martes, 20 de noviembre de 2018

Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática

¿Por qué Lenin insistió en su momento que el proletariado debía apoyar la revolución burguesa?



Repaso en esta entrada el texto de Lenin Dos tácticas... cuya lectura es muy interesante y resultará esclarecedora para muchos militantes (a algunos les parecerá incluso paradójica o contradictoria, o al menos chocante). En ella se abordan cuestiones sobre táctica de los comunistas y sus posicionamientos, manifestados en la situación histórica concreta del tiempo en que Lenin redactó el libro pero que pueden ser modelo para inspirar las tácticas de otras situaciones, por supuesto también la actual.

Empezamos por una situación histórica del texto
(Como en entradas anteriores, en verde subrayo cuando reproduzco las palabras literales del texto en cuestión, en este caso de nuestro camarada Vladimiro). 
El texto, escrito en los meses de junio y julio de 1905, antes de los acontecimientos de Odesa (se refiere a los motines de los marineros de la Armada Imperial del Zar, entre los que se encontraba el acorazado Potemkin, buque que todos recordaremos de la famosa película de Eisenstein). En este año se produjeron en Rusia una serie de agitaciones y manifestaciones de masas, algunas de ellas con resultado de cargas policiales en las que fueron asesinadas miles de personas (por ejemplo durante el domingo sangriento en San Petersburgo) dirigidas contra la autocracia del zar Nicolás II, que desembocaron en la creación de un gobierno de corte monárquico constitucional y posteriormente de una asamblea legislativa, la Duma.

Durante estas revueltas, el partido que entonces unía a los marxistas rusos, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, POSDR, se polariza en dos líneas o tendencias opuestas: los bolcheviques, que defendían la creación de una república democrática de carácter burgués (aunque llevando al proletariado a participar en ella de manera determinante) y los mencheviques, que preferían por no llevar al proletariado a tareas políticas sino meramente económicas (Lenin los llamaba economicistas, recordemos en esta otra entrada su texto ¿Qué hacer?) y por tanto a no participar en el gobierno.

En este año, 1905, el POSDR celebra su III Congreso en Londres (la mayoría de revolucionarios rusos vivía en el exilio o en permanente persecución), aunque los mencheviques organizan una conferencia propia en Ginebra. 
En este congreso se dilucidan cuestiones tan importantes como la importancia del gobierno provisional burgués, la actitud del proletariado frente a ese gobierno y las condiciones de su participación.
La resolución del congreso sobre el gobierno provisional revolucionario, considera que tanto los intereses inmediatos del proletariado como los objetivos finales del socialismo exigen la libertad política más completa posible y, por consiguiente, la sustitución de la autocracia por la república democrática. Para ello es imprescindible la creación de una Asamblea Constituyente (digamos una asamblea que ponga un punto y aparte en el gobierno y sistema político de la nación) con sufragio universal y secreto.
La resolución es consciente de que esa revolución democrática no debilitará sino que fortalecerá la dominación de la burguesía, que intentará sin falta arrebatar al proletariado de Rusia sus conquistas. Para contrarrestarlo, el POSDR acuerda difundir entre la clase obrera la necesidad de un gobierno provisional en un momento determinado, del cual exigirá la realización de todas las reivindicaciones de su programa (un programa mínimo), aclara la conveniencia de participar en el gobierno y establece como condición necesaria el control riguroso del partido sobre sus mandatarios. Con esta finalidad, garantizar la independencia de la socialdemocracia, recomienda armar al proletariado y vigilar los actos de ese gobierno. 

Para comprender mejor esta resolución, debemos entender que en el pueblo ruso de entonces la mayor parte de la población era campesina, sometida durante generaciones de autocracia zarista a la miseria y al analfabetismo, por tanto inestable en lo que se refiere a las presiones de los conservadores. El proletariado, por su parte, se encontraba concentrado en las capitales industriales (Moscú, Petrogrado) y con escasa capacidad para maniobrar políticamente debido a la censura y persecución de los agentes zaristas, su ejército y policía.

Lenin se afana en el texto en explicar que la resolución del congreso sea persuadir a la clase obrera de que es preciso formar un gobierno provisional, aunque este gobierno sea burgués. Considera imprescindible participar y exigir el cumplimiento de un programa mínimoDicho programa es todo el programa mínimo de nuestro Partido, el programa de las transformaciones políticas y económicas inmediatas, completamente realizables, por una parte, a base de las relaciones económico-sociales actuales, y necesarias, por otra, para dar el paso siguiente, para realizar el socialismo.

En cuanto a las críticas que llegan desde el congreso alternativo de Ginebra, el de los mencheviques, Lenin es contundente y, tras analizar las circunstancias (objetivas y subjetivas) del momento, expone:
al fijar como tarea del gobierno provisional revolucionario la aplicación del programa mínimo, la resolución elimina con ello las absurdas ideas semianarquistas sobre la realización inmediata del programa máximo, sobre la conquista del Poder para llevar a cabo la revolución socialista. El grado de desarrollo económico de Rusia (condición objetiva) y el grado de conciencia y de organización de las grandes masas del proletariado (condición subjetiva, indisolublemente ligada a la objetiva) hacen imposible la liberación completa inmediata de la clase obrera.

Por supuesto, Lenin y los bolcheviques conocen por su formación marxista que la emancipación de los obreros sólo puede venir de los obreros mismos, pero advierte:
como contestación a las objeciones anarquistas de que aplazamos la revolución socialista, diremos: no la aplazamos, sino que damos el primer paso hacia la misma por el único procedimiento posible, por la única senda certera, a saber: por la senda de la república democrática. Quien quiera ir al socialismo por otro camino que no sea el del democratismo político, llegará infaliblemente a conclusiones absurdas y reaccionarias, tanto en el sentido económico como en el político. Si en un momento determinado tales o cuales obreros nos preguntan por qué no hemos de realizar nuestro programa máximo, les contestaremos indicándoles cuán ajenas son aún al socialismo las masas del pueblo, impregnadas de un estado de espíritu democrático, cuán poco desarrolladas se hallan aún las contradicciones de clase, cuán inorganizados están aún los proletarios. ¡Organizad a centenares de miles de obreros en toda Rusia, difundid entre millones la simpatía hacia vuestro programa! Probad a hacer esto, no limitándoos a frases anarquistas sonoras, pero huecas, y veréis inmediatamente que llevar a cabo esta organización, que la difusión de esta educación socialista depende de la realización más completa posible de las transformaciones democráticas.

Lenin explica que de la interpretación de los textos que Marx y Engels dejaron sobre su experiencia en anteriores revoluciones no podemos deducir, de un modo un tanto tajante o literal, que el proletariado nunca puede compartir intereses con la burguesía en ningún momento. Considera propio de anarquistas el rechazo a la participación política en los parlamentos burgueses y advierte que el marxismo, como teoría científica, explica que según el momento histórico puede ser favorable a la clase obrera el desarrollo económico y social de la burguesía, aunque esto pueda parecer contradictoria: Esta conclusión puede parecer nueva o extraña, paradójica, únicamente a los que ignoren el abecé del socialismo científico.

La actitud contraria, la no participación en ningún caso, que sostiene la conferencia menchevique, es comentada con contundente ironía por Lenin analizando su resolución alternativa: 
la Conferencia, con el fin de garantizar al Partido la más completa libertad de crítica con relación al régimen estatal burgués naciente [¡nuestra misión no es garantizar la república! Nuestra misión es únicamente garantizar la libertad de crítica. Las ideas anarquistas engendran el lenguaje anarquista: ¡el régimen "estatal burgués"!], estima que la formación de un gobierno provisional por los socialdemócratas, o su entrada en este gobierno, de un lado, alejaría del Partido Socialdemócrata a las grandes masas del proletariado, a las que el Partido habría decepcionado, pues la socialdemocracia, a pesar de la toma del Poder, no podría satisfacer las necesidades vitales de la clase obrera, comprendida la realización del socialismo [¡la república no es una necesidad vital! ¡Los autores no advierten, en su inocencia, que emplean un lenguaje puramente anarquista, como si se negasen a tomar parte en las revoluciones burguesas!] y, de otro lado, obligaría  a  las  clases  burguesas  a  dar  la  espalda  a  la  revolución  y  con  ello disminuiría  su  alcance ".

He aquí el nudo de la cuestión. He aquí donde las ideas anarquistas se entretejen con el más puro oportunismo. Solamente figuraos: ¡no entrar en el gobierno provisional porque esto obligaría a la burguesía a volver la espalda a la revolución y disminuiría así el alcance de la revolución! Tenemos ya, pues, aquí ante nosotros, por entero, en su aspecto puro y consecuente, esa filosofía neoiskrista según la cual, puesto que la revolución es burguesa, debemos inclinarnos ante la vulgaridad burguesa y cederle la acera.

En definitiva, de la lectura de Dos tácticas... podemos extraer las siguientes conclusiones:

- el Partido debe analizar siempre las condiciones subjetivas y objetivas de cada momento, pues como enunciaron Marx y Engels en el Manifiesto, los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros, lo que les distingue es saber apreciar cuáles acciones y en qué momento aplicadas suponen un beneficio para la clase obrera, esto es, qué tácticas momentáneas favorecen la estrategia final de su emancipación.

- el excesivo celo en los axiomas marxistas (y su incorrecta interpretación en momentos concretos) puede conducirnos a una actitud anarquizante que apresure de un modo infantil las tareas y el proyecto de un partido. En ocasiones es más prudente realizar una táctica "por etapas" que realizar una especie de huída hacia adelante extasiados en una supuesta pureza marxista. 

- la realización de cualquier táctica debe tener siempre en cuenta que resulte como fin la suma de nuevos elementos a la causa obrera, aumentar la correlación de fuerzas: Hacia este fin debemos dirigir todos nuestros esfuerzos. El conseguirlo depende, por una parte, del acierto con que valoremos la situación política, de que sean justas nuestras consignas tácticas, y, por otra parte, de que dichas consignas estén sostenidas por la fuerza combativa real de las masas obreras. Toda la labor habitual, regular, corriente de todas las organizaciones y grupos de nuestro Partido, la labor de propaganda, agitación y organización está orientada para fortalecer y ensanchar la ligazón con la masa.

Enlace a la lectura del texto en este enlace

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