lunes, 17 de diciembre de 2018

La izquierda de San Junípero

De la famosa serie televisiva Black Mirror mi capítulo preferido es el que se llama San Junípero. Para quien no lo haya visto o no recuerde, (lo recomiendo), es aquel capítulo en el que las personas pueden experimentar una existencia paralela conectándose a un dispositivo. Los conectados son desplazados virtualmente -pero con un realismo absoluto que se asemeja a la propia existencia- a una ciudad imaginaria, San Junípero, que es una especie de zona residencial costera al estilo californiano, donde todos los habitantes son eternamente jóvenes y reviven el ambiente fiestero de los años 80 o 90.
Una escena del capítulo con las protagonistas, de la serie producida por Endemol y distribuida por Netflix.


Los usuarios de esa realidad simulada pueden disfrutarla unas horas al día mientras están vivos o decidir, antes de la muerte, si quieren vivir allí virtualmente de manera indefinida. 

El guión da bastante juego y plantea diversas lecturas. Sugiere el debate en cuanto a la levedad de la existencia humana y a la realidad virtual como evasiva, similar al opio. (También es llamativo que las protagonistas sean una pareja lesbiana e interracial; en mi opinión hay otro aspecto interesante de la trama y es la dualidad entre el amante y el amado, el que se enamora sin freno y el que se deja amar o menosprecia el amor con desdén. Pero eso es otra historia. Como comunistas rancios y ninotchkianos, nos interesa aquí sólo el aspecto ilusorio de esa vida artificial).

¿Quién no se ha dejado llevar alguna vez por ensoñaciones mientras estaba despierto? Yo mismo confieso haber pasado horas con la mirada perdida, mientras en el interior de mi cabeza era el delantero centro que llevaba al Sevilla a ganar la Copa de Europa o el batería de Led Zeppelin. Debe ser una característica propia del ser humano el ensoñar, más aún cuando la vida no es un camino de rosas.

Nuestra realidad se encuentra repleta de fantasías que no son sólo las que producen los ensueños particulares. Comenzando por la religión, que se plantea como respuesta a las preguntas inevitables del ser humano la fe en fuerzas superiores. Como sabemos los que nos hemos iniciado en esto del materialismo dialéctico, la sociedad también está construida sobre axiomas que aceptamos como indiscutibles pero que observados con detenimiento son ilusorios.

Marx demuestra en El Capital que pilares de la sociedad como la teoría del valor, base sobre la que se apoya todo nuestro sistema económico, surgen de fetiches. La mercancía, el dinero, el mercado. Objetos y circunstancias reales que por arte de magia cobran vida y obtienen poderosos atributos fuera de lo normal, como la mesa que sigue siendo un objeto físico vulgar y corriente. Pero en cuanto empieza a comportarse como mercancía, la mesa se convierte en un objeto físicamente metafísico. No sólo se incorpora sobre sus patas encima del suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las demás mercancías, y de su cabeza de madera empiezan a salir antojos mucho más peregrinos y extraños que si de pronto la mesa rompiese a bailar por su propio impulso (1).

Incluso las fluctuaciones de los salarios y los precios, la demanda y la oferta, eje sobre el que se sostiene la economía capitalista en que vivimos, está supuestamente apoyada en un equilibrio de carácter casi mágico que otorga al libre mercado una cualidad semejante a la justicia universal. No tienen en cuenta, como explica Marx, la realidad mundana y palpable del trabajo humano y de su expresión social:

Júzguese, pues, de la importancia decisiva que tiene la transformación del valor y precio de la fuerza de trabajo en el salario, es decir, en el valor y precio del trabajo mismo. En esta forma exterior de manifestarse, que oculta y hace invisible la realidad, invirtiéndola, se basan todas las ideas jurídicas del obrero y del capitalista, todas las mistificaciones del régimen capitalista de producción, todas sus ilusiones librecambistas, todas las frases apologéticas de la economía vulgar. (2)

Pero ¿por qué se fomenta el pensamiento basado en ilusiones?

Como sabemos, el pensamiento dominante es el pensamiento de la clase dominante (de nuevo el amigo Marx).  Esto es, la ideología cumple la importante función de asegurar en el poder a la clase dirigente, la clase que tiene el mando del Estado y que mediante él somete al resto, impidiendo que por cualquier motivo los sometidos puedan tender a rebelarse.

Una clase social cuyo pensamiento está, por así decirlo, distraído con dilemas cuya resolución no afecta a nada que haga daño al sistema, es una clase sometida:

Un hombre listo dio una vez en pensar que los hombres se hundían en el agua y se ahogaban simplemente porque se dejaban llevar de la idea de la gravedad. Tan pronto como se quitasen esta idea de la cabeza, considerándola por ejemplo como una idea nacida de la superstición, como una idea religiosa, quedarían sustraídos al peligro de ahogarse. Ese hombre se pasó la vida luchando contra la ilusión de la gravedad, de cuyas nocivas consecuencias le aportaban nuevas y abundantes pruebas todas las estadísticas. (3)


¿Y cómo se expresa esto en la vida de nuestros días?

En la situación actual la izquierda ha encontrado en las elecciones un fetiche con el que pretende retomar la hegemonía del descontento social, perdida y disipada desde los movimientos surgidos en 2011 en torno a los ciudadanos indignados.

Desde aquella fecha no dejan de sucederse las apariciones de nuevas plataformas electorales, las confluencias y los nuevos impulsos en cada cita con las urnas. La izquierda parece querer reinventarse en cada semestre, en este tiempo que nos ha tocado vivir en el que el ritmo vertiginoso nos hace creer que todo es nuevo, o mejor que todo debe ser nuevo. 

No quiero decir con esto que deba menospreciarse la participación en los procesos electorales. Ni tampoco que debamos centrarnos en la práctica de los frentes de lucha ajenos al parlamentarismo. Quiero decir que se valora en exceso, en ocasiones como el único valor posible, y se convierte en una ilusión más, la ilusión electoralista. Y en especial ese campo electoral no se emplea en combatir al pensamiento dominante.

Una persona con poca formación materialista (una persona normal formada en el sentido común, tenga o no educación superior, es decir cualquiera de nosotros) puede llegar a creer que una victoria electoral es la solución a todos los problemas. Por ejemplo, puede pensar que la cuestión es de personas, que sustituir a unos dirigentes corruptos por otros decentes es la clave. O puede creer que un dirigente de interminable expediente (me refiero a expediente académico, no laboral) está más capacitado para un puesto de responsabilidad que un trabajador simple. Y si deja de ejercitar el razonamiento crítico puede acabar creyendo cualquier infamia que le repitan los medios

Del mismo modo una persona cuya vida dependa del trabajo que pueda vender a otro (o sea que pertenezca a la clase trabajadora), puede creerse ajeno a los problemas que afectan a su clase, bien porque considere que no pertenece a esa clase sino a una superior o porque crea que no hay tales clases sociales, o incluso teniendo cierta conciencia de ello considere que lo que les ocurre a otros trabajadores de otros sectores -mucho más los de otros países- no les afectará a ellos.

Sirvan dos ejemplos de actualidad. Hace unos días, Pablo Iglesias echaba por tierra de un plumazo cualquier trabajo de conciencia que se haya realizado hasta ahora en su partido sobre la importancia del ejemplo de Venezuela y la Revolución Bolivariana, declarando que la situación de este país hermano era nefasta y que en sus tiempos jóvenes opinaba tonterías (¡ay, la batalla de las ideas que tantas veces nombró Chaves!). Toda la labor de concienciación la mandaba a donde el comandante mandó al ALCA.
Casi simultáneamente, se presentaba una nueva opción política -electoral- como alternativa a Podemos, encabezada por el ex juez Garzón, Gaspar Llamazares o Beatriz Talegón, entre otros.  El enésimo experimento de unidad de las izquierdas no se ha complicado mucho para averiguar un nombre: La izquierda. 
Me pregunto si en breve ocurrirá con el término "izquierda" algo similar al proceso ocurrido con la palabra "socialdemocracia" en el último siglo, y tendremos que usar otra palabra. 


Vive la izquierda de hoy instalada en su San Junípero de elecciones permanentes.

Parece ser que la ilusión consiste en creer que avanzamos cuando no hacemos más que dar vueltas en torno al lenguaje de consignas propio de las urnas. El San Junípero de los izquierdistas es su zona de confort, el entorno cómodo donde no hay riesgo de levantamientos incómodos y violentos, donde las indignaciones son volcadas delante de la webcam como en un espejo solitario y viralizadas en las redes. La militancia es a distancia y desde casa, y además atomizada en miles de frentes, cada uno el suyo por su gremio o sus características personales.

Y, sobre todo, el confort sanjuniperiano viene expresado por la comodidad de pensamiento. El pensamiento idealista prevalece sobre el materialista. No conviene querer transmitir complejos pensamientos dialécticos: estos no caben en un eslogan electoral ni en el estrecho margen de un tuit. La gente está cansada, harta de politiqueos. Si explicar una idea supone un esfuerzo excesivo, mejor decir que es un error de juventud, no sea que se pierdan un puñado de votos. Si defender algo antiguo ya no vende, mejor huir hacia adelante y transformarlo en algo que parezca nuevo y variopinto, como un anuncio de Benetton.

El resultado es el mismo que se produce cuando el que queda embebido en un ensueño de pronto vuelve a la realidad. El desencanto. El que despierta y ve que todo es un sueño sólo quiere volver a dormir cuanto antes. Se fomenta así, la pasividad, el conformismo. Se impide la educación en la lucha, el inconformismo.

La resignación es el precipitado que resulta cuando el revuelo de la indignación sin organización reposa tras chocar contra los aparatos represivos.

En las grandes masas populares que aún no fueron despertadas a la lucha hay un fondo de resignación. Esta resignación es más antigua que la historia misma, que siempre ha sido la historia de la sociedad de clases, por tanto, la historia de la explotación y la opresión. La gente del pueblo, moldeada por esta historia, por más que se rebelara, como las revueltas terminaban siempre en derrota, no podía hacer más que resignarse y aceptar con filosofía la necesidad que soportaban. (4)


1. Marx. El capital. Tomo I. El fetichismo de la mercancía
2. Marx. El capital, tomo I. El salario
3. Marx-Engels. La ideología alemana. Prólogo.
4. Althusser. Filosofía para los no filósofos. I, Qué dicen los no filósofos.

martes, 4 de diciembre de 2018

La Guerra Civil en el Viso: memoria recuperada

Traigo al blog una lectura conmovedora que los vecinos de Mairena y el Viso podemos encontrar en las bibliotecas públicas de nuestras localidades, La Guerra Civil en el Viso: memoria recuperada. Coincide hoy día 4 de diciembre con el día histórico en el que el pueblo andaluz se echó a las calles en el 77 y con la resaca de las elecciones andaluzas que tan mal sabor de boca nos han dejado y que dejan en el aire las actuaciones apenas iniciadas por el gobierno del PSOE en cuanto a Memoria Histórica.

Realizado por el Colectivo Ecopacifista Solano (aquí su página), se trata de un extraordinario trabajo de recopilación de documentos históricos y en especial testimonios de las personas que vivieron los hechos o que por ser familiares o personas cercanas a ellos conservan la memoria de los sucesos acontecidos durante la guerra en la comarca de los Alcores.

El texto recoge los testimonios vitales de los vecinos, las personas que vivieron el sufrimiento y la persecución y que durante años tuvieron que permanecer en silencio y la intimidad familiar. Es, como indican los autores, el documento de la memoria y de la identidad colectiva de los que formaron parte de la lucha por la libertad y el progreso social.

En su introducción, insisten los autores en que, siendo pacifistas, no es su voluntad divulgar el odio o el rencor sino reconstruir una memoria democrática. No cabe reprochar en ellos una falsa actitud equidistante; pese a su condición pacífica no escatiman en la obra comentarios sobre el orgullo y el honor de quienes fueron fieles a la República y la crueldad de los traidores que abrazaron el fascismo. De todos modos, la simple enumeración de las iniquidades cometidas por los fascistas ensombrece cualquier otra realizada desde el otro bando, que además en los Alcores se redujo a sucesos en las iglesias y algún detenido. El único muerto visueño del bando nacional -no caído por su actuación en la contienda bélica- fue producto de mano de un compañero de filas por accidente.

En el libro se detalla la vida del pueblo en los días previos al golpe y las actuaciones del gobierno municipal desde su formación en la República hasta el día 18 de julio del 36.


Continúa con el relato de los días de "dominio rojo", del 18 al 24, en los que hubo altercados, incendios en iglesias y detenciones de algunas personas, hasta la caída del pueblo en manos fascistas. A partir de ahí comienza el horror. El bombardeo de Carmona se oye perfectamente en el Viso y Mairena y las escasas fuerzas leales desisten. Sin violencia ocupan las tropas nacionales el pueblo y comienza la "caza de rojos".

Según el documento, la Guardia Cívica, formada por paramilitares falangistas, siguieron las órdenes del general Queipo de Llano quien desde Sevilla ordenaba las ejecuciones. Como en otras localidades españolas, cayeron asesinados en los primeros días decenas de visueños, por el simple hecho de ser miembros de sindicatos como la CNT o de partidos como el PCE o el PSOE de aquel entonces (aún no convertido al capitalismo).

En lugares como la carretera de Carmona al Viso, junto a la Ford, o en el Prior de Mairena fueron fusiladas decenas de personas, cuyos cadáveres transportaban en un carro de borricos a la fosa común del Viso.


El texto detalla el testimonio de los presentes que sobrevivieron y añade a modo de microbiografías una semblanza de los asesinados, cuya lectura es estremecedora. 

Los visueños sufrieron, como en el resto de España, otras formas de represión más allá de la cruel cacería humana: sufrieron además la persecución y los trabajos forzados, la cárcel, la represión política, la marginación social. Muchos desaparecieron y ni siquiera se encuentra de ellos una nota administrativa con el habitual "aplicado el bando de guerra" con el que se justificaban improvisados juicios sumarísimos.

Las mujeres visueñas que afrontaron con valentía la defensa de los intereses republicanos fueron también represaliadas, si no ejecutadas sí perseguidas y humilladas. Los paseos por el pueblo con el pelo rapado y la toma de aceite de ricino para que se hiciesen sus necesidades encima fueron realizados a imagen de las aberraciones que se habían cometido por los fascistas en otras zonas. Luego estas mujeres hubieron de servir en las casas de los señoritos.

Es una lectura que recomiendo a mis vecinos maireneros y visueños, que como digo pueden encontrar en las bibliotecas públicas de nuestras localidades. La memoria de estos sucesos les hará tomar conciencia del horror fascista y el peligro que tiene revivir esa llama que nunca debió encenderse y que los españoles tuvimos la desgracia de vivir antes que los europeos que sufrieron el fascismo nazi posteriormente.

Añado el enlace al video de la presentación de la obra, con participación de los autores, en la plataforma Youtube. 

Salud y República.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Engels: Dialéctica de la naturaleza.

 Un retrato de Copérnico


¿Qué explicación le darías a este curioso hecho histórico?

Nicolás Copérnico publicó a mediados del siglo XVI su obra Sobre las revoluciones de las esferas celestes. Como sabemos, hasta entonces se había dado por válido el modelo astronómico de Ptolomeo (siglo II), en el que la Tierra era el centro del universo. Este modelo geocéntrico situaba a nuestro planeta como eje sobre el que giraban el resto de astros, incluido el Sol. Copérnico y sus observaciones vinieron a desbaratar este modelo que encajaba con la creación de Dios y desde ese momento la propia ciencia y la sociedad entera comenzaron a revolucionar como las esferas celestes (de ahí viene la expresión giro copernicano).

Pero el hecho curioso es que Copérnico no fue el primero que intuyó que eran los planetas los que giraban alrededor del Sol. 
Aristarco de Samos fue el primer autor conocido (hay constancia de otros posteriores) que planteó el modelo heliocéntrico, y lo hizo nada más y nada menos que unos 1.800 años antes de Copérnico, en el siglo II a.C. 

La pregunta está servida. ¿Qué circunstancias llevaron a que un descubrimiento realizado antes de nuestra era quedase en letargo durante la enorme distancia de casi dos milenios? ¿Por qué no se desarrolló antes el modelo intuido por Aristarco y fue predominante durante siglos el modelo de Ptolomeo? (Hay que aclarar que hasta Galileo, posterior a Copérnico, no se desarrolló el uso del telescopio).
Una imagen ideal de Aristarco en un Atlas del siglo XVII

En Dialéctica de la naturaleza, podemos encontrar la respuesta este misterio y a otras muchas cuestiones:
"lo que para los griegos sólo era una intuición genial -escribe Federico Engels- constituye para nosotros el resultado de una investigación rigurosamente científica y experimental, razón por la cual cobra una forma mucho más definida y clara".

En la época de Copérnico las ciencias aún se encontraban en los albores del conocimiento de la mayoría de los aspectos de la naturaleza: "la investigación moderna de la naturaleza data, como toda la historia moderna, de aquella formidable época a que los alemanes damos el nombre de la Reforma y que los franceses llaman el Renacimiento y los italianos el Cinquecento". 

Es a partir de mediados del siglo XVI que se inician en Europa una serie de cambios sociales que comienzan a poner en cuestión la posición hegemónica de la religión en el pensamiento de los investigadores. Se pasa de la sociedad medieval a la moderna. Los nuevos conocimientos se extienden gracias al invento que permite facilitar y popularizar la lectura, la imprenta. Todo lo explicado a partir de entonces en base a fundamentos espirituales o metafísicos se vuelven ahora hacia las pruebas materiales, hacia lo material: "La tarea principal que se planteaba en el período inicial de la ciencia de la naturaleza, ya en sus albores, era el llegar a dominar la materia más al alcance de la mano. En la mayoría de los campos, fue necesario comenzar por los mismos rudimentos. La antigüedad nos había legado a Euclides y el sistema solar de Tolomeo, los árabes nos habían dejado la numeración decimal, los rudimentos del álgebra, los números modernos y la alquimia; la Edad Media cristiana no había dejado tras sí absolutamente nada."
Impresión original del libro de Copérnico sobre el comportamiento de los astros, con un esquema de su modelo con el Sol en el centro.

Paralelo a este cambio en la predominancia del pensamiento idealista hacia el materialista, se producen otros cambios también sociales en cuanto a la forma de vida de ciertos grupos humanos, de cierta clase social, los burgueses: "Los hombres que fundaron la moderna dominación de la burguesía eran todo menos gentes burguesamente limitadas. Lejos de ello, en todos dejó su huella más o menos marcada el carácter aventurero de la época en que les tocó vivir. Casi todos los hombres descollantes de aquel tiempo emprendieron grandes viajes, hablaban cuatro o cinco lenguas y brillaban en varias disciplinas de conocimiento."  Sus circunstancias vitales eran además propicias para el estudio y la especulación filosófica: "Y es que los héroes de aquel tiempo no vivían aún esclavizados por la división del trabajo, cuyas consecuencias apreciamos tantas veces en el raquitismo y la unilateralidad de sus sucesores."

Pero eran "héroes" como advierte Engels, dado que trabajaban expuestos a que la divulgación de sus trabajos científicos les costase el repudio social o la muerte: "La investigación de la naturaleza se movía también, por aquellos días, en medio de la revolución general y ella misma era en todo y por todo revolucionaria; no en vano tenía que empezar por conquistarse, luchando, el derecho a la vida. Mano a mano con los grandes italianos de los que data la filosofía moderna, dio al mundo sus mártires en las hogueras y en las cárceles de la Inquisición." De hecho el propio Copérnico no se decidió a publicar su obra hasta la edad de 70 años.

Esto es, los avances científicos no son una sucesión de hechos aislados sin relación entre ellos, sino que vienen enlazados con las circunstancias históricas de las sociedades, inmersos en el tupido tejido de relaciones entre las diversas clases sociales y los modos de producción de cada sociedad.
Un mapa celeste del siglo XVII

Durante los años del nacimiento del capitalismo surge una nueva clase social que desempeña un decisivo papel reformista y renovador que supone un impulso nuevo frente a la penumbra intelectual feudal y se "derrumba la dictadura espiritual de la Iglesia". Todo este conjunto de circunstancias explica el enorme lapso de tiempo en el que pervivió el esquema de Ptolomeo pese a que ya se había planteado una alternativa más exacta.

Espero que este ejemplo sirva para exponer la importancia de las obras de Federico Engels sobre la dialéctica. En concreto propongo en esta entrada la lectura de Dialéctica de la naturaleza.

Podemos encontrar en internet la entrada del Diccionario Filosófico del PCUS, que comenta que fue publicada por primera vez en la URSS en 1925. Se trata de la edición de las notas manuscritas que Engels usó para sus trabajos y la escrituras de obras fundamentales como el Anti Dühring. 

Por tanto hay que tener en cuenta que son notas personales del propio autor. Pero recordemos que Lenin apuntaba en Tres fuentes del marxismo (que he comentado en esta entrada anterior) a las obras de Engels sobre la dialéctica como uno de los pilares del aprendizaje de un comunista. Por ello es muy interesante su lectura, si no como obra completa, como repaso o consulta. En mi opinión es interesante su lectura, pese a que el autor se dedica en buena parte de ella a desglosar los avances científicos de su época (demostrando por cierto una erudición admirable y aunque algunos aspectos resultan hoy anticuados dados los avances vertiginosos de la ciencia), porque aclara bastante el confuso concepto de dialéctica y su aplicación para interpretar nuestro mundo.

Es decir, un libro que nos permite profundizar en la famosa batalla de las ideas, cuya guerra me temo que estamos perdiendo ante el avance de la negrura idealista que devora cada vez más terreno de la cultura y lo sustituye por una gran nada, como en aquella novela juvenil tan famosa de Michael Ende.

Entre otros aspectos interesantes del libro, encontraremos una defensa del concepto del universo similar al concepto que del cosmos tenían los antiguos griegos (como Heráclito), para quienes nada era inmutable. También la defensa del método científico como la manera indiscutible de enfrentarnos al conocimiento del mundo en que vivimos, frente a la superchería y las supersticiones, desgraciadamente aún vigentes en nuestros días.

Otro tema abordado en esta obra es el del trabajo como forma de transformación del ser humano y como "primera condición de la vida humana". 

Aparentemente son temas puramente teóricos pero que el militante puede relacionar con la práctica fácilmente. Basta con recordar el concepto estático y monolítico del capitalismo que tenemos hoy día y la incapacidad de concebir la sociedad como un todo cambiante, o también la idea del trabajo como simple creación de riqueza individual y no como forma de transformación, conceptos que Marx desarrollará con amplitud en su obra cumbre.

Por ello recomiendo la lectura y añado por si alguien quiere echarle un vistazo un enlace al texto en Marxist.org.



miércoles, 21 de noviembre de 2018

Defender lo obvio.




Si la economía española se está recuperando ¿por qué cada vez hay menos asistencia sanitaria, ayudas para guarderías o ayudas para escolares? ¿Por qué hay personas que mueren esperando un tratamiento o una ayuda a domicilio? ¿Por qué hay entonces tantos parados y el poco trabajo que se encuentra es en condiciones miserables?

Nos dicen que los grandes negocios, cuando quiebran, deben ser rescatados, incluso gastando el dinero de las pensiones. Nos dicen que un ayuntamiento debe pagar antes la deuda que dedicar dinero a colegios o centros de salud. Nos aseguran que esto es porque la economía se recupera gracias a los emprendedores, que la riqueza la producen las empresas. 

Pero si la riqueza la producen los empresarios, ¿por qué cuando los trabajadores están en huelga se deja de generar riqueza?

¿Será que la riqueza es en verdad producida por los trabajadores? Es una verdad aceptada que el trabajo produce beneficios. El trabajo. Pero ¿por qué entonces esos beneficios los poseen unas pocas manos y nunca cae en quienes los producen, los trabajadores, que son la mayoría?

“Qué tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio”. decía el poeta Bertolt Brecht. En el sistema que nos ha tocado vivir, la riqueza se la reparte siempre solo un grupo de personas, que se hace además cada vez más rica, mientras el grupo más numeroso, el que trabaja y es la fuente del valor, se empobrece y ve disminuida su calidad de vida.

Si usted, que lee estas líneas, pertenece a esta última clase social, es decir a los trabajadores, seguro que alguna vez se hizo estas preguntas. Busque las respuestas. Si no por usted, hágalo por los hijos, por sus semejantes, por el futuro. En la Historia no hay nada eterno ni nada que no pueda vencerse. Somos mayoría, somos los que hacemos avanzar la sociedad. Debemos organizarnos.

*Artículo para la revista Tu Voz, folleto del núcleo local del PCE en Mairena del Alcor, octubre 2018.

martes, 20 de noviembre de 2018

Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática

¿Por qué Lenin insistió en su momento que el proletariado debía apoyar la revolución burguesa?



Repaso en esta entrada el texto de Lenin Dos tácticas... cuya lectura es muy interesante y resultará esclarecedora para muchos militantes (a algunos les parecerá incluso paradójica o contradictoria, o al menos chocante). En ella se abordan cuestiones sobre táctica de los comunistas y sus posicionamientos, manifestados en la situación histórica concreta del tiempo en que Lenin redactó el libro pero que pueden ser modelo para inspirar las tácticas de otras situaciones, por supuesto también la actual.

Empezamos por una situación histórica del texto
(Como en entradas anteriores, en verde subrayo cuando reproduzco las palabras literales del texto en cuestión, en este caso de nuestro camarada Vladimiro). 
El texto, escrito en los meses de junio y julio de 1905, antes de los acontecimientos de Odesa (se refiere a los motines de los marineros de la Armada Imperial del Zar, entre los que se encontraba el acorazado Potemkin, buque que todos recordaremos de la famosa película de Eisenstein). En este año se produjeron en Rusia una serie de agitaciones y manifestaciones de masas, algunas de ellas con resultado de cargas policiales en las que fueron asesinadas miles de personas (por ejemplo durante el domingo sangriento en San Petersburgo) dirigidas contra la autocracia del zar Nicolás II, que desembocaron en la creación de un gobierno de corte monárquico constitucional y posteriormente de una asamblea legislativa, la Duma.

Durante estas revueltas, el partido que entonces unía a los marxistas rusos, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, POSDR, se polariza en dos líneas o tendencias opuestas: los bolcheviques, que defendían la creación de una república democrática de carácter burgués (aunque llevando al proletariado a participar en ella de manera determinante) y los mencheviques, que preferían por no llevar al proletariado a tareas políticas sino meramente económicas (Lenin los llamaba economicistas, recordemos en esta otra entrada su texto ¿Qué hacer?) y por tanto a no participar en el gobierno.

En este año, 1905, el POSDR celebra su III Congreso en Londres (la mayoría de revolucionarios rusos vivía en el exilio o en permanente persecución), aunque los mencheviques organizan una conferencia propia en Ginebra. 
En este congreso se dilucidan cuestiones tan importantes como la importancia del gobierno provisional burgués, la actitud del proletariado frente a ese gobierno y las condiciones de su participación.
La resolución del congreso sobre el gobierno provisional revolucionario, considera que tanto los intereses inmediatos del proletariado como los objetivos finales del socialismo exigen la libertad política más completa posible y, por consiguiente, la sustitución de la autocracia por la república democrática. Para ello es imprescindible la creación de una Asamblea Constituyente (digamos una asamblea que ponga un punto y aparte en el gobierno y sistema político de la nación) con sufragio universal y secreto.
La resolución es consciente de que esa revolución democrática no debilitará sino que fortalecerá la dominación de la burguesía, que intentará sin falta arrebatar al proletariado de Rusia sus conquistas. Para contrarrestarlo, el POSDR acuerda difundir entre la clase obrera la necesidad de un gobierno provisional en un momento determinado, del cual exigirá la realización de todas las reivindicaciones de su programa (un programa mínimo), aclara la conveniencia de participar en el gobierno y establece como condición necesaria el control riguroso del partido sobre sus mandatarios. Con esta finalidad, garantizar la independencia de la socialdemocracia, recomienda armar al proletariado y vigilar los actos de ese gobierno. 

Para comprender mejor esta resolución, debemos entender que en el pueblo ruso de entonces la mayor parte de la población era campesina, sometida durante generaciones de autocracia zarista a la miseria y al analfabetismo, por tanto inestable en lo que se refiere a las presiones de los conservadores. El proletariado, por su parte, se encontraba concentrado en las capitales industriales (Moscú, Petrogrado) y con escasa capacidad para maniobrar políticamente debido a la censura y persecución de los agentes zaristas, su ejército y policía.

Lenin se afana en el texto en explicar que la resolución del congreso sea persuadir a la clase obrera de que es preciso formar un gobierno provisional, aunque este gobierno sea burgués. Considera imprescindible participar y exigir el cumplimiento de un programa mínimoDicho programa es todo el programa mínimo de nuestro Partido, el programa de las transformaciones políticas y económicas inmediatas, completamente realizables, por una parte, a base de las relaciones económico-sociales actuales, y necesarias, por otra, para dar el paso siguiente, para realizar el socialismo.

En cuanto a las críticas que llegan desde el congreso alternativo de Ginebra, el de los mencheviques, Lenin es contundente y, tras analizar las circunstancias (objetivas y subjetivas) del momento, expone:
al fijar como tarea del gobierno provisional revolucionario la aplicación del programa mínimo, la resolución elimina con ello las absurdas ideas semianarquistas sobre la realización inmediata del programa máximo, sobre la conquista del Poder para llevar a cabo la revolución socialista. El grado de desarrollo económico de Rusia (condición objetiva) y el grado de conciencia y de organización de las grandes masas del proletariado (condición subjetiva, indisolublemente ligada a la objetiva) hacen imposible la liberación completa inmediata de la clase obrera.

Por supuesto, Lenin y los bolcheviques conocen por su formación marxista que la emancipación de los obreros sólo puede venir de los obreros mismos, pero advierte:
como contestación a las objeciones anarquistas de que aplazamos la revolución socialista, diremos: no la aplazamos, sino que damos el primer paso hacia la misma por el único procedimiento posible, por la única senda certera, a saber: por la senda de la república democrática. Quien quiera ir al socialismo por otro camino que no sea el del democratismo político, llegará infaliblemente a conclusiones absurdas y reaccionarias, tanto en el sentido económico como en el político. Si en un momento determinado tales o cuales obreros nos preguntan por qué no hemos de realizar nuestro programa máximo, les contestaremos indicándoles cuán ajenas son aún al socialismo las masas del pueblo, impregnadas de un estado de espíritu democrático, cuán poco desarrolladas se hallan aún las contradicciones de clase, cuán inorganizados están aún los proletarios. ¡Organizad a centenares de miles de obreros en toda Rusia, difundid entre millones la simpatía hacia vuestro programa! Probad a hacer esto, no limitándoos a frases anarquistas sonoras, pero huecas, y veréis inmediatamente que llevar a cabo esta organización, que la difusión de esta educación socialista depende de la realización más completa posible de las transformaciones democráticas.

Lenin explica que de la interpretación de los textos que Marx y Engels dejaron sobre su experiencia en anteriores revoluciones no podemos deducir, de un modo un tanto tajante o literal, que el proletariado nunca puede compartir intereses con la burguesía en ningún momento. Considera propio de anarquistas el rechazo a la participación política en los parlamentos burgueses y advierte que el marxismo, como teoría científica, explica que según el momento histórico puede ser favorable a la clase obrera el desarrollo económico y social de la burguesía, aunque esto pueda parecer contradictoria: Esta conclusión puede parecer nueva o extraña, paradójica, únicamente a los que ignoren el abecé del socialismo científico.

La actitud contraria, la no participación en ningún caso, que sostiene la conferencia menchevique, es comentada con contundente ironía por Lenin analizando su resolución alternativa: 
la Conferencia, con el fin de garantizar al Partido la más completa libertad de crítica con relación al régimen estatal burgués naciente [¡nuestra misión no es garantizar la república! Nuestra misión es únicamente garantizar la libertad de crítica. Las ideas anarquistas engendran el lenguaje anarquista: ¡el régimen "estatal burgués"!], estima que la formación de un gobierno provisional por los socialdemócratas, o su entrada en este gobierno, de un lado, alejaría del Partido Socialdemócrata a las grandes masas del proletariado, a las que el Partido habría decepcionado, pues la socialdemocracia, a pesar de la toma del Poder, no podría satisfacer las necesidades vitales de la clase obrera, comprendida la realización del socialismo [¡la república no es una necesidad vital! ¡Los autores no advierten, en su inocencia, que emplean un lenguaje puramente anarquista, como si se negasen a tomar parte en las revoluciones burguesas!] y, de otro lado, obligaría  a  las  clases  burguesas  a  dar  la  espalda  a  la  revolución  y  con  ello disminuiría  su  alcance ".

He aquí el nudo de la cuestión. He aquí donde las ideas anarquistas se entretejen con el más puro oportunismo. Solamente figuraos: ¡no entrar en el gobierno provisional porque esto obligaría a la burguesía a volver la espalda a la revolución y disminuiría así el alcance de la revolución! Tenemos ya, pues, aquí ante nosotros, por entero, en su aspecto puro y consecuente, esa filosofía neoiskrista según la cual, puesto que la revolución es burguesa, debemos inclinarnos ante la vulgaridad burguesa y cederle la acera.

En definitiva, de la lectura de Dos tácticas... podemos extraer las siguientes conclusiones:

- el Partido debe analizar siempre las condiciones subjetivas y objetivas de cada momento, pues como enunciaron Marx y Engels en el Manifiesto, los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros, lo que les distingue es saber apreciar cuáles acciones y en qué momento aplicadas suponen un beneficio para la clase obrera, esto es, qué tácticas momentáneas favorecen la estrategia final de su emancipación.

- el excesivo celo en los axiomas marxistas (y su incorrecta interpretación en momentos concretos) puede conducirnos a una actitud anarquizante que apresure de un modo infantil las tareas y el proyecto de un partido. En ocasiones es más prudente realizar una táctica "por etapas" que realizar una especie de huída hacia adelante extasiados en una supuesta pureza marxista. 

- la realización de cualquier táctica debe tener siempre en cuenta que resulte como fin la suma de nuevos elementos a la causa obrera, aumentar la correlación de fuerzas: Hacia este fin debemos dirigir todos nuestros esfuerzos. El conseguirlo depende, por una parte, del acierto con que valoremos la situación política, de que sean justas nuestras consignas tácticas, y, por otra parte, de que dichas consignas estén sostenidas por la fuerza combativa real de las masas obreras. Toda la labor habitual, regular, corriente de todas las organizaciones y grupos de nuestro Partido, la labor de propaganda, agitación y organización está orientada para fortalecer y ensanchar la ligazón con la masa.

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