domingo, 10 de septiembre de 2023

¿Qué pasaría si el gasto en armamento se dedicara a sanidad, educación y pensiones?

 




"Si este es el mejor de los mundos posibles, ¿cómo serán los otros?".
Cándido, Voltaire.

Cándido tiene su origen en el latín, candidus, color blanco y brillante (de ahí candil o encandilar, incluso candidato por la toga blanca de los políticos) y también referido a la inocencia de quien es limpio y sincero. Voltaire llamó Cándido al protagonista de su cuento, un joven criado en un entorno ajeno al mundo exterior y bajo el optimismo filosófico.

Pues bien, el titular de esta entrada es sin ninguna duda, por su inocente optimismo, absolutamente cándido. Lo reconozco. Y surge de una frase que compartí en la red social antes conocida como Twitter, en principio con la pretensión de ser irónica.

Es obvio que semejante exigencia, que el gasto en armamento se dedique a esos asuntos, es como hacer un brindis al sol. Y mucho más si esa petición se dirige al Gobierno español, ya sea el más progresista del universo.

Recordemos que la autopercibida izquierda parlamentaria ha pasado de reivindicar la devolución del rescate de los bancos a ejecutar todas las exigencias demandadas por la Unión Europea. Así, Pablo Iglesias (vicepresidente) firmó el Fondo de Recuperación Next Generation, Yolanda Díaz (ministra) logró disfrazar como grandes avances las exigencias laborales alabadas hasta por la CEOE o Enrique Santiago (secretario de Estado) se vanaglorió del ejecutivo que más dinero público ha trasvasado a intereses privados.

Todo ello en un tiempo récord, una marca que es la envidia de otros inesperados giros otanistas y europeístas como el de Felipe González.

Permítanme que les aburra durante un párrafo con algunos datos, pueden saltarlo si quieren. El presupuesto de Defensa alcanzó los 12.825 millones de euros para 2023. Es una colosal apuesta en gasto militar que se dedica principalmente a inversiones en armas nuevas. Se estima que ese gasto sea mayor; el año pasado se duplicó de los 12.000 millones presupuestados a los 24.000 millones. Defensa no disimula que esta inversión tiene su base en el compromiso con la UE y con la OTAN. Es una orden directa de Estados Unidos a sus socios de la OTAN para que dediquen no menos del 2% del PIB en armas para Ucrania. Por otra parte, Bruselas advierte que el Ejecutivo deberá recortar 12.000 millones este año y otros tantos el que viene, para ajustar el déficit público y mantenerlo en los márgenes exigidos por el Pacto de Estabilidad.

Imaginemos una cosa. Supongamos que un líder carismático o un grupo político o activista logra que la pregunta de nuestro titular se vuelva viral y sea compartida por miles de españoles. ¡Dediquemos el presupuesto de las armas al gasto público! ¿Qué pasaría?

Sin acudir a la ficción, es decir empleando datos reales de la experiencia reciente e histórica, se me ocurren las siguientes respuestas.

Primero, los miembros del Gobierno tendrían que reforzar el mensaje de que vivimos tiempos en los que la democracia corre peligro frente al "totalitarismo", que es necesario ajustarse el cinturón y apoyar el "frente oriental".

Segundo, si la eficacia de ese mensaje falla, podrían aparecer en medios noticias sobre incubadoras desconectadas en los "territorios ocupados" por Rusia, informes de organizaciones sobre Derechos Humanos advirtiendo de ejecuciones masivas o movimientos libertarios y coloridos reprimidos con brutalidad.

Tercero, podrían proliferar atendados, en los que comandos autónomos y anónimos volarían nuevas infraestructuras de recursos estratégicos, saltarían otros puentes, se derribarían otras presas, o quizás las instalaciones nucleares se verían afectadas, o los laboratorios de armas biológicas ya existentes.

Noticia del viernes de un medio español, en el que se dice literalmente que "las balas (enviadas por USA) conservan algunas propiedades radiactivas, pero no pueden generar una reacción nuclear como lo haría un arma nuclear". El mal menor de las armas nucleares.

Tampoco descartemos, dentro de la experiencia real, que a ese líder o grupo político podrían surgirle denuncias de todo tipo, acusaciones de agresión o corrupción o cualquier escándalo, e incluso su encierro bajo acusación, por ejemplo, de espionaje o de revelación de secretos de Estado.

Esto es, por mucho que se exigiese la inversión de ese dineral en gasto público, esto sería imposible. No podría llevarlo a cabo ningún Gobierno, porque significaría el fin del propio sistema que sustenta a ese Gobierno.

Los Gobiernos sujetos a la disciplina de la OTAN carecen de soberanía, puesto que:

  • Un Gobierno soberano podría crear una oferta pública de vivienda a bajo precio, bien construyéndola o reformando la existente e inutilizada, dando de paso trabajo a cientos de miles de personas. Pero no lo hace porque eso sería un torpedo en la línea de flotación del conglomerado de rentistas españoles, de las empresas inmobiliarias así como de la Bancocracia poseedora de ese tipo de activos.
  • Un Gobierno soberano podría dedicar enormes partidas de presupuesto a la Sanidad Pública, a la Educación libre y laica, pero no lo hace porque supondría el fin del negocio más seguro, aquel que ofrece servicios que todo el mundo va a necesitar antes o después, si no quiere ver a sus hijos sin estudios o morirse sin atención sanitaria.
  • Un Gobierno soberano podría garantizar las pensiones de todos sus ciudadanos, sin recurrir a falacias como la "hucha de las pensiones", podría como ya hace emitir más deuda, pero ésta está fiscalizada y limitada por el Banco Central Europeo.
  • Un Gobierno soberano podría decidir no participar en una guerra en la que nadie quiere estar, podría exigir que las materias primas necesarias para el sistema productivo no sean las que les impone la OTAN, a precios más elevados o incluso revendiendo el mismo producto ruso a precios más caros, de modo que los precios se disparen hasta aumentar indefinidamente la inflación.

Por eso la pregunta del titular es tan cándida. Podríamos decir aquella estupidez que los tertulianos politólogos dicen cuando los partidos no se ponen de acuerdo para formar Gobierno: ¡les pagamos para que lleguen a acuerdos! Pues ¿por qué no llegan a un acuerdo diplomático y acaban con la guerra?

Antes o después, los trabajadores europeos abrirán los ojos como Cándido y comprenderán que este sistema capitalista, ese fin de los tiempos y mejor de los mundos posibles, es una gran farsa que no tiene remedio ni reforma, y que es necesario erradicar.

domingo, 7 de mayo de 2023

Podemos, Sumar: el lado cómodo de la historia

La puesta de largo de Sumar, el partido que no va de partidos, ha suscitado polémica con sus compañeros de Podemos, quienes se consideran agraviados en el derecho original de ser el comienzo de todo y más útil captador de votos de la gente.

Dejando a un lado lo evidente (que no difieren en ninguna cuestión política importante), observemos que las críticas de propios y ajenos se han centrado en la personificación de los colectivos políticos: la culpa del distanciamiento es de Yolanda o de Pablo; cuando se pongan de acuerdo, llegarán al entendimiento.

Es lógico pensar así, pues se ha normalizado que la política sea una cuestión de personajes y no de programas o de diferencias ideológicas. Sin embargo, creo que es posible aventurarse en críticas más desarrolladas.

Imaginemos que un niño pequeño nos pregunta ¿por qué los animales son tan diferentes?

Si no queremos complicaciones, evitaremos la explicación evolutiva y tiraremos por la solución rápida: porque así han sido siempre. O también podemos usar la respuesta, aún bastante extendida entre población adulta: fueron creados así.

Si queremos razonar de una forma más cercana a lo material, responderemos que los animales se adaptan a las circunstancias del medio. Por ejemplo, una jirafa estira su largo cuello para alcanzar las hojas más altas y esta cualidad tiene su peso en la supervivencia de la especie.

Así entraríamos en las respuestas comprendidas en lo que los expertos consideran el cuerpo teórico del evolucionismo. La explicación lamarckista proponía que las jirafas adquieren ese carácter en el hábito infinitamente repetido generación tras generación de estirar el cuello. Un gran paso más allá, la explicación darwinista añade la selección natural: en la población ancestral de jirafas, las variaciones hereditarias presentaron individuos con cuellos más largos, lo que les otorgaba una ventaja alimentaria y en consecuencia mayor descendencia. 

Observemos que al profundizar en la explicación van surgiendo matices dialécticos (Federico Engels, al tratar cuestiones científicas como esta, se preocupaba mucho por la necesidad de aplicar la lógica dialéctica). ¿Es la adaptación un proceso debido a la experiencia de los sujetos o es puramente genético? ¿Una mezcla de ambos? El ejemplo de la evolución nos permite entender que la lógica dialéctica dispone una valoración más completa y cercana a la verdad material,

Pero volvamos a los animales políticos.

La explicación del distanciamiento -temporal- entre Podemos y Sumar justificada en la personalización de Díaz e Iglesias, elude algunos de esos factores, sin cuya consideración se pierde la totalidad dialéctica. Entre esos factores: 

  • Tras los partidos políticos hay intereses económicos. Sus decisiones políticas afectarán a intereses, que resultarán favorecidos o perjudicados. Esos intereses atañen a grupos sociales. Puede ocurrir que un partido ya no sea necesario para defender unos intereses, pues ya estén mejor defendidos por otros, y se considere amortizado (Ciudadanos).

  • La propuesta de Podemos o Sumar es abiertamente populista y pretende ofrecer una política útil para todos, para la gente, en la que nadie se quedará atrás. Son partidos catch-all que proponen un cajón de sastre en el que cabe cualquier aportación que atraiga el voto.

  • El abandono paulatino de la carga ideológica de estos partidos ha devenido en el rechazo a la lucha de clases, incluso a la negación de la existencia de una sociedad de clases antagónicas. Intencionadamente, no se explica qué gente es la gente, ni para quiénes es útil la política útil.

"Moda galega", opina Díaz de Amancio Ortega, superando el "interrogatorio" de El País con respuestas sobre Felipe VI ("el rey de España") o Felipe González ("un personaje clave")


La adaptación a la ideología dominante.

En estos años hemos presenciado que, en su periplo político, Podemos ha ido postergando algunas luchas, contra la monarquía, contra los fondos buitres de las viviendas, contra los oligopolios como el energético, cuyo fruto ha sido formar Gobierno.

Una vez en el Gobierno, en lugar de enfrentarse a esos poderes, propone medidas consensuadas, admitidas por las grandes empresas, que además corren en su mayoría a cargo del Estado. 

En lo internacional, Podemos ha pasado de exigir que los bancos devuelvan el dinero de los rescates y señalar los recortes de la Unión Europea a realizar políticas que encajan como un guante (hasta son elogiados por la UE) con los requisitos que se exigen para la entrega de los millonarios fondos europeos.

El abandono ideológico tiene una característica que, como la política útil, es muy práctica: se adapta perfectamente al medio y, como las especies animales, permite su continuidad y aleja la extinción.

El proyecto de Yolanda Díaz da una vuelta de tuerca a ese desapego ideológico. Su lenguaje edulcorado, melifluo, de mensaje navideño, se combina con otro aspecto de su personaje, que es el de su validez como tecnócrata. Su labor en el ministerio ha sido elogiada tanto por los sindicatos mayoritarios como por la Patronal.

Esta combinación de tecnocracia y amabilidad le ha otorgado un carisma capaz de vender como positiva la ilusión de la derogación de la reforma laboral, o logros como la subida del SMI, la regularización de los ERTE y otros, valorados como éxitos a pesar del escenario de alarmante empeoramiento del nivel de vida y de las condiciones laborales.

A ese empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora se le añade la sombra de una guerra que Estados Unidos parece dispuesta a prolongar hasta sus últimas consecuencias, aunque perjudique gravemente a sus aliados europeos, de los que España es uno de los subordinados más cumplidores.

Aquí es donde Sumar demuestra haber tomado la delantera en la carrera por la adaptación al medio.

En lo político, las duras exigencias de la naturaleza son las incuestionables líneas rojas del capitalismo, o su desarrollo superior imperialista, y las características que favorecen la adaptación son las que permiten disputar un trozo de pastel mediático y captar votos fuera de la lucha de clases. No es la primera vez que ocurre, hay ejemplos históricos.

Pero, ¿cuáles son las consecuencias? En una situación de tremenda desigualdad entre las clases (la clase dominante posee los medios económicos, informativos, culturales, jurídicos), la posición de equidistancia acaba favoreciendo a la clase dominante.

A nivel internacional, en una situación de sumisión a la Alianza Atlántica, pretender una equidistancia entre la OTAN y el "imperialismo ruso", resulta convenientemente provechoso también para la ideología dominante.

Alberto Garzón, coordinador de IU y postulante a cargo en Sumar, encuentra que la multipolaridad (defendida por la izquierda global) es peligrosa porque usa "el mismo lenguaje de los fascistas". Mientras, su Gobierno sigue gastando miles de millones en armas a Ucrania.


¿Adaptarse o morir?

Podrá pensarse que esto tiene su lado bueno. En política, vence quien resiste.

Es en parte cierto. Estamos comprobando que los que saben adaptarse obtienen su premio: su libro se vende, se le organiza un partido o se le crea una televisión.

Mientras, los que se atreven a alzar la voz corren un alto riesgo: ser eliminados, por la censura o la fuerza. De ellos la historia dejará los fósiles, enterrados bajo profundas capas de anonimato.

El militante de un partido adaptado puede pasear por la sabana y beber del río sin miedo al enemigo natural. No tendrá graves problemas en el trabajo por cuestionar la propaganda de guerra, no recibirá una demanda inabordable por comentarios contra la ley trans.

Sus líderes han adaptado a la izquierda al entorno dominante, le han situado en el lado cómodo de la historia.

domingo, 2 de abril de 2023

La izquierda sitcom



Tal vez les ocurra como a mí cuando ven una comedia de situación y no puedan dejar de pensar que los personajes se hacen laberinto por cuestiones que son problemillas de primer mundo.

Últimamente esto mismo me ocurre con la izquierda parlamentaria española. Recuerdan a una sitcom (situation comedy, teleserie que se desarrolla en un mismo decorado y con los mismos actores).

¿Les parece malpensado encontrar estos parecidos?:

  • La actividad parlamentaria es hoy un producto de consumo rápido. Algo que ver en el sofá al terminar las tareas de casa. No es preciso un gran esfuerzo, uno se engancha al primer episodio. De hecho, algunos presumen de ser «los más perseguidos de la historia», porque todo es un presente continuo donde no hay pasado.
  • Es un show exitoso, que conecta con multitud de fans a pesar de su sencillez. Su localización es habitualmente la misma y siempre en interiores, y sus actores son los mismos, a los que vemos crecer, separarse, reencontrarse, cambiar de look… 
  • Si algún personaje tiene tirón, puede dar el salto a su propia serie y montarse su partido spin-off.
  • Los episodios son cortos y autoconclusivos, proponen debates que generan una aparente polémica, pero no son trascendentales, generalmente sobre afinidades o sentimientos. Un tema se agota en apenas unas horas y surge otro más polémico que cierra el anterior.
  • Los actores parecen vivir ensimismados en un mundo tan irreal como su decorado. Más allá del escenario no existen las guerras, ni los conflictos económicos internacionales, y si los hay no afectan en nada a sus utilísimas políticas. No hay presiones económicas, penurias o necesidades: se establecen prohibidas por decreto, como los desahucios o la precariedad laboral (sin embargo, hay un aspecto que sí es muy realista en las sitcoms: sus actores no viven en chalets, suelen compartir piso).
  • El interés se crea a partir de las situaciones. Deseamos ver qué ocurre cuando nuestro personaje favorito se enfrente con su archienemigo. Ansiamos saber qué brillante respuesta le tendrá preparada, que después compartiremos en memes o usaremos para charlar en la máquina del café.

Claro que esto pasa con todo el espectro, también en la derecha. Pero esto no debería importarnos, sabemos que la derecha votaría sin dudar a una inanimada barra de carbono, los privilegios de su clase nunca están en riesgo. En cambio, que la izquierda caiga en este juego es alarmante, pues se le supone la necesidad de reflexionar y estar informados.

¿Y tú qué has hecho para criticar tanto?, preguntará algún fan, molesto. Para ellos, propongo algunas conclusiones:

  • Quien ignora la lucha de clases vive en una mentira que sólo interesa a los que están ganando esa lucha. Si tratas a los demás con burla, mereces la burla como respuesta.
  • La primera exigencia que debe pedirse a un representante de izquierdas es informar de la verdad, nunca maquillarla con engaños.
  • No participar de esta pantomima tragicómica significa un gran avance para la clase trabajadora. Cuanto más se fomente, más lejos estará la posibilidad de crear una alternativa de clase, materialista y dialéctica. 


 



 



miércoles, 29 de marzo de 2023

El apocalipsis tras el derrumbe de la OTAN

«Los proletarios no tienen nada que perder, salvo sus cadenas.
Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar».
 Manifiesto del Partido Comunist
a.

Publicado en El Común.


Imagine que una poderosa tendencia a nivel mundial establece una nueva realidad: la Tierra es plana, no redonda. Y a la imposición de ese absurdo se unen, por la fuerza legal, políticos y partidos que se consideran progresistas y de izquierdas.

¿Qué pensaría usted? Lógicamente, le parecería un dislate. Cualquiera con un mínimo de interés podría reproducir, como Sagan en Cosmos, el experimento de Eratóstenes para averiguar el diámetro de la Tierra, con una cartulina y dos obeliscos de juguete. O con palos, pies y paciencia, con herramientas de hace dos mil años. Tampoco haría falta ser un moderno preparado para entender, a la vista de un eclipse, que la única forma que puede producir una sombra curva, en cualquier dirección de la luz, es una esfera.

Esta manera de imponer esa peculiar «visión del mundo» le parecería distópica y se pellizcaría para saber si no está teniendo una pesadilla. Mucho más si la apoyan personas que consideraba un referente de análisis político.

Pero sabemos que, en la realidad, este ejemplo tan disparatado no es muy lejano de la situación que vivimos hoy. La ideología dominante se esfuerza en mostrarnos un concepto de la globalidad tan distorsionado que recuerda a las sombras cavernarias del mito platónico.

La distorsión informativa sobrepasa la habitual manipulación mediática, la cotidiana que por ejemplo oculta la represión policial en el Perú o censura las movilizaciones obreras en Francia, pero en cambio magnifica un suceso en Venezuela o en Cuba. Va más allá y alcanza niveles de control mental, en lo que ya se considera como un proceso de guerra cognitiva, e incluso ejecuta estrategias similares al abuso y el maltrato.

El terraplanismo aquí, en esta imagen del mundo hegemónica al menos en Occidente, es la negación de un nuevo orden mundial: el imperialismo norteamericano es el único sistema posible, su orden es incuestionable, hasta sus consecuencias (guerras, invasiones, injerencias, etc.) son normalizadas como efectos inevitables. Los intereses económicos son velados por una gruesa cortina de hipocresía, como en el suceso del atentado al gasoducto. Y la sumisión de los Estados al beneficio de las empresas, las afines a la Alianza Atlántica, es disfrazada de progreso libertario y avance social. Se llega a decir que las libertades europeas están amenazadas por el «imperialismo ruso» y en breve nos advertirán también de la peligrosísima China.


Esta burla tiene su clave en la cuestión de las clases sociales, el motor de los procesos históricos. El reflejo cavernario que nos venden como imago mundi no sólo es plano, sino que ni orbita ni rota. El movimiento que posibilita que en el mundo existan «libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba», fue descrito negro sobre blanco, como sabemos, por Carlos Marx y Federico Engels, en 1848. Pero hoy, esa ideología dominante lo desdeña, lo mete en el cajón de las cosas que no interesa airear. Aspecto positivo: el retraso ya no es de dos milenios, se reduce a dos siglos.

Observemos que podríamos extraer de este engaño (de forma muy somera) algunos aspectos principales:

  • Los países aliados de la OTAN han perdido por completo su soberanía. Si ya era así antes (por ejemplo, al supeditar la economía nacional a los recortes que necesitaran las crisis), ahora ya se les empuja sin pudor hacia una guerra contra la Federación de Rusia, sean cuales sean sus consecuencias.
  • La clase trabajadora en estos países es exprimida -más exprimida- para pagar los costes de esa guerra. El bienestar terminó. El futuro para los trabajadores europeos oscila entre morir antes de jubilarse, esperar un fin lento en sistemas sanitarios privatizados, ver deteriorada su salud por no poder permitirse alimentos saludables, o morir directamente por un misil desviado si se tiene la mala suerte de vivir en las zonas de conflicto.
  • Los responsables políticos del sistema disfrazan esta situación con la gestión de unas «políticas útiles» que favorecen una paz social, una calma absolutamente incoherente con la realidad de los trabajadores. Su gestión es la mediación entre los intereses de la UE -trágicos para la clase trabajadora- y su aceptación como «mal menor», sin alternativa.

Un artificio de ese tamaño, capaz de ocultar la realidad a millones de personas, tiene una justificación que ya hemos señalado: retrasar en lo posible la caída del universo que orbita en torno a la economía política de la Alianza Atlántica. Pero también tiene un método, cuya base fundamental es la ocultación de la lucha de clases. ¿Por qué?

Pensemos. ¿Quiénes tienen algo que perder en liberarse del yugo imperialista? La experiencia de nuestros hermanos en Latinoamérica nos da una gran pista. ¿Quiénes se oponen a salirse del guion que marca USA, quiénes se echan cruces ante asociaciones internacionales alternativas como el ALBA? Preguntemos también en los países africanos y de Oriente Medio arrasados para la «implantación de la democracia». Creíamos que su miseria era algo exótico, tan lejano, no comprendíamos cómo arriesgaban sus vidas en pateras para venir a vender pañuelos en los semáforos.

Es nuestra propia burguesía quien quiere presentar el derrumbe de la OTAN como si fuese el Apocalipsis bíblico, el fin del mundo. Por ello nos amenazan con el terror del «imperialismo ruso» y ocultan los esfuerzos por la paz de China. Por ello alimentarán con todas sus energías la guerra.

Si no se alimenta la guerra, nos aseguran, se violarán los «grandes valores europeos». Valores tan elevados que no dudan en armar a neonazis, como antaño hicieron con talibanes.

Y para los que no sacamos ningún beneficio del maravilloso orden bideniano, ¿qué apocalipsis nos espera? ¿Un mundo en el que nuestra estabilidad depende del desplome de un banco dos días después de ser premiado por la agencia de calificación más prestigiosa? ¿Una sociedad en la que las bolsas se disparan por los ingresos de farmacéuticas que se lucran con vacunas que otros países ofrecen gratuitamente, mientras miles de personas mueren? ¿Vivir como almas en pena trabajando hasta morir, sin vivienda y ahorrando para poder comer?

Ese Apocalipsis cada vez asusta a menos mortales.



martes, 21 de marzo de 2023

Good Bye, Podemos



(Publicado en Elcomun.es)

Cuando nos llamaron del hospital para decirnos que mamá había salido del coma, los hermanos nos fundimos en un gran abrazo. Todos nos reímos a los pies de su cama en el momento en que, tras explicarle que había pasado los últimos 5 años dormida, lo primero que nos preguntó fue si Podemos había dado el sorpasso al PSOE.

Ninguno de los hermanos se sintió molesto, antes bien nos pareció entrañable. Nuestra madre había vuelto, tal como era. Aunque mamá nunca mostró mucho interés en ello, después de morir papá y perderse el negocio familiar, la politica se volvió su fascinación. Le daba la vida seguir los debates de la Sexta Noche y pelear con los rancios en las redes sociales. Tocaba ahora explicarle el sinfín de momentos históricos de un lustro de enormes cambios.

Pero el doctor nos advirtió. «En su estado, cualquier alteración puede ser fatal». Tratamos de explicarle que se trataba de su pasión. «Bien, si quieren quedarse huérfanos, denle disgustos, que es lo que trae la política», nos contestó con rigurosa franqueza.

Mamá no entendía que el reposo absoluto era también para su cabeza. A los dos días de estar despierta, no podía descansar sin estar al tanto de la situación internacional. «¿Por qué no me contáis nada? Decidme cómo está el mundo. ¿Qué pasó en Siria?».

Como mayor de los hijos, creí que mi obligación era tomar la iniciativa y, tras una mirada cómplice a mis hermanos, le contesté: «mamá, el mundo está en un periodo de calma. Todo sigue igual. Y Siria es ahora un país libre. Al Assad perdió y terminó como Sadam o Gadafi».

«Pobre hombre. No deseo a nadie ese final, pero se lo buscó por los crímenes de su régimen», contestó, visiblemente serenada por mi respuesta.

De ese modo, los hermanos urdimos un plan. Una vez ya instalada mamá en casa, le diríamos que, por prescripción médica, nada de televisión, radio o de redes sociales. Sobre la actualidad, crearíamos un decorado a su alrededor.

Teresa, la menor de los hermanos, propuso una genial idea: crear montajes con los tuits y las portadas de Público y El País para mostrarle detalles de la vida política. No nos resultó complicado mostrarle fotos de Pablo, Irene y Yolanda tomando posesión de sus ministerios o en el ejercicio de sus cargos, y aderezarlas de noticias sobre triunfos históricos que iluminaron su rostro. 

Así, a medida que su curiosidad aumentaba al ir recordando, satisfacíamos su deseo de saber. Le contamos que, después del gran éxito de las europeas, una coalición de todas las izquierdas era el principal partido del Gobierno junto con el PSOE, a quien habían forzado a girar hacia la izquierda y a realizar cambios transformadores jamás vistos.

«Pero, entonces, el bipartidismo…». Lloró de felicidad cuando le conté que el bipartidismo estaba roto para siempre, y que los restos del régimen del 78 se fueron desmoronando poco a poco como un castillo de arena con la marea.

«Mamá, España es ya un país libre de desahucios. Los contratos ahora son todos indefinidos. Yolanda liquidó la precariedad laboral. Las reformas del PP, enterradas en el pasado. Y lo mejor de todo, las personas de todos los géneros posibles son por fin iguales, con los mismos derechos».

Tan fantásticas noticias alimentaron una notable mejoría en su salud. Ello nos obligaba a Teresa y a mí a ir creando nuevos decorados a medida que su voracidad de noticias aumentaba.

Para actualizar su visión internacional, le explicamos que hubo un presidente fatídico en los Estados Unidos, un millonario despótico, pero que fue vencido por un presidente maravilloso que, como en España, lideró un movimiento de personas preparadas, feministas, racializadas, ecologistas y LGTB, que produjo un efecto dominó en las democracias mundiales.

Por momentos pensamos que mamá, siempre astuta, desconfiaría cuando le contásemos que Cuba por fin se abrió a la democracia y ya realizaba elecciones libres, o que Maduro fue superado por una corriente renovada de venezolanos dispuestos a vencer con diálogo las diferencias con Norteamérica.

Para relatarle la pandemia, le contamos que China creó un virus, pero se le fue de las manos y acabó extendido por el globo. Por ello miles de personas fallecieron en Asia, pero en EEUU se crearon vacunas que fueron distribuidas gratuitamente a todo el mundo.

«Para que veáis, hijos. Eso demuestra la superioridad del mundo libre frente al totalitarismo comunista».

Y así su salud mejoraba por días. Sin embargo, las mentiras son difíciles de sostener, por piadosas que sean.

Teresa perdió su empleo por la crisis y yo me vi obligado a aceptar un destino lejos de casa, que conllevaba más gastos. Los demás hermanos vivían sus particulares apuros. Nuestros ahorros se esfumaron en meses. Llegó un momento en que no pudimos sostener los precios cada vez más altos de los productos que a mamá le gustaban y ya no sabíamos qué inventar para disimularlo.

Una mañana me quedé dormido, cansado por las exigencias del nuevo trabajo, y mamá encendió la tele. De un noticiero matinal, alcanzó a oír unas palabras de Ione: «los amigos de Putin prefieren desatar la guerra nuclear en Europa antes que solucionar la inflación».

Fue como un shock. Para calmar la ansiedad que le provocó la mención de semejante escenario, nos vimos impelidos a revelarle algunos bosquejos de la realidad.

«Mamá, recordarás el movimiento revolucionario del Euromaidán. Pues bien, hace un año Putin no pudo contener más su ira y sin provocación previa invadió el país. Durante estos meses han asesinado a cientos de civiles y han saboteado los recursos energéticos de la UE. Pero no te preocupes, mamá. Una gran alianza de países libres de Occidente ya se ha encargado de liberar Ucrania. Es cuestión de tiempo que Rusia reconozca su derrota. El orden mundial prevalecerá».

miércoles, 8 de febrero de 2023

Esclava doméstica


M es una joven que sale de su país para trabajar en España. 
El país de M es un lugar precioso de Latinoamérica, al que ella adora, pero allá no tiene oportunidades. Lo hace por sus hijos, porque, además de su tierra, deja a sus hijos, que es como decir que se deja el corazón.

M tiene conocidos en los Estados Unidos, pero no quiere ese destino, porque en la entrada al país de las oportunidades, puede perder la vida o ser traicionada por los coyotes que cobran una fortuna por pasar a pie el desierto. 

Aun así, el avión hace escala en México y en el aeropuerto mexicano la tratan como a una delincuente: la encierran incomunicada, sospechan que quiera escaparse hacia el norte. Escrutan todos sus documentos y la interrogan antes de permitirle continuar el vuelo. 

Aunque M tiene estudios y experiencia laboral en su sector, sabe que va a cuidar personas mayores y a limpiar casas. Gracias a contactos, encuentra sus primeros empleos. Las condiciones son pésimas: permanecer en la casa como interna, sin apenas días libres. Si tiene suerte, le harán contrato de jornada completa, tal vez no haya vacaciones y los festivos se trabajen sin cobrar. 

M tropieza con empleadores que, aunque tienen dinero para vivir bien, la obligan a hacer el trabajo de varias personas. Horarios de tareas de limpieza y cocina interminables que añaden el cuidado de niños o ancianos. Tampoco puede ponerse enferma porque nadie la sustituye.   

Aparte del trabajo, M tiene otra gran preocupación que es el empadronamiento. Sin estar empadronada no cuenta su estancia para legalizar los papeles. Los propietarios no quieren empadronar a extranjeros, les han contado muchas historias sobre ocupas.

Con todo esto, M se encuentra entre la espada y la pared. Necesita enviar dinero a sus hijos y no quiere regresar con las manos vacías, pero tampoco puede vivir como una condenada a trabajos forzados, sometida a una explotación insoportable y, además, expuesta por ser mujer a ser tratada como un objeto por indeseables. Es una esclava doméstica.

¿Qué tipo de sociedad es la que no ve como riqueza que vengan personas jóvenes o con niños que rejuvenezcan una de las poblaciones más envejecidas del mundo? ¿Qué clase de sistema trata como esclavas a las personas que hacen uno de los trabajos más necesarios -el cuidado de los ancianos, de los niños, del hogar-, en uno de los países del mundo que más emplea trabajo doméstico según la OIT?

Una sociedad en la que muchas familias viven de la economía sumergida, la quinta parte del PIB español según el FIM. En ella tener un familiar mayor o dependiente es una carga insostenible, excepto para los que viven al margen de la moralidad y pueden permitirse explotar a personas necesitadas o empadronarse en cualquiera de las múltiples viviendas que se les permite poseer como pequeño tenedor para especular.   

El Gobierno asegura que nadie se queda atrás y decreta leyes que castigan a quienes no dan de alta, añaden mejoras como el derecho a paro, subidas del salario mínimo. Asegura que hay ayudas para que la vivienda sea accesible a todos.

Pero ¿estas normas tienen efecto real o son buenos deseos que se quedan en el escenario del Congreso, como los desahucios prohibidos o el fin de los contratos temporales?

Vivimos en una sociedad enferma: la sociedad capitalista, dentro de un país sumiso al imperialismo de otro mucho más poderoso.

Si de verdad quieren "poner a las personas en el centro", ¿por qué no explican a los trabajadores la realidad de la sociedad en la que viven? Que los trabajadores sepan reconocerse entre ellos, independientemente de su nacionalidad. Que sepan quién es el enemigo, los que explotan a sus compañeros y especulan con necesidades fundamentales.

Que entiendan que su fuerza está en la unión. Eso sí sería un verdadero escudo social. Un verdadero cambio de paradigma.

miércoles, 1 de febrero de 2023

¿Armar a neonazis? De entrada, no

¡Maldita hemeroteca!

 Si una generación es un periodo de unos 20 o 30 años, apenas una generación nos separa de Cuervo Ingenuo, de quien Krahe nos advertía que hablaba con lengua de serpiente y aseguraba que la Alianza ser de toda confianza.

La política debe tratarse de algo tan complejo que hace variar la actitud de los personajes según estén en la oposición o en el ejercicio de gobierno. Sobre todo si se basa en la fe en personas, en lugar de seguir un programa.

De un modo semejante, el hasta hace poco vicepresidente (ahora creador de contenidos en espacios de Mediapro o la SER), Pablo Iglesias, parece seguir una evolución paralela a la de González, junto con todos los otros actores que medraron al calor de Podemos. La imagen que acompaña estas palabras es ilustrativa al respecto.

La máxima hegeliana propone que los grandes personajes y hechos suceden dos veces en la Historia, a lo que Marx matizó que una vez como tragedia y otra como farsa. Farsa quizás por aquello de la tragicómica cualidad humana de tropezar dos veces en la misma piedra, o tal vez por la gran dosis de farsa que se necesita para hacer caer de nuevo en el engaño.

Creamos o no en leyes históricas, lo cierto es que en ocasiones podemos establecer paralelismos bastante curiosos. Les propongo que estimen si los españoles no estamos viviendo nuestro particular Brumario en cuanto a la OTAN. Y para ello les ruego que valoren el siguiente cuadro y su posterior explicación (no se alarmen, soy esquemático).


Habría que aclarar que bajo el concepto PSOE podría entenderse a la socialdemocracia dentro del bipartidismo de falso eje izquierda/derecha tradicional. Y bajo el concepto Podemos se entendería al movimiento que absorbió el malestar posterior a la crisis de 2008 (y parasitó a Izquierda Unida y PCE) y que ha creado la imagen de ruptura de ese bipartidismo (ruptura imposible pues al ser un movimiento desclasado no aporta nada nuevo al reformismo ya existente).

Si repasamos brevemente las circunstancias producidas desde nuestra entrada en el orden OTAN-CEE (UE) bajo la influencia del PSOE, observamos:

  • la OTAN se expande y provoca guerras donde puede obtener rédito en forma de control de materias primas o de ventaja geoestratégica. Conflictos cuya excusa bélica es un engaño (demonización de un "régimen", exaltación de peligros como "armas de destrucción masivas") amparados por una CEE sumisa.
  • La mismísima Hillary Clinton llegó a admitir que patrocinaron a los talibanes. «Tuvimos la idea de entrenar muyahidines en Afganistán -explicó la señora Clinton con despreocupada claridad en una entrevista a Fox News-, y les dimos misiles para que se enfrentaran a los soviéticos. Tuvimos éxito y los soviéticos se marcharon, aunque dejamos a esos fanáticos y provocamos un desastre».
  • en España, la pérdida de soberanía monetaria bajo el euro es un reflejo de la pérdida de soberanía popular. Desde lugares lejanos como Maastricht dirigen nuestra economía, deciden a qué debemos dedicar los recursos, cuáles son eliminables, cómo debe ser nuestro empleo. Que se pierdan industrias o se privaticen sectores estratégicos es un sacrificio necesario.
  • a nivel ideológico, el avance social en libertades individuales que nos colocan a nivel puntero en el mundo, como el matrimonio entre personas del mismo sexo, se asocia en el imaginario colectivo a una España alineada junto a la libertad propia de Occidente, ajena al totalitarismo que la propaganda sugiere en otros "regímenes". Prefiero morir apuñalado en el metro de Nueva York que de aburrimiento en las seguras calles de Moscú, había avisado Cuervo Ingenuo.

En la actualidad, bajo la coalición PSOE-Podemos:

  • La Alianza Atlántica encuentra en la "invasión rusa" la excusa para incrementar un conflicto en realidad incitado desde una década antes con un golpe de Estado y el aumento de la tensión con cientos de muertes, muchos de ellos civiles.
  • La OTAN ve así en Ucrania un magnífico objetivo que reúne todos los requisitos: una guerra subrogada o guerra proxy, con un ejército voluntario al que sólo necesita armar hasta los dientes, en un escenario lejano a USA pero que a la vez involucra a un extenso territorio, Europa, que puede someter a su redil económico en detrimento de Rusia. Y todo ello, además, cambiando a los imprevisibles talibanes por unos viejos conocidos, los nostálgicos del nacionalsocialismo, más afines a las tradiciones europeas.
  • La política progresista, que es muy útil según nos dicen, depende del maná de los fondos de la UE, el nuevo plan Marshall que interrumpe la escalada neoliberal para introducir un paréntesis de inversión pública que estimule la economía en los miembros de la Alianza. Un plan que nos supeditará a los dictados de la UE (pues los miembros carecen de soberanía monetaria) y que por supuesto beneficia también con un riego de miles de millones a las empresas del IBEX que se acojan a los planes de ecosostenibilidad, de igualdad, de resiliencia o cualquier requisito que sea necesario.
  • Y en cuanto a lo ideológico, la guerra es también contra el "totalitarismo" ruso y chino. Contra esa "tiranía" se oponen los valores europeos, cimentados sobre grandes escaparates como son: una supuesta igualdad que es el falseamiento del feminismo de clase (los altos cargos que deciden sanciones y guerras pueden estar ocupados por mujeres, o los ejércitos comandados por personas transgénero, por ejemplo, sin producir ningún avance -o incluso retrocesos- para las mujeres trabajadoras); otro es la inquietud por el ecologismo (las grandes empresas están ahora preocupadísimas por el medio ambiente, y pretenden que la lógica intrínseca del sistema capitalista -que valora como mercancías tanto a las personas como a los recursos naturales- es evitable mediante propuestas ecosostenibles).

Juzgue el lector, en definitiva, si hay o no paralelismo entre ambas situaciones.

Si el lector considera muy cruel la crítica a Podemos, no debe interpretarse como un ataque personal a sus responsables (pero da la casualidad que son los mismos desde su origen, pese a sus promesas de renovación y democracia absoluta).

Desde la perspectiva materialista, los personajes (González, Zapatero, Iglesias, Díaz, no importa) no son determinantes, sino que se encuentran en función de las circunstancias de la sociedad en la que viven. En realidad, su mayor o menor éxito depende de la capacidad de adecuación a la ideología dominante, esto es, a la obediencia a la clase dominante. Una propuesta verdaderamente transformadora sería la que abriese la alternativa organizada a la ideología que defiende los intereses de la clase dominada, la clase trabajadora. Pero esta no tiene representación ni voz en la tragicomedia bipartidista, muñecos de guiñol del imperialismo atlántico.