lunes, 27 de noviembre de 2017

La Guerra Civil en Francia. La Comuna de París.

Nos acercamos en esta entrada al segundo texto en el que Marx hace un análisis materialista de la realidad política en Francia, tras El 18 Brumario (del que hay también en este blog un resumen comentado). La finalidad es animar a la lectura de los textos marxistas a través de estos comentarios-resumen, que puedes descargarte en formato PDF pinchando sobre estas letras y compartir a través del móvil(se leen bien porque el tamaño de la letra es grande). Todos los resúmenes y comentarios los puedes seguir en la etiqueta DescargaPDF.
Ilustración sobre la Comuna de la página del Partido comunista Francés.

En palabras de Engels en el prólogo de este texto, es importante difundir los análisis materialistas de Marx para "poner en disposición de los obreros" esta manera de ver la realidad desde el punto de vista de clase. El lector podrá comprobar que ese punto de vista es perfectamente útil e interesante hoy, siglo y medio después, y que es comprensible y está al alcance de cualquier lector que tenga un mínimo de interés en Filosofía, Política o Historia.

Marx escribe estos ensayos sobre sucesos que se están produciendo en el mismo tiempo, en forma de manifiestos o informes que presenta (por tanto de manera simultánea a los acontecimientos) a la Asociación Internacional de Trabajadores. La AIT o Primera Internacional fue una organización creada unos años antes, 1864, que agrupaba a sindicalistas, anarquistas y socialistas con el objetivo de organizar el movimiento obrero a nivel mundial.

Marx dedica sus estudios a estos sucesos, en manifiestos que exponen de manera clara y concisa la situación de Francia entre los años 1870 y 1871, pues era en el país galo donde se encontraba el centro de gravedad de la lucha de clases en aquel momento histórico. Para entender mejor la lectura, es conveniente conocer aunque sea a grandes rasgos el momento histórico.
Barricada en paris 1871, por Pierre-Ambrose_Richebourg

(A partir de aquí intentamos hacer un resumen utilizando las propias palabras textuales de Marx, las del prólogo de Engels a la propia obra y terminamos con un texto de Lenin sobre la Comuna).

Unos años antes, en 1848, caía Luis Felipe de Orleans y con él la época del Imperio Napoleónico y su continuación monárquica, dando paso a una república que fue celebrada por los obreros franceses, que veían en ella una república "social". Pronto fueron desengañados. En cuanto los republicanos burgueses se sintieron fuertes desarmaron a los obreros y llevaron a cabo una matanza brutal. Era la primera vez que la burguesía manifestaba qué crueldad era capaz de desatar en cuanto el proletariado se atrevía a disputarle el poder.

Aquella terrible masacre de 1848 -comenta Engels en su prólogo- no fue sino el preludio de lo que se vivió con la Comuna de parís en 1871.
Grabado e imagen superpuesta sobre la actual rue Ramponeau, © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

La Guerra franco-prusiana, conflicto bélico que tuvo lugar entre ambos años, es calificada por Marx en su primer manifiesto como una guerra de dinastías, un conflicto entre los intereses del Segundo Imperio Francés de Napoleón III y el Reino de Prusia con el apoyo de Alemania, con la finalidad de disputarse la anexión de territorios europeos y ejercer la hegemonía en el continente. 


Tras la derrota de las tropas francesas en Sedán, el 3 de septiembre de 1870, que decanta la victoria en favor de Prusia, se proclama la república en París. Adolphe Thiers (veterano político de larga trayectoria y conservador), en nombre de la defensa nacional, toma el poder.

En realidad, las intenciones del gobierno de Thiers son las de la traición, ante los avances de la clase obrera prefieren vender al país ante Prusia. Para ello necesitan como prioridad que París sea desarmada.
Soldados versalleses durante la semana sangrienta, misma fuente.

Los orígenes de la Comuna de París (18 mayo - 28 mayo de 1871) se encuentran por tanto en los planes de traición del gobierno provisional. Desde el inicio de la república, Thiers tiene el plan de la capitulación de París, que se produce el 28 de enero. Con ella se inicia una serie de intrigas traidoras con el enemigo, cuyo obstáculo final era el desarme del pueblo parisino.

Los conspiradores traman lograrlo alegando que la artillería de la Guardia Nacional de París pertenecía al Estado y debía serle devuelta. Estos cañones habían sido adquiridos por suscripción abierta entre la Guardia Nacional.

París se encontró entonces ante una disyuntiva: rendir las armas, siguiendo las órdenes de los traidores y reconociendo que la revolución iniciaba el traspaso de poderes de Luis Bonaparte a sus rivales monárquicos, o seguir luchando para derribar del todo las condiciones políticas que habían generado el Segundo Imperio.

Heroicamente París decide resistir a los conspiradores, aún con los cañones prusianos dentro de la ciudad.

Thiers desata la guerra civil al enviar una expedición militar nocturna con el objetivo de apoderarse de los cañones, intento que fracasó ante la confraternización de la Guardia Nacional con el pueblo. El 18 de marzo, de los 300.000 guardias nacionales sólo pasan al bando de Thiers unos 300. La revolución obrera, por tanto, se adueñaba de París, con un Comité Central como gobierno provisional.

Desde esta fecha hasta la entrada sangrienta de las tropas versallesas, la revolución estuvo exenta de violencia. Sólo dos generales, Lecomte y Clement Thomas, fueron ejecutados por los soldados por haber obligado a las tropas a disparar sobre mujeres y niños.
Barricada rue Allemagne, Commune-18711, misma fuente.

¿Qué fue la Comuna? "El 18 de marzo de 1871 París se despertó entre un clamor de gritos de Vive la Commune!". 
"Los proletarios de París -dice el Comité Central en su manifiesto del 18 de marzo-, en medio de los fracasos y las traiciones de las clases dominantes, se ha dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos".

París se había levantado en armas contra el intento de Thiers de perpetuar aquel viejo poder heredado del imperio. Y si pudo resistir París fue porque se había deshecho del ejército, sustituido por una Guardia Nacional formada por obreros. Para convertir el hecho en algo duradero, decretaron en primer lugar sustituir el ejército permanente por el pueblo armado

La Comuna estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los distritos. Eran responsables de su trabajo y sus cargos revocables en todo momento.
Los funcionarios y cargos públicos debían desempeñar su trabajo con salarios de obreros

Una vez suprimido el ejército permanente y la policía, elementos de fuerza física del antiguo gobierno, la Comuna elimina el poder espiritual: decreta la separación de la Iglesia del Estado, expropia las iglesias, las instituciones de enseñanza son abiertas al pueblo.
Pasaje literal del texto de Marx

El final de la Comuna llega tras varios intentos de Thiers de ocupar París mediante conspiraciones, obteniendo en principio sólo fracasos y la huída a Versalles de todo el gobierno. Sin efectivos militares ni apoyo de las demás provincias, que piden una solución pacífica, prueba la estrategia de celebrar elecciones municipales, en las que tampoco obtiene el respaldo necesario.

Con ello sin embargo gana tiempo para seducir a las clases medias parisinas con una comedia de conciliación, en la que promete no vengarse sino de los "causantes de los asesinatos de Lecomte y Thomas", y la aceptación final de su república como mejor sistema posible.

Es Bismarck, el canciller alemán, quien ofrece la salida decisiva. Ordena a Thiers sellar definitivamente la paz restaurando el imperio o aceptando sin reservas las condiciones de paz. Estas condiciones incluían la ocupación de París por tropas prusianas y acortar los plazos de pago de las indemnizaciones de guerra; a cambio de ello ofrecía liberar al ejército bonapartista prisionero. 

Obviamente, ante la perspectiva de disponer de un ejército para exterminar la Comuna, Thiers acepta las condiciones y se apresura a firmar.
Caricatura de Thiers de un periódico local de la época

La masacre de los comuneros se perpetró tras una resistencia heroica en las calles de París durante ocho días. Las matanzas a sangre fría de hombres, mujeres y niños fueron de una crueldad máxima. De las columnas de prisioneros eran elegidos al azar unos cuantos y se les ejecutaba al momento en las calles.
Texto literal del prólogo de Engels.
Fusilamientos de la calle Haxo (posible montaje), imagen de www.historie-fr.com

En un artículo escrito por Lenin en 1911 para el 40 aniversario de la Comuna de París, leemos:

"¿Por qué el proletariado, no sólo francés sino de todo el mundo, honra a sus precursores en los hombres de la Comuna de París? ¿Y cuál es el legado de la Comuna?

La Comuna nació espontáneamente; nadie lo había preparado consciente y metódicamente. Una guerra infeliz con Alemania; el sufrimiento del asedio; el desempleo del proletariado y la ruina de la pequeña burguesía; la indignación de las masas contra las clases altas (...) llevaron al pueblo de París a la revolución del 18 de marzo, que inesperadamente puso el poder en manos de la Guardia Nacional entre las manos de la clase obrera y la pequeña burguesía que se habían puesto del lado de él.

(...) Los trabajadores solos permanecieron fieles hasta el final de la Comuna. Los republicanos burgueses y la pequeña burguesía pronto se desprendieron de ella: algunos asustados por el carácter proletario, socialista y revolucionario del movimiento; los otros cuando lo vieron condenado a una cierta derrota. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno sin miedo y cansancio; solo lucharon y murieron por él, es decir, por la emancipación de la clase obrera, por un futuro mejor para todos los trabajadores.

(...) Para que triunfe una revolución social, se requieren al menos dos condiciones: fuerzas productivas altamente desarrolladas y un proletariado bien preparado. Pero en 1871 estas dos condiciones faltaban. El capitalismo francés todavía estaba subdesarrollado y Francia era sobre todo un país de la pequeña burguesía (artesanos, campesinos, tenderos, etc.). Además, no hubo un partido de trabajadores; la clase trabajadora no tenía preparación ni capacitación prolongada y, en su masa, ni siquiera tenía una idea muy clara de sus tareas y los medios para lograrlas. No hubo una organización política seria del proletariado, ni sindicatos ni asociaciones de cooperativas de masas ...

(...) Todas estas medidas mostraron claramente que la Comuna era un peligro mortal para el viejo mundo basado en la servidumbre y la explotación. De modo que la sociedad burguesa no pudo descansar hasta que la bandera roja del proletariado flotó en el Ayuntamiento de París. Y cuando, finalmente, las fuerzas gubernamentales organizadas lograron prevalecer sobre las fuerzas mal organizadas de la revolución, los generales bonapartistas, golpeados por los alemanes y valientes contra sus compatriotas vencidos, hicieron una carnicería como París nunca había visto. Cerca de 30,000 parisinos fueron masacrados por la furiosa soldadesca, casi 45,000 fueron arrestados, muchos de los cuales debían ser ejecutados después; miles fueron enviados a las galeras o deportados. 

La causa de la Comuna es la de la revolución social, la de la total emancipación política y económica de los trabajadores, la del proletariado mundial. Y en ese sentido, ella es inmortal."  Lenin, abril de 1911
(texto completo aquí.)


* La mayoría de ilustraciones son © Ilustraciones: Biblioteca Histórica de la Ciudad de París, Editions Dittmar, Museo Carnavalet.

jueves, 23 de noviembre de 2017

La Tierra en encefalograma plano

Ayer se despedía de mí una compañera del trabajo, víctima de los recortes, diciéndome que le había parecido "buena persona, independientemente de mis pensamientos políticos".

Escuchar esta frase no es sorprendente para mí. De hecho es lo que la costumbre me hace esperar oír cuando un conocido de mi entorno "no político" toma algo de confianza conmigo. En parte me agrada (me gusta que me tengan por buena gente, pero que aún siendo un tipo tranquilo haya sabido provocar algo de agitación). Por otra parte, deja un regusto muy amargo. Demuestra hasta qué punto nuestra mentalidad está influida por la ideología dominante y lo complicado que es luchar contra ello. 

En el mismo día tuve otro disgusto ideológico: las redes sociales alentaban una absurda polémica motivada por personas que afirman convencidos -nada más y nada menos- que la Tierra es plana.
El grabado Flammarion es una conocida ilustración que se encuentra en el libro L'atmosphère: météorologie populaire de Camille Flammarion, 1888. Muestra a un hombre que atraviesa la atmósfera de un mundo plano.


Llámenme pedante si quieren, pero -no sólo por aquel rasgo de la dialéctica que lleva a ver todos los sucesos en conexión y relacionados unos con otros- era inevitable no hilar ambos asuntos.

Que en el mundo que vivimos proliferen de modo alarmante ese tipo de pensamientos absurdos no puede ser una casualidad o una moda. Es algo provocado de modo intencionado y metódico. Observemos que en una sociedad en la que cualquier información está a nuestro alcance con el simple movimiento de un dedo, cada vez son más quienes cuestionan los métodos científicos. Se discrepa sobre la efectividad de las vacunas (incluso se crean historias conspiratorias en torno a ellas), se acude a curanderos, supuestos profesionales que desdeñan la medicina tradicional, o como en este caso personas que pueden tener estudios superiores llegan a dudar de la redondez de la Tierra.

Eratóstenes calculó el tamaño aproximado de la Tierra, observando sombras en diferentes latitudes, antes de Cristo y antes de la conexión wifi. 

La cuestión importante es comprender quiénes salen beneficiados de esto y qué intereses promueven este despropósito.

Más allá de servir de alimento para los estómagos agradecidos de curanderos, santeros, investigadores del misterio, influencers, youtubers y demás fauna, la cuestión afecta a un aspecto fundamental de nuestra vida como conjunto social: la capacidad de ser críticos. 

Un grupo social que acepta con normalidad lo irracional es un grupo que puede ser manejado con mayor facilidad que un grupo con capacidad de reflexionar y cuestionar, por ejemplo, una campaña propagandística lanzada por los medios.

La actualidad se empeña tozudamente en proporcionar ejemplos a diario. Veamos la prensa de estos días.
Los medios no cesan de llevar a la práctica esta teoría. Sin ir más lejos, nuestra ministra de Defensa ha alimentado en estos días el mito de las interferencias producidas por "hackers rusos", cuya extraordinaria habilidad y maldad ha llevado a poner en un brete a las elecciones norteamericanas y su famoso e intachable sistema democrático.
Los servicios secretos rusos son tan hábiles que, según la gran mayoría de los medios de nuestro país, han llegado a influir en el proceso de independencia de Cataluña.  ¿Serán esos servicios rusos tan poderosos que tendremos que atribuirles también la desaparición de los discos duros de los ordenadores de Génova? No lo descarten.

Otro asunto muy actual y que en nuestra opinión pone de manifiesto este dislate es el tratamiento que los medios hacen sobre la renovada crisis entre Estados Unidos y Corea del Norte.
La prensa se empeña en mostrarnos el tema como un peligro a escala mundial debido al supuesto riesgo que supone "dejar en manos" de dos déspotas con la capacidad de apretar el botón rojo en cualquier momento. Es fácil caer en la trampa, infinidad de memes y viñetas cómicas han encontrado un filón en el asunto. Bastaría un análisis más racional -y que no necesita una gran profundidad- para entrever que el peligro para la humanidad está en la voracidad del imperialismo yanqui y sus cientos de bases militares instaladas frente a los países que osan rivalizar en el comercio global, siendo USA -por otra parte- el único Estado del planeta que cuenta con el dudoso honor de haber comprobado sobradamente la capacidad letal de las armas nucleares en la población civil.

Sería interminable enumerar los ejemplos, pues como decimos la realidad es testaruda y pasa de la teoría a la práctica sin descanso. ¿Por qué nos admiramos de que agentes de policía demuestren pensamientos propios de la ultraderecha, si sabemos que las fuerzas de seguridad no dejan de ser el apoyo armado de la estructura económica que sostiene el sistema que les da trabajo? ¿Por qué resulta sorprendente que cada día lleguen sentencias judiciales que defienden las posiciones más machistas, si nos cuesta eludir la influencia de una sociedad imbuida por completo en el sexismo?

Es en fin, inevitable no enlazar en un todo este retroceso hacia lo irreflexivo. Quizás en un mundo más racional mi compañera, como cualquiera de nosotros que vivimos alienados sin darnos cuenta, hubiese podido relacionar el fin de su puesto de trabajo con la práctica de unas ideas que cuestionen la validez de un sistema falaz y estafador. Poder llegar a transformarlo depende de que salgamos victoriosos en esa batalla de las ideas

domingo, 8 de octubre de 2017

50 años de la partida del Che

"Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo."

"Nosotros queremos construir el socialismo; nos hemos declarado partidarios de los que luchan por la paz; nos hemos declarado dentro del grupo de países no alineados, a pesar de ser marxistas leninistas, porque los no alineados, como nosotros, luchan contra el imperialismo. Queremos paz, queremos construir una vida mejor para nuestro pueblo y, por eso, eludimos al máximo caer en las provocaciones maquinadas por los yanquis, pero conocemos la mentalidad de sus gobernantes; quieren hacernos pagar muy caro el precio de esa paz. Nosotros contestamos que ese precio no puede llegar más allá de las fronteras de la dignidad".

Fragmentos del discurso de Ernesto Guevara en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1964. 

Arquetipo del luchador internacionalista, de la antítesis del imperialismo, combatiente ejemplar de la dignidad de los pueblos sometidos.

No recordamos su marcha, recordamos su ejemplo. El Che vive.







Imágenes obtenidas del blog miriamelizabethworld.tumblr.com

jueves, 5 de octubre de 2017

Las perversas intenciones de los comunistas

Ayer una televisión local entrevistaba a mi agrupación sobre nuestro modesto ciclo de actos culturales, organizado en recuerdo de la Revolución de Octubre, y una de las preguntas fue la inevitable "¿qué opinan de las muertes  y la represión causadas por los bolcheviques?". 

Aunque como militantes ya estemos acostumbrados a situaciones previsibles como ésta, no deja de ser muy chocante. 

¿Imaginan, por ejemplo, que en el acto público de una hermandad religiosa sobre la celebración de un aniversario señalado  se le ocurriese a un periodista preguntar acerca de la Santa Inquisición o la pederastia?  A ningún profesional que quisiese conservar su puesto de trabajo se le ocurriría.

La leyenda negra establecida sobre todo lo relacionado con el comunismo permite que sea moneda común en la opinión pública la crítica peyorativa e injuriosa, a veces velada y otras veces sin disimulo. Incluso en determinados ambientes es obligatorio y preceptivo manifestar el rechazo al comunismo si se desea prosperar.
Red Son es un famosa historia de DC Comics que imagina el destino de un Supermán que en lugar de caer en Kansas hubiese caído en la Unión Soviética. Con su uniforme grisáceo, reúne todos los topicazos populares del comunismo: pobreza, autoritarismo, crueldad, miedo, represión, etc etc.

Supongamos por un momento que esa leyenda negra del comunismo tuviese algún fundamento. Sabemos que en realidad se basa en la rumorología y que su origen es la propaganda fascista de corte goebbeliana. Pero probemos a admitir que tuviese algo de razón. ¿Qué supondría esto?

El razonamiento que manejan los censores del comunismo viene a ser de este modo:
El capitalismo es un sistema que provoca ciertas injusticias, que es imperfecto y a veces causa daños "colaterales", pero que al final funciona y mediante una mano mágica equilibra las situaciones y pone a cada uno en su sitio. Es el sistema menos malo.
El comunismo es una bella utopía de igualdad y justicia que como teoría puede ser entrañable pero que al aplicarse en la realidad causa muerte y destrucción. 

Cartel de la Democracia Cristiana de los años 40, salvando a las madres de los rojos comeniños. De los actuales democristianos italianos han surgido perlas como Silvio Berlusconi.

Si desarrollamos este razonamiento, podemos deducir que: 
La bondad del capitalismo consiste en un reparto de la riqueza a través del predominio de unas pocas manos que concentran el capital, cuyos sobrantes caen sobre quienes colaboran con ellos. Aunque esto no impide que los daños colaterales causen entre otras circunstancias: hambre en los países destinados a ser patio trasero de los estados poderosos, mortandad infantil por inexistencia de sistemas sanitarios equitativos, guerras en nombre de la religión, fronteras y pateras con miles de ahogados, paro, marginación racial o de género, analfabetismo por carencia de educación pública, desahucios, recortes... entre otros pequeños inconvenientes del mundo capitalista en que vivimos.
Por contra, las aviesas intenciones de los cuadros comunistas, que siembran la muerte y el totalitarismo, se basan en iniquidades y actos terroristas del estilo: sanidad universal pública y gratuita, educación popular y libre, viviendas asequibles, pleno empleo, igualdad de la mujer, cooperación internacional... sólo por citar algunas de las infamias pretendidas por los rojos.


En fin, ironías aparte, es evidente que esta satanización del socialismo científico (como lo llamaba Engels para diferenciarlo del socialismo utópico, que es bienintencionado pero inocuo para el Capital) tiene un claro objetivo: impedir que las ideas emancipadoras de la clases populares puedan penetrar en el pensamiento de los trabajadores, de manera que perdure en el tiempo el dominio del pensamiento que permite la dominación de unas clases sobre otras y nunca jamás su liberación.

Pensad en ello, por favor. 



jueves, 28 de septiembre de 2017

EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN

Vamos a por el comentario de otra obra, insistiendo en esta rareza en la que se está convirtiendo recomendar libros, más si son libros antiguos (y el no va más: libros, antiguos y comunistas).

Nos aventuramos en esta entrada nada más y nada menos que con EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN, dentro de la serie de comentarios de textos para militantes o interesados, explicado con palabras sencillas. Como las anteriores entradas, te la puedes descargar en un archivo pdf con letra grande que se lee bien en el móvil si pinchas con el ratón sobre estas letras.

Y como siempre, te recordamos que los libros que Marx, Engels o Lenin escribieron fueron pensados para difundirlos entre el pueblo, es decir, que están al alcance del entendimiento de todo el personal. La intención es que leas directamente los originales, te animamos a intentarlo.
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El Estado y la Revolución. 
Este libro de Lenin, de no muy larga extensión, fue escrito en los meses previos a la Revolución de Octubre. El propio Lenin explica en las palabras finales: "tenía ya trazado el plan del capítulo siguiente pero vino a estorbarme la víspera de la Revolución. De estorbos así uno no tiene más que alegrarse".
En él podremos aprender interesantes cuestiones sobre el comunismo: el papel del Estado en la sociedad, el proceso de transformación de una sociedad hacia el comunismo, diferencias entre un método revolucionario y la perspectiva reformista, entre otros.

1. La sociedad de clases y el Estado.
Nos dice Lenin, nada más empezar a leer, que las enseñanzas de Marx suelen manipularse de manera que su mensaje sea más del agrado de los enemigos del pueblo, esto es, restándole su fuerza revolucionaria.
Uno de los objetivos principales del texto es por tanto restaurar el pensamiento marxista sobre el Estado, ante las opiniones de otros teóricos marxistas (principalmente Karl Kautsky) a quienes Lenin consideraba oportunistas y cuyas tesis amenazaban con frenar la Revolución Bolchevique.

La idea fundamental de partida es que el Estado es la manifestación de la imposibilidad de conciliar las contradicciones de clase. El Estado aparece en el momento en que las clases sociales no pueden acomodar sus intereses. Es decir, en el proceso de desarrollo de la sociedad llega un punto en el que el acuerdo pacífico de convivencia es insostenible, dado que el motor que la mueve -recordemos- es la lucha material entre ellas, pues como sabemos una clase social vive de la explotación de otra clase (la clase de los adinerados y propietarios de los medios se alimenta de la explotación de la clase trabajadora). Cuando esa lucha se vuelve intolerable, aparece un poder abstracto, situado aparentemente por encima de todos, que pone "orden" y mantiene a las clases en una situación estable. Ese poder situado por encima es el Estado.

Desde esta forma de verlo, materialista, el Estado se revela como un órgano de dominación de clase, una fuerza especial de represión de una clase sobre otra, que legaliza y sostiene esa relación injusta.


"Me parece haber visto un lindo maderito", decía con sorna un tuitero sobre el asunto del crucero de Piolín. Cuando el Estado ve amenazada su integridad -aunque sea por otro Estado de similares características- asoma su cara violenta y moviliza a sus fuerzas armadas, sin importarle hacer el ridículo espantoso internacionalmente.


Aunque cueste trabajo de aceptar, esa relación incompatible entre clases no puede resolverse ni siquiera con la mediación de un Estado razonable, amistoso o sensato. Tampoco es posible imaginar un proceso paulatino de transformación del Estado hacia uno justo e igualitario. Será necesario romperlo por completo.

Para demostrar esa relación imposible tenemos varias pruebas en nuestra vida diaria. Veamos, por ejemplo, el papel que desempeñan las fuerzas armadas
Todos los Estados disponen de unos cuerpos de hombres armados y además sus añadidos: comisarías, cárceles, cuarteles, etc. Estas fuerzas armadas tienen una función represora evidente.
En las huelgas generales es característico ver situaciones como ésta. La policía, bien armada para detener los posibles disturbios, no se sitúa al azar por las calles; se sitúa donde sabe que debe proteger a los intereses que sostienen al Estado que les paga su sueldo.

Para mantener su poder el Estado necesita los impuestos y las deudas. El poder de los bancos se convierte en la mejor manera de llevar a la práctica el dominio absoluto. Es un poder tan grande que logra sobornar la voluntad de los gobiernos (recordemos la reforma constitucional en España que relegaba las necesidades básicas -educación, sanidad- al pago de la deuda).  

El capitalismo logra así ponerle riendas a la democracia para someterla a su antojo, de tal modo que la aparente libertad democrática en el capitalismo le asegura su dominio: el cambio de unas personas por otras, de unos partidos por otros, respaldado además por la votación del pueblo, no supone cambios que hagan modificar la relación de poder de una clase sobre otra.
Caricatura con el título: "ahora él entiende el juego", un trabajador con el rótulo "trabajador con conciencia de clase" en su peto es tratado de engatusar por un capitalista que mueve las marionetas de los políticos. Recordemos que vimos en anteriores entradas que esta idea ya aparece en el Manifiesto: los parlamentos actuales no son más que consejos de administración de los intereses capitalistas.

La manera en que el Estado debe dejar paso a una sociedad libre es a través de su extinción. El Estado, en palabras de Engels que cita Lenin en su obra, se manifiesta como representante de toda la sociedad mediante la posesión de los medios de producción. El paso de estos medios de manos estatales a manos del pueblo es lo que llevará a que se extinga.

Esto no quiere decir que ese paso pueda producirse de manera pausada, gradual y sin brusquedades. La experiencia de las revoluciones estudiadas por Marx en sus tiempos (revoluciones de 1848) mediante el materialismo histórico demuestran que todas ellas fracasaron por este motivo principalmente, por no haber comprendido la necesidad de controlar los medios de producción para derrotar totalmente al Estado capitalista.

Obviamente, ese paso de unas manos a otras de los medios no puede ser realizado de manera pacífica. Nunca los capitalistas consentirán perder la fuente de su situación privilegiada de buen grado. La cuestión de la violencia en la Revolución es uno de los aspectos más controvertidos. Dice Lenin que este asunto es intencionadamente olvidado por quienes quieren manipular las ideas de Marx y Engels. 



La violencia revolucionaria supone un tema polémico para quienes critican a los comunistas. Sin embargo, los que vivimos en el lado oprimido de las clases sociales sabemos por experiencia cómo funciona la violencia del Estado capitalista. Los cierres de empresas, los desahucios, los recortes en sanidad o educación son formas también violentas, aunque se produzcan sin golpes o disparos. Cuando alguien se atreve a plantar cara, surge la violencia física, que no entiende de ancianos o niños o enfermos.

2. La dictadura del proletariado.
En las obras en las que Marx analizó desde el punto de vista del materialismo histórico las revoluciones anteriores a la soviética (por ejemplo en el 18 Brumario, comentado en una entrada anterior en este blog), podemos comprobar que las teorías propias de socialistas utópicos (los que tienen ideas bien intencionadas de justicia e igualdad pero que no se sustentan en el marxismo o no las interpretan bien) acaban sirviendo más a los intereses capitalistas que a los intereses obreros, pues llevan a creer que es posible ese paso paulatino de un Estado represor a un Estado manejado por trabajadores.

En el Manifiesto leemos: "Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado en clase dominante, la conquista de la democracia. El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante". Lenin resalta con clara intención los términos dominante y clase gobernante.

En el 18 Brumario: "Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina (del Estado), en vez de destrozarla. Los partidos que luchaban alternativamente por la dominación, consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor". De este modo el poder del Estado pasa de una parte de la burguesía a otra, sin terminar de ser controlado por el pueblo, que acaba finalmente traicionado, vendido por intereses particulares de quienes en el proceso revolucionario burgués logran puestos y sillones o pequeñas parcelas de poder.

En este engaño se produce la evidencia de la dominación de las clases poderosas sobre el pueblo. Se trata de una auténtica dictadura burguesa. El único método de transición hacia una sociedad libre es el de oponer a ese dominio autoritario otro poder similar, pero inverso, es decir, una dictadura del proletariado, una sociedad cuyo Estado provisional siga el dictado de la clase trabajadora



3. La Comuna de París.
En 1871 se produce en París una insurrección liderada por proletarios que por primera vez declaraban a una ciudad independiente del poder monárquico y capitalista. En palabras de Marx, los comuneros tomaban el cielo por asalto.

Este suceso histórico es tratado por Marx en La guerra civil en Francia. Considera que es una experiencia que supone un paso adelante en la revolución mundial de los trabajadores. A través de su estudio Marx confirma que romper la máquina burocrática del Estado es la tarea principal del proletariado en un proceso revolucionario.

Pero una vez desecha esa gran maquinaria, ¿con qué se sustituye? 
El análisis de la Comuna es ilustrativo. Su primer decreto fue suprimir el ejército permanente para sustituirlo por el pueblo armado. La creación de un ejército popular debe ser una reivindicación necesaria en un proyecto socialista. El poder debe estar asegurado en manos del pueblo.

El siguiente paso es modificar todo el aparato burocrático. Suprimir todos los gastos de representación y los privilegios de todos los burócratas del Estado, la reducción de los salarios de los altos funcionarios hasta el nivel del salario de un obrero. 

La posibilidad de elegir y revocar en cualquier momento todos los cargos públicos son medidas sencillas que reorganizan el Estado y sirven de puente entre el capitalismo y el socialismo. Pero todas ellas sólo se completan con la expropiación de la propiedad privada sobre los medios de producción y su transformación en propiedad social.
Los heroicos comuneros de París ante una barricada.


La abolición del parlamentarismo, que supone decidir una vez cada cierto número de años qué representantes de la clase dominante van a oprimir al pueblo desde el parlamento, es otra tarea necesaria.
Para ellos es necesario convertir los parlamentos en corporaciones de trabajo, en instituciones libres de engaño dado que son los propios trabajadores quienes tienen que trabajar ellos mismos, realizar sus propias leyes, comprobar los resultados y responder de ellos ante el electorado. 

4. Las bases económicas de la extinción del Estado.
El nuevo Estado proletario es también un órgano que debe extinguirse, es un paso, una fase entre dos periodos revolucionarios. Este proceso significa la verdadera transición del capitalismo al comunismo. 

El proceso tiene unos grados o etapas, inferior y superior de la sociedad comunista.

En la primera fase la sociedad acaba de salir de las entrañas del capitalismo, tiene aún el sello de la sociedad antigua. Los medios de producción ya no son privados, ahora pertenecen a toda la sociedad. Cada miembro al ejecutar una parte de trabajo socialmente necesario obtiene a cambio una cantidad correspondiente de productos del fondo común de artículos, de manera que recibe de la sociedad lo que entrega a ésta.

Esta primera etapa del comunismo, que podemos llamar socialismo, supone una distribución justa. Pero a su vez  supone también un defecto: no todas las personas son iguales, unos son más fuertes o débiles, otros más hábiles o tardos, otros son casados o solteros, unos tienen más hijos que otros, etc.

Por tanto el derecho que persigue la igualdad acaba causando desigualdad. Este defecto es inevitable en esta primera fase, no se puede pretender que personas criadas en el capitalismo pasen a trabajar en comunismo sin resentirse. Para superarlo es necesario el comunismo completo.

En la fase superior de la sociedad comunista desaparece la subordinación de los individuos a la división del trabajo y el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, siguiendo la regla "de cada uno según su capacidad; a cada cual según su necesidad". Desaparece así una de las fuentes más importantes de desigualdad social. Las fuerzas productivas una vez expropiadas, a su vez, posibilitan desarrollar la producción de manera notable. 

Esta cuestión es la que diferencia al socialismo del comunismo. Mientras los medios de producción se conviertan en en propiedad común puede emplearse el término comunismo, siempre que tengamos en cuenta que no se trata de comunismo completo. No tiene una madurez económica completa. Cuando la mayoría del pueblo comience a llevar el control y aprendan a dirigir por ellos mismos los asuntos será completa la extinción del Estado y la nueva forma de convivencia pasará a ser costumbre. 


Esperamos que te haya servido para aclarar algunos conceptos importantes del comunismo. 
El folleto El Estado y la Revolución se encuentra en casi todas las bibliotecas públicas (en la de Mairena del Alcor hay dos ejemplares) y en ediciones de bolsillo es bastante barato.

Aquí tienes enlaces de entradas similares a ésta sobre textos marxistas, en cada entrada tienes un enlace para descargarlo en PDF y leerlo con facilidad en el móvil o socializarlo con los compañeros: