menos conformistas. Nada de eso. Las aportaciones de mentes brillantes como la de Luxemburgo demuestran que es una cuestión, para la clase obrera mundial, de ser o no ser.

Luxemburgo tuvo una vida difícil y sufrió el encarcelamiento en diversas ocasiones debido a su fuerte compromiso. Ello no fue impedimento para que escribiera diversas obras de gran repercusión hasta la actualidad o ejerciera de profesora para los cuadros de su partido, cuyas clases nos llegaron en un imprescindible texto, Introducción a la Economía Política, en el que el militante puede acercarse a uno de los mensajes fundamentales de la autora: la teoría es imprescindible para entender cómo funcionan las sociedades y es por ello que los expertos oficiales se esfuerzan en volver su contenido ininteligible por la mayoría; no obstante, la comprensión de los fundamentos económicos no es inaccesible para la clase trabajadora.

El alejamiento de la dialéctica por parte de los oportunistas como Bernstein es contestado por Luxemburgo en Reforma o Revolución, texto en el que denuncia el retraso sine die de los reformistas en cuanto al "programa máximo", esto es, la revolución y la emancipación de la clase obrera, a través de la propuesta descafeinada de ideales éticos con los que se pretende eludir la correcta visión dialéctica del antagonismo de las clases en la totalidad de las circunstancias que componen la realidad social. La participación consciente de los trabajadores, activa y no pasiva, lleva a entender que la inevitable capacidad de adaptación del capitalismo es corregible mediante la organización de la clase obrera y la toma del poder, mediante la conquista del poder político.

La lucha principal de Luxemburgo, contra el oportunismo socialdemócrata, es más que vigente hoy. El odio de sus enemigos, finalmente mortal y asesino, es la prueba de su veracidad.

Si en la etapa histórica que le tocó vivir, culminada en la Primera Guerra Mundial, fue la firma de los créditos de guerra por manos de los supuestos izquierdistas la clave de la traición a la clase obrera, son hoy los recortes en Sanidad, en Educación y en gasto público, o el inmenso gasto en armamento hacia Ucrania o Israel, el equivalente traidor de aquellos créditos, hoy firmados por los cínicos representantes de los Gobiernos autopercibidos como progresistas.    

domingo, 14 de enero de 2024

Tres fuentes y tres partes integrantes del leninismo



No temas preguntar las cosas, camarada. No te dejes influenciar, averigua tú mismo. Lo que no sabes por cuenta propia, no lo sabes.

Elogio del Estudio; Bertolt Brecht


Un magnífico deseo para el nuevo año sería que los países occidentales retornen a la racionalidad. Las décadas que nos ha tocado vivir serán recordadas en el futuro como un periodo oscuro y cruel, plagado de guerras y genocidios, al que nos arrastró el imperialismo norteamericano en su declive. 

En lo cultural, probablemente este periodo recordará al oscurantismo de la Edad Media, en el que la censura del razonamiento sustituyó con hedonismo y vacuidad identitaria a la religión como herramienta para privar a las clases populares de su propia consciencia.

La estupidez generalizada en que vivimos encuentra un gran caldo de cultivo en la incapacidad para apreciar el origen material de los fenómenos sociales y su desarrollo histórico. Del mismo modo que nos hacen creer que lo que ocurra en Ucrania, Argentina o Ecuador, e incluso el horror que estamos presenciando en el genocidio premeditado del pueblo de Palestina, todo ello nos dicen es ajeno a lo que ocurre en nuestro país. Y por ello a nuestros políticos les basta con brindis al sol y llamadas a la paz tan falsas como falsa es la supuesta autonomía de nuestros Gobiernos.

Lúcido y brillante, Lenin advirtió que la filosofía comunista iniciada por Marx planteaba una visión del mundo cambiante y anclada en la rigurosidad de los datos empíricos, heredera de todos los avances sociales, políticos, filosóficos y económicos de su tiempo anterior, con el método del materialismo histórico.

En su texto Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, Lenin expone de manera breve, en apenas un folleto de tres páginas en octavo, los fundamentos del marxismo. De manera muy resumida, podría decirse que este conocido texto "brinda a las personas una concepción integral del mundo, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa", puesto que es "heredero legítimo de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés".

¿Cómo sería hoy un texto similar que describiese las fuentes y partes integrantes del leninismo?

Para empezar, tendría que ser un texto en sí mismo materialista. Quiero decir, al escribir su Tres fuentes Lenin se refiere a los logros de Marx comenzando por el método de análisis del materialismo histórico, empleando a su vez un método materialista: los avances filosóficos, económicos o políticos no surgen de manera espontánea como las setas en un bosque, ni son producto de la mente particular y aislada de una persona aunque fuese tan brillante como Marx. Son producto del proceso evolutivo general en el que los avances previamente obtenidos permiten servir de apoyo para lograr los sucesivos progresos.

Si he mirado lejos es porque subí a hombros de gigantes, es una frase atribuida a Newton en la que el padre de la mecánica agradecía el conocimiento adquirido a través de los investigadores que le precedieron. Pues bien, Lenin nos viene a decir que los hombros de gigantes sobre los que caminó Marx fueron, como sabemos, la experiencia adquirida en los procesos revolucionarios sucedidos principalmente en Francia al calor de su Revolución y que marca el fin de la Edad Moderna, los estudios de los economistas significativos de ese periodo de capitalismo incipiente, que eran principalmente anglosajones, y asimismo los avances filosóficos de su tiempo que se desarrollan principalmente por autores naturales de la actual Alemania.

Si observamos, el proceso de razonamiento de Lenin es intencionado y, dada la intención principalmente didáctica del texto, muy claro en sus determinaciones: la filosofía que propone Marx no es una cuestión dogmática, no es una cuestión de resaltar esta o aquella frase sentenciosa, para aplicarla sobre una situación actual como quien reproduce una receta aplicando todos sus ingredientes.

Pues bien, en el ejercicio de imaginación que propongo, utilizando el mismo método materialista, podríamos llegar a la conclusión de que en cuanto al aspecto filosófico, el desarrollo del pensamiento dialéctico de Hegel tiene en Lenin su equivalente en el desarrollado y enriquecimiento del concepto del materialismo dialéctico.
 
Sobre la fuente económica, los avances científicos desarrollados por Marx en el capital, son a su vez evolucionados por Lenin en el estudio del imperialismo, que fue la lógicamente el momento histórico que le tocó vivir unas décadas después a Lenin, con el desarrollo del capitalismo que en la época de Marx fue en su momento incipiente y que al desarrollarse produce las peculiaridades que conocemos gracias a Lenin, que fue quien describió esta fase superior del capitalismo que es el imperialismo. 

Esas serían las fuentes filosófica y económica, nos quedaría entonces el equivalente a la fuente política, lo que en Marx y Engels fue la aportación del socialismo científico. De la experiencia de las revoluciones anteriores, como la Comuna de París o las experiencias rusas de 1905 y en los primeros meses de 1917, Lenin desarrolla el análisis político hacia el análisis concreto del momento concreto. Ese análisis lleva nada más y nada menos que al mayor hito que haya logrado la humanidad, al menos desde el punto de vista social, que fue la gran Revolución Soviética de Octubre.

Siguiendo el razonamiento que se hizo Grigory Lukaks, si el comunismo es la teoría de la revolución proletaria,  puede decirse que la grandeza de un pensador proletario es la profundidad de su visión de los problemas politicos. Es decir, su valor se mide por el acierto con que es capaz de percibir correctamente, detrás de los fenómenos de la sociedad burguesa, esas tendencias de la revolución proletaria que conducen a la conciencia clara. Según estos criterios, nos dice Lukacks, Lenin es el pensador más grande que haya producido el movimiento obrero revolucionario después de Marx.

Sí observamos este análisis político y concreto de Lenin tiene una serie de características muy definidas. en primer lugar está fuertemente basado en la teoría, de manera que no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria.

Esto implica a su vez dos cosas, primero que toda la teoría tiene que estar orientada a su vez a la acción. Es decir, hay una relación dialéctica entre la teoría y la práctica de manera que ambas están íntimamente implicadas. Y en segundo lugar se sobreentiende que toda la filosofía, toda la ideología, todo el análisis teórico está orientado para la acción, porque su finalidad es profundamente partidista, es decir, un analista político, un filósofo o cualquier persona que haga un análisis social, inherentemente, o sea en sí mismo y aunque parezca no quererlo. toma partido.

Está tomando partido incluso el que aparentemente es equidistante o aparentemente no se sitúa. Incluso el equidistante sí está situando, porque se coloca del lado de la ideología dominante. Lenin nos dice que esto no es así, hay que tomar partido siempre, en todo lo que pensemos, nuestro objetivo final es la libertad, la emancipación de la clase trabajadora, esa es el el horizonte final que no tenemos que perder de vista, aunque en el camino hagamos pausas o hagamos etapas tácticas, pero el objetivo final siempre es ese y nosotros tenemos que tomar partido, no podemos ser equidistantes, es falso ser equidistante.

Lukacks consideraba que la superioridad de Lenin tampoco puede explicarse a base de fórmulas manidas como “genialidad política”, “clarividencia práctica”, etc. Es más bien una superioridad puramente teórica en el enjuiciamiento del proceso general. la máxima fundamental de esta posición es la exigencia de un análisis concreto de la situación concreta. Para un marxista el análisis concreto de la situación concreta no se opone a la teoría pura; por el contrario, constituye el punto en el que la teoría encuentra su realización verdadera, el punto en el que se transforma en praxis.

Y esto es actualidad pura. Sin tener claros los conceptos de imperialismo, descrito por Lenin, y sin tener en cuenta su desarrollo teórico sobre el Estado, es imposible entender la situación que vivimos en la actualidad.

La guerra estructural del imperialismo norteamericano, agudizadas hoy en Ucrania y ahora con un nuevo foco en el Mar Rojo, puede ser quizás explicada por la teoría política establecida y oficial. Así lo hacen por ejemplo los medios de masas modernos, todos los periódicos y televisiones. Pero, obviamente, su interpretación es sesgada y su análisis es incompleto.

Le falta la comprensión del imperialismo actual y la posición de los Estados occidentales, verdaderos peleles en manos de los intereses de los grandes fondos de inversión que cotizan en las bolsas occidentales.

En ese texto, Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, nos decía Lenin en una frase que a mi me parece merecedora de ser enmarcada:  las personas han sido siempre en política víctimas necias del engaño y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases declaraciones y promesas Morales religiosas y políticas los intereses de una u otra clase.

martes, 9 de enero de 2024

Las «políticas útiles» perjudican seriamente su Sanidad

 



La nueva ministra de Sanidad, Mónica García, ha anunciado en una entrevista que planteará que los pacientes puedan, mediante declaración responsable, justificar una enfermedad leve durante los 3 primeros días sin tener que pedir la baja en la consulta de su médico. La medida sería planteada a los organismos de las Comunidades Autónomas y aún tendría que ser acordada lógicamente con Seguridad Social.

Señala García que es «una demanda histórica de los profesionales de Atención Primaria» y que ya hay países que tienen este sistema. En el mismo sentido, responsables de las entidades de profesionales sanitarias han manifestado que es una medida que empoderaría al paciente para que sea autosuficiente y responsable de su enfermedad. Hay que señalar que se entiende que la medida sería coyuntural y motivada por la situación estacionaria de aumento de casos gripales.

La propuesta suscita un evidente debate. En una primera apreciación puede parecer bastante positiva y dentro del sentido común. Reducir burocracia en un momento de repunte de los contagios gripales entra dentro de la lógica. De hecho, voceros de la parte patronal ya se rasgan las vestiduras. Así, el medio Economista.es ya asegura, antes de ser ni siquiera planteada, que las «autobajas» permitirían una «laxitud» que tendrá un grave impacto en las empresas, que calculan apunta a un coste de 2.274 euros por trabajador durante las 72 horas que puede el empleado estar de autobaja (nota mental, tendremos que hacer otros cálculos los trabajadores, si es cierto que por tres días pierden más de dos mil euros y nos pagan unos mil al mes).

Sin embargo, observando el asunto con la debida perspectiva, la cuestión pierde lógica y el empoderamiento no parece tanto.

En primer lugar, si de verdad quisieran «empoderar» a los pacientes, lo primero que debería hacer la ministra de Sanidad, que se arroga la categoría de progresista, es derogar la ley que privatiza la Sanidad Pública y expolia sus recursos hacia intereses privados que se lucran con una necesidad.

Porque el deterioro de la Sanidad Pública no es una cuestión puntual que haya repuntado ahora por el frío. Los recortes y expolios vienen de lejos, precisamente de cuando estos paladines del progresismo y las políticas útiles medraban en los nuevos partidos partidos políticos y acapararon -y desmovilizaron- el descontento social de la crisis capitalista.

En segundo lugar, ¿para quiénes gobiernan? ¿Para quiénes son tan «útiles» sus políticas? Me pregunto qué tipo de trabajador puede permitirse auto declararse agripado y avisar a su empresa que va a faltar tres días. Desconocen absolutamente en qué situación está la inmensa mayoría de sus paisanos.

En el mundo de la realidad, las personas a las que apenas les llega para pagar el alquiler o la hipoteca tienen miedo, por mucho que nos digan que nos protege un «escudo social». Tienen miedo a verse en el paro, que eso sí es de verdad indefinido. Tienen miedo a que los empresarios, que poseen todo el poder y el desahogo, tomen represalias, en una tesitura en la que comprar lo mínimo que se despacha para mantener a una familia, supone desvalijar la cartera de un empleado medio.

Si usted quiere de verdad empoderar a los pacientes, señora ministra, lo tiene muy fácil. Contrate personal público. Aumente las plantillas -saturadas al máximo de trabajo- de los centros sanitarios. ¡Con personal público, señora ministra, no con subrogados temporales de una privada!

Y si ya quiere empoderar del todo, eche del país a los miserables que se lucran obscenamente con la salud de las personas. Haga públicas las empresas sanitarias privadas, y si los dueños de esas empresas se quejan, invíteles a la auto baja pero no por tres días, sino indefinida.

viernes, 15 de diciembre de 2023

¿No hay plata?



NO--HAY--PLATA, decía el nuevo presidente de Argentina en su discurso de investidura, remarcando cada palabra, lo que provocaba el aplauso de los asistentes. ¿Qué aplaudían exactamente?, me pregunto.

¿No está claro, aunque no se diga, que para algunos sí habrá plata y que serán los de siempre los que no la tendrán? ¿No se entiende que el aviso es sobre un tremendo recorte social que empeorará aún más la situación del país?

Parece que no. Resulta admirable comprobar cómo los mecanismos psicológicos de la ideología dominante permiten que exista una capacidad de disciplinamiento tan poderosa, tan sutil a la vez, que es capaz de provocar que asumamos con absoluta docilidad mentiras tan grandes como que un país de la grandeza de Argentina carece de recursos para sostener a su pueblo. 

Y no, no nos riamos de nuestros hermanos argentinos, porque el cuento habla también de nosotros. Repasemos algunas de nuestras grandes mentiras europeas, todas ellas de rigurosa actualidad: la sostenibilidad requiere de ajustes de cinturón, no hay trabajo, la sanidad pública necesita el apoyo del sector privado, la riqueza la crean los empresarios...

Por poner otro curioso ejemplo, nos preguntábamos en una entrada anterior de esta columna qué pasaría si el dinero que se está dedicando a armamento se dedicara a sanidad o educación.

Es decir, el engaño está globalizado. Es un denominador común de los países que pertenecen al entorno de la Alianza Atlántica. En el caso de Argentina la gravedad se acusa por la dependencia -nivel de deuda- particular, pero como decimos es una cuestión generalizada en en Europa y América. La cuestión es tan evidente que incluso Putin, enemigo público número uno de Occidente, lo advierte con claridad.

En declaraciones recientes, Putin expresó: "pasar al dólar es una decisión soberana de cada país, pero Argentina tiene un elevado nivel de inflación; hay muchos problemas con la devolución de esos fondos, es comprensible, pero se trata de una pérdida significativa de soberanía para el país, pues la vinculación al dólar producirá que se pierda una herramienta nacional para equilibrar la situación, sin la cual estarán abocados a reducir los gastos presupuestarios, graves recortes en salarios, pensiones, prestaciones, gastos médicos, carreteras, no tendrán otro camino".

Si incluso tu "peor enemigo" te señala lo que estás haciendo mal, es que lo estás haciendo rematadamente mal y probablemente sin posibilidad de solución, y solamente le resta sentarse a esperar ver el paso de tu cadáver por el río. La pérdida de soberanía de los Estados dependientes de la OTAN es más palpable ahora -siempre la hubo- porque el imperialismo norteamericano tiende a su fin. Y en su caída arrastrará todo lo que sea preciso, dado que su lógica y su naturaleza es la rapiña y el expolio.

De todas esas grandes patrañas que hemos enumerado en lo que llevamos de artículo, destaco principalmente dos, porque están íntimamente encadenadas y hasta el propio Milei las menciona en aquel discurso de su nombramiento: los Estados son soberanos y la riqueza la crean los empresarios.

La soberanía de un país (esa que Argentina va a dar el tiro de gracia con la dolarización, la misma que en los países de la UE mantienen encadenada a los intereses bélicos y de rapiña de los Estados Unidos), no es sólo un concepto abstracto al que sólo podemos acercarnos desde el pensamiento, también es una realidad concreta que puede evaluarse desde los datos empíricos. Es, por ejemplo, la capacidad de un país para obtener los recursos necesarios para su propia producción.

Y ¿quiénes son los encargados de crear la producción de un país? Nos dicen que son los empresarios. Pero si así es, entonces, ¿por qué si las grandes empresas presentan cada año más beneficios, en cambio la riqueza del país disminuye, de manera que llega a perder su soberanía. ¿Tendrá por ejemplo, carestía de litio Argentina, uno de los recursos naturales más solicitados hoy día para la fabricación de baterías para los recursos, si es uno de los países que forman el triángulo geográfico de mayores yacimientos junto con Chile y Bolivia?

Por tanto, la cuestión de la soberanía se interpretará de modo muy distinto si tenemos en cuenta o no su aspecto social.

Un Estado dominado por el neoliberalismo se esforzará en hacer creer que su soberanía depende, principalmente, de su capacidad de endeudamiento, de esa "plata" abstracta, y de la estabilidad que pueda manejar en ese equilibrio. Obviamente, la materialidad le hará darse de bruces con la realidad antes o después: el dinero ficticio y la deuda no producen petróleo, no producen gas, no producen mascarillas cuando hay una pandemia, no producen litio para los modernos artefactos tecnológicos. Tampoco habrá soberanía si, bajo la excusa de la carencia de esos recursos imprescindibles, se eleva el precio de los productos básicos hasta el punto de que las personas no puedan adquirirlos, o el precio de la vivienda sea inaccesible para la mayoría.

Es decir, la soberanía de un pueblo se evapora cuando su realidad económica está atravesada por los intereses de las  empresas, cuya lógica responde al beneficio en las bolsas donde el dinero no conoce nacionalidades ni culturas. La verdadera soberanía tiene sus raíces en la realidad social. Sin la perspectiva de las clases sociales, el engaño capitalista puede perdurar hasta que nos expriman la última gota.

Sí hay plata, sí hay trabajo, sí hay riqueza, sí hay posibilidad de sanidad y educación universales. Lo que no hay es conciencia de clase.  


sábado, 9 de diciembre de 2023

¿Por qué un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre?




Querría abrigar la esperanza de que mi folleto ayudará a orientarse en el problema económico fundamental, sin cuyo estudio es imposible comprender nada cuando se trata de emitir un juicio sobre la guerra y la política: el problema del fondo económico del imperialismo.

Lenin, Imperialismo fase superior del capitalismo.


El aforismo "el pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre" no es sólo una frase hermosa, un simple recurso poético que alude a la solidaridad o a la hermandad. Contiene un significado más profundo y revolucionario.

Sin duda a los comunistas nos mueven motivaciones no sólo analíticas y prácticas, también sensibles, como la solidaridad o la empatía o el rechazo a las injusticias. Pero suele ocurrir que los izquierdistas desclasados y posmodernos manosean estas frases, a las que acuden para llenar de conmiseración su vacío de argumentos. En especial cuando los horrores son tan evidentes como el genocidio premeditado del pueblo palestino. O como en Ucrania desde 2014 o en la traición al Sáhara y tantas veces antes.

De esta manera, esa izquierda inocua y aceptable por el capital acaba eliminando el verdadero sentido de esos mensajes. Lo convierten en algo similar a las limosnas con que los católicos calman el remordimiento de sus pecados. 

Entonces, ¿qué significado tiene esto del pueblo que no es libre si oprime a otros? Intentemos razonarlo repasando el significado que adquiere en palabras de Marx y posteriormente de Lenin. 

De dónde procede

Se atribuye sin acierto a Engels o al propio Marx el origen de la expresión. Ambos la usaron, así como Lenin, aunque verdaderamente su procedencia se encuentra unas décadas antes y desde el Perú. El limeño Dionisio Inca Yupanqui la pronunció dentro de un emotivo discurso enunciado ante las Cortes de Cádiz en 1811.

Como delegado de los pueblos de Hispanoamérica, "como Inca, Indio y Americano", explicó a las Cortes de Fernando VII que "un pueblo que oprime a otro no puede ser libre". 

"Vuesa Merced -dijo a continuación Yupanqui- toca con las manos esta terrible verdad. Napoleón, tirano de Europa, apetece marcar como esclava a la generosa España, que resiste valerosamente, sin advertir que castiga con la misma pena, que por tres siglos hace sufrir a sus inocentes hermanos".

Es decir, Dioniso Yupanqui denunció en las Cortes españolas que era incongruente y grotesco quejarse de ser sometidos por las tropas francesas y solicitar el apoyo del Perú, si desde siglos antes los mismos españoles estaban sometiendo a los pueblos indígenas americanos.

Marx y los nacionalismos

Yupanqui condensó en una frase la situación análoga de las clases populares, ya fuesen incas o españolas, en el contexto del colonialismo decadente hispano. Situación que se agudizaría décadas más tarde en las "guerras de rapiña" (como describió Lenin) del imperialismo propio de la fase del capitalismo durante la Primera Guerra Mundial, y que Marx observó en una etapa inicial del desarrollo capitalista.

Marx empleó la expresión en su correspondencia, en referencia principalmente a Irlanda y a Polonia, sometidas respectivamente por Inglaterra y Alemania. Marx entiende que la burguesía obtiene provecho de enfrentar a los trabajadores de una nacionalidad con respecto a otros y explica a sus camaradas de la Primera Internacional que es una tarea despertar en la clase obrera de un país dominante la conciencia de que para ella la emancipación nacional de el país sometido no es cuestión de justicia abstracta o de simpatía humana, sino la condición primera de su propia emancipación nacional (1), aunque esto implique apoyar puntualmente a ciertos movimientos burgueses, sin olvidar el objetivo prioritario de la emancipación obrera (2).

Puede parecer un contrasentido que, por un lado, se aluda a la liberación de los pueblos nacionales y, por otro, que en textos marxistas fundamentales como el propio Manifiesto parezca expresarse lo contrario en frases como: los obreros no tienen patria.

"Proletarios de todo el mundo, uníos" es la frase final del Manifiesto (por cierto, original también de una descendiente peruana, Flora Tristán, revolucionaria y precursora del Feminismo, cuya obra La unión obrera formaba parte de la biblioteca particular de Marx). ¿Cómo casan ambos argumentos aparentemente contradictorios?

No hay tal contradicción. Simplemente hay que entender la dialéctica de la lucha de clases en las diferentes situaciones de cada país, entre las que las relaciones no son homogéneas, hay naciones sometidas y otras que las someten con intereses principalmente económicos, desde los albores del capitalismo hasta el imperialismo actual. 

En palabras sencillas, no tiene sentido apelar a la unión internacional de las clases trabajadoras si las de un país oprime a las de otro.

Curiosamente, en mi opinión este razonamiento es fácilmente comprendido por los que somos trabajadores. Quizás sea porque los trabajadores hemos vivido en nuestras propias carnes, o la hemos visto sufrir en nuestro hogar y a nuestros mayores, la violencia de la explotación de la clase capitalista. Se aprecia también con más claridad en la lucha de las feministas, sería hipócrita reivindicar la emancipación de la clase obrera si dentro de ella una mitad sufre opresión por la otra.

Si observamos, el razonamiento dialéctico hunde sus premisas en el materialismo histórico: el objetivo principal de la libertad de la clase obrera pasa por entender, lógicamente, a las sociedades como un constante fluir de las contradicciones entre clases antagónicas. Pero ese internacionalismo proletario no se opone al capitalismo global del mismo modo en todas partes, por tanto atraviesa distintas etapas según las diversas particularidades nacionales o culturales, religiosas, etc.

La lógica capitalista, por su parte, tiene claro que no se respetan ni tradiciones ni honores patrióticos. Marx lo advierte, entre otros ejemplos, al comentar la primera edición de El Capital, cuando avisa a los lectores alemanes de que, aunque en la obra se hable de Inglaterra -en el capitalismo incipiente- no se crean salvados por la distancia (3).

Lenin y el análisis dialéctico

Lenin, como sabemos, desarrolla esos principios marxistas adaptados a los tiempos que le tocó vivir y describe las características de su fase superior, el imperialismo. Continuador del análisis económico de El Capital, Lenin observa en el medio siglo que transcurre desde la magna obra marxista la concentración monopolista, el papel principal de los bancos, la relación del capital financiero con las industrias y el reparto del mundo entre las grandes potencias.

En los conflictos que surgen por los conflictos de intereses imperialistas y dentro de ellas entre los países sometidos, Lenin señala, al modo de Marx, el azuzamiento de unas naciones contra otras a través del "envenenamiento" nacionalista, del chovinismo, aunque sin olvidar el derecho de las naciones a su determinación.

A esta contradicción la denomina planteamiento histórico concreto de la cuestión: "la teoría marxista exige de un modo absoluto que, para analizar cualquier problema social, se le encuadre en un marco histórico determinado, y después, si se trata de un solo país (por ejemplo de un programa nacional para un país determinado), que se tengan en cuenta las particularidades concretas que distinguen a este país de los otros en una misma época histórica". (4) 

Conclusiones

En la terrible experiencia que estamos presenciando en nuestros días, el genocidio premeditado del pueblo palestino, así como vimos recientemente en Siria o más cerca aún en el conflicto de Ucrania o en el abandono del pueblo saharaui, la expresión "el pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre" adquiere una dimensión especial para la clase trabajadora europea y la española en concreto.

La expresión popular incontenible de las multitudinarias manifestaciones en apoyo a la legítima defensa palestina, pese a la censura de las autoridades oficiales, sugiere que la clase obrera de estos países empieza a comprender el razonamiento dialéctico que se oculta tras la hermosa frase.

Desde los orígenes del socialismo científico podemos analizar las cuestiones sociales desde la perspectiva materialista y sabemos que el motor que mueve los conflictos, incluidas las guerras bajo aparentes motivaciones patrióticas o religiosas, es la lucha de clases.

Pero la lucha de clases no es homogénea en todo el mundo. A través del desarrollo de El Capital realizado por Lenin, sabemos también que es la rapiña el principal motivo de las guerras imperialistas. Si en época de Lenin era la pugna por las fuentes de recursos (hoy también lo sigue siendo en parte, en casos como los yacimientos de litio, metal necesario para las imprescindibles baterías de los modernos aparatos actuales), en nuestros días es la batalla comercial de los grandes fondos de inversión, verdaderos propietarios de las compañías multinacionales. Entre ellas, hay que señalar, las de la lucrativa fabricación de armas.

El poder de esos fondos de inversión ha llegado a ser tan enorme que alcanza una fuerza superior a la de muchos Estados, supuestamente soberanos. En el caso de España, su soberanía está supeditada a los mandatos de la Unión Europea, a su vez delegada, en el Viejo Continente, a los intereses de los Estados Unidos. O quizás sería más exacto, delegada de los intereses de las grandes compañías que cotizan en las bolsas del entorno atlántico.

Por tanto, para romper esa dinámica, la clase trabajadora europea y la española en concreto debe entender que sus respectivos Gobiernos trabajan en realidad para esos intereses económicos, y no por el interés de su propio pueblo, por muchos ropajes progresistas con que se disfracen.

En el caso de España, el PSOE y sus comparsas sumatorias o podemistas colaboran en ese interés imperialista, pese a que traten de calmar los remordimientos izquierdistas de sus engañados votantes con llamadas a la paz, exigencia del reconocimiento del Estado Palestino o las críticas a Netanyahu.

Por tanto, la lucha del pueblo palestino es también la lucha del pueblo trabajador español y europeo. En la libertad del opresor imperialista norteamericano está el futuro de la clase obrera europea. No seremos libres mientras seamos cómplices del genocidio.

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1- Carta de Marx a Meyer y Vogt 

2- Marx y la Nueva Gaceta Renana, F. Engels

3- De te fabula narratur (a ti se refiere el cuento), Prólogo a la primera edición alemana del primer tomo de El Capital

4- El derecho de las naciones a la autodeterminación, Lenin. 


lunes, 4 de diciembre de 2023

Andalucía, dormida y encadenada



Como un eco de la infancia suena en mi cabeza la letrilla de unas sevillanas, "Andalucía, despierta que eres libre de tus cadenas, ¡despierta!". Recuerdo imágenes de folletos rojos de mis hermanos mayores, entonces estudiantes, con fotos de manifestaciones masivas y la referencia a una Andalucía presa, alegoría que en mi imaginación de niño convertía en una mujer gigantesca encadenada en lo profundo de una cueva de Sierra Morena.

En verdad pocas cosas han cambiado desde aquel 4 de diciembre en que asesinaron cobardemente a Manuel José García Caparrós, criminales miserables que rabiaban porque les molestaba que millones de andaluces se echaran a las calles a reivindicar la autonomía y la libertad.

No ha cambiado para esos a quienes inquietaban las grandes manifestaciones. Incluso ahora descansan más tranquilos y hasta se atreven a salir a las calles también un 4D, contraprogramando la manifestación tradicional de la izquierda con una alternativa convocada por la confederación de empresarios.

Están tranquilos porque han vuelto a dormir a la giganta. La lucha del pueblo andaluz ha quedado para el folclore. La pantomima de unos cuantos que se aferran a las banderas y a los símbolos para mantener su pequeña taifa de votos.

Por la tierra andaluza sobrevuelan los aviones que llevan las bombas de la OTAN, en sus costas se reabastecen los barcos de guerra que apoyan los genocidios. En las milenarias ciudades andaluzas se vende hasta la última parcela al turismo, mientras los andaluces que allí vivían dedican la mayor parte de su sueldo a compartir un piso del extrarradio. Y son los andaluces los que viven en los barrios con más paro y peor calidad de vida.

Hace unos días, el Ayuntamiento de Sevilla se vanagloriaba de haber gastado 44 mil euros en "adecentar" el muro junto al Puente de Triana. No fuera que los turistas se molestasen y pensaran que los andaluces no siguen la dictadura de la UE y la OTAN.



Ni soberanía, ni autonomía ni libertad tiene el pueblo andaluz, ni ninguno de los pueblos de España. Todo está supeditado a los intereses de los fondos de inversión del entorno de la alianza atlántica. Y lo peor es que quienes deberían explicarlo, los que se dan golpes en el pecho de andalucismo izquierdista, no lo hacen, al contrario, echan más somnífero a la giganta encadenada.

¿Hasta cuándo vamos a esperar para que nuestras calles se vean de nuevo ocupadas por millones de andaluces?

Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos.
¡Andalucía, despierta! ¡andaluces levantaos!