De todas las miserias que se están destapando durante el genocidio del pueblo palestino, hay una particularmente despreciable que es la de los grandes medios informativos.
Dicen que el llanto de un bebé provoca una respuesta innata en los seres humanos adultos. Debe haber algún mecanismo neurobiológico que nos haga intolerable la contemplación del sufrimiento en los niños. Puede que en parte por ello la respuesta popular en rechazo a la masacre israelí se haya desbordado en todas grandes ciudades del mundo. Gracias a los avances en telecomunicación y a las redes sociales es posible difundir exponencialmente imágenes y videos de manera inmediata. De este modo, en los últimos años se han revelado injusticias que en otros tiempos hubiera sido imposible demostrar, como por ejemplo los abusos policiales cometidos en espacios públicos y que son grabados por testigos.
Un asesinato masivo tan horrible y brutal es imposible de ocultar hoy. En el caso del exterminio palestino todos tenemos alguna o varias imágenes de los crímenes provocados por los bombardeos indiscriminados de Israel que nunca podremos borrar de nuestra memoria.
Es interesante analizar cómo responden los grandes medios informativos a esta nueva forma de comunicación popular. Observen cualquier informativo televisivo español en estos días. Como es obvio, la realidad no puede ocultarse cuando es manifiesta ante todos los ojos, así que se informa sobre ello. Pero adviertan el modo en que estos hechos son informados.
Por supuesto, se ofrecen algunas imágenes cruentas de los bombardeos, secuencias de las deplorables condiciones de los hospitales, los llantos de las víctimas que logran sobrevivir. También se admite la información de las clamorosas y masivas manifestaciones que se producen en los lugares más dispares del planeta, incluso en los propios Estados Unidos.
Acto seguido el relato informativo se enfoca en una serie de conceptos concretos: los movimientos de Hamas y las acciones que en todos los casos son adjetivadas con la misma categoría: terrorismo. Se hace referencia a los rehenes que posee Hamas, se muestran entrevistas a sus preocupados familiares y se recuerda una vez más el espanto de lo ocurrido el día 7 de octubre. Los ataques del ejército israelí, sin embargo, han pasado ahora a ser "incursiones selectivas" que "desactivan" células terroristas.
Luego se explican los movimientos de los responsables políticos occidentales para favorecer caminos para las ayudas humanitarias o establecer pausas para atender a los heridos.
Se diría, viendo este conjunto informativo, que se trata de una lucha sangrienta pero en la que ambos bandos tienen motivos para ser crueles y en la que los gobiernos occidentales son meros espectadores horrorizados que tratan de contener a los combatientes. Sin embargo, basta observar la simple estadística de asesinatos infantiles, como en la gráfica que ofrece la cuenta @03690jul, para sospechar que esta información es una farsa y se trata de una manipulación interesada.
Es imposible no hacerse una pregunta muy simple. Si nos mienten en estos horribles sucesos que no pueden ocultarse, ¿qué no habrán ocultado en anteriores crímenes cuando no existía esa facilidad popular de compartir información? ¿Qué serie de barbaridades nunca sabremos sobre lo ocurrido ya no en otras épocas sino en nuestra historia reciente, en Yugoslavia, en Irak, en Libia o en Siria? ¿Qué parte de lo ocultado sobre Ucrania desde el golpe de 2014 responde al vértigo de la actualidad o a la propaganda de guerra?
Los informativos españoles de hoy siguen su curso, nos hablan de los avances en las negociaciones por la amnistía y la formación del imprescindible gobierno, de las subidas de precios al parecer causadas por sabe dios qué motivos.
La sociedad en que vivimos es un inmenso decorado, una realidad manipulada de manera que sea soportable por la mayoría, los que viven al día, los que pagan esos precios desorbitados y se les pide el voto de vez en cuando.
Una imagen invertida que la ideología dominante reproduce en nuestras mentes y que es una simple pátina, un recubrimiento dulcificado. Si rascáramos sobre esa superficie encontraríamos, no muy profunda, la horrible realidad.
La única manera de tumbar ese decorado fraudulento es que seamos conscientes de nuestra posición en la sociedad. Es imprescindible entender que lo que ocurre a nivel interno en nuestro país está íntimamente relacionado con lo que ocurre a nivel internacional. La solidaridad con el pueblo palestino no es sólo una cuestión humanitaria, es también una cuestión de clase.
Y los gobiernos de los países aparentemente ajenos al genocidio palestino son también responsables, en cuanto son gestores de los grandes intereses económicos que miran hacia otro lado cuando se trata de unas violencias y en cambio actúan con mano dura cuando son otras.