miércoles, 8 de febrero de 2023

Esclava doméstica


M es una joven que sale de su país para trabajar en España. 
El país de M es un lugar precioso de Latinoamérica, al que ella adora, pero allá no tiene oportunidades. Lo hace por sus hijos, porque, además de su tierra, deja a sus hijos, que es como decir que se deja el corazón.

M tiene conocidos en los Estados Unidos, pero no quiere ese destino, porque en la entrada al país de las oportunidades, puede perder la vida o ser traicionada por los coyotes que cobran una fortuna por pasar a pie el desierto. 

Aun así, el avión hace escala en México y en el aeropuerto mexicano la tratan como a una delincuente: la encierran incomunicada, sospechan que quiera escaparse hacia el norte. Escrutan todos sus documentos y la interrogan antes de permitirle continuar el vuelo. 

Aunque M tiene estudios y experiencia laboral en su sector, sabe que va a cuidar personas mayores y a limpiar casas. Gracias a contactos, encuentra sus primeros empleos. Las condiciones son pésimas: permanecer en la casa como interna, sin apenas días libres. Si tiene suerte, le harán contrato de jornada completa, tal vez no haya vacaciones y los festivos se trabajen sin cobrar. 

M tropieza con empleadores que, aunque tienen dinero para vivir bien, la obligan a hacer el trabajo de varias personas. Horarios de tareas de limpieza y cocina interminables que añaden el cuidado de niños o ancianos. Tampoco puede ponerse enferma porque nadie la sustituye.   

Aparte del trabajo, M tiene otra gran preocupación que es el empadronamiento. Sin estar empadronada no cuenta su estancia para legalizar los papeles. Los propietarios no quieren empadronar a extranjeros, les han contado muchas historias sobre ocupas.

Con todo esto, M se encuentra entre la espada y la pared. Necesita enviar dinero a sus hijos y no quiere regresar con las manos vacías, pero tampoco puede vivir como una condenada a trabajos forzados, sometida a una explotación insoportable y, además, expuesta por ser mujer a ser tratada como un objeto por indeseables. Es una esclava doméstica.

¿Qué tipo de sociedad es la que no ve como riqueza que vengan personas jóvenes o con niños que rejuvenezcan una de las poblaciones más envejecidas del mundo? ¿Qué clase de sistema trata como esclavas a las personas que hacen uno de los trabajos más necesarios -el cuidado de los ancianos, de los niños, del hogar-, en uno de los países del mundo que más emplea trabajo doméstico según la OIT?

Una sociedad en la que muchas familias viven de la economía sumergida, la quinta parte del PIB español según el FIM. En ella tener un familiar mayor o dependiente es una carga insostenible, excepto para los que viven al margen de la moralidad y pueden permitirse explotar a personas necesitadas o empadronarse en cualquiera de las múltiples viviendas que se les permite poseer como pequeño tenedor para especular.   

El Gobierno asegura que nadie se queda atrás y decreta leyes que castigan a quienes no dan de alta, añaden mejoras como el derecho a paro, subidas del salario mínimo. Asegura que hay ayudas para que la vivienda sea accesible a todos.

Pero ¿estas normas tienen efecto real o son buenos deseos que se quedan en el escenario del Congreso, como los desahucios prohibidos o el fin de los contratos temporales?

Vivimos en una sociedad enferma: la sociedad capitalista, dentro de un país sumiso al imperialismo de otro mucho más poderoso.

Si de verdad quieren "poner a las personas en el centro", ¿por qué no explican a los trabajadores la realidad de la sociedad en la que viven? Que los trabajadores sepan reconocerse entre ellos, independientemente de su nacionalidad. Que sepan quién es el enemigo, los que explotan a sus compañeros y especulan con necesidades fundamentales.

Que entiendan que su fuerza está en la unión. Eso sí sería un verdadero escudo social. Un verdadero cambio de paradigma.

miércoles, 1 de febrero de 2023

¿Armar a neonazis? De entrada, no

¡Maldita hemeroteca!

 Si una generación es un periodo de unos 20 o 30 años, apenas una generación nos separa de Cuervo Ingenuo, de quien Krahe nos advertía que hablaba con lengua de serpiente y aseguraba que la Alianza ser de toda confianza.

La política debe tratarse de algo tan complejo que hace variar la actitud de los personajes según estén en la oposición o en el ejercicio de gobierno. Sobre todo si se basa en la fe en personas, en lugar de seguir un programa.

De un modo semejante, el hasta hace poco vicepresidente (ahora creador de contenidos en espacios de Mediapro o la SER), Pablo Iglesias, parece seguir una evolución paralela a la de González, junto con todos los otros actores que medraron al calor de Podemos. La imagen que acompaña estas palabras es ilustrativa al respecto.

La máxima hegeliana propone que los grandes personajes y hechos suceden dos veces en la Historia, a lo que Marx matizó que una vez como tragedia y otra como farsa. Farsa quizás por aquello de la tragicómica cualidad humana de tropezar dos veces en la misma piedra, o tal vez por la gran dosis de farsa que se necesita para hacer caer de nuevo en el engaño.

Creamos o no en leyes históricas, lo cierto es que en ocasiones podemos establecer paralelismos bastante curiosos. Les propongo que estimen si los españoles no estamos viviendo nuestro particular Brumario en cuanto a la OTAN. Y para ello les ruego que valoren el siguiente cuadro y su posterior explicación (no se alarmen, soy esquemático).


Habría que aclarar que bajo el concepto PSOE podría entenderse a la socialdemocracia dentro del bipartidismo de falso eje izquierda/derecha tradicional. Y bajo el concepto Podemos se entendería al movimiento que absorbió el malestar posterior a la crisis de 2008 (y parasitó a Izquierda Unida y PCE) y que ha creado la imagen de ruptura de ese bipartidismo (ruptura imposible pues al ser un movimiento desclasado no aporta nada nuevo al reformismo ya existente).

Si repasamos brevemente las circunstancias producidas desde nuestra entrada en el orden OTAN-CEE (UE) bajo la influencia del PSOE, observamos:

  • la OTAN se expande y provoca guerras donde puede obtener rédito en forma de control de materias primas o de ventaja geoestratégica. Conflictos cuya excusa bélica es un engaño (demonización de un "régimen", exaltación de peligros como "armas de destrucción masivas") amparados por una CEE sumisa.
  • La mismísima Hillary Clinton llegó a admitir que patrocinaron a los talibanes. «Tuvimos la idea de entrenar muyahidines en Afganistán -explicó la señora Clinton con despreocupada claridad en una entrevista a Fox News-, y les dimos misiles para que se enfrentaran a los soviéticos. Tuvimos éxito y los soviéticos se marcharon, aunque dejamos a esos fanáticos y provocamos un desastre».
  • en España, la pérdida de soberanía monetaria bajo el euro es un reflejo de la pérdida de soberanía popular. Desde lugares lejanos como Maastricht dirigen nuestra economía, deciden a qué debemos dedicar los recursos, cuáles son eliminables, cómo debe ser nuestro empleo. Que se pierdan industrias o se privaticen sectores estratégicos es un sacrificio necesario.
  • a nivel ideológico, el avance social en libertades individuales que nos colocan a nivel puntero en el mundo, como el matrimonio entre personas del mismo sexo, se asocia en el imaginario colectivo a una España alineada junto a la libertad propia de Occidente, ajena al totalitarismo que la propaganda sugiere en otros "regímenes". Prefiero morir apuñalado en el metro de Nueva York que de aburrimiento en las seguras calles de Moscú, había avisado Cuervo Ingenuo.

En la actualidad, bajo la coalición PSOE-Podemos:

  • La Alianza Atlántica encuentra en la "invasión rusa" la excusa para incrementar un conflicto en realidad incitado desde una década antes con un golpe de Estado y el aumento de la tensión con cientos de muertes, muchos de ellos civiles.
  • La OTAN ve así en Ucrania un magnífico objetivo que reúne todos los requisitos: una guerra subrogada o guerra proxy, con un ejército voluntario al que sólo necesita armar hasta los dientes, en un escenario lejano a USA pero que a la vez involucra a un extenso territorio, Europa, que puede someter a su redil económico en detrimento de Rusia. Y todo ello, además, cambiando a los imprevisibles talibanes por unos viejos conocidos, los nostálgicos del nacionalsocialismo, más afines a las tradiciones europeas.
  • La política progresista, que es muy útil según nos dicen, depende del maná de los fondos de la UE, el nuevo plan Marshall que interrumpe la escalada neoliberal para introducir un paréntesis de inversión pública que estimule la economía en los miembros de la Alianza. Un plan que nos supeditará a los dictados de la UE (pues los miembros carecen de soberanía monetaria) y que por supuesto beneficia también con un riego de miles de millones a las empresas del IBEX que se acojan a los planes de ecosostenibilidad, de igualdad, de resiliencia o cualquier requisito que sea necesario.
  • Y en cuanto a lo ideológico, la guerra es también contra el "totalitarismo" ruso y chino. Contra esa "tiranía" se oponen los valores europeos, cimentados sobre grandes escaparates como son: una supuesta igualdad que es el falseamiento del feminismo de clase (los altos cargos que deciden sanciones y guerras pueden estar ocupados por mujeres, o los ejércitos comandados por personas transgénero, por ejemplo, sin producir ningún avance -o incluso retrocesos- para las mujeres trabajadoras); otro es la inquietud por el ecologismo (las grandes empresas están ahora preocupadísimas por el medio ambiente, y pretenden que la lógica intrínseca del sistema capitalista -que valora como mercancías tanto a las personas como a los recursos naturales- es evitable mediante propuestas ecosostenibles).

Juzgue el lector, en definitiva, si hay o no paralelismo entre ambas situaciones.

Si el lector considera muy cruel la crítica a Podemos, no debe interpretarse como un ataque personal a sus responsables (pero da la casualidad que son los mismos desde su origen, pese a sus promesas de renovación y democracia absoluta).

Desde la perspectiva materialista, los personajes (González, Zapatero, Iglesias, Díaz, no importa) no son determinantes, sino que se encuentran en función de las circunstancias de la sociedad en la que viven. En realidad, su mayor o menor éxito depende de la capacidad de adecuación a la ideología dominante, esto es, a la obediencia a la clase dominante. Una propuesta verdaderamente transformadora sería la que abriese la alternativa organizada a la ideología que defiende los intereses de la clase dominada, la clase trabajadora. Pero esta no tiene representación ni voz en la tragicomedia bipartidista, muñecos de guiñol del imperialismo atlántico. 

domingo, 1 de mayo de 2022

¡Viva el Primero de Mayo, viva la lucha de la clase obrera!


Se acerca el Primero de Mayo, fecha en que los trabajadores de todos los países celebran su despertar a la vida consciente, su unión en la lucha contra toda violencia y toda opresión, en la lucha por liberar del hambre, de la miseria y de la humillación a millones de trabajadores.

Dos mundos se enfrentan en esta lucha: el mundo del capital y el mundo del trabajo; el mundo de la explotación y de la esclavitud y el mundo de la fraternidad y de la libertad.

De una parte, un puñado de parásitos ricos. Ellos se han apoderado de las fábricas, de los instrumentos y de las máquinas. Han obligado al gobierno y al ejército a ser criados suyos, fieles guardianes de las riquezas por ellos acumuladas.

De otra parte, millones de desposeídos, los cuales se ven en la necesidad de implorar a los ricos que les permiten trabajar para ellos. Crean con su labor todas las riquezas y pasan la vida entera luchando por un mendrugo de pan, piden trabajo como una limosna, quebrantan su vigor y su salud con un esfuerzo sobrehumano.

Los trabajadores de todos los países luchan por liberar el trabajo de la esclavitud asalariada, de la miseria y la indigencia. Pugnan por estructurar la sociedad de modo que las riquezas creadas por una labor común beneficien a todos los trabajadores, no a un puñado de privilegiados.

Quieren que no haya ricos y pobres, que los frutos del trabajo vayan a parar a manos de los que producen, que todas las conquistas del ingenio humano mejoren la vida del que trabaja y no sirvan de instrumento para oprimirlo.

La gran lucha del trabajo contra el capital ha costado muchos sacrificios a los trabajadores de todos los países. Pero no hay fuerza capaz de vencer a este enemigo interior, porque únicamente gracias a su trabajo viven las clases dirigentes y el gobierno. No hay en la tierra fuerza que pueda doblegar a millones de trabajadores cada vez más conscientes, más unidos y organizados.

¡Que el Primero de Mayo atraiga a nuestras filas a miles de nuevos combatientes y redoble nuestras fuerzas en la lucha por la libertad del pueblo!


Este texto es un extracto libre -pero casi literal- de un escrito realizado a modo de proclama en abril de 1904 por Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, para el Primero de mayo de aquellos años (1).

Más de cien Primeros de Mayo después, el texto, publicado de este modo, sin aviso, podría pasar por un texto escrito para nuestros días.

Perfectamente actual. Señala la sumisión de los que se dicen representantes de los trabajadores en los parlamentos, que han devenido en criados de los ricos, hasta el punto de convertirse en piezas necesarias de una nueva guerra mundial al servicio de la OTAN.

Líderes de frentes supuestamente empoderadores que imploran a los ricos que sean magnánimos y no opriman demasiado.

Hasta la fecha no está censurado citar a Lenin, hagamos uso antes de que sea delito de odio.

¡Cómo contrasta su claridad de ideas con las ambigüedades que emplean algunos para que les dejen aparecer en los medios!

Porque la verdad sólo tiene un camino. Sólo la unión de los trabajadores, conscientes e informados, es nuestra esperanza y nuestro futuro. Con ello seremos invencibles.

¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!
¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!

(1) Proyecto de proclama para el Primero de Mayo, en V.I. Lenin sobre el internacionalismo proletario, editorial Akal.

jueves, 30 de septiembre de 2021

Lo más maravilloso de Xi Jinping

Publicado en el diario El Común  30/09/2021



"No se puede confiar en el imperialismo, ni tantito así. Nada". Esto advertía el comandante Ernesto Guevara en un discurso en el que rememoraba al líder anti-imperialista Patrice Lumumba, asesinado en 1961 por agentes belgas y norteamericanos. El Che lo pronunciaba bien despacio y claro, ni tantito, y mostraba sus dedos apretados. 

Así como su imagen ha quedado para algunos como icono de camisetas, parece ser que su mensaje se ha diluido en lo que va de este siglo. Al menos en España la izquierda, hasta la que se dice marxista, ha decidido tomar como referente a los Estados Unidos y a su organismo filial en el Viejo Continente, la Unión Europea, y nos asegura que es un avance maravilloso que ahora el imperio nos muestre la moneda por la cara de Biden, en lugar de mostrar la moneda por la cruz de Trump.

Sabemos, porque nos repiten a diario, que Putin no es un santo. Los medios nos fatigan con noticias sobre el régimen chino, su opacidad, su totalitarismo. Pero basta con rascar un poco para encontrar bajo la espesa cortina mediática información imparcial que muestra que no todas la noticias que llegan de oriente son tan negativas, ni lo que llega de occidente tan maravilloso.

La pandemia le ha quitado la careta al capitalismo. Un virus ha desnudado de sus disfraces al sistema, ha aireado todas sus vergüenzas. Asimismo de un manotazo ha dejado desnudo al poderoso imperio americano, que ya venía mostrando sus debilidades en la pugna tecnológica. Entre otros aspectos, se ha demostrado la superioridad de los sistemas que poseen cierta planificación estatal, con capacidad para responder de manera ordenada ante una emergencia, frente a la anarquía del libre mercado.

Se ha demostrado además que los países que mantienen una organización sanitaria pública pueden defender con mayor eficacia a su pueblo, en oposición al desastre caótico de la sanidad dejada en manos de intereses empresariales.

Debemos preguntarnos pues ¿por qué nuestros representantes de izquierdas se empeñan en ponernos como modelo a la versión "moderada" del imperialismo USA y nos escamotean los avances de las otras potencias mundiales?

Es Joe Biden y no otro quien ha continuado obstaculizando, por la fuerza bruta del criminal bloqueo, la cooperación científica entre China y Cuba en las investigaciones conjuntas sobre las vacunas del COVID, saltándose hasta la más simple norma del sentido común, la colaboración internacional como fundamento del método científico. 

Es Joe Biden quien sigue ordenando bombardeos en Siria, incapaz de aceptar el resultado de las elecciones, en las que el pueblo sirio (incluido el emigrado, cuyo voto fue exigido por USA creyendo que le sería favorable) espetó en la cara de tío Joe: sí, puede que Al Assad no sea un santo tampoco, pero no nos ha abandonado, se ha mantenido firme, no ha permitido que ustedes dejen nuestra tierra como un solar, como hicieron con Libia y tantos otros. 

¿Es esto lo maravilloso? ¿Debemos tolerar esas infamias a cambio de leves mejoras y reformas, un pequeño impuesto para ricos aquí, una ayudita para pobres allá, cuyo objetivo no es beneficiar a la clase trabajadora sino sostener al sistema, en una versión renovada de la fórmula keynesiana?

¿No merece un poco más el calificativo de maravilloso que el líder de una potencia mundial, Xi Jinping, ofreciera en la Asamblea Mundial de la Salud un par de meses tras el estallido de la pandemia que las vacunas que se desarrollaran en China contra el COVID19 y que lograran un resultado efectivo estarían disponibles para el resto del mundo como un “bien público”? ¿No es más cercano a lo maravilloso que se apele a la solidaridad y cooperación internacional?

¿Qué tipo de alineamiento geopolítico justifica esta retorcida visión de la realidad? ¿Cuál de las supuestas múltiples versiones del marxismo admite esta lógica? ¿No sería más apropiada una interpretación del imperialismo (más si viene de una organización que se atribuye el leninismo entre sus principios) que al menos destapase a los trabajadores nuestra posición de dependencia de la UE y la OTAN? Sobre todo si para el próximo intento de frente amplio deseamos que los comunistas sean la vanguardia, no la extravagante comparsa de los defensores del capitalismo de rostro amable.


lunes, 28 de junio de 2021

El Vaticano frena la ley italiana contra la homofobia



El papa Francisco y la Iglesia Católica han quedado retratados al situarse del lado de las derechas italiana y europea y de las posiciones de más rancia tradición conservadora, pues el Vaticano ha exigido de manera formal que el Gobierno modifique un proyecto de ley contra la transfobia y la homofobia que se tramita en estos días en Italia.

Este conflicto diplomático entre ambos Estados está causando un enorme revuelo en la opinión pública italiana y en el mundo, pues vendría a poner en cuestión el carácter tolerante de Francisco, considerado el "papa progresista" y modelo a seguir por muchos políticos -incluidos destacados representantes de la izquierda, también en España- como ejemplo de acercamiento y de posibilidad de obtener avances sociales mediante el diálogo con los poderes fácticos. 

Resulta llamativo que se produzca este intento de alterar la legalidad nacional en un momento en el que parecía que la institución católica procuraba un esfuerzo en distanciarse, a través de la figura carismática de Francisco, de sus antecesores en cuanto a la rigidez de la Iglesia para consentir la libertad afectiva y sexual de las personas que difieren de la norma estipulada tradicionalmente por la doctrina católica.

Este conflicto viene a demostrar que las cuestiones de sexualidad, afectivas o de género, situadas en el foco de la atención internacional en nuestros días, son utilizadas y reconducidas como cualquier otro asunto por los poderes económicos a su conveniencia, y que tras el supuesto interés en la igualdad y la justicia se esconden intereses lucrativos de poderes fácticos que manipulan esos ideales para absorberlos como propios, siguiendo el modo de tergiversar las luchas que suele emplear el capitalismo. 

En el caso que ocupa esta entrada, la contradicción que evidencia esa falsedad en cuanto a la supuesta aceptación de la diversidad sexual por parte de la Iglesia se encuentra en el choque de intereses que esto produce en la creación de futuros usuarios que supone el adoctrinamiento en los colegios

Según informó el diario Corriere della sera (1), la cuestión polémica se centra en ciertos aspectos de la nueva ley, que la Iglesia no acepta. El Vaticano pidió al Gobierno italiano a través de los canales administrativos que modifique el proyecto de ley contra la homofobia y la transfobia que se estaba tratando en el Senado. Esta petición, realizada por un representante de la Santa Sede mediante escrito formal en la embajada italiana, supone un hecho inédito en las relaciones entre Estado e Iglesia, pues sería la primera vez que se trata de realizar -por escrito- una injerencia en la aprobación de una ley. El estudio del texto legal ha quedado temporalmente detenido y cuenta además con el rechazo de los representantes de Forza Italia y otros miembros de la derecha.

Las reticencias vaticanas a la ley se fundamentan en que contravienen, a su entender, algunos privilegios de los que goza la Iglesia Católica y que sostiene gracias al Concordato (acuerdos firmados el siglo pasado entre el papa Pío XI y Benito Mussolini que otorgaban la independencia del Estado Vaticano y su relación con el Gobierno italiano, así como los acuerdos económicos y fiscales). 

Según afirma la protesta registrada por el portavoz vaticano, la norma determinaría que las escuelas católicas no estarían exentas de celebrar una nueva jornada nacional establecida en la ley: la Jornada nacional contra la homofobia. Es decir, los centros educativos católicos no podrían negarse a realizar los actos con finalidad instructiva que se relacionen con esta jornada efectuada a nivel nacional. “Algunos contenidos actuales de la propuesta legislativa que se está examinando en el Senado reducen la libertad garantizada a la Iglesia Católica" especificó el representante religioso en el escrito entregado en la embajada, según publicó el diario italiano Il Corriere della sera.

Como es lógico, esto dejaría expuesta a la Iglesia Católica y a sus establecimientos docentes en una difícil disyuntiva: acatar la ley y enseñar en sus centros ideas que contravienen el adoctrinamiento de sus futuros usuarios, o desobedecer la ley y arriesgarse a ser objeto de denuncias por delitos de odio. Aquí se verá hasta dónde alcanza la preocupación desinteresada de los poderes fácticos en cuanto al tema de moda hoy día



(1) enlace a noticia italiana 

viernes, 18 de junio de 2021

Pedagogía de la factura progresista



Lo llaman hacer pedagogía aunque lo que quieren decir es que van a ser didácticos. Se refieren a que van a ser ilustrativos, que van a esclarecer un asunto, esto es, que van a explicar algo de manera que se entienda. 
Pero lo que ocurre al final es que no se entiende. Ni esclarecen, ni nos ilustran. Se queda uno peor de lo que estaba con la explicación. Tú que estás mirando esto probablemente habrás leído alguno de esos artículos con infografías detalladas sobre las eléctricas, o has recurrido a un hilo de Twitter que explica la factura y los horarios valles y picos y te habrás perdido o aburrido antes de terminar. 

Esto es porque -en realidad- no hay mucha intención de ser pedagógicos, ni didácticos. Por eso recurren a expresiones grandilocuentes como hacer pedagogía, cuando simplemente bastaría con hablar claro y llamar a las cosas por su nombre.

Pues sí, esto de la economía política suele ser aburrido y la mayoría de trabajadores (personas trabajadoras, se dice ahora) no tiene tiempo para leer esos artículos. La buena noticia es que si se tiene la paciencia de pararse a pensar unos minutos, sí se puede comprender de una forma sencilla. Esa es la intención de esta entrada, que es un poco larga (me enrollo mucho, es verdad) pero para nada compleja.

La explicación oficial viene a decir que la factura de la luz sube porque los precios varían según la demanda y la oferta (¡ojo! esta justificación sirve tanto para la luz como para la subida de los precios de cualquier producto, para los alquileres de las viviendas, etc). Nos dicen que lo ideal sería nacionalizar esas empresas tan importantes, que si fueran públicas sería mucho mejor, pero que esto es muy complejo (este argumento también es usado con las pensiones, la educación o la sanidad, que sería deseable que fuera todo público, pero es muy difícil). Por último, si esto no convence, se explica que con 35 diputados no se puede hacer mucho, que con eso sólo se puede empujar para lograr algunas mejoras, como por ejemplo pedir horarios con tarifas más asequibles o eliminar ciertos impuestos a las empresas -con ayuda estatal- que a su vez nos rebaje el precio. 

El Ministro de Consumo nos asegura que empuja con todas sus fuerzas para bajar la factura.



¿Se puede dar una explicación diferente y que no acabe en resignación? Sí, se puede. Algunas personas (insidiosos amargados como el que suscribe) hasta creen que, teniendo en la mano el altavoz de los ministerios, no solo no se puede sino que se debe.

Para llegar a una explicación más didáctica y más completa (que no oculte algunos matices importantes) necesitaremos repasar dos cuestiones:

- primero, ¿cómo funcionan esos mercados?
- segundo, ¿de qué forma nos enfrentamos a esos mercados?

Vayamos por partes: ¿cómo funciona el sistema? Si recuerdas, al principio de la pandemia, cuando empezaba a ser evidente que, en efecto, la mascarilla era un producto necesario (y que los chinos no eran tan exagerados al salir a la calle con sus mascarillas sino que sabían lo que hacían), hubo una serie de avispados emprendedores, muy patriotas, que enseguida trataron de hacer negocio vendiendo por su cuenta las existencias de mascarillas que había, a un precio por supuesto bastante elevado.  

Enseguida se comprendió que era necesario regular esos precios y buscar la forma de asegurar desde el Estado una manera de acceder a las mascarillas para todas las personas del país. Esto no era una cuestión de solidaridad o de empatía. Se trataba de una cuestión de frenar una pandemia, un interés común, algo que estaba por encima del interés privado, pues ni el más rico de entre los ricos quedaba libre de morir asfixiado si el virus se continuaba propagando. 

Es un ejemplo entre muchos del funcionamiento del sistema en que vivimos, el capitalismo. La sociedad queda en último término determinada por los vaivenes de los mercados. Algunos países son más liberales y creen en la permisividad total del comercio entre las empresas, otros tratan de intervenir esos mercados con normas desde los Estados, pero a fin de cuentas es el Mercado (como sujeto en mayúsculas, una especie de equilibrio global entre oferta y demanda) quien decide.



Pero ¿no íbamos a hablar de la luz? Un poco de paciencia. Si recuerdas, no hace mucho se coreaba en las manifestaciones "¡no hay democracia si gobiernan los mercados!". ¿Qué se hizo de aquel eslogan? ¿Ya no vale? ¿Estando en el Gobierno es diferente? ¿Cómo funcionan esos mercados que incluso los gobiernos no pueden con ellos?

Para entenderlo tenemos que comprender aunque sea a grandes rasgos cómo funciona ese sistema, el capitalismo. Es un asunto tan importante que incluso el propio Marx dedicó la mayor parte de su vida y su trabajo a desentrañar su funcionamiento y en ello enfocó su obra principal, El capital.

Otro ejemplo más perverso del funcionamiento del sistema lo tenemos en la propia pandemia. Las grandes empresas farmacéuticas hicieron su agosto el pasado año cuando comenzaron a anunciar que lograban avances en las vacunas. Las acciones en las grandes bolsas mundiales se dispararon, hasta tal punto que directivos de esas grandes empresas vendieron las acciones que poseían por cantidades indecentes de dinero. A estas alturas deben estar en las Bahamas tomando daikiris. 

¿Por qué subieron las acciones de las farmacéuticas en bolsa? Porque sabían que era un valor seguro, en un doble sentido: porque es un producto con comprador seguro, puesto que todo el mundo va a necesitar una vacuna, pero además porque sabían que los Estados miembros de la UE y todos los países alineados con EEUU acordarían mediante contrato la compra de SUS vacunas (las de las farmacéuticas afines a EEUU) y no las vacunas rusas o chinas o cubanas, igualmente efectivas y aprobadas por la OMS, aunque estas fuesen más baratas, se almacenasen en condiciones más favorables o estuviesen listas antes. Esos contratos además eran opacos y sólo hemos conocido detalles a través de filtraciones de la prensa.


Seguramente estarás pensando, o eso espero, ¿y eso se hizo a pesar de que dependían de ello miles de vidas? Sí, en efecto, así es. Al sistema en que vivimos, el capitalismo, le importa bien poco si vives o mueres, en todo caso le interesarás si puedes ofrecer tu fuerza de trabajo, como una mercancía, y cuando no tengas fuerzas para trabajar pasarás a estar viviendo por encima de tus posibilidades.

Esto es así tanto en el capitalismo más salvaje como en el de rostro amable, tanto si gobierna el malaje de Trump como si lo hace la racializada y feminista Kamala. Variará poco de unas opciones a otras.

En el caso concreto de las energéticas también se puede distinguir esta forma de actuación por parte del sistema: en España son tres las grandes empresas que controlan el sector energético, Endesa, Iberdrola y Naturgy. Es un oligopolio (entre unos pocos controlan todo).

Las tres vienen de organismos que fueron propiedad del Estado o se beneficiaron y siguen beneficiándose del dinero público (ese dinero que no hay para las pensiones o mejorar la sanidad pública pero sí lo hay en cantidades enormes para rescatar bancos o empresas quebradas), pero luego se liberalizaron, vendiéndose al mejor postor con la excusa de que ello mejoraría la calidad del servicio.

💥Endesa, por ejemplo, pertenece en un 70% a una empresa italiana. 
💥Iberdrola tiene como accionistas, entre otros, a Qatar (ese ejemplar país) o a Black Rock (una poderosísima empresa de gestión de activos radicada en Nueva York).
💥Naturgy, antes Gas Natural, sí, la de nuestro querido Felipe González, está dividida en diversos dueños y próximamente será comprada en un 20% por un fondo de inversión australiano, con el beneplácito del Gobierno (y si no es vendida será porque se opone otro de sus accionistas, La Caixa, banco que próximamente despedirá a 7.000 empleados para tener dinero con el que afrontar este tipo de inversiones).

Por si no lo sabes, un fondo de inversión es un conjunto de identidades -puede ser un particular, una empresa u otro conjunto de asociados anónimos- que se unen para realizar inversiones de manera diversificada. Esto es, para especular con acciones de empresas poniendo un poco allí y un poco allá, de manera que obtenga beneficio con esas inversiones.

Los fondos de inversión por tanto son muy interesantes para quien pueda permitirse apostar una suma elevada de dinero y sacar rendimiento con ello. A los componentes de esas sociedades les importa bien poco cómo se obtenga el beneficio o a través de quién. Su único afán es el lucro, cuanto más dinero y más rápido, mejor. Algunos fondos de inversión son tan poderosos que con su influencia pueden hacer tambalear la bolsa de un país entero. 

Pero para las personas trabajadoras su efecto es devastador. Las personas trabajadoras, que supuestamente seríamos beneficiadas con una oferta empresarial más diversa, quedamos perjudicadas ante especuladores a quienes no les importa nada si ofrecen buen servicio o no. Preguntemos a las familias de quienes perdieron a familiares que vivían en residencias de ancianos privadas, cuyos propietarios son precisamente fondos de inversión con capital en Jersey o Luxemburgo.  

¿Recuerdas el caso de una señora mayor que murió en un incendio provocado por las velas que usaba para iluminarse tras haberle cortado la luz por impago? La empresa que le cortó la luz, Naturgy, fue sancionada con una fuerte multa porque a la anciana se le cortó el suministro sin hacer un informe previo tal como exige la normativa. Sin embargo, Naturgy prolongó la demanda con recursos hasta lograr que finalmente fuera anulada la sanción

En su  momento también Marx y Engels terminaron con la boca dolorida de repetir que el aparato ideológico de una sociedad (los organismos políticos y judiciales entre ellos) son como son porque están sustentados sobre la infraestructura económica. Pero eso ya es apartarse mucho del tema, sigamos. 


Pero si esto es así, ¿qué hacen los partidos de izquierdas al respecto?, ¿qué podemos hacer?, te preguntarás. 

Llegamos a la segunda cuestión importante: ¿cuál es la actitud de la izquierda frente al capitalismo?

Para verlo antes necesitaremos profundizar un poco más (uf, sí, es pesado esto pero no hay más remedio si queremos entender) en el funcionamiento del capitalismo.

Si tienes la curiosidad de buscar ahora mismo en Google una definición de economía, verás que casi todas las entradas hablan de una "ciencia que trata la administración de los recursos disponibles, de manera que se satisfagan las necesidades de las personas" (no reírse por favor).

En esas definiciones se hace referencia además a una especie de ciclo de la economía, separado en partes o etapas, que pueden resumirse en tres:

PRODUCCIÓN-DISTRIBUCIÓN-CONSUMO

Básicamente, una mercancía es producida, después distribuida y por último consumida, en un ciclo que se encarga de cumplir esas necesidades y cuya dinámica es la fuente (eso nos dicen) de la riqueza de un país o de una empresa o un particular. 

Poner el centro de atención en una u otra etapa de este ciclo no es una cuestión sin importancia. Al contrario, ello determina la actitud política.

Si te fijas, en nuestros días los gobiernos y las empresas ponen el énfasis en la distribución y el consumo. Tanto los representantes políticos como la propaganda de las grandes marcas se esfuerzan en decirnos que "hay que tener un consumo responsable". En la imagen que está debajo de estas palabras tienes un ejemplo entre miles de ese consumo responsable, que en este caso está patrocinado por Iberdrola, una de las tres patas del oligopolio español.

 
Otra forma de poner el énfasis en la distribución y el consumo es decirnos que el capitalismo provoca injusticias porque está mal distribuido, que hay un mal reparto de la riqueza, por avaricia o por irresponsabilidad o por lo que sea. Esta manera de entenderlo es muy extendida en los partidos de izquierda de todo el mundo, y en sus programas nos ofrecen una especie de control del mercado que, por ejemplo, propone que la economía sea circular, en especial referencia a su sostenibilidad. Siendo más ecológicos, nos dicen, más responsables, se detendrá la acumulación de la riqueza en pocas manos, se distribuirá mejor y de paso salvamos el Planeta. En la imagen siguiente tienes un ejemplo de otra de las tres patas, en este caso nuestra querida Endesa.

Esta forma de entender el modo de enfrentarse al capitalismo es la tendencia de moda hoy en la mayor parte del mundo. No es un invento nuevo, al contrario, es bastante viejo, pero ahora se reviste con ideales ecológicos, igualitarios o tecnológicos.  Nosotros, como europeos, estamos alineados con esta estrategia y nuestros gobernantes nos aseguran que están empeñados en ser más equitativos en el reparto de la riqueza y en la sostenibilidad de los recursos naturales. Mirad una imagen de estos días de la Ministra de Trabajo, quien en su cuenta oficial nos explica que la Europa que merecemos (la de la Recuperación y Resiliencia con miles millones de euros de los Fondos Europeos, la de la Troika) se construirá con trabajo decente y que se hará con respeto a la Tierra y que eso garantizará el futuro de todas:


Marx y Engels se pasaron toda su vida luchando contra este tipo de interpretaciones. No es exagerado, toda su vida. Desde su juventud hasta los últimos días intentaron hacer entender que era utópico -en el mejor de los casos- pensar que sólo con buenas intenciones o elevados ideales era posible atacar al capitalismo.

Su método, que empleaba el materialismo histórico, llegaba a la conclusión de que la única manera de vencer al capitalismo era atacar donde le hace daño, donde la lucha es efectiva: en el proceso de producción.

Sólo mediante el control de los medios de producción es posible transformar el modo en que una sociedad produce su riqueza, la distribuye o la consume. Hay que atacar de raíz. Los trabajadores somos la inmensa mayoría de la sociedad. Si todos nos paramos, el sistema colapsa (se ha comprobado en esta pandemia, en la que sin trabajadores funcionando no había producción, por mucho que los abnegados emprendedores acudieran a sus puestos en las oficinas).

Esta visión del mundo fue inaugurada por Marx y Engels y tras ellos muchos autores lo corroboraron. En ello se basa la ideología de los comunistas, en el materialismo histórico y en la lógica dialéctica. Miles de autores de derechas (e izquierda también) han tratado de refutarlo y no han podido. El CAPITAL sigue siendo vigente hoy día, por muy modernos y visibilizados y ecosostenibles que seamos.

 Pero entonces, ¿eso quiere decir que los políticos actuales nos engañan? Si te interesa mi opinión personal, yo diría que sí, nos mienten. Pero eso es porque soy un amargado antisocial. Vamos a dar por hecho que no, que sus intenciones son honestas y que su interés en mejorar la sociedad es sincero.

Partiendo de esta suposición, ¿qué diferencias hay entre una y otra manera de acometer o -como dicen ahora nuestros representantes- de abordar las desigualdades sociales? Veamos cuáles son los pros y contras de ambas perspectivas y con esto acabamos ya esta entrada (si has llegado aquí pídeme en observaciones algún obsequio). Es decir, poner en una especie de balanza ambas estrategias.


La perspectiva del reparto de la riqueza y del consumo responsable.
El capitalismo tiende a generar intervalos de crisis, como supo ver mi tocayo Carlos Marx, en los que la producción llega a un punto que excede la capacidad de los mercados y la economía se estanca, produciendo periodos de miseria en las masas. Esto lo vieron inteligentes economistas del sistema posteriores a Marx, entre ellos un señor llamado John Maynard Keynes

Keynes es el autor preferido de muchos políticos conservadores y también de muchos políticos de izquierdas, entre ellos los ilustres ministros de nuestro Gobierno. Aparte de otros avances en el conocimiento económico, Keynes básicamente observó que Marx era bastante peligroso porque ponía en evidencia (visibilizaba para los modernos) que el capitalismo en estado salvaje y sin control podía destruirse a sí mismo a base de reproducir crisis sin fin. Keynes recomendó entonces que -si los capitalistas querían ser inteligentes y conservar el poder- tenían que aflojar la soga de vez en cuando y recurrir a la intervención de los Estados, mediante la aceptación del gasto público. Esto es, haciendo que el Estado pueda endeudarse, crear infraestructuras que mejoren las posibilidades de incentivar la economía, o mediante planes de empleo e incentivos al consumo.

El famoso Plan Marshall, que se refleja en la famosa película de Berlanga con la venida de los americanos, es una medida de estimulación de la economía mediante la inyección de deuda y de incentivos al consumo. El famoso PLAN DE RECUPERACIÓN Y RESILIENCIA de los FONDOS EUROPEOS, celebrados como históricos por el Gobierno de Progreso, no deja de ser otro Plan Marshall en el que la Unión Europea salva la papeleta de superar la crisis de la pandemia sin que descubran -visibilicen- demasiado las miserias del sistema.

Hay capitalistas neoliberales que son acérrimos defensores de la libertad absoluta del mercado, pero la realidad ha dado la razón a los keynesianos que entendieron bien que a veces hay que ceder para no poner en riesgo todo. Los políticos y autores de izquierdas ven en estos capitalistas keynesianos una especie de aliados potenciales en los que apoyarse para conseguir algunos logros.

En pocas palabras, esta perspectiva apuesta por un enfrentamiento al sistema que acomete reformas sociales y mejoras para las clases populares a partir de un enfrentamiento al capitalismo sobre el terreno democrático. Irónicamente es una propuesta que sobre la base de que no se puede (no es posible luchar contra los mercados y las multinacionales, es una tarea de titanes) nos asegura que sí se puede, es decir, nos promete logros probables, posibilistas, no una transformación total del sistema sino su reforma, su redistribución.

Esta tendencia tiene una ventaja sustancial y es que no es violenta, no acude a métodos radicales ni al enfrentamiento directo. Aunque en el escenario parlamentario los actores políticos parezca que se van a sacar los ojos unos a otros, todo es un teatro. Los izquierdistas que defienden una salida democrática y dialogada son perfectamente admitidos entre nosotros y su propuesta es vista por la derecha como amigable, permisible, equivocada pero no peligrosa. Las batucadas y los nuevos hippies no son vistos como una amenaza para los conservadores, sino como excéntricos idealistas que creen demasiado en postulados buenistas y utópicos.

De este modo, si prospera una alternativa reformista, puede llegar a lograr cambios y mejoras para los ciudadanos de una manera pacífica. Por contra, en cuanto la derecha reaccione y vuelva a hacerse con el mando, deshará como una ola todo el castillo de arena que sus adversarios políticos hayan levantado.

La perspectiva de la transformación del modo de producción de la sociedad.

Siguiendo la perspectiva del materialismo dialéctico, esto es, del marxismo o el comunismo, la única transformación posible y con capacidad de establecerse y perdurar es aquella que cambie el modo de producción de manera que los medios queden en posesión de la clase trabajadora.

De modo opuesto a la perspectiva reformista, obviamente la clase dominante no va a permitir que se le arrebate la propiedad de sus medios por las buenas. Si realizar una simple reforma laboral cuesta sudor y lágrimas, imaginemos cuánto debe costar arrebatar los medios por los que los poderosos se enriquecen. Es inevitable el uso de la violencia, bien en forma de enfrentamiento directo, bien a través de costosas luchas, huelgas, manifestaciones, disputas, etc.

Por poner un ejemplo actual, en las recientes elecciones peruanas, tras conocerse la victoria del candidato de izquierdas se produjo una violenta caída de las bolsas, y los personajes más conservadores del país intentaron impugnar las elecciones bajo la excusa de fraudes. Y eso que aún está por saber si el nuevo presidente será o no un verdadero político de izquierdas.

Nuestros hermanos de Cuba, por ejemplo, llevan 50 años viviendo la insufrible pesadilla del bloqueo económico del gigante yanqui porque Fidel ayudó a su pueblo a gritar ¡se acabó la diversión!

La vía socialista es la más odiada y la más temida por el capitalismo. Un pueblo decidido y consciente es su peor pesadilla. Por ello su respuesta es más enérgica y no dudan en asesinar o provocar guerras si es necesario.

¿Seríamos nosotros valientes, aunque estuviésemos convencidos de nuestros ideales, de perder la poca comodidad que tenemos por plantarle cara al capitalismo por la vía radical? Este es uno de los inconvenientes de la perspectiva comunista.

Por otra parte, estamos viendo que el capitalismo, incluso en su versión más amable, también se cobra vidas. Pregunta a los ancianos de las residencias privadas, pregunta a los que tuvieron que salir a trabajar en plena pandemia, pregunta a los sanitarios, pregunta a los que se juegan la vida cruzando el estrecho o los que prefieren suicidarse a ser desahuciados.

Esta es la verdadera factura progresista. El pago que hacemos por preferir una vida pacífica dentro del sistema. Pon tu lavadora de noche y nosotros intentaremos rebajar tu factura. Cualquier intento de darle la vuelta al sistema puede acabar contigo lavando en el río o en la lavandería del penal. 

¿No somos todos los trabajadores en el fondo como la compañía de Ulises, encerrados en la cueva de Polifemo, rezando por no ser el siguiente en ser devorado? ¿Es preferible vivir en una soportable esclavitud mientras nos mantengan con vida? ¿O es mejor arriesgar a perderla pero con la dignidad de haber luchado? Es elección tuya. 



martes, 27 de abril de 2021

Anulan multa por la muerte de anciana en incendio con velas tras cortarle la luz

 


Ajenos a la batalla por la democracia de Madrid, los capitalistas prosiguen su lógica de constante beneficio sin detenerse a lamentar las muertes ni las carencias de lo que ahora es conocido como "precariedad energética".

La sanción impuesta a la empresa Naturgy -entonces Gas Natural- por la muerte en un incendio a finales del 2016 de una anciana de Reus, a la que se le cortó el suministro de electricidad por un impago de 200 euros y que se vio obligada a alumbrarse con velas, ha sido anulada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. El tribunal ha declarado la anulación de la sentencia tras admitir el recurso de la compañía, aunque resta el recurso de casación que consecuentemente ha cursado la Generalitat.

La multa ascendía a 500.000 euros pues fue considerada como una infracción de carácter muy grave. No en vano el caso sumaba una serie de considerables agravantes: se trataba de una mujer mayor a la que le fue cortada la luz sin haber sido solicitado un informe de los servicios sociales para comprobar si la persona se encontraba en situación de riesgo residencial, tal y como establece la ley 24/2015 sobre "pobreza energética". 

El Ayuntamiento de Reus era conocedor de la situación de vulnerabilidad de la señora desde unos años antes de que se produjera el estado de impago. El corte de luz se prolongó durante dos meses en los cuales la empresa no alertó a los servicios sociales. Se da la circunstancia además de que la mujer percibía una ayuda por el mismo motivo para el suministro del agua. 

Durante los meses en que la anciana, de 81 años, permaneció sin luz, empleaba velas para iluminarse. En la madrugada del 14 de noviembre de 2016 una de esas velas prendió el colchón donde dormía y se produjo un incendio del que no pudo salir con vida. Con ella residía una nieta que no se encontraba en casa en el momento del suceso. El piso incendiado se encontraba en el bloque de una calle céntrica del municipio de Reus, cerca de la zona comercial y rodeado de tiendas y cafeterías.

Pese a que la sentencia no es firme y ha sido recurrida al Tribunal Supremo, sorprende que el tribunal equivalente en Cataluña haya aceptado el recurso y se haya alineado de este modo con la compañía. Ni la supuesta concienciación social adquirida frente a lo que hoy se denomina "pobreza energética" ni la puesta en marcha de normativas legales al respecto parecen haber afectado al tribunal catalán, cuya anulación mueve a pensar que existen conexiones más que probables entre las garantías protegidas por los poderes judiciales y los oligopolios energéticos. 

La excusa que argumenta el tribunal regional es que el principio de precaución no está suficientemente desarrollado en el reglamento en cuanto a su aplicación, como esgrimían los abogados de Naturgy, aunque sí avala la constitucionalidad de esa norma. Asociaciones como la Alianza contra la pobreza energética (1) consideran que la ley es clara y que las excusas del desarrollo reglamentario son empleadas por estas compañías para no aplicarla.


La situación de Naturgy es muy significativa en la tesitura actual de la economía española. 

Naturgy proviene de la anterior Gas Natural Fenosa y es una empresa española que opera en los sectores eléctrico y gasístico, con sede operativa en Barcelona aunque su sede social está en Madrid. Es una de las tres grandes compañías del sector eléctrico en España, junto a Endesa e Iberdrola. 

Estas tres grandes empresas poseen la práctica totalidad del mercado eléctrico español. Naturgy derivó de Gas Natural a partir del cambio de denominación en el 2018 para abarcar las líneas de negocio de aprovisionamiento de gas natural y la generación y distribución de electricidad tanto en territorio nacional como internacional. Opera en los cinco continentes y sus acciones cotizan en las bolsas españolas. Como es obvio, forma parte importante del índice IBEX 35. 

Destacados personajes nacionales, tales como el propio Felipe González, la ex ministra Garmendia o Narcís Serra, sintieron la necesidad de colaborar como asesores con esta gran empresa una vez terminada su labor política

En plena pandemia y pese a los movimientos vecinales que protestan por la escandalosa subida de la factura eléctrica durante los meses de mayor frío, además de por los cortes de luz producidos por el deterioro de las infraestructuras en los barrios obreros, Naturgy está pendiente de aprobar la oferta de un fondo de inversión, el fondo IFM con origen australiano, que pretende hacerse con un 22% del capital social, lo que supondría un movimiento de 5.000 millones de euros.

Pese a que en un principio miembros del Gobierno como el propio Sánchez se mostraron reticentes a esta maniobra (dado que la operación necesitaría el visto bueno del Ejecutivo, pues una compra de capitales de un 10% de estas empresas estratégicas debía estar autorizada por la CNMV y por el Consejo de Ministros), son crecientes los indicios de que esta compra se hará efectiva y cuenta con el apoyo de la ministra económica Calviño, quien ha llegado a expresar que esta venta pone en evidencia la buena salud de las empresas nacionales, y cuenta también con la inhibición de la ministra del ramo, Reyes Maroto (3), que ha manifestado su intención de no valorar el expediente dado que su marido es trabajador de la propia empresa.

Los accionistas de este gigante energético español son el propio Estado en un 22%, el fondo de inversión Global Infrastructure Partners, Rioja Bidco y una de las filiales de la Caixa, que posee la cantidad mayoritaria de acciones, casi el 25%. Es la Caixa precisamente la parte más interesada en esta venta, pues se muestra públicamente partidaria y anuncia un suculento ingreso de capital de llegar a producirse la operación. Este aumento de capital permitiría a la Caixa consolidarse en el primer puesto de las entidades bancarias españolas, tras la fusión con Bankia, el banco que se fue a pique tras el escándalo de las acusaciones de falsedad contable y estafa mercantil que involucraron al ex ministro Rodrigo Rato. 

Sin embargo, Rato ha sido recientemente absuelto de estos cargos y ya no se cuestiona el enorme gasto del rescate de Bankia. De este intrincado modo, propio de una telenovela de enredos y que recuerda a la habilidad prestidigitadora de los tahúres, la economía española sigue su curso, a través del salto de unas empresas a otras, del movimiento de capitales de unas compañías mediante la absorción de otras, entre cuya circulación se diluye el dinero público, que tanta falta hace para otras necesidades como las sanitarias, tal y como estamos experimentando en propia carne en esta pandemia, sin inmutarse por las muertes de ahora ni por las de hace años, pues para el capital las personas no son más que meras mercancías mientras son activas laboralmente, luego ya incómodos lastres que quedan a dos velas. 


Fuentes: