martes, 9 de enero de 2018

Politzer. Principios elementales de Filosofía


Inicio el año en este frío enero con el mismo propósito de animar a la lectura de textos marxistas. Sí, estoy así de loco. Y no sólo pretendo incitar a leer sino además  ¡a hablar de Filosofía! Lo dicho. Loco de remate.
Vamos a hablar un poco de materialismo dialéctico y para ello tomaré como referencia el libro Principios elementales de Filosofía. Una lectura que resultará muy básica a los lectores que estén acostumbrados al tema pero que es muy interesante para recordar conceptos o aclararlos en cualquier caso.

Si no lo conoces, con este libro te acercarás a los conceptos esenciales del marxismo. Te ayudará también a entender cómo funciona el estilo de pensamiento que usan los capitalistas, lo que te será de gran utilidad para distinguir sus maneras tramposas. No olvidemos que hoy día la inmensa mayoría de medios informativos, los métodos de enseñanza en los centros docentes, las obras de los intelectuales y escritores más conocidos, las redes sociales, toda nuestra sociedad se encuentra imbuida de pensamientos antimaterialistas y antidialécticos. Esto es así porque de este modo se logra sostener el sistema capitalista y confundir a los sectores populares. Por eso es necesario que conozcamos sus fundamentos y sepamos rebatirlos con razonamientos que nos permitan un enfoque más favorable a la clase trabajadora y poder así transformar el mundo en que vivimos.

Como en las anteriores entradas, puedes descargarte el resumen del libro en un archivito PDF fácil de leer en el móvil si pinchas sobre estas palabras.

¿Quién fue su autor? George Politzer fue un comunista militante de origen húngaro, psicólogo y filósofo, que participó en la fundación de la Universidad Obrera de París en los años 30
donde ejerció como profesor de materialismo dialéctico. Tras la ocupación de Francia por los fascistas, participa en la resistencia clandestina hasta que es capturado por los nazis y fusilado en 1942. 

De las notas tomadas por sus alumnos, quienes tenían en gran estima a Politzer por su carisma y su capacidad de entusiasmar, se realizó este libro, que resume las enseñanzas del profesor en la Universidad Obrera. La continuación -Principios fundamentales- la trataremos más adelante en este blog.

No te rindas antes de empezar. Politzer consigue explicar con gran sencillez cuestiones filosóficas de manera que resultan muy fáciles de entender por cualquier persona. Sólo es necesario un poco de interés y con la lectura de sus páginas obtendremos un buen inicio para adentrarnos en el materialismo dialéctico. Vamos a ver un breve resumen de su contenido:



Principios elementales de Filosofía
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¿Cuál es la relación entre el materialismo y el marxismo?
El materialismo es la base del marxismo. La intención del materialismo es dar una explicación científica a los problemas del mundo. No se trata de una creación de Marx o Engels, existen pensadores materialistas desde la Antigüedad y se desarrolla en la Historia a la vez que se suceden los descubrimientos científicos.

La filosofía que se opone al materialismo es el idealismo.  Son dos maneras enfrentadas de explicar el mundo. 
El materialismo se opone al idealismo en un aspecto fundamental: el idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que haya una mente que esté consciente de ellos. Para poder conocer las cosas, se debe tomar en cuenta la conciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento. Para los materialistas, al contrario, es la materia la que produce el pensamiento. El materialismo afirma que el mundo es material y que existe objetivamente, independientemente de la conciencia.

Esto supone que nuestro modo de vida y nuestra conciencia vienen determinados por los aspectos materiales de la sociedad en que vivimos. Para el materialismo es por tanto el plano material de una sociedad (el factor económico especialmente) el que define los planos ideológicos, políticos y demás.

A lo largo de la Historia se han producido avances y descubrimientos que transformaron las sociedades. Durante la Revolución Neolítica, gracias a la difusión de la agricultura, el modo de vida pasó de ser nómada a sedentario. Durante la Revolución Industrial los avances tecnológicos, como la máquina de vapor, fueron otro gran impulso para una transformación social hacia una forma de vida urbana y mecanizada.



Este es el núcleo principal del materialismo histórico: el factor económico es la base sobre la que se sustenta el conjunto de características de las sociedades, su forma de vida, sus ideas, su organización, etc.

Características del método idealista.
Este método de entender el mundo sugiere una serie de características particulares:

1. Principio de identidad: consiste en preferir la inmovilidad al cambio. Se considera al universo como algo fijo, la naturaleza y las sociedades son permanentes. "No hay nada nuevo bajo el sol", expresiones de este tipo están muy arraigadas en nosotros.  
Es frecuente ver "chistes" como éste en la red. Cuando se critica al socialismo se suele decir que la naturaleza del ser humano es egoísta y vaga y que sin control de una fuerza superior todo sería desorden. Su naturaleza es fija y no puede cambiarse, nos dicen. Esta forma de ver las cosas olvida que si la sociedad cambia (cambian las condiciones materiales), el ser humano también lo hará.

2. Aislamiento de las cosas: si todo es inmutable, una cosa es y sigue siendo siempre. Nos habituamos a separar las cosas, acentuamos su identidad y separamos unas cosas de otras.
La metafísica tiende a ver las cosas sin relación entre ellas, de este modo se tiende a pensar por ejemplo que  "la política es la política y la filosofía es la filosofía", que no hay conexión entre ellas. Igualmente para el idealismo el hombre es independiente de la forma social en que vive. 

3. Divisiones eternas e intransferibles: esas divisiones son absolutas. Por ejemplo, "siempre ha habido ricos y pobres y siempre los habrá". Se establece entre ellos muros infranqueables, nunca será posible un cambio real.


Según esta periodista, colaboradora de medios como La Razón, el hecho de que el partido de Hitler se considerase socialista basta para relacionar a los nazis con el comunismo. Las ideologías para ella son cualidades parecidas a los adjetivos, etiquetas absolutas y aisladas, sin variación en el tiempo ni en el espacio ni más relación con otros aspectos sociales que su definición semántica. Parece infantil pero esta manera de "razonar" está bastante extendida en las redes.

4. Oposición de los contrarios: dos cosas contrarias no pueden existir al mismo tiempo. Sería una contradicción y para el idealismo la contradicción es un absurdo imposible. 

La lógica, que se considera el arte de pensar bien, siguiendo estas características llega al principio del tercero excluido, según el cual entre dos posibilidades contradictorias no hay lugar para una tercera.

La lógica es un método de razonamiento que clasifica a cada cosa de un modo bien determinado, que obliga a ver las cosas como idénticas a ellas mismas y que nos pone en disposición de elegir, de escoger entre una u otra opción excluyendo una tercera posibilidad
En las pasadas elecciones de EE.UU. la prensa española "de izquierdas" presentaba a Trump como una opción fatal y a su rival, Hillary Clinton, como la opción deseable. Ambas candidaturas se presentaban como algo aislado, opuestas y por tanto diferentes; no cabía para esta prensa la valoración de ambos partidos como las dos caras de una misma moneda que en el fondo comparten buena parte de sus políticas y sólo se diferencian en cuestiones de apariencia. Excluyendo una tercera opción se nos coloca en la diatriba de escoger a la opción heredera de Obama o en caso contrario seremos etiquetados como "partidarios de Trump". Esta celada que parece tan tosca resulta ser muy habitual, es el pan de cada día en los medios y en la política.


La dialéctica.
En oposición a la metafísica tenemos la dialéctica. La dialéctica surge de la observación de la naturaleza, donde todo se mueve y cambia, el movimiento y el cambio existe en todo y en nosotros mismos.

La dialéctica se emplea desde la Antigüedad pero dominada por la metafísica, dado que no se habían dado aún los avances científicos necesarios.

Toma una nueva dimensión con el filósofo alemán Hegel (1770-1831), que supo comprender el cambio en las ciencias. Comprobó, ayudado por esos progresos científicos, que en el universo todo es movimiento y cambio.

En la dialéctica vemos también una serie de características en su método: 

1. Ley del cambio y del movimiento dialéctico: nada permanece como es ni queda como está. Hay que estudiar las cosas en movimiento, en su cambio.
Para la dialéctica no hay nada definitivo, absoluto o sagrado. No hay poder en el mundo que pueda fijar las cosas en un estado definitivo. Todo tiene un proceso, una marcha que avanza con cambios. 

Las especies animales, por ejemplo, podríamos pensar que siempre han existido tal como las conocemos; sin embargo, a través de los estudios científicos sabemos que no han sido siempre así sino que han sufrido enormes cambios y han evolucionado hasta lo que hoy son.



2. Ley de la acción recíproca o encadenamiento de procesos: los procesos van unidos y encadenados, el mundo no es fijo sino que es un conjunto de procesos. La sociedades deben estudiarse también como un conjunto complejo de procesos, un desarrollo histórico.

En el ejemplo que poníamos antes, para la metafísica la política y la filosofía son mundos apartes que no deben estar relacionados. Esto, como estamos viendo, no es así y podemos tener una idea más completa del mundo relacionando todos sus aspectos.

3. Ley de la contradicción: las cosas se transforman en su contrario. Al analizar las cosas en movimiento, en su transformación, caeremos en continuas contradicciones. El simple movimiento es una contradicción, un cuerpo no está donde estaba hace un momento.

Cada cosa contiene ella misma y su contrario, existen antagonismos (en la vida se contienen las circunstancias que dan lugar a la muerte y a su vez la muerte de un ser vivo contiene células que permanecen vivas, además de ocasionar el desarrollo de nuevos seres vivos).

La dialéctica nos obliga a ver todos los aspectos de una cosa, no sólo un lado.

4. Ley de transformación de cantidad en calidad o ley del progreso por saltos: la naturaleza demuestra que la evolución de las cosas no puede ser sólo cuantitativa indefinidamente, en última instancia hay un cambio cualitativo. 

Por ejemplo el agua calentada hasta los 99 grados centígrados sigue siendo agua. Un grado más, 100º, y tendremos vapor.

En la Historia observamos que las grandes transformaciones  de las sociedades vienen precedidas de una acumulación de cambios que, al llegar a un determinado punto, suponen un salto y es entonces cuando se produce la transformación.


Según quienes niegan esto, la Historia tiene "accidentes", cosas que ocurren pero podrían no haber pasado. Es normal ver en los libros e internet explicaciones como la de la imagen que acompaña estas letras: la Revolución Francesa se explica en que Luis XVI era débil. De no ser así la Historia hubiera seguido otro curso. La dialéctica enseña que las Revoluciones son procesos necesarios. Se acumulan cambios continuos que acaban produciendo un cambio brusco.


El materialismo histórico. 
El materialismo histórico es, simplemente, la aplicación de este método dialéctico a la historia de las sociedades humanas.  

Los idealistas dicen que un proletario o un burgués son uno u otro porque piensan como uno u otro. Por el contrario, nosotros decimos que, si piensan como un proletario o como un burgués, es porque son uno u otro. Un proletario tiene una conciencia de clase proletaria porque es proletario. 


Si se es burgués -se dice- es porque se piensa como un burgués; para no serlo, pues, basta cambiar la manera de pensar y, para hacer cesar la explotación burguesa, basta con efectuar un trabajo de convicción ante los patrones. Esta es una teoría defendida por los socialistas cristianos  y del socialismo utópico. Pero también es la teoría de los fascistas que luchan contra el capitalismo no para suprimirlo sino para hacerlo más “¡razonable!”. Cuando el patronato comprenda que explota a los obreros -dicen- no lo hará más. He aquí una teoría completamente idealista, cuyos peligros son visibles.


Marx nos habla del “ser social”. ¿Qué entiende por eso? 
Los hombres actúan porque tienen ciertas ideas. Deben estas ideas a sus condiciones materiales de existencia, porque pertenecen a una u otra clase. Esto no quiere decir que haya sólo dos clases en la sociedad: hay una cantidad de clases, de las cuales principalmente dos están en lucha: burguesía y proletariado. Por lo tanto, bajo las ideas se encuentran las clases. La sociedad está dividida en clases, que luchan una contra la otra. Así, si se examinan las ideas de los hombres, se comprueba que esas ideas están en pugna, y bajo estas ideas encontramos a las clases que también están en pugna. En consecuencia, las fuerzas matrices de la Historia, es decir, lo que explica la Historia, es la lucha de clases.




Al estudiar el materialismo histórico, hemos visto que la historia de las sociedades se explica por el encadenamiento siguiente: los hombres hacen la historia por su acción, expresión de su voluntad. Esta es determinada por las ideas. Hemos comprobado que lo que explica las ideas de los hombres, es decir, su ideología, es el medio social donde se manifiestan las clases, las que a su vez están determinadas por el factor económico, o sea, al fin de cuentas, por el modo de producción. Hemos visto también que entre el factor ideológico y el factor social se encuentra el factor político, que se manifiesta en la lucha ideológica como expresión de la lucha social. Por lo tanto, si examinamos la estructura de la sociedad a la luz del materialismo histórico, vemos que en la base se encuentra la estructura económica; luego, por encima de ella, la estructura social, que sostiene la estructura política,y por último la estructura ideológica.

Vemos, por consiguiente, que es la estructura económica la que está en la base de la sociedad. Se dice también que es la infraestructura (lo que significa la estructura inferior). La ideología, que comprende todas las formas: la moral, la religión, la ciencia, la poesía, el arte, la literatura, constituye la supra o superestructura (que significa: estructura que está en la cima). 

Conciencia verdadera y conciencia falsa.
Acabamos de decir que las ideologías son el reflejo de las condiciones materiales de la sociedad, que es el ser social quien determina la conciencia social. Se podría deducir de ello que un obrero debe tener automáticamente una ideología obrera. 
Pero tal suposición no corresponde a la realidad, porque hay obreros que no tienen conciencia de obreros. Por lo tanto, corresponde establecer una distinción: la gente puede vivir en condiciones determinadas, pero la conciencia que tienen de ello puede no corresponder a la realidad. Es lo que Engels llama: “tener una conciencia falsa”.
Cuentas tan divertidas como ésta, pese a ser parodias muy exageradas, no difieren por desgracia de los comentarios que podemos escuchar en cualquier bar español.



Simplemente porque ha razonado mal, porque ha elegido mal su ideología, este obrero puede convertirse para nosotros en un enemigo de clase, mientras que, sin embargo, él es de nuestra clase. Así, tener una conciencia falsa, es engañarse o ser engañado sobre su verdadera condición.

Por consiguiente, el trabajo ideológico tiene para nosotros, marxistas, una extremada importancia. Hay que destruir la conciencia falsa para adquirir una conciencia verdadera y esta transformación no puede realizarse sin el trabajo ideológico.

Ahora sabemos mejor lo que es el materialismo dialéctico, forma moderna del materialismo, fundado por Marx y Engels y desarrollado por Lenin. Por eso se habla hoy de marxismo-leninismo. 

Marxismo-leninismo y materialismo dialéctico están indisolublemente unidos, y sólo el conocimiento del materialismo dialéctico permite medir toda la extensión, todo el alcance, toda la riqueza del marxismo-leninismo. Esto nos lleva a decir que el militante no está verdaderamente armado ideológicamente si no conoce el conjunto de esta doctrina.

La burguesia, que lo ha comprendido bien, se esfuerza por introducir su propia ideología en la conciencia de los trabajadores empleando todos los medios posibles. 

Paralelamente a la lucha en la calle y en el lugar de trabajo, los militantes deben llevar a cabo la lucha ideológica. Su deber es defender nuestra ideología contra todas las formas de ataque, y, al mismo tiempo, dirigir la contraofensiva para la destrucción de la ideología burguesa en la conciencia de los trabajadores. Pero para dominar todos los aspectos de esta lucha, hay que estar armado. El militante sólo lo será verdaderamente mediante el conocimiento del materialismo dialéctico.




Recomendamos la lectura de este libro, fácil de encontrar en internet y a precio asequible en cualquier librería. 


viernes, 15 de diciembre de 2017

¿Qué hacer?

Iniciamos aquí una aproximación a este texto de Lenin, procurando como en anteriores entradas hacer un resumen de su contenido con la intención de fomentar su lectura.
Aunque para el lector iniciado en el marxismo no sea necesario, recordamos que se trata de un texto escrito para una situación concreta, en un periodo histórico concreto y en una determinada zona (la Rusia zarista del año 1902) y que no se trata de obtener una mágica fórmula o una medida que pueda trasladarse como un patrón a la situación actual en nuestro país, sino de obtener alguna enseñanza que sea aplicable a nuestra realidad.

Porque, en efecto, el lector que se acerque a ¿Qué hacer? verá con asombro que muchas cuestiones tratadas en él son muy actuales y muy conocidas para el militante comunista o el simpatizante que sienta curiosidad por la actividad política de hoy día.

Las palabras que veas en color rojo son referencias casi textuales del libro. Como en otras entradas, si prefieres descargarte una versión en PDF para leerla con comodidad y letra grande en el móvil,puedes hacerlo pinchando sobre estas palabras. 


¿Qué hacer?, problemas candentes de nuestro movimiento es un tratado político de Lenin publicado en el año 1902 y que va dirigido a la crítica contra el oportunismo en el movimiento socialdemócrata de la época (no confundir con la devaluada socialdemocracia actual). Sus ideas sirvieron para marcar la historia del Partido Bolchevique e influyeron internacionalmente en la creación de un partido de nuevo tipo desarrollando sus principios ideológicos.

El libro surge a partir de la publicación en el periódico Iskra (Chispa) de un artículo de Lenin, "¿Por dónde empezar?", y la polémica suscitada en otras publicaciones de aquel momento (Rabócheie DieloLa Causa Obrera) entre las facciones del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que posteriormente darían lugar a la división del partido en mencheviques y bolcheviques.

La creación del concepto de partido de nuevo tipo surge como respuesta a una tendencia de la socialdemocracia rusa -Lenin los menciona como los "economistas"-, quienes creen en la "libertad de crítica", frente a los que el autor propone un partido como una fuerza organizadora del movimiento obrero a través de sólidos cimientos ideológicos.

Dogmatismo y libertad de crítica: en este texto como en todos los suyos Lenin hace frecuentes referencias a personajes políticos y a situaciones de su tiempo, pero si somos capaces de imaginar que nos introducirnos en su época y procuramos contrastarlo con la actualidad obtendremos interesantes conclusiones que podremos aplicar a la realidad que vivimos, con eficacia de una herramienta perfectamente válida.

La nueva tendencia crítica con el "viejo marxismo" es partidaria de la "libertad de crítica" -leemos- y pone en duda aspectos fundamentales como la lucha de clases o la dictadura del proletariado. Los socialdemócratas rusos reivindican para la unidad de las organizaciones la libertad de críticaLenin los llama "economistas" y considera que son oportunistas. 

En Rusia la unión de las organizaciones era bajo la bandera de la lucha contra el enemigo común de la autocracia (país sojuzgado por los reaccionarios del zarismo, persecución de la prensa, clandestinidad de los revolucionarios). Es un periodo de amplia difusión marxista por alianza de elementos extremistas con moderados, en la que los socialdemócratas consideran aliados a demócratas burgueses, atenuando así las contradicciones sociales y en contra de la revolución social.

Pese a las acusaciones de dogmatismo, doctrinarismo (creencia en que los textos marxistas son una doctrina que se acepta con fe y no con la razón) o anquilosamiento (argumentos que quedan obsoletos), Lenin señala la importancia que Engels daba al pensamiento teórico: Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia.
Primer número del diario Iskra (chispa), cuyo lema era "una chispa puede incendiar la pradera"

La espontaneidad de las masas y la conciencia de la socialdemocracia: el ascenso espontáneo es la forma embrionaria de un estado más avanzado en el que ya existe la conciencia. En las huelgas o motines primitivos se reflejaba un cierto despertar de la conciencia: los obreros perdían la fe tradicional en la inmutabilidad del orden de las cosas que los oprimía, empezaba a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían resueltamente con la sumisión servil a las autoridades. Pero esto era más que lucha una manifestación de desesperación y venganza. Los obreros no podían tener conciencia de la oposición irreconciliable de sus intereses con el régimen político, esa conciencia sólo podía venir desde fuera. Los obreros por sí mismos sólo pueden tener una conciencia tradeunionista (sindical). Las doctrinas socialistas surgen de teorías filosóficas elaboradas por intelectuales. 

Los primeros socialdemócratas ya consideraban la importancia de defender el programa y las tácticas de combate más amplios pero les faltaba la experiencia revolucionaria y la habilidad de organización.

El culto a la espontaneidad: por tanto tenemos a dos tendencias en la izquierda rusa de 1897, los jóvenes economistas que creen en una actividad centrada principalmente en el trabajo sindical y que confía en la espontaneidad del movimiento revolucionario en las masas con la suma de ideas ajenas al marxismo, y luego los viejos o tradicionales que se oponen a ellos.

Lenin plantea el problema así: ideología burguesa o ideología socialista. Todo lo que sea rebajar la ideología socialista es fortalecer la ideología burguesa. 

¿Por qué el movimiento espontáneo conduce al predominio de la ideología burguesa? Porque ésta es más antigua, está establecida en la sociedad y posee medios de difusión incomparablemente mayores. La clase obrera tiende al socialismo de manera espontánea, es cierto, pero al ser la ideología burguesa la más extendida es la que se acaba imponiendo entre los obreros. 

El error de la nueva tendencia es rendir culto a la espontaneidad, no comprende que la espontaneidad de las masas exige de los socialdemócratas una elevada conciencia. Cuanto mayor es la lucha espontánea en las masas, tanto mayor la necesidad de elevar la conciencia en la labor teórica, política y organizativa.

Política tradeunionista y política socialdemócrata: entendemos tradeunionismo como una lucha de tipo económico, referida al ámbito obrero, sindical. Es, en realidad, la resistencia de los obreros al capitalismo. La lucha se refiere a las relaciones de un obrero determinado con sus patronos respectivos y sólo consiguen mejoras relativas. La socialdemocracia dirige la lucha no sólo a conseguir ventajas laborales sino para destruir el sistema de explotación. Hace una labor de educación política de la clase trabajadora, de desarrollo de su conciencia.

¿En qué consiste la educación política? No basta con explicar la opresión política de los obreros, hay que hacer agitación con motivo concreto de cada opresión, en todos los aspectos: social, familiar, religioso, etc.

Necesidad de infundir actividad revolucionaria: Lenin señala el error de limitar la organización a una lucha económica (sindical). Se puede elevar la actividad de la masa si no nos limitamos a hacer agitación sobre el terreno económico. Es necesario organizar denuncias políticas omnímodas (que abarquen todos los aspectos sociales). 

La conciencia de la clase obrera no es completa si no se le acostumbra a hacerse eco de todos los casos de opresión, de todos los abusos, cualquiera que sea la clase afectada, vinculando todos los aspectos de las relaciones sociales.

El obrero muestra poca preocupación por el salvajismo de la policía, los abusos a campesinos, etc, porque no siente que el estudiante o el escritor son vejados por la misma fuerza que les somete a ellos. La misión es por tanto extender la agitación política. 

La clase obrera como combatiente de vanguardia: ¿cómo desarrollar la conciencia? No sólo desde dentro de su lucha económica, sino desde fuera de esa esfera, en las relaciones de todas las clases y sectores sociales con el Estado y el gobierno.

Debemos ir a todas las clases sociales de la población como teóricos, como propagandistas, como agitadores y como organizadores. Debemos saber organizar reuniones en los componentes de todas las clases, recalcar ante el pueblo los objetivos generales, sin ocultar nuestras convicciones socialistas. 

El primitivismo en el trabajo: considera Lenin que es la falta de preparación práctica en la actividad y en la organización, el alcance reducido de la actividad revolucionaria. 

Una organización de revolucionarios debe consistir en un conjunto de revolucionarios profesionales. Un revolucionario blando, vacilante en la teoría y de horizontes estrechos, que justifica su inercia con la espontaneidad del movimiento de masas, no es un revolucionario sino un artesano experto e inhábil. Otra tarea fundamental será, por tanto, elevar al militante primitivo al nivel del revolucionario. 

Amplitud de la labor de organización: para ampliar la organización hace falta un fuerte movimiento de revolucionarios probados.

Si el obrero revolucionario quiere prepararse para su trabajo, debe convertirse en revolucionario profesional. De esta manera no todo recae en intelectuales. Debemos ayudar a todo obrero que se distinga por su capacidad para convertirse en un organizador o agitador.

El reducido alcance del trabajo de organización está en relación indudable e íntima con la reducción del alcance de nuestras tareas políticas. El culto a la espontaneidad origina un temor a apartarse de lo que sea accesible a las masas, a subir demasiado por encima de las necesidades directas de los trabajadores. No hay que tener ese miedo. La baja organización hace absurdo el temor a subir "demasiado alto".

Plan de un periódico político central: en este sentido habremos de hacer un esfuerzo en entender los medios de que se disponía en tiempos de Lenin. En aquellos años un folleto realizado en una humilde imprenta podía llegar a tener un gran alcance en las masas, entre personas humildes cuya única información accesible era la impresa. Recordemos, por ejemplo, los pasajes de la novela Diez días que estremecieron al mundo en los que las gentes del pueblo reciben con ansia estos folletos y los leen con la avidez de quien desea estar al tanto de la actualidad. Hoy día habríamos de compararlo con el gesto de conectar la televisión o la radio cuando nos llegan rumores de un suceso importante (o conectarnos a internet).

Según Lenin la importancia de crear este medio o esta prensa de información masiva reside en diseñar una especie de guía que una el camino de todos los agentes revolucionarios. Vendría a ser la columna vertebral o el andamiaje de todo el edificio revolucionario. 

¿Qué tipo de organización necesitamos?: llegamos ahora a la parte en que nos cuestionamos qué clase de edificio se quiere construir con ese andamiaje o guía:

En lo que precede puede ver el lector que nuestra "táctica-plan" consiste en rechazar el llamamiento inmediato al asalto, en erigir que se organice "debidamente el asedio de la fortaleza enemiga", es decir, exigir que todos los esfuerzos se dirijan a reunir, organizar y movilizar un ejército regular.

Si sucediese una insurrección, una red de agentes que se forme por sí misma en el trabajo de organización y difusión de un periódico central no tendría que aguardar de brazos cruzados la consigna de insurrección sino que desplegaría justamente esa labor regular que le garantizase, en caso de insurrección, las mayores posibilidades de éxito.

Conclusiones: ¿Qué hacer? supone un manual de creación del partido de nuevo tipo:

-Pone al descubierto las causas del oportunismo, demostrando que se deben al culto excesivo por la espontaneidad del movimiento obrero y una dejadez en el papel de la conciencia socialista.

-Señala la importancia de crear un partido combativo único y centralizado, ajeno a divergencias políticas, aislamiento de las organizaciones, los métodos primitivos, el sistema de círculos y otros obstáculos de la organización.

-Reivindica la importancia de la teoría, elemento consciente, del Partido como guía revolucionaria para el movimiento espontáneo.

-Lleva a la práctica las tesis marxistas que consideran al Partido como la fusión del movimiento obrero con el socialismo y marca los fundamentos ideológicos del partido marxista que sirvió de base para el Partido Bolchevique.

lunes, 27 de noviembre de 2017

La Guerra Civil en Francia. La Comuna de París.

Nos acercamos en esta entrada al segundo texto en el que Marx hace un análisis materialista de la realidad política en Francia, tras El 18 Brumario (del que hay también en este blog un resumen comentado). La finalidad es animar a la lectura de los textos marxistas a través de estos comentarios-resumen, que puedes descargarte en formato PDF pinchando sobre estas letras y compartir a través del móvil(se leen bien porque el tamaño de la letra es grande). Todos los resúmenes y comentarios los puedes seguir en la etiqueta DescargaPDF.
Ilustración sobre la Comuna de la página del Partido comunista Francés.

En palabras de Engels en el prólogo de este texto, es importante difundir los análisis materialistas de Marx para "poner en disposición de los obreros" esta manera de ver la realidad desde el punto de vista de clase. El lector podrá comprobar que ese punto de vista es perfectamente útil e interesante hoy, siglo y medio después, y que es comprensible y está al alcance de cualquier lector que tenga un mínimo de interés en Filosofía, Política o Historia.

Marx escribe estos ensayos sobre sucesos que se están produciendo en el mismo tiempo, en forma de manifiestos o informes que presenta (por tanto de manera simultánea a los acontecimientos) a la Asociación Internacional de Trabajadores. La AIT o Primera Internacional fue una organización creada unos años antes, 1864, que agrupaba a sindicalistas, anarquistas y socialistas con el objetivo de organizar el movimiento obrero a nivel mundial.

Marx dedica sus estudios a estos sucesos, en manifiestos que exponen de manera clara y concisa la situación de Francia entre los años 1870 y 1871, pues era en el país galo donde se encontraba el centro de gravedad de la lucha de clases en aquel momento histórico. Para entender mejor la lectura, es conveniente conocer aunque sea a grandes rasgos el momento histórico.
Barricada en paris 1871, por Pierre-Ambrose_Richebourg

(A partir de aquí intentamos hacer un resumen utilizando las propias palabras textuales de Marx, las del prólogo de Engels a la propia obra y terminamos con un texto de Lenin sobre la Comuna).

Unos años antes, en 1848, caía Luis Felipe de Orleans y con él la época del Imperio Napoleónico y su continuación monárquica, dando paso a una república que fue celebrada por los obreros franceses, que veían en ella una república "social". Pronto fueron desengañados. En cuanto los republicanos burgueses se sintieron fuertes desarmaron a los obreros y llevaron a cabo una matanza brutal. Era la primera vez que la burguesía manifestaba qué crueldad era capaz de desatar en cuanto el proletariado se atrevía a disputarle el poder.

Aquella terrible masacre de 1848 -comenta Engels en su prólogo- no fue sino el preludio de lo que se vivió con la Comuna de parís en 1871.
Grabado e imagen superpuesta sobre la actual rue Ramponeau, © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

La Guerra franco-prusiana, conflicto bélico que tuvo lugar entre ambos años, es calificada por Marx en su primer manifiesto como una guerra de dinastías, un conflicto entre los intereses del Segundo Imperio Francés de Napoleón III y el Reino de Prusia con el apoyo de Alemania, con la finalidad de disputarse la anexión de territorios europeos y ejercer la hegemonía en el continente. 


Tras la derrota de las tropas francesas en Sedán, el 3 de septiembre de 1870, que decanta la victoria en favor de Prusia, se proclama la república en París. Adolphe Thiers (veterano político de larga trayectoria y conservador), en nombre de la defensa nacional, toma el poder.

En realidad, las intenciones del gobierno de Thiers son las de la traición, ante los avances de la clase obrera prefieren vender al país ante Prusia. Para ello necesitan como prioridad que París sea desarmada.
Soldados versalleses durante la semana sangrienta, misma fuente.

Los orígenes de la Comuna de París (18 mayo - 28 mayo de 1871) se encuentran por tanto en los planes de traición del gobierno provisional. Desde el inicio de la república, Thiers tiene el plan de la capitulación de París, que se produce el 28 de enero. Con ella se inicia una serie de intrigas traidoras con el enemigo, cuyo obstáculo final era el desarme del pueblo parisino.

Los conspiradores traman lograrlo alegando que la artillería de la Guardia Nacional de París pertenecía al Estado y debía serle devuelta. Estos cañones habían sido adquiridos por suscripción abierta entre la Guardia Nacional.

París se encontró entonces ante una disyuntiva: rendir las armas, siguiendo las órdenes de los traidores y reconociendo que la revolución iniciaba el traspaso de poderes de Luis Bonaparte a sus rivales monárquicos, o seguir luchando para derribar del todo las condiciones políticas que habían generado el Segundo Imperio.

Heroicamente París decide resistir a los conspiradores, aún con los cañones prusianos dentro de la ciudad.

Thiers desata la guerra civil al enviar una expedición militar nocturna con el objetivo de apoderarse de los cañones, intento que fracasó ante la confraternización de la Guardia Nacional con el pueblo. El 18 de marzo, de los 300.000 guardias nacionales sólo pasan al bando de Thiers unos 300. La revolución obrera, por tanto, se adueñaba de París, con un Comité Central como gobierno provisional.

Desde esta fecha hasta la entrada sangrienta de las tropas versallesas, la revolución estuvo exenta de violencia. Sólo dos generales, Lecomte y Clement Thomas, fueron ejecutados por los soldados por haber obligado a las tropas a disparar sobre mujeres y niños.
Barricada rue Allemagne, Commune-18711, misma fuente.

¿Qué fue la Comuna? "El 18 de marzo de 1871 París se despertó entre un clamor de gritos de Vive la Commune!". 
"Los proletarios de París -dice el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se ha dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos".

París se había levantado en armas contra el intento de Thiers de perpetuar aquel viejo poder heredado del imperio. Y si pudo resistir París fue porque se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional formada por obreros. Para convertir el hecho en algo duradero, decretaron en primer lugar sustituir el ejército permanente por el pueblo armado

La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los distritos. Eran responsables de su trabajo y sus cargos revocables en todo momento.
Los funcionarios y cargos públicos debían desempeñar su trabajo con salarios de obreros

Una vez suprimido el ejército permanente y la policía, elementos de fuerza física del antiguo gobierno, la Comuna elimina el poder espiritual: decreta la separación de la Iglesia del Estado, expropia las iglesias, las instituciones de enseñanza son abiertas al pueblo.
Pasaje literal del texto de Marx

El final de la Comuna llega tras varios intentos de Thiers de ocupar París mediante conspiraciones, obteniendo en principio sólo fracasos y la huída a Versalles de todo el gobierno. Sin efectivos militares ni apoyo de las demás provincias, que piden una solución pacífica, prueba la estrategia de celebrar elecciones municipales, en las que tampoco obtiene el respaldo necesario.

Con ello sin embargo gana tiempo para seducir a las clases medias parisinas con una comedia de conciliación, en la que promete no vengarse sino de los "causantes de los asesinatos de Lecomte y Thomas", y la aceptación final de su república como mejor sistema posible.

Es Bismarck, el canciller alemán, quien ofrece la salida decisiva. Ordena a Thiers sellar definitivamente la paz restaurando el imperio o aceptando sin reservas las condiciones de paz. Estas condiciones incluían la ocupación de París por tropas prusianas y acortar los plazos de pago de las indemnizaciones de guerra; a cambio de ello ofrecía liberar al ejército bonapartista prisionero. 

Obviamente, ante la perspectiva de disponer de un ejército para exterminar la Comuna, Thiers acepta las condiciones y se apresura a firmar.
Caricatura de Thiers de un periódico local de la época

La masacre de los comuneros se perpetró tras una resistencia heroica en las calles de París durante ocho días. Las matanzas a sangre fría de hombres, mujeres y niños fueron de una crueldad máxima. De las columnas de prisioneros eran elegidos al azar unos cuantos y se les ejecutaba al momento en las calles.
Texto literal del prólogo de Engels.
Fusilamientos de la calle Haxo (posible montaje), imagen de www.historie-fr.com

En un artículo escrito por Lenin en 1911 para el 40 aniversario de la Comuna de París, leemos:

"¿Por qué el proletariado, no sólo francés sino de todo el mundo, honra a sus precursores en los hombres de la Comuna de París? ¿Y cuál es el legado de la Comuna?

La Comuna nació espontáneamente; nadie lo había preparado consciente y metódicamente. Una guerra infeliz con Alemania; el sufrimiento del asedio; el desempleo del proletariado y la ruina de la pequeña burguesía; la indignación de las masas contra las clases altas (...) llevaron al pueblo de París a la revolución del 18 de marzo, que inesperadamente puso el poder en manos de la Guardia Nacional entre las manos de la clase obrera y la pequeña burguesía que se habían puesto del lado de él.

(...) Los trabajadores solos permanecieron fieles hasta el final de la Comuna. Los republicanos burgueses y la pequeña burguesía pronto se desprendieron de ella: algunos asustados por el carácter proletario, socialista y revolucionario del movimiento; los otros cuando lo vieron condenado a una cierta derrota. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno sin miedo y cansancio; solo lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para todos los trabajadores.

(...) Para que triunfe una revolución social, se requieren al menos dos condiciones: fuerzas productivas altamente desarrolladas y un proletariado bien preparado. Pero en 1871 estas dos condiciones faltaban. El capitalismo francés todavía estaba subdesarrollado y Francia era sobre todo un país de la pequeña burguesía (artesanos, campesinos, tenderos, etc.). Además, no hubo un partido de trabajadores; la clase trabajadora no tenía preparación ni capacitación prolongada y, en su masa, ni siquiera tenía una idea muy clara de sus tareas y los medios para lograrlas. No hubo una organización política seria del proletariado, ni sindicatos ni asociaciones de cooperativas de masas ...

(...) Todas estas medidas mostraron claramente que la Comuna era un peligro mortal para el viejo mundo basado en la servidumbre y la explotación. De modo que la sociedad burguesa no pudo descansar hasta que la bandera roja del proletariado flotó en el Ayuntamiento de París. Y cuando, finalmente, las fuerzas gubernamentales organizadas lograron prevalecer sobre las fuerzas mal organizadas de la revolución, los generales bonapartistas, golpeados por los alemanes y valientes contra sus compatriotas vencidos, hicieron una carnicería como París nunca había visto. Cerca de 30,000 parisinos fueron masacrados por la furiosa soldadesca, casi 45,000 fueron arrestados, muchos de los cuales debían ser ejecutados después; miles fueron enviados a las galeras o deportados. 

La causa de la Comuna es la de la revolución social, la de la total emancipación política y económica de los trabajadores, la del proletariado mundial. Y en ese sentido, ella es inmortal."  Lenin, abril de 1911
(texto completo aquí.)


* La mayoría de ilustraciones son © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.