viernes, 17 de agosto de 2018

La teoría del valor (II).


Continuamos el tema iniciado en la entrada anterior (Dificultad para leer El Capital) en la que nos centrábamos en una introducción sobre el texto y se mencionaban las complicaciones que solemos tener los trabajadores militantes al leer esta obra fundamental. Allí prometíamos una aproximación a la teoría del valor, así que a ver si lo cumplimos.

Explico por si a algún lector le parece simple o somera esta entrada que, como avisamos en la anterior, la intención es animar a los militantes a afrontar una lectura difícil pero con el deseo de obtener herramientas para el trabajo cotidiano. Es decir, con una finalidad práctica, utilitaria. Transformar el mundo, dijimos recordando las Tesis sobre Feuerbach, no interpretarlo, encontrar un tratamiento útil para nuestro enfermo y no hacer un diagnóstico erudito de la enfermedad de la cual morirá admirando nuestros conocimientos. Vamos a ello.


¿Para qué tanto misterio con el valor?, nos podemos preguntar, con toda sensatez. El valor es un concepto que ha sido motivo de polémica y estudio desde la Antigüedad. No es trivial esta cuestión pues todos sabemos que del concepto que tenga el mundo que nos rodea depende  en cierto modo nuestra vida. No es exagerado decirlo así. La vida varía según el valor que tengan las cosas en nuestro entorno, el valor de nuestro salario, el valor de las cosas que necesitamos para vivir, de lo más inmediato a lo más nimio. La vida misma no tiene el mismo valor según donde vivamos, ni tampoco según quienes seamos o la cantidad de posesiones (valores) que tengamos.

Recordemos, como habíamos aclarado en la primera parte, que El Capital es una crítica de la economía política. De la economía política hasta el momento en el que Marx y Engels vivían, obviamente. Así que nos interesa tener al menos una idea general de cuál era en la época de Marx la idea que se tenía del valor.

Desde el siglo IV antes de Cristo, gracias a la obra de Aristóteles, se ha diferenciado un doble aspecto en el valor. El gran filósofo griego ya observó que las cosas tenían un valor de uso y un valor de cambio. Cualquier objeto tiene una utilidad que satisface una necesidad humana (ya sea una necesidad vital o una necesidad cultural o espiritual) que es su valor de uso, pero también un valor de cambio, una cualidad que le permite ser intercambiada en el mercado por otras. 

Marx en el inicio de El capital da un gran mérito a Aristóteles por esta observación, que fue la teoría válida durante siglos (como otros aspectos tantos científicos que no aumentaron significativamente desde la Grecia clásica hasta el Renacimiento y la Ilustración, gracias a siglos de oscurantismo cristiano) y reconoce que si el filósofo no llegó a profundizar en el aspecto social de su teoría fue debido, obviamente, a "la limitación histórica de la sociedad en que vivía".



Así que esta visión del valor en su doble aspecto, de uso y de cambio, se mantiene con no grandes variaciones hasta la aparición de los economistas clásicos, en especial dos de las más importantes figuras, Adam Smith y David Ricardo. En cierta forma Marx puede considerarse un discípulo de estos clásicos, en especial de Ricardo, a quien menciona en numerosas ocasiones en esta obra que nos ocupa.

Al desarrollarse en la Historia nuevas formas de relaciones sociales (se diferencian tipos de trabajo de manera especializada, pasamos por los gremios de artesanos y las ciudades, aparecen los aparatos y la tecnología que permite la producción industrial, se desarrollan los mercados a nivel mundial, el dinero, la banca) y en especial al aparecer en el periodo más reciente nuevas clases sociales (obreros y burgueses), toma importancia un original matiz en el concepto del valor: el trabajo.



Adam Smith (escocés que vivió entre 1723 y 1790), autor de referencia para muchos economistas burgueses aún en la actualidad y considerado padre de la economía política con su libro Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (o Riqueza de las naciones)  ya reparaba en que el valor en su doble cualidad de valor de uso y valor de cambio tiene su medida en este último aspecto a partir del trabajo incorporado que tenga cierto producto.

En sus estudios, el autor más interesante para Marx es David Ricardo (Inglaterra 1772-1823). Ricardo busca también el fondo de la cuestión del valor en la producción y explica las relaciones de intercambio y los precios en función de la cantidad de trabajo que la producción de una determinada mercancía incluye.

Por tanto es Ricardo quien expresa en primer lugar una nueva visión del valor que es la teoría del valor-trabajo. El precio natural de las mercancías, según Ricardo, viene de su valor que a su vez es medido por la cantidad de trabajo que lleva incorporado. 

De hecho, se habla de discípulos de Ricardo como socialistas ricardianos, quienes intentaban obtener conclusiones críticas con el capitalismo a partir de la teoría de valor-trabajo, manejando ya conceptos como la plusvalía  y afirmando que el trabajo es el único creador de riqueza y que sus rentas o beneficios eran valor robado a los trabajadores. 



Por tanto, continuando con nuestra demostrada sensatez, nos podríamos hacer varias preguntas. Si ya desde Ricardo se enfoca el valor en el punto de vista del trabajo, ¿por qué estos autores son la guía de referencia de los economistas burgueses? ¿Qué aporta de nuevo Marx? ¿Y por qué Marx era tan duro con otros pensadores de su época que apreciaban este aspecto colectivo del valor-trabajo y eran considerados socialistas?

Pongo un ejemplo que me parece esclarecedor. En su obra Miseria de la Filosofía (escrito como respuesta al libro Filosofía de la miseria, de Proudhon) Marx debate sobre economía política con el pensador francés. Proudhon fue un filósofo muy comprometido con la lucha obrera, se le considera uno de los padres del anarquismo y del cooperativismo. En uno de sus pasajes, dice Marx:


¿Cómo el señor Proudhon, que supone conocida la división del trabajo, explica con ella el valor de cambio, que para él es siempre una incógnita? “Un hombre” se decide a “proponer a otros hombres, colaboradores suyos en funciones diversas”, establecer el intercambio y hacer una distinción entre el valor de uso y el valor de cambio. (...)  En particular cuando se trata de explicar históricamente “el origen de una idea económica”, el señor Proudhon supone a un hombre que propone a otros hombres, colaboradores suyos en funciones diversas, llevar a término este acto de generación, y ya está todo dicho.

En la misma obra, en su prólogo, Engels habla así sobre la teoría de Ricardo:


La susodicha aplicación de la teoría de Ricardo —a saber: que a los obreros, como únicos productores efectivos, les pertenece el producto social integro, su producto— lleva directamente al comunismo. Pero, como indica Marx en las líneas citadas, esta conclusión es formalmente falsa en el sentido económico, ya que representa una simple aplicación de la moral a la economía política. Según las leyes de la economía burguesa, la mayor parte del producto no pertenece a los obreros que lo han creado. Cuando decimos que es injusto, que no debe ocurrir, esto nada tiene de común con la economía política. No decimos sino que este hecho económico se halla en contradicción con nuestro sentido moral. Por eso Marx no basó jamás sus reivindicaciones comunistas en argumentos de esta especie, sino en el desmoronamiento inevitable del modo capitalista de producción.



Vayamos entonces a la teoría del valor en Marx. La teoría del valor-trabajo nos dice, por tanto, que el valor de las mercancías está determinado por la cantidad de trabajo incorporado, que se mide en tiempo empleado por los trabajadores. Pero cabe observar que no todos los trabajos son de igual dificultad ni los trabajadores igual de expertos, ni las condiciones las mismas. Marx propone que no se debe estimar el trabajo particular de cada individuo o colectivo o situación, sino el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir una mercancía, esto es, el tiempo que se necesita para producir un valor de uso  en las condiciones establecidas como norma en una sociedad.

La mercancía es el objeto primero de estudio, desde el minuto uno de El capital, dado que Marx expone que es "la forma celular económica":


La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un inmenso arsenal de mercancías y la mercancía como su forma elemental. 

La mercancía es para Marx una categoría que expresa la forma social que toman los productos del trabajo dentro del modo de producción capitalista. Es decir, como se sabía desde Ricardo, un producto, una mercancía, es resultado del trabajo humano; pero al oponerse a otras en el mercado, al enfrentarse como valores de cambio, equiparan o relacionan esas cantidades de trabajo en cuanto son convenciones o acuerdos a nivel de sociedad, esto es, expresan una relación social. Esa relación social o ese conjunto de relaciones sociales en las que vivimos es el modo de producción capitalista.

Si continuamos la teoría de Marx, la mercancía tiene asimismo una doble identidad (al igual que Ricardo y anteriores) como valor de uso y valor de cambio. Pero este valor de cambio deriva del trabajo, su magnitud varía según la cantidad de trabajo, considerando ese conjunto de relaciones sociales en que se produce. A ese trabajo, abstracto y generalizado por la relación social, lo denonima Marx trabajo socialmente necesario. 

Así pues el valor de uso es apenas interesante en la exposición de El capital (excepto en que obviamente una mercancía debe tener un valor de uso para salir al mercado o nadie la querría) y en cuanto al valor de cambio Marx aprecia a su vez un doble aspecto: considera que no es lo mismo el valor (que es una relación social de producción, una expresión de cualidad) que el valor de cambio (que es la forma de expresarse esa relación social, una expresión cuantitativa).

Ese matiz cuantitativo (valor de cambio) ya fue objeto de estudio por los economistas clásicos (Smith, Ricardo) pero no así ese matiz cualitativo. Es Marx el primero en exponerlo:


Veíamos al comenzar que la mercancía tenia dos caras: la de valor de uso y la de valor de cambio. Más tarde, hemos vuelto a encontrarnos con que el trabajo expresado en el valor no presentaba los mismos caracteres que el trabajo creador de valores de uso. Nadie, hasta ahora, había puesto de relieve críticamente este doble carácter del trabajo representado por la mercancía



¿Qué consecuencias tiene la teoría del valor de Marx? La distinción de valor de cambio y valor, así como el enfoque desde una perspectiva histórica y social, sumados a los conceptos de modo de producción y trabajo socialmente necesarios serán las piezas fundamentales sobre las que se desarrollará la teoría de la plusvalía. Pero para no apartarnos de la teoría del valor, que era el objetivo de esta entrada, menciono enumeradas algunos de los efectos que son fundamentales para la crítica del capitalismo:



1. Propone una visión no subjetiva de la Economía. Los cambios sociales e históricos no son decisión de unos seres humanos elegidos o destacados por encima del resto, ni tampoco los procesos económicos se explican por la demanda o la utilidad de los productos; están marcados por los cambios en las condiciones materiales de cada sociedad (ver pasaje de la Contribución a la economía política en la entrada anterior). El ser humano es un ser social, como dijo Aristóteles, un zoon politikon, un animal político, que se desempeña en sociedad.
Por tanto son los seres humanos, llevados o condicionados por las condiciones materiales, quienes son los causantes de las circunstancias sociales. Ni grandes personajes ni tampoco los grandes entes a los que el capitalismo y la versión actual que sufrimos, el neoliberalismo, otorgan cualidades casi humanas, como un fetiche. 



2. Lo más importante en las relaciones económicas, su núcleo, se encuentra en el proceso de producción. Allí es donde se halla el germen de la explotación capitalista. Esto sitúa al trabajador como protagonista en el proceso, no al capitalista.
Aunque no se menosprecia la importancia del intercambio, se trata de un aspecto meramente superficial. El meollo, la clave del asunto se encuentra en el trabajo, en tanto categoría abstracta dentro de unas relaciones sociales. 
Por tanto los creadores de la riqueza de las naciones son los audaces empresarios que mueven enormes cantidades de capital aquí y allá. Son los trabajadores quienes crean esa riqueza. Sin ellos la producción se detendría.




3. La teoría de Marx expone la tensión antagónica entre las clases sociales, entre obreros y capitalistas, entre trabajo y capital. Ese antagonismo (rivalidad, competencia) es inevitable y supone que incluso capitalistas bienintencionados no puedan escapar a esa competencia. 
No es posible por tanto una vía reformadora o gradual del capitalismo, en la que mediante acuerdos progresivos se llegue a un estado de igualdad o justicia.
Este aspecto me parece que se encuentra bien explicado (aunque es una obra anterior al Capital y por tanto carente de su rigor) en el texto Trabajo asalariado y capital, que por cierto ya vimos en una entrada anterior de este blog (aquí). y que es aclaratorio de este antagonismo en el pasaje:

¿Cuál es la ley general que rige el alza y la baja del salario y la ganancia, en sus relaciones mutuas?

Se hallan en razón inversa. La parte de que se apropia el capital, la ganancia, aumenta en la misma proporción en que disminuye la parte que le toca al trabajo, el salario, y viceversa. La ganancia aumenta en la medida en que disminuye el salario y disminuye en la medida en que éste aumenta.



4. Por último, al situarse el capital como una relación social, determinada por una serie de circunstancias históricas, esto nos lleva a concluir que el capitalismo es una fase más de la historia de los seres humanos, y como tal es una fase que debe tener un principio y también un fin.
El orden capitalista no es un orden natural, es una fase más que debe ser superada. No es el punto final de la humanidad, ni el acabose, ni el fin de la Historia. Cuando nos afirman que es el sistema al que ha devenido la humanidad tras el supuesto fracaso de otros sistemas políticos, como mal menor, tratan de hacernos creer que es un sistema insuperable, una última parada. Los trabajadores sabemos, a través de la lectura de El capital, que esto no es cierto.

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Para terminar, añado las referencias que ya anoté en la primera entrada, a fin de hacerlas notar, porque me parecen interesantes de difundir, por si algún lector haya llegado aquí sin leer la primera parte.
Salud. 


-- La teoría económica de Marx de Francisco Erice, del FIM (Fundación de Investigaciones Marxistas), texto que repasa los contenidos no sólo de El capital sino también de otros textos económicos de Marx (Miseria, Contribución) de una manera muy instructiva.


-- Apartado de formación de Espacio de Encuentro Comunista (ECC) en el que encontraremos bibliografía y dentro de ella un resumen de El Capital completo de Diego Guerrero para leer, como hemos comentado, de manera simultánea y como apoyo al texto original. También en este sitio dos conferencias en VIDEO de Xavier Arrizabalo muy interesantes.

-- Programa 5 Escuela de Cuadros, El fetichismo de la Mercancía VIDEO de esta interesante serie del PSUV con una extraordinaria (en mi opinión) charla del profesor Reinaldo Carcanholo sobre el complejo concepto de la mercancía.

-- Marx y la lógica dialéctica de El Capital VIDEO, Néstor Kohan realiza, con su habitual tono un tanto cómico pero muy didáctico, una aproximación al método dialéctico de Marx y la teoría del valor.


-- Una buena edición de El Capital y a un precio asequible (para tener en casa al menos el primer volumen) es la de Siglo XXI, con traducción y notas de Pedro Scaron. El primer tomo viene en tres entregas, bien encuadernadas y con espacio en los márgenes para escribir a lápiz nuestras anotaciones.


martes, 14 de agosto de 2018

La teoría del valor (I). La dificultad de leer El Capital

Mientras en las alturas discuten si el marxismo es o no un método científico, los militantes de base seguimos peleando con nuestra realidad diaria, en este ambiente cada vez más hostil de salvapatrias con ramalazos fascistas, venidos arriba ante la aparente ausencia de su depredador natural ideológico.

Ya milites en una gran ciudad o un pueblo, en una asamblea numerosa o en cuadro, seas de más o menos edad, con mayor o menor gusto por la lectura, es decir un militante o simpatizante común y corriente, te ocurrirá como en mi caso que te gustaría tener una buena formación teórica, para afianzar los mimbres con los que seguir creando conciencia en las situaciones que se te presenten en tu día a día.


Puede ser que te ocurra como a mí, que has pasado ya la lectura del Manifiesto y otros textos fundamentales y te sientes con ganas de emprender de una vez por todas el asalto al primer tomo de El Capital, tras varios intentos abandonados o postergados indefinidamente, o de iniciar ahora su lectura.


Pues bien, esta entrada y la siguiente van sobre esto. Intentaré dar alguna recomendación basada en mi experiencia para facilitar la lectura del primer tomo de El Capital, de manera sencilla. En esta primera entrada voy a empezar por aspectos más básicos y en una segunda entrada (El capital y la teoría del valor) me complicaré la vida afrontando la teoría del valor que da título a esta nota. 

Al final de esta entrada podrás encontrar referencias y enlaces de interés (lecturas, videos) sobre el tema, te recomiendo que les eches un vistazo. Si esto sirve para incentivar la lectura de al menos una persona, lo daré por bien empleado.


¿Qué es El Capital? Sabemos que es la obra cumbre de Marx, a la que dedicó la mayor parte de su vida y que le supuso un gran sacrificio personal y familiar. Durante décadas ocupó su esfuerzo a la redacción de muchos cuadernos de notas y al estudio de la Economía. 

Exiliado de varios países por la persecución de las autoridades debido a su participación activa contra sus gobiernos, acabó residiendo en Londres, en situación de pobreza, sin parar por ello de escribir. Su yerno, el pensador Paul Lafargue, escribe de Marx: "su método de trabajo le imponía con frecuencia tareas cuya magnitud difícilmente puede imaginar el lector. Así, para escribir las veinte páginas sobre legislación fabril inglesa que contiene El capital revisó toda una biblioteca de informes de los inspectores fabriles de Inglaterra y Escocia. Los leyó de punta a cabo, como puede advertirse en las marcas de lápiz que allí aparecen."


Imagen de la impresionante sala de lectura del Museo Británico de Londres, donde Marx debió redactar durante años El capital

Realizó numerosas redacciones y correcciones hasta encontrar la forma que consideraba más adecuada para exponer sus teorías, algunas de las cuales (como la del valor) tienen cierta dificultad para ser comprendidas en una sola lectura.

Consta de tres volúmenes, de ellos Marx sólo vio impreso en vida el primero, en el 1867. Los dos restantes fueron publicados por su amigo y compañero Federico Engels en años posteriores.

En obras anteriores Marx fue anticipando sus ideas sobre el capitalismo, que ya iba vislumbrando y elaborando, como por ejemplo en Miseria de la Filosofía (1847) o en Trabajo asalariado y capital (1849) o en Salario, precio y ganancia (1865), pero como decimos es en El capital donde expone todo su trabajo de forma definitiva y rotunda.

En ella Marx analiza, disecciona, critica y desbarata por completo el capitalismo, pone al descubierto todas sus mentiras, desvela las artimañas e intrigas que los capitalistas han empleado (y emplean) para someter a la clase trabajadora. Al ser desveladas, el autor pone en las manos del lector obrero un eficaz método de análisis del capitalismo, de manera que pueda combatir, ya comprendidas y descubiertas, esas artimañas. 

¿Qué no es El Capital? No es por tanto en sentido estricto un manual de Economía. Es más bien una gran crítica de las teorías económicas capitalistas. De hecho, el subtítulo de la obra es Crítica de la Economía Política

Quizá sorprenda que la obra fundamental de Marx sea una crítica al rival ideológico. Como militantes, e interesados en cambiar este mundo tan injusto, es imprescindible que conozcamos bien al adversario. Conociendo su funcionamiento es como estaremos en disposición de enfrentarnos a él. Decía el poeta clásico Ovidio: "es correcto aprender, incluso del enemigo". Marx parece indicarnos que incluso y sobre todo hay que aprender del enemigo. Pensemos que toda nuestra vida, el sistema en que vivimos, el trabajo, las ciudades, las relaciones entre las personas, la prensa, el estilo de vida, todo, en definitiva, está condicionado por la ideología capitalista (lo más importante es poseer bienes, todo tiene un precio, el dinero manda, etc). Por eso Marx dedicó ese gran esfuerzo a descubrir el mecanismo de este sistema, para poder descomponerlo y así superarlo.

Veremos también que El Capital no es sólo un texto económico. No es un conjunto de fórmulas matemáticas o estadísticas en un sentido técnico únicamente. El capital reúne ideas de distintas disciplinas, mezcla conceptos filosóficos, sociales, políticos y mucho de Historia. Esta forma de analizar la economía con una visión ampliada y totalizadora permite ver el asunto de una manera dialéctica, es decir, acercarnos al problema no con una visión reducida desde una sola dimensión sino sumando las perspectivas desde todas las dimensiones implicadas (en la siguiente entrada se explica con mejor detalle cuando hablemos del valor).


¿Cómo debemos leer El capital? El propio Marx aclara nada más empezar el prólogo de la primera edición que es el capítulo primero (la mercancía) el que nos va a dar mayor dificultad, en especial la parte referida al valor. 


Si se buscan ensayos o estudios sobre la manera de acometer esta obra, encontraremos opiniones de estudiosos del marxismo tan diferentes como Althusser, que recomienda saltarse este primer capítulo, comenzar por el segundo hasta el final del tomo I y una vez acabado abordar el capítulo inicial, o como Néstor Kohan, que sugiere iniciar la lectura por los capítulos finales del primer volumen, los que se refieren a la acumulación originaria, para luego volver al inicio.


Sin ánimo de contradecir a estos grandes autores, personalmente no encuentro el sentido a esa lectura estilo Rayuela. No creo que para un lector medio sea de especial ayuda desordenar el orden que el autor había ideado, que además -si somos capaces de hacer una visión general del primer tomo a vista de pájaro- vemos que su esquema no es nada casual sino que sigue una intención muy bien desarrollada.


Cierto que el primer capítulo es complejo y que el resto del texto tiene pasajes muy densos que nos obligarán a leer con gran atención y volver atrás en muchos casos. Pero nadie dijo que esto fuese un paseo por el campo, llegar a las entrañas del capitalismo nos va a costar algún esfuerzo, a unos más y a otros menos, pero nuestra voluntad está supuesta. En palabras de Marx:


Exceptuando el apartado referente a la forma de valor, a esta obra no se le podrá acusar de ser difícilmente comprensible. Confío, naturalmente, en que sus personas serán personas deseosas de aprender algo nuevo y, por tanto, también de pensar por su propia cuenta (prólogo).



¿Y si leemos directamente un resumen? He visto que existen muchos resúmenes editados y esquemas que pueden encontrarse en internet. No lo recomiendo a nadie. Primero porque dudo que esos libros estén escritos por personas que de verdad comprendieron el texto, y puede que los haya que ni siquiera sean marxistas. Me imagino que a ti como a mí te habrá pasado que compraste en algún mercadillo una biografía o un texto marxista que resultó ser una anti-biografía o una diatriba del comunismo. Segundo porque, si es posible, aunque sea con gran dedicación y tiempo, leer el original es siempre la mejor opción, en éste o cualquier texto, especialmente de autores comunistas.


Sí veo útil ir realizando esquemas o anotaciones a medida que se lee, y en este sentido sí me parece interesante el uso de resúmenes o esquemas, cuando acompañen a la lectura del texto original, como un complemento o refuerzo. Al final de esta entrada hago referencia a un buen resumen que nos valdría tal como digo de refuerzo o seguimiento.


¿Qué es tan complicado en su lectura? Es evidente que se trata de una lectura extensa y en ocasiones bastante densa, que nos pedirá una gran atención en diversos pasajes. Para un trabajador, esta dedicación no es posible de una manera continuada (trabajo o búsqueda de trabajo, cuidado de hijos, tareas domésticas, desplazamientos, en fin, no es grato dedicar el tiempo libre a lecturas complejas) ni siquiera para acabar de una vez el primer volumen. Por eso considero que las anotaciones, que se pueden repasar para refrescar lo ya leído en cada intervalo en que retomemos el libro, nos vienen muy bien.


Como compensación, los trabajadores tenemos un gran aliciente en la lectura de El capital y es que en ella nos veremos reflejados constantemente. Para nosotros, nietos, hijos y hermanos de trabajadores, leer sobre explotación es leer sobre nuestra realidad cotidiana y sobre nuestros recuerdos desde la infancia. Puede que incluso al ir leyendo sintamos que Marx va colocando en sus sabias palabras los términos exactos de las sensaciones y sospechas que alguna vez habremos imaginado todos cuando nos paramos a razonar sobre este mundo injusto en que vivimos. Cuando esto sucede, la sensación es semejante a haber vivido ciego todo el tiempo y recuperar la visión de golpe con un chasquido de los dedos.



Otro ejercicio que deberemos esforzarnos en hacer es acostumbrarnos a pensar en abstracto. Los que no estamos acostumbrados a estudios teóricos (y la vida nos ha llevado a hacer como mucho estudios técnicos donde lo práctico y lo inmediato es la prioridad) quizás tengamos una cierta dificultad en pensar de manera abstracta. Mercancía, capital, trabajo son conceptos que deberemos ver en su aspecto indefinido, teórico. Y esos conceptos impalpables a su vez serán analizados de manera científica tal como un investigador de la naturaleza observa a través de un microscopio:



cuando analizamos las formas económicas no podemos servirnos del microscopio ni de reactivos químicos. La facultad de abstraer debe hacer las veces del uno y de los otros.(Prólogo)


Pensar en abstracto y además acostumbrarnos también a relacionar cada aspecto detallado con el conjunto de situaciones y vínculos que contiene una sociedad, las relaciones que existen entre los diferentes grupos sociales, la estructura económica y también la influencia política e ideológica de cada momento social:




"Marx concibe el movimiento social como un proceso histórico– natural regido por leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y la intención de los hombres, sino que además determinan su voluntad, conciencia e intenciones." (opinión sobre El capital de la revista rusa El heraldo europeo, citado en el prólogo a la segunda edición).



¿Y por qué entonces esta complicación con teorías y sutilezas económicas si lo que buscamos es pasar cuanto antes a la acción?  Que Marx se decidiera a enfocar su método científico desde el punto de vista económico no es casual. Como sabemos de otras lecturas (por ejemplo en el Manifiesto) realizar una radiografía de la sociedad que deje al descubierto su esqueleto económico es la base de la interpretación materialista de la historia.

El propio Marx nos lo va a explicar con sus palabras, veamos este pasaje de una obra anterior (Contribución a la crítica de la economía política, ensayo o borrador de lo que después sería el primer volumen de la obra que nos ocupa):



Mis estudios profesionales eran los de Jurisprudencia, de la que, sin embargo, sólo me preocupé como disciplina secundaria, al lado de la filosofía y de la historia. En 1842- 1843, siendo redactor de la Gaceta Renana, me vi por vez primera en el trance difícil de tener que opinar acerca de los llamados intereses materiales. Los debates sobre la tala furtiva (...) y la situación de los campesinos del Mosela, fue lo que me movió a ocuparme por vez primera de cuestiones económicas. Por otra parte, en aquellos tiempos en que el buen deseo de “marchar a la vanguardia” superaba con mucho el conocimiento de la materia, la Gaceta Renana dejaba traslucir un eco del socialismo y del comunismo francés, teñido de un tenue matiz filosófico. Yo me declaré en contra de aquellas chapucerías, pero confesando al mismo tiempo francamente que mis estudios hasta entonces no me permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas. (...) Tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida (...) En la producción social de su existencia, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva un edificio jurídico y político y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. 


Así vemos que para Marx lo económico, entendido en su sentido político, es la clave que nos desvelará el conjunto de relaciones sociales de una determinada comunidad, región, pueblo, estado, etc, de manera que nos situemos en una posición ventajosa para llevar a cabo lo que realmente pretendemos, que es cambiar el mundo en que vivimos, no limitarnos a su análisis. No pretendemos ser unos extraordinarios eruditos que sepan diagnosticar cuál es la enfermedad de nuestro mundo, lo que pretendemos es aplicarle el tratamiento adecuado.


En un escrito muy anterior de Marx, las Tesis sobre Feuerbach, Marx llega a la siguiente conclusión en una de sus citas más famosas: 



Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.


Pues bien, para aportar nuestro pequeño granito de arena a esta tarea descomunal, seguiremos hablando del primer volumen de El capital en esta entrada partida en dos, será en la siguiente entrega. 

Antes de terminar, aquí está la relación de textos y videos prometidos. Como he dicho antes, recomiendo echar un vistazo a todos ellos. Salud.


-- La teoría económica de Marx de Francisco Erice, del FIM (Fundación de Investigaciones Marxistas), texto que repasa los contenidos no sólo de El capital sino también de otros textos económicos de Marx (Miseria, Contribución) de una manera muy instructiva.


-- Apartado de formación de Espacio de Encuentro Comunista (ECC) en el que encontraremos bibliografía y dentro de ella un resumen de El Capital completo de Diego Guerrero para leer, como hemos comentado, de manera simultánea y como apoyo al texto original. También en este sitio dos conferencias en VIDEO de Xavier Arrizabalo muy interesantes.

-- Programa 5 Escuela de Cuadros, El fetichismo de la Mercancía VIDEO de esta interesante serie del PSUV con una extraordinaria (en mi opinión) charla del profesor Reinaldo Carcanholo sobre el complejo concepto de la mercancía.

-- Marx y la lógica dialéctica de El Capital VIDEO, Néstor Kohan realiza, con su habitual tono un tanto cómico pero muy didáctico, una aproximación al método dialéctico de Marx y la teoría del valor.


-- Una buena edición de El Capital y a un precio asequible (para tener en casa al menos el primer volumen) es la de Siglo XXI, con traducción y notas de Pedro Scaron. El primer tomo viene en tres entregas, bien encuadernadas y con espacio en los márgenes para escribir a lápiz nuestras anotaciones.

viernes, 13 de julio de 2018

El rol de Trump en la guerra comercial

Disciplinadamente ilusionados, retomamos el blog para entusiasmo de los fans tras un breve periodo de letargo, motivado en parte por estar enfrascados en la lectura definitiva del primer tomo del Capital y en parte por el desaliento que provoca este tiempo de nuevas políticas que nos ha tocado vivir. Pero ya sabemos, aquí no se rinde nadie.
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Un Trump figurado firma en defensa de la aceituna negra en la multitudinaria protesta realizada en Sevilla el pasado día 5.

La semana pasada los organismos encargados del comercio de EE.UU. confirmaban la imposición de aranceles sobre la aceituna negra española, la peor noticia para los trabajadores del sector, pues se calcula que deja en el aire unos 8.000 puestos de trabajo, entre agricultores y empleados de las industrias y servicios anexos. 

Esta confirmación es además una condena casi definitiva, los aranceles se imponen durante un periodo de cinco años. Esto supone la pérdida del sector y origina un precedente muy peligroso para la agricultura española, sustentada principalmente en ayudas de la PAC (Política Agrícola Común que garantiza a los agricultores un mínimo de calidad de vida).


Tras las tragedias familiares se esconde un enredo económico y político que deberíamos conocer para vislumbrar el motivo de estas maniobras. ¿Por qué el gobierno yanqui toma ahora medidas proteccionistas como los aranceles? ¿Cómo puede afectarnos una guerra comercial? La prensa atribuye las causas a las intenciones particulares del malvado Trump y sus homólogos en el otro extremo del mapamundi, Xi Jinping y Putin. Si somos capaces de observar el detalle, veremos que este argumento es bastante discutible.

Donald y Felipe VI en el reciente encuentro en la visita del monarca a EE.UU., con Letizia y Melania en sus correspondientes posiciones decorativas. Si hubo aceitunas sobre la mesa sólo fueron como aperitivo.

¿Qué son las medidas proteccionistas?
El proteccionismo es una tendencia económica que se centra en proteger la producción de un país mediante impuestos a los productos extranjeros. Los aranceles son uno de esos impuestos, tributos que se aplican a los bienes en importación cuando llegan a la aduana. 

Se opone a la tendencia librecambista, que tiene en el comercio libre su objetivo y considera que las medidas proteccionistas perjudican al crecimiento económico. Apoyan la desregulación y la reducción de las barreras comerciales.

Las medidas proteccionistas se consideran algo muy desfasado. La intervención del Estado en cualquier materia, más en lo económico, es el gran horror del capitalismo. Se critica a Trump que emplee estos métodos arcaicos, pero no es lo único que la opinión pública le censura. Se teme que con sus medidas y con su carácter despótico inicie una guerra comercial con China. Debemos entender para ello cuál es la situación comercial entre estos dos gigantes y el mercado internacional.

La balanza comercial.
Se llama balanza comercial al equilibrio de importaciones y exportaciones en un país. El saldo o resultado de ese balance es la diferencia entre ambos conceptos y por tanto puede dar un resultado negativo o positivo, esto es, ser un déficit o un superávit.

En el caso de EE.UU. la situación es deficitaria con respecto a China, es decir, las importaciones provenientes de China fueron superiores a las exportaciones que los estadounidenses realizaron hacia aquel país. De hecho el déficit es el más grande de la historia comercial entre ambos, estimado en casi 400 mil millones de dólares. La promesa de reducir ese déficit fue precisamente uno de los argumentos de campaña que llevó a Trump a la presidencia. 

La manera en que EE.UU. afronta este problema de desequilibrio comercial es fundamental para sus intereses. El gobierno Trump encarna la actitud más drástica y protectora, frente a la postura de su antecesor, Obama, y sucesora que es aparentemente más diplomática y conciliadora y partidaria del respeto riguroso al mercado libre.

El talante proteccionista en los mercados tiene un inconveniente y es que puede recibir la misma respuesta de los rivales, produciendo una espiral de tarifas aduaneras que acabe perjudicando seriamente a las relaciones comerciales a nivel internacional. Es lógico pensar, por tanto que Trump está siendo temerario e imprudente, teniendo en cuenta además que la economía mundial se encuentra en una situación muy delicada.

La crisis económica mundial.
Expertos advierten que en breve puede producirse la explosión de otra burbuja económica, producida por el desmesurado endeudamiento al que están sometidas las naciones. Se cree que el crédito fue la salida natural de la anterior crisis financiera y los préstamos han permitido tomar algo de aire a las cuentas públicas. Pero ese endeudamiento puede llegar a un límite en un momento dado y producirse una crisis aún mayor que la vivida hace unos años.

Esta crisis se plantea como una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento y afectar especialmente a la economía de EE.UU. dada su delicada situación desfavorable frente a potencias actualmente en posición más poderosa. Dada esta situación, ¿cómo se explica entonces la política de Trump?

La explicación personalista.
Los medios tienden a hacernos pensar que los movimientos políticos a nivel mundial son causa de las decisiones particulares e individuales de los personajes más influyentes en el panorama internacional. Que la Historia la escriben los grandes hombres es una idea comúnmente aceptada por todos, en un mundo idealista que prefiere creer en decisiones libres de grandes líderes antes de complicarse en el estudio detallado de las circunstancias materiales. Recordemos también que gran parte del pensamiento capitalista es aún asumido como una verdad que los mercados son equilibrados naturalmente por una mano invisible que regula el sistema. No es por tanto la única idea cuestionable que se acepta como válida sin someterla a mayor razonamiento.


Los medios más progresistas y nostálgicos de Obama suelen presentar a Trump enfatizando su carácter tosco y grosero, cuando no torpe.


Quienes tenemos algún conocimiento marxista sabemos que esto se aleja mucho de la verdad. Los cambios en las sociedades se producen no por obra de las decisiones de grandes líderes sino por las alteraciones en las condiciones materiales que sostienen los sistemas económicos y las disputas entre las clases sociales enfrentadas por el control de esos sistemas.

Los comunistas sabemos además (desde hace este año un siglo y medio exacto, con la publicación del Manifiesto) que los parlamentos capitalistas no son más que las juntas de los administradores que gestionan los intereses de los poderosos. Por tanto, más que pensar que la situación actual está en manos de un personaje despótico e imprevisible como Donald Trump, sería más cercano a la verdad pensar que a Trump le toca representar un papel (o se le permite hacerlo) porque ello beneficia a los intereses que representa o sirve de contención ante los posibles perjuicios. 

No es casual, ni arbitrario. Debe responder a un plan determinado. ¿Cuál? Intentemos buscar una respuesta. 




Las consecuencias de la crisis económica.
En la red pueden leerse innumerables análisis y pronósticos sobre la explosión o no de la burbuja financiera y sus terribles consecuencias. Todos estos informes requieren un elevado conocimiento de conceptos económicos.

Sin embargo, no hace falta ser un experto para intuir sobre qué espaldas recaerían las consecuencias de una guerra comercial o de una crisis económica.

Los expertos coinciden en que esa catástrofe financiera y comercial perjudicaría (sorpresa) principalmente a las economías emergentes y a las más débiles. Y en general, a nivel mundial, a las deudas públicas de los estados. Esto es, la crisis que se produzca, sea más o menos catastrófica, servirá de justificación para una nueva vuelta de tuerca en las llamadas medidas de sostenibilidad (recortes, reducción de gasto, disminución en inversión pública, etc).

La reducción de gastos a través de la persistencia en el abaratamiento de salarios, facilidades para facilitar el despido o el desmantelamiento de empresas públicas estarían más toleradas en este escenario. Asimismo los sistemas públicos de pensiones recibirían su fecha de liquidación dado que en el capitalismo el envejecimiento de la población (debido al aumento de la esperanza de vida) es un grave problema y no un motivo de felicidad. 

En definitiva, aumentar el estado de shock en un sistema incapaz de encontrar fórmulas para ser productivo ante la voracidad insaciable de las grandes empresas para obtener beneficios a cualquier coste, aunque sea inflando la burbuja financiera sin temer las consecuencias.  

Aquí se evidencia el papel de la administración Trump. Papel en el sentido interpretativo, su rol. Seremos mal pensados, seguramente, pero algo nos hace pensar que en el teatro de la economía mundial existe un guión escrito, más que una actuación improvisada de grandes hombres a su libre albedrío. 

El capitalismo se enfrenta a una nueva crisis, que en este caso afecta a uno de sus pilares fundamentales. El capital ficticio, el crédito, las capacidad para endeudarse. Para seguir sobreviviendo, el mercado libre necesita devorar lo que encuentre a su alcance. Y este mal trago, este trance, necesita un gran líder que tome la responsabilidad de llevarlo a cabo, o en todo caso un gran villano. Puede que sea éste el papel de Trump, representar al antihéroe que deberá ejecutar las operaciones o, tal vez, asumir la peor parte del trance hasta que sea momento de que regrese el sucesor de Obama en los demócratas.

Mientras tanto, la izquierda continúa reinventándose y superándose. Los primeros afectados, más allá de los perjuicios que llevamos sufriendo por los recortes y el expolio del sector público, han sido los agricultores y trabajadores de la aceituna de mesa española. Veremos.