Mostrando entradas con la etiqueta Lenin. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lenin. Mostrar todas las entradas

miércoles, 31 de octubre de 2018

¿Por dónde empezar a leer? Tres fuentes del marxismo.


Vi ayer una encuesta de un tuitero comunista en la que preguntaba opiniones sobre el texto más apropiado para iniciar a un amigo en el descubrimiento del marxismo. 

Las opciones de respuesta variaban entre el Manifiesto, El Estado y la Revolución, los cuadernos de Marta Harnecker o Politzer. Yo voté por el Manifiesto por su simbolismo como declaración o proclama para todos los comunistas del mundo y por su significado histórico (que por cierto puedes repasar en este blog en algunas entradas como ésta o también en esta otra). Pero la verdad es que para alguien que se inicie en este tema -pienso sobre todo en una persona joven o con no muchos conocimientos de Historia- el Manifiesto puede resultar algo pesado (¿quiénes son Metternich o Guizot?, ¿qué es eso de un fantasma?, ¿a santo de qué hablar de Roma o el Medievo?). Necesita sin duda unas indicaciones previas o una decidida voluntad del lector en informarse. 
El Estado y la Revolución (disponible aquí para todos los públicos) es bastante denso también y tiene las habituales zurras de Lenin hacia los oportunistas de su tiempo, que pueden echar para atrás a un lector principiante.
Los textos de filosofía adaptados sobre las enseñanzas de Politzer (también gratis en este blog) me parecen más didácticos y más asequibles para iniciarse.

Luego recordé aquel texto breve de Lenin que se llama Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. Este pequeño folleto, de apenas tres paginitas en octavo, creo que puede cumplir perfectamente esa función de texto iniciatorio. Por breve, por su claridad y porque cumple perfectamente la intención que -supongo- pretendía Lenin, reforzar el sentido revolucionario de las tesis marxistas.
Apenas empezamos a leer el folleto y nos encontramos en la primera página, en una especie de pequeño prólogo antes de enumerar las famosas tres fuentes, una de esas frases contundentes de nuestro amigo Vladimir:

"La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta."

Aquí es donde un lector posmoderno se hace cruces y clama ¡dogmatismo!. Tranquilos. Está claro que, sacada de contexto, no parece la frase más acertada desde el punto de vista dialéctico para ofrecer a un iniciado. Tengamos en cuenta que Lenin escribe para el lector de 1913, cuando aún se prepara el nivel de conciencia alcanzado años más tarde en la Revolución de Octubre. Si leemos el párrafo que la precede, el autor se preocupa en exponer con claridad que: "En el marxismo nada hay que se parezca al sectarismo".

¿A qué se refiere Lenin entonces al calificar al marxismo de "todopoderoso"?

En mi opinión, la referencia es al carácter irrebatible del marxismo como herramienta eficaz para interpretar la realidad y a la vez para ser el método adecuado de acción en la práctica. En los siguientes aspectos:

-- el marxismo no es una mera teoría económica, como a veces pretenden sus detractores; comprende conceptos de filosofía política que abarcan aspectos de la Sociología, la Historia, Filosofía y otros saberes. Es un todo "completo y ordenado, que da a las personas una idea del mundo completa y armónica, intransigente con toda superstición". 

-- a pesar de haber sido "superado" por constantes intérpretes y traductores, a pesar de haber  "revivido" tras innumerables muertes y crisis (también las hubo en época de Lenin), ni siquiera estos detractores que anuncian las diversas muertes del marxismo pueden negar que se trata de el método más correcto de explicar el mundo en que vivimos, la sociedad capitalista. El método más correcto por no decir simplemente el método. En definitiva, sin el análisis marxista no tendríamos hoy una visión correcta de la sociedad desde el siglo y medio de vida del Manifiesto y El capital hasta nuestros días.

-- este análisis desvela, descubre, la división de clases que encubre la democracia capitalista, y pone en evidencia también que esa falsedad democrática, que genera una tremenda desigualdad, es estructural en el capitalismo. Es decir, es propio del sistema y por tanto no se sostienen las teorías que pretenden una reforma en el capitalismo. Además, el marxismo expone la necesidad de un ente de dominación, el Estado, que sostenga de cualquier manera, a veces tolerada y a veces violenta, esa división de clases. 

Es por ello que afirma Lenin en el inicio de las Tres fuentes: "el marxismo suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una "secta perniciosa". Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social "imparcial". De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital."

Tras esta entrada, enumera las fuentes, que son la filosofía clásica alemana, el socialismo francés y la economía política inglesa. 

Es interesante la lectura por el atractivo del propio texto y aparte porque Lenin aconseja al lector a su vez la lectura de otros textos de Marx y Engels. Así, para el asunto de la filosofía alemana recomienda leer el Anti-Dühring y la parte de La ideología alemana referida a Feuerbach, para conocer la diferencia entre una perspectiva dialéctica de la idealista. 

Sobre la economía política menciona a Smith y Ricardo, ambos ingleses (también lo eran Malthus o Stuart Mill, dado que Inglaterra era el país donde más se desarrolló el capitalismo) y explica en breves palabras la importancia de la teoría de la plusvalía y el papel protagonista de la clase trabajadora.

En cuanto al socialismo francés subraya el carácter revolucionario del marxismo frente a las visiones bienintencionadas pero utópicas de los contemporáneos de Marx (y posteriores hasta la fecha), la importancia de revelar la lucha de clases y termina con otra frase de las antológicas, que pongo en forma de meme y que ojalá sirviera para hacerse viral en las redes sociales: 

Salud.



jueves, 30 de agosto de 2018

Spanish Gods: Los comunistas y la religión

En la novela American Gods (Neil Gaiman, 2001, en libro editorial Roca y adaptación en cómic editorial Planeta, también hay una serie de TV), los dioses disputan entre ellos por las oraciones de los mortales, hasta hacer estallar una guerra entre los antiguos dioses -olvidados y disminuidos sus poderes por el descenso de creyentes- y los dioses modernos -encumbrados gracias a las nuevas tecnologías y la transformación de la sociedad-.
Para los nostálgicos del mítico Sandman (Morfeo, Príncipe de los sueños, cómic antológico del mismo autor) American Gods es una lectura -o visión- muy recomendable (imagen © Amazon Video).

De esta interesante historia podríamos extraer una curiosa moraleja: los dioses "existen" porque existen humanos que creen en ellos. 

Dicho a la inversa, la fe en los dioses y sus poderes sobrenaturales hace posible que los dioses existan, o al menos estén presentes, en cierto modo, en nuestra sociedad.

 En España la influencia religiosa es predominante, en el sur -que es lo que conozco- al menos su influencia es notable. Los ciudadanos viven en estrecha relación con hermandades, parroquias, agrupaciones defensoras de sus valores, etc. Por eso no es raro que, como militantes, nos topemos alguna vez con el asunto de la religión. Por cualquier motivo, ya sea la liberación de la mujer, la influencia en la educación y su carácter público o privado, o la defensa de la memoria histórica republicana, por poner tres ejemplos entre muchos. 

Para ir al grano del asunto, la pregunta clave es ¿cuál debe ser nuestra actitud como marxistas activos ante la religión? Doy mi modesta opinión y ahí está la ventanita para escribir tu comentario si quieres dejarlo.

Cualquiera de nosotros puede incurrir en una posición extrema, creyendo que así se es más revolucionario, y mostrar ante la religión una actitud de rechazo absoluto y declarar la guerra personal a la Iglesia. Digamos que es una actitud anarquizante. 

Es natural caer en esta actitud, todos nosotros hemos vivido alguna experiencia de choque con personas religiosas o hemos sufrido de un modo u otro la opresión del peso de la Iglesia en nuestra sociedad. 

Pensemos una cosa: desde la Antigüedad la religión ha perseguido y censurado el pensamiento científico. De Platón y sus seguidores podemos leer en la actualidad todas sus obras tal y como fueron escritas, simplemente acudiendo a una biblioteca pública y tomando en préstamo uno de sus libros. Sin embargo, si queremos conocer la obra de otros filósofos, anteriores o contemporáneos de Platón, cuyo concepto del mundo no era idealista sino que se basaba en la observación y la experimentación del mundo (esto es, una visión materialista) no tendremos más remedio que acudir a los comentarios doxográficos (a las referencias escritas sobre ellos de otros autores). 
Retrato de Heráclito según Rubens. "Este cosmos no lo hizo ningún Dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y siempre será fuego eterno, que se enciende según medida y se extingue según medida." Conocemos el pensamiento de Heráclito y otros filósofos griegos fundamentales gracias a la doxografía. 


En realidad la eterna lucha de los marxistas -más allá incluso de lo teórico, incluso en la práctica más cotidiana-  será esa famosa batalla de las ideas: la pugna por extraer el pensamiento idealista, metafísico, místico, que está insertado en la cabeza de nuestros compañeros trabajadores, y sustituirlo por un pensamiento materialista, dialéctico, siempre crítico con lo que le rodea, basado en la práctica científica. Incluso con el aparente amigo de izquierdas que no ha logrado avanzar hacia el materialismo dialéctico, es decir, socialismo científico frente a socialismo utópico.

Pero decir esto es sencillo, lo verdaderamente complicado es llevarlo a cabo. El sentido común, es decir el conjunto de creencias y proposiciones de la sociedad en que vivimos, no puede ser ajeno a lo idealista dado que ésta es la lógica dominante en la propia sociedad. ¿Cómo ser críticos con la religión cuando esta está instaurada en la vida cotidiana incluso en pueblos hermanos como Venezuela o Bolivia, cuyas comunidades se encuentran socialmente a años luz de la nuestra? Pensemos también en los curas obreros, en los compañeros militantes de gran valía que mantienen alguna creencia religiosa; sería contraproducente rehuir de ellos.

Esta pugna ideológica no puede producirse de la noche a la mañana. El proceso debe ser paciente y dialéctico. La ideología es uno de los aspectos que atraviesa el armazón sobre el que se sostiene una sociedad. Si logramos, con trabajo paciente, desarmar esa estructura a partir de la lucha en los demás ámbitos (económico, laboral, político, legal, etc), poco a poco las vetas ideológicas que penetran en ese entramado irán paulatinamente desapareciendo.

Es más, la guerra total a la religión puede traernos como consecuencia el refuerzo en sus posiciones religiosas y la propaganda de una batalla en la que tenemos más terreno que perder que de ganar.

La batalla, firme pero paciente y serena, debe estar por tanto en la creación de conciencia en nuestros compañeros obreros, en la formación del pensamiento crítico y dialéctico. 

Porque, como comenté al inicio en el ejemplo que me sirvió de excusa para iniciar esta entrada, los dioses desaparecerán cuando dejemos de dedicarles nuestros rezos.

Añado dos enlaces necesarios para completar una visión teórica sobre este debate. No te asustes, son cortitos, en especial el primero; el segundo es una obra básica también de breve extensión.

¡SALUD! 




viernes, 15 de diciembre de 2017

¿Qué hacer?

Iniciamos aquí una aproximación a este texto de Lenin, procurando como en anteriores entradas hacer un resumen de su contenido con la intención de fomentar su lectura.
Aunque para el lector iniciado en el marxismo no sea necesario, recordamos que se trata de un texto escrito para una situación concreta, en un periodo histórico concreto y en una determinada zona (la Rusia zarista del año 1902) y que no se trata de obtener una mágica fórmula o una medida que pueda trasladarse como un patrón a la situación actual en nuestro país, sino de obtener alguna enseñanza que sea aplicable a nuestra realidad.

Porque, en efecto, el lector que se acerque a ¿Qué hacer? verá con asombro que muchas cuestiones tratadas en él son muy actuales y muy conocidas para el militante comunista o el simpatizante que sienta curiosidad por la actividad política de hoy día.

Las palabras que veas en color rojo son referencias casi textuales del libro. Como en otras entradas, si prefieres descargarte una versión en PDF para leerla con comodidad y letra grande en el móvil,puedes hacerlo pinchando sobre estas palabras. 


¿Qué hacer?, problemas candentes de nuestro movimiento es un tratado político de Lenin publicado en el año 1902 y que va dirigido a la crítica contra el oportunismo en el movimiento socialdemócrata de la época (no confundir con la devaluada socialdemocracia actual). Sus ideas sirvieron para marcar la historia del Partido Bolchevique e influyeron internacionalmente en la creación de un partido de nuevo tipo desarrollando sus principios ideológicos.

El libro surge a partir de la publicación en el periódico Iskra (Chispa) de un artículo de Lenin, "¿Por dónde empezar?", y la polémica suscitada en otras publicaciones de aquel momento (Rabócheie DieloLa Causa Obrera) entre las facciones del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que posteriormente darían lugar a la división del partido en mencheviques y bolcheviques.

La creación del concepto de partido de nuevo tipo surge como respuesta a una tendencia de la socialdemocracia rusa -Lenin los menciona como los "economistas"-, quienes creen en la "libertad de crítica", frente a los que el autor propone un partido como una fuerza organizadora del movimiento obrero a través de sólidos cimientos ideológicos.

Dogmatismo y libertad de crítica: en este texto como en todos los suyos Lenin hace frecuentes referencias a personajes políticos y a situaciones de su tiempo, pero si somos capaces de imaginar que nos introducirnos en su época y procuramos contrastarlo con la actualidad obtendremos interesantes conclusiones que podremos aplicar a la realidad que vivimos, con eficacia de una herramienta perfectamente válida.

La nueva tendencia crítica con el "viejo marxismo" es partidaria de la "libertad de crítica" -leemos- y pone en duda aspectos fundamentales como la lucha de clases o la dictadura del proletariado. Los socialdemócratas rusos reivindican para la unidad de las organizaciones la libertad de críticaLenin los llama "economistas" y considera que son oportunistas. 

En Rusia la unión de las organizaciones era bajo la bandera de la lucha contra el enemigo común de la autocracia (país sojuzgado por los reaccionarios del zarismo, persecución de la prensa, clandestinidad de los revolucionarios). Es un periodo de amplia difusión marxista por alianza de elementos extremistas con moderados, en la que los socialdemócratas consideran aliados a demócratas burgueses, atenuando así las contradicciones sociales y en contra de la revolución social.

Pese a las acusaciones de dogmatismo, doctrinarismo (creencia en que los textos marxistas son una doctrina que se acepta con fe y no con la razón) o anquilosamiento (argumentos que quedan obsoletos), Lenin señala la importancia que Engels daba al pensamiento teórico: Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia.
Primer número del diario Iskra (chispa), cuyo lema era "una chispa puede incendiar la pradera"

La espontaneidad de las masas y la conciencia de la socialdemocracia: el ascenso espontáneo es la forma embrionaria de un estado más avanzado en el que ya existe la conciencia. En las huelgas o motines primitivos se reflejaba un cierto despertar de la conciencia: los obreros perdían la fe tradicional en la inmutabilidad del orden de las cosas que los oprimía, empezaba a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían resueltamente con la sumisión servil a las autoridades. Pero esto era más que lucha una manifestación de desesperación y venganza. Los obreros no podían tener conciencia de la oposición irreconciliable de sus intereses con el régimen político, esa conciencia sólo podía venir desde fuera. Los obreros por sí mismos sólo pueden tener una conciencia tradeunionista (sindical). Las doctrinas socialistas surgen de teorías filosóficas elaboradas por intelectuales. 

Los primeros socialdemócratas ya consideraban la importancia de defender el programa y las tácticas de combate más amplios pero les faltaba la experiencia revolucionaria y la habilidad de organización.

El culto a la espontaneidad: por tanto tenemos a dos tendencias en la izquierda rusa de 1897, los jóvenes economistas que creen en una actividad centrada principalmente en el trabajo sindical y que confía en la espontaneidad del movimiento revolucionario en las masas con la suma de ideas ajenas al marxismo, y luego los viejos o tradicionales que se oponen a ellos.

Lenin plantea el problema así: ideología burguesa o ideología socialista. Todo lo que sea rebajar la ideología socialista es fortalecer la ideología burguesa. 

¿Por qué el movimiento espontáneo conduce al predominio de la ideología burguesa? Porque ésta es más antigua, está establecida en la sociedad y posee medios de difusión incomparablemente mayores. La clase obrera tiende al socialismo de manera espontánea, es cierto, pero al ser la ideología burguesa la más extendida es la que se acaba imponiendo entre los obreros. 

El error de la nueva tendencia es rendir culto a la espontaneidad, no comprende que la espontaneidad de las masas exige de los socialdemócratas una elevada conciencia. Cuanto mayor es la lucha espontánea en las masas, tanto mayor la necesidad de elevar la conciencia en la labor teórica, política y organizativa.

Política tradeunionista y política socialdemócrata: entendemos tradeunionismo como una lucha de tipo económico, referida al ámbito obrero, sindical. Es, en realidad, la resistencia de los obreros al capitalismo. La lucha se refiere a las relaciones de un obrero determinado con sus patronos respectivos y sólo consiguen mejoras relativas. La socialdemocracia dirige la lucha no sólo a conseguir ventajas laborales sino para destruir el sistema de explotación. Hace una labor de educación política de la clase trabajadora, de desarrollo de su conciencia.

¿En qué consiste la educación política? No basta con explicar la opresión política de los obreros, hay que hacer agitación con motivo concreto de cada opresión, en todos los aspectos: social, familiar, religioso, etc.

Necesidad de infundir actividad revolucionaria: Lenin señala el error de limitar la organización a una lucha económica (sindical). Se puede elevar la actividad de la masa si no nos limitamos a hacer agitación sobre el terreno económico. Es necesario organizar denuncias políticas omnímodas (que abarquen todos los aspectos sociales). 

La conciencia de la clase obrera no es completa si no se le acostumbra a hacerse eco de todos los casos de opresión, de todos los abusos, cualquiera que sea la clase afectada, vinculando todos los aspectos de las relaciones sociales.

El obrero muestra poca preocupación por el salvajismo de la policía, los abusos a campesinos, etc, porque no siente que el estudiante o el escritor son vejados por la misma fuerza que les somete a ellos. La misión es por tanto extender la agitación política. 

La clase obrera como combatiente de vanguardia: ¿cómo desarrollar la conciencia? No sólo desde dentro de su lucha económica, sino desde fuera de esa esfera, en las relaciones de todas las clases y sectores sociales con el Estado y el gobierno.

Debemos ir a todas las clases sociales de la población como teóricos, como propagandistas, como agitadores y como organizadores. Debemos saber organizar reuniones en los componentes de todas las clases, recalcar ante el pueblo los objetivos generales, sin ocultar nuestras convicciones socialistas. 

El primitivismo en el trabajo: considera Lenin que es la falta de preparación práctica en la actividad y en la organización, el alcance reducido de la actividad revolucionaria. 

Una organización de revolucionarios debe consistir en un conjunto de revolucionarios profesionales. Un revolucionario blando, vacilante en la teoría y de horizontes estrechos, que justifica su inercia con la espontaneidad del movimiento de masas, no es un revolucionario sino un artesano experto e inhábil. Otra tarea fundamental será, por tanto, elevar al militante primitivo al nivel del revolucionario. 

Amplitud de la labor de organización: para ampliar la organización hace falta un fuerte movimiento de revolucionarios probados.

Si el obrero revolucionario quiere prepararse para su trabajo, debe convertirse en revolucionario profesional. De esta manera no todo recae en intelectuales. Debemos ayudar a todo obrero que se distinga por su capacidad para convertirse en un organizador o agitador.

El reducido alcance del trabajo de organización está en relación indudable e íntima con la reducción del alcance de nuestras tareas políticas. El culto a la espontaneidad origina un temor a apartarse de lo que sea accesible a las masas, a subir demasiado por encima de las necesidades directas de los trabajadores. No hay que tener ese miedo. La baja organización hace absurdo el temor a subir "demasiado alto".

Plan de un periódico político central: en este sentido habremos de hacer un esfuerzo en entender los medios de que se disponía en tiempos de Lenin. En aquellos años un folleto realizado en una humilde imprenta podía llegar a tener un gran alcance en las masas, entre personas humildes cuya única información accesible era la impresa. Recordemos, por ejemplo, los pasajes de la novela Diez días que estremecieron al mundo en los que las gentes del pueblo reciben con ansia estos folletos y los leen con la avidez de quien desea estar al tanto de la actualidad. Hoy día habríamos de compararlo con el gesto de conectar la televisión o la radio cuando nos llegan rumores de un suceso importante (o conectarnos a internet).

Según Lenin la importancia de crear este medio o esta prensa de información masiva reside en diseñar una especie de guía que una el camino de todos los agentes revolucionarios. Vendría a ser la columna vertebral o el andamiaje de todo el edificio revolucionario. 

¿Qué tipo de organización necesitamos?: llegamos ahora a la parte en que nos cuestionamos qué clase de edificio se quiere construir con ese andamiaje o guía:

En lo que precede puede ver el lector que nuestra "táctica-plan" consiste en rechazar el llamamiento inmediato al asalto, en erigir que se organice "debidamente el asedio de la fortaleza enemiga", es decir, exigir que todos los esfuerzos se dirijan a reunir, organizar y movilizar un ejército regular.

Si sucediese una insurrección, una red de agentes que se forme por sí misma en el trabajo de organización y difusión de un periódico central no tendría que aguardar de brazos cruzados la consigna de insurrección sino que desplegaría justamente esa labor regular que le garantizase, en caso de insurrección, las mayores posibilidades de éxito.

Conclusiones: ¿Qué hacer? supone un manual de creación del partido de nuevo tipo:

-Pone al descubierto las causas del oportunismo, demostrando que se deben al culto excesivo por la espontaneidad del movimiento obrero y una dejadez en el papel de la conciencia socialista.

-Señala la importancia de crear un partido combativo único y centralizado, ajeno a divergencias políticas, aislamiento de las organizaciones, los métodos primitivos, el sistema de círculos y otros obstáculos de la organización.

-Reivindica la importancia de la teoría, elemento consciente, del Partido como guía revolucionaria para el movimiento espontáneo.

-Lleva a la práctica las tesis marxistas que consideran al Partido como la fusión del movimiento obrero con el socialismo y marca los fundamentos ideológicos del partido marxista que sirvió de base para el Partido Bolchevique.

lunes, 27 de noviembre de 2017

La Guerra Civil en Francia. La Comuna de París.

Nos acercamos en esta entrada al segundo texto en el que Marx hace un análisis materialista de la realidad política en Francia, tras El 18 Brumario (del que hay también en este blog un resumen comentado). La finalidad es animar a la lectura de los textos marxistas a través de estos comentarios-resumen, que puedes descargarte en formato PDF pinchando sobre estas letras y compartir a través del móvil(se leen bien porque el tamaño de la letra es grande). Todos los resúmenes y comentarios los puedes seguir en la etiqueta DescargaPDF.
Ilustración sobre la Comuna de la página del Partido comunista Francés.

En palabras de Engels en el prólogo de este texto, es importante difundir los análisis materialistas de Marx para "poner en disposición de los obreros" esta manera de ver la realidad desde el punto de vista de clase. El lector podrá comprobar que ese punto de vista es perfectamente útil e interesante hoy, siglo y medio después, y que es comprensible y está al alcance de cualquier lector que tenga un mínimo de interés en Filosofía, Política o Historia.

Marx escribe estos ensayos sobre sucesos que se están produciendo en el mismo tiempo, en forma de manifiestos o informes que presenta (por tanto de manera simultánea a los acontecimientos) a la Asociación Internacional de Trabajadores. La AIT o Primera Internacional fue una organización creada unos años antes, 1864, que agrupaba a sindicalistas, anarquistas y socialistas con el objetivo de organizar el movimiento obrero a nivel mundial.

Marx dedica sus estudios a estos sucesos, en manifiestos que exponen de manera clara y concisa la situación de Francia entre los años 1870 y 1871, pues era en el país galo donde se encontraba el centro de gravedad de la lucha de clases en aquel momento histórico. Para entender mejor la lectura, es conveniente conocer aunque sea a grandes rasgos el momento histórico.
Barricada en paris 1871, por Pierre-Ambrose_Richebourg

(A partir de aquí intentamos hacer un resumen utilizando las propias palabras textuales de Marx, las del prólogo de Engels a la propia obra y terminamos con un texto de Lenin sobre la Comuna).

Unos años antes, en 1848, caía Luis Felipe de Orleans y con él la época del Imperio Napoleónico y su continuación monárquica, dando paso a una república que fue celebrada por los obreros franceses, que veían en ella una república "social". Pronto fueron desengañados. En cuanto los republicanos burgueses se sintieron fuertes desarmaron a los obreros y llevaron a cabo una matanza brutal. Era la primera vez que la burguesía manifestaba qué crueldad era capaz de desatar en cuanto el proletariado se atrevía a disputarle el poder.

Aquella terrible masacre de 1848 -comenta Engels en su prólogo- no fue sino el preludio de lo que se vivió con la Comuna de parís en 1871.
Grabado e imagen superpuesta sobre la actual rue Ramponeau, © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

La Guerra franco-prusiana, conflicto bélico que tuvo lugar entre ambos años, es calificada por Marx en su primer manifiesto como una guerra de dinastías, un conflicto entre los intereses del Segundo Imperio Francés de Napoleón III y el Reino de Prusia con el apoyo de Alemania, con la finalidad de disputarse la anexión de territorios europeos y ejercer la hegemonía en el continente. 


Tras la derrota de las tropas francesas en Sedán, el 3 de septiembre de 1870, que decanta la victoria en favor de Prusia, se proclama la república en París. Adolphe Thiers (veterano político de larga trayectoria y conservador), en nombre de la defensa nacional, toma el poder.

En realidad, las intenciones del gobierno de Thiers son las de la traición, ante los avances de la clase obrera prefieren vender al país ante Prusia. Para ello necesitan como prioridad que París sea desarmada.
Soldados versalleses durante la semana sangrienta, misma fuente.

Los orígenes de la Comuna de París (18 mayo - 28 mayo de 1871) se encuentran por tanto en los planes de traición del gobierno provisional. Desde el inicio de la república, Thiers tiene el plan de la capitulación de París, que se produce el 28 de enero. Con ella se inicia una serie de intrigas traidoras con el enemigo, cuyo obstáculo final era el desarme del pueblo parisino.

Los conspiradores traman lograrlo alegando que la artillería de la Guardia Nacional de París pertenecía al Estado y debía serle devuelta. Estos cañones habían sido adquiridos por suscripción abierta entre la Guardia Nacional.

París se encontró entonces ante una disyuntiva: rendir las armas, siguiendo las órdenes de los traidores y reconociendo que la revolución iniciaba el traspaso de poderes de Luis Bonaparte a sus rivales monárquicos, o seguir luchando para derribar del todo las condiciones políticas que habían generado el Segundo Imperio.

Heroicamente París decide resistir a los conspiradores, aún con los cañones prusianos dentro de la ciudad.

Thiers desata la guerra civil al enviar una expedición militar nocturna con el objetivo de apoderarse de los cañones, intento que fracasó ante la confraternización de la Guardia Nacional con el pueblo. El 18 de marzo, de los 300.000 guardias nacionales sólo pasan al bando de Thiers unos 300. La revolución obrera, por tanto, se adueñaba de París, con un Comité Central como gobierno provisional.

Desde esta fecha hasta la entrada sangrienta de las tropas versallesas, la revolución estuvo exenta de violencia. Sólo dos generales, Lecomte y Clement Thomas, fueron ejecutados por los soldados por haber obligado a las tropas a disparar sobre mujeres y niños.
Barricada rue Allemagne, Commune-18711, misma fuente.

¿Qué fue la Comuna? "El 18 de marzo de 1871 París se despertó entre un clamor de gritos de Vive la Commune!". 
"Los proletarios de París -dice el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se ha dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos".

París se había levantado en armas contra el intento de Thiers de perpetuar aquel viejo poder heredado del imperio. Y si pudo resistir París fue porque se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional formada por obreros. Para convertir el hecho en algo duradero, decretaron en primer lugar sustituir el ejército permanente por el pueblo armado

La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los distritos. Eran responsables de su trabajo y sus cargos revocables en todo momento.
Los funcionarios y cargos públicos debían desempeñar su trabajo con salarios de obreros

Una vez suprimido el ejército permanente y la policía, elementos de fuerza física del antiguo gobierno, la Comuna elimina el poder espiritual: decreta la separación de la Iglesia del Estado, expropia las iglesias, las instituciones de enseñanza son abiertas al pueblo.
Pasaje literal del texto de Marx

El final de la Comuna llega tras varios intentos de Thiers de ocupar París mediante conspiraciones, obteniendo en principio sólo fracasos y la huída a Versalles de todo el gobierno. Sin efectivos militares ni apoyo de las demás provincias, que piden una solución pacífica, prueba la estrategia de celebrar elecciones municipales, en las que tampoco obtiene el respaldo necesario.

Con ello sin embargo gana tiempo para seducir a las clases medias parisinas con una comedia de conciliación, en la que promete no vengarse sino de los "causantes de los asesinatos de Lecomte y Thomas", y la aceptación final de su república como mejor sistema posible.

Es Bismarck, el canciller alemán, quien ofrece la salida decisiva. Ordena a Thiers sellar definitivamente la paz restaurando el imperio o aceptando sin reservas las condiciones de paz. Estas condiciones incluían la ocupación de París por tropas prusianas y acortar los plazos de pago de las indemnizaciones de guerra; a cambio de ello ofrecía liberar al ejército bonapartista prisionero. 

Obviamente, ante la perspectiva de disponer de un ejército para exterminar la Comuna, Thiers acepta las condiciones y se apresura a firmar.
Caricatura de Thiers de un periódico local de la época

La masacre de los comuneros se perpetró tras una resistencia heroica en las calles de París durante ocho días. Las matanzas a sangre fría de hombres, mujeres y niños fueron de una crueldad máxima. De las columnas de prisioneros eran elegidos al azar unos cuantos y se les ejecutaba al momento en las calles.
Texto literal del prólogo de Engels.
Fusilamientos de la calle Haxo (posible montaje), imagen de www.historie-fr.com

En un artículo escrito por Lenin en 1911 para el 40 aniversario de la Comuna de París, leemos:

"¿Por qué el proletariado, no sólo francés sino de todo el mundo, honra a sus precursores en los hombres de la Comuna de París? ¿Y cuál es el legado de la Comuna?

La Comuna nació espontáneamente; nadie lo había preparado consciente y metódicamente. Una guerra infeliz con Alemania; el sufrimiento del asedio; el desempleo del proletariado y la ruina de la pequeña burguesía; la indignación de las masas contra las clases altas (...) llevaron al pueblo de París a la revolución del 18 de marzo, que inesperadamente puso el poder en manos de la Guardia Nacional entre las manos de la clase obrera y la pequeña burguesía que se habían puesto del lado de él.

(...) Los trabajadores solos permanecieron fieles hasta el final de la Comuna. Los republicanos burgueses y la pequeña burguesía pronto se desprendieron de ella: algunos asustados por el carácter proletario, socialista y revolucionario del movimiento; los otros cuando lo vieron condenado a una cierta derrota. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno sin miedo y cansancio; solo lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para todos los trabajadores.

(...) Para que triunfe una revolución social, se requieren al menos dos condiciones: fuerzas productivas altamente desarrolladas y un proletariado bien preparado. Pero en 1871 estas dos condiciones faltaban. El capitalismo francés todavía estaba subdesarrollado y Francia era sobre todo un país de la pequeña burguesía (artesanos, campesinos, tenderos, etc.). Además, no hubo un partido de trabajadores; la clase trabajadora no tenía preparación ni capacitación prolongada y, en su masa, ni siquiera tenía una idea muy clara de sus tareas y los medios para lograrlas. No hubo una organización política seria del proletariado, ni sindicatos ni asociaciones de cooperativas de masas ...

(...) Todas estas medidas mostraron claramente que la Comuna era un peligro mortal para el viejo mundo basado en la servidumbre y la explotación. De modo que la sociedad burguesa no pudo descansar hasta que la bandera roja del proletariado flotó en el Ayuntamiento de París. Y cuando, finalmente, las fuerzas gubernamentales organizadas lograron prevalecer sobre las fuerzas mal organizadas de la revolución, los generales bonapartistas, golpeados por los alemanes y valientes contra sus compatriotas vencidos, hicieron una carnicería como París nunca había visto. Cerca de 30,000 parisinos fueron masacrados por la furiosa soldadesca, casi 45,000 fueron arrestados, muchos de los cuales debían ser ejecutados después; miles fueron enviados a las galeras o deportados. 

La causa de la Comuna es la de la revolución social, la de la total emancipación política y económica de los trabajadores, la del proletariado mundial. Y en ese sentido, ella es inmortal."  Lenin, abril de 1911
(texto completo aquí.)


* La mayoría de ilustraciones son © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.