miércoles, 12 de septiembre de 2018

Lo que todo revolucionario debe saber.

¿Es actual el texto Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión de Víctor Serge? Es una interesante pregunta que hacerse. Repasemos antes un poco la obra (que puedes leer aquí o aquí).


Imagen simbólica de la represión retorcida y manipulada por violencia física y económica de EE.UU. sobre Latinoamérica: un participante de una guarimba (protesta aparentemente espontánea que cierra una calle) en Venezuela, especie de cosplay grotesco del Capitán América. Este superhéroe de la Marvel representa a un soldado yanqui manipulado experimentalmente por el gobierno de EE.UU. para combatir en el mundo contra "los enemigos del 'mundo libre' y hacer justicia". En este caso se trata de manipulación mental de un soldadito de Venezuela, dispuesto a matar a su hermano.

En este texto, del año 1925, de no muy larga extensión, el escritor y participante activo de la Revolución de Octubre, Serge, realiza un estudio preciso del sistema de represión de la Ojrana, el cuerpo de policía secreta del régimen zarista.  Serge vivió en persona la revolución bolchevique y tuvo ocasión de investigar -una vez liberado el pueblo ruso-  en los archivos de la policía zarista. 

Esto le hizo posible el acceso a los entresijos de los métodos policíacos contrarrevolucionarios en su mismísima fuente, y por tanto desentrañar los secretos del provocador (el agente que usa un método ideado para perseguir y frenar los actos revolucionarios). Resulta apasionante y a la vez escalofriante repasar las primeras partes del libro, en los que se detallan las infamias que la policía realizaba para destruir las vidas de miles de personas en su afán de frenar el proceso revolucionario.

El texto desarrolla además, al estilo de un manual, diversos aspectos sobre los problemas en la vida cotidiana del militante comunista revolucionario, sobre la ilegalidad y la acción legal. Este libro es, como dice el propio Serge, una aproximación a la “ciencia de las luchas revolucionarias que los rusos adquirieron en medio siglo de inmensos esfuerzos y de sacrificios”. 


Participantes de guarimbas y tranques en países hermanos de Latinoamérica. Se observan armas de fabricación casera capaces de herir y asesinar a policía bien equipada. Otra característica habitual es el uso de iconos pop que caricaturizan y banalizan la protesta popular, como la inevitable máscara de V de Vendetta, de Alan Moore.


Entonces ¿es el texto una lectura que podemos aplicar a la actualidad? 

Es posible hacer una interpretación totalmente actual del texto e incluso podría decirse que, observando ciertos conflictos de nuestros días y comparándolos con el pasado, su lectura se antoja necesaria. Aunque haya sido escrito como un manual de batalla para los años veinte en la Rusia posterior a la revolución, el análisis metódico de los sistemas de represión es perfectamente adecuado para nuestros días, así como el análisis que en el texto se hace del liberalismo.


Se aprecian dos mensajes fundamentales en la lectura. Primero, Serge desenmascara el poder represor del Estado. En la democracia capitalista -como hemos visto en lecturas anteriores como El Estado y la Revolución-, el Estado es una herramienta usada por la burguesía para reprimir los avances de los trabajadores, que no tiene más remedio que decidir entre la insurrección o el sometimiento:


"La legalidad, por lo demás, tiene, en las democracias capitalistas más 'avanzadas', límites que el proletariado no puede respetar sin condenarse a la derrota."


El uso del mercado ilegal de la droga es una de las maneras empleadas para desestabilizar o controlar economías de países enteros. En Colombia, donde tienen una amarga experiencia en este sentido, los asesinatos de líderes obreros son el pan de cada día, pese a que los medios occidentales no los reflejan (la noticia de la imagen es de ayer).

Y segundo, revela además que en esa represión no existe sentido de la moral o la ética, o en todo caso distingue una ética burguesa que consiente el uso de cualquier tipo de violencia para defender sus intereses. Violencia, engaño, manipulación, empleo de una parapolicía privada, son usados de manera sistemática por la burguesía a través de su instrumento, el Estado. Sistemática porque sigue un método muy estudiado y elaborado, que se pone en desarrollo allí donde sea preciso sin escatimar gastos ni medios.

Serge, con una gran capacidad de perspectiva y analizando represiones históricas como la Comuna de París, anticipa los procesos violentos de represión del liberalismo. Algunos de ellos se han producido en la historia reciente y otros los seguimos viviendo hoy día. 


Antonio José López,arzobispo de Barquisimeto, cuarta ciudad más poblada de Venezuela, bendice a los miembros de una guarimba.

El liberalismo es la forma en que se expresa ese sometimiento de la clase trabajadora por parte del Estado capitalista:


"Esta doctrina se reduce en economía política al laisser-faire, al laisser-passer (dejar hacer, dejar pasar) de la escuela manchesteriana. Considera al Estado principalmente como instrumento de defensa colectiva de los intereses de los poseedores; máquina de guerra contra los grupos nacionales competidores, máquina de reprimir a los explotados."

Cuando la represión burguesa no consigue su objetivo mediante el crimen, la extorsión o la manipulación, aún le queda un arma igualmente poderosa como es la violencia económica por hambre: el desabastecimiento provocado, no real, es decir la provocación de la carestía y el hambre de manera impuesta para desencadenar, de una manera totalmente estudiada y planificada, la respuesta furiosa en la sociedad. Esta metodología perversa puede observarse en el estudio de hechos ya históricos como los sucedidos en Latinoamérica a raíz del Plan Cóndor y actualmente en Venezuela o Nicaragua (como se ilustra en las imágenes que anteceden a este párrafo).



Infame portada del panfleto ABC del día posterior al 11 de septiembre de 1973, fecha del asesinato de Salvador Allende y del golpe de Estado en Chile. Imprescindible la lectura del texto que acompaña al titular: "contra el caos económico del socialismo y la dictadura marxista, en defensa de la libertad, los militares cumplen su misión quirúrgica". 
La "misión quirúrgica" no era otra cosa que el inicio del Plan Cóndor, ejecución del método sangriento ideado por EE.UU. para desestabilizar y derrocar a cualquier gobierno progresista en su "patio trasero", Latinoamérica, e implantar así la barbarie neoliberal, que actualmente sufrimos. El "caos económico" es la imposición de la violencia económica por desabastecimiento y boicot, tal como vemos hoy día en Venezuela o Nicaragua, cuando no directamente el crimen homicida, como en Colombia.

Por tanto recomendamos fervientemente la lectura y sugerimos que a través de ella se desarrolle la capacidad de desvelar los métodos de represión estatal en los gobiernos neoliberales de nuestros días. La lucha de clases no sólo sigue vigente sino que nuestros enemigos la tienen bien presente y no descansan un minuto en su intención de oprimir a la clase trabajadora. Salud.

jueves, 30 de agosto de 2018

Spanish Gods: Los comunistas y la religión

En la novela American Gods (Neil Gaiman, 2001, en libro editorial Roca y adaptación en cómic editorial Planeta, también hay una serie de TV), los dioses disputan entre ellos por las oraciones de los mortales, hasta hacer estallar una guerra entre los antiguos dioses -olvidados y disminuidos sus poderes por el descenso de creyentes- y los dioses modernos -encumbrados gracias a las nuevas tecnologías y la transformación de la sociedad-.
Para los nostálgicos del mítico Sandman (Morfeo, Príncipe de los sueños, cómic antológico del mismo autor) American Gods es una lectura -o visión- muy recomendable (imagen © Amazon Video).

De esta interesante historia podríamos extraer una curiosa moraleja: los dioses "existen" porque existen humanos que creen en ellos. 

Dicho a la inversa, la fe en los dioses y sus poderes sobrenaturales hace posible que los dioses existan, o al menos estén presentes, en cierto modo, en nuestra sociedad.

 En España la influencia religiosa es predominante, en el sur -que es lo que conozco- al menos su influencia es notable. Los ciudadanos viven en estrecha relación con hermandades, parroquias, agrupaciones defensoras de sus valores, etc. Por eso no es raro que, como militantes, nos topemos alguna vez con el asunto de la religión. Por cualquier motivo, ya sea la liberación de la mujer, la influencia en la educación y su carácter público o privado, o la defensa de la memoria histórica republicana, por poner tres ejemplos entre muchos. 

Para ir al grano del asunto, la pregunta clave es ¿cuál debe ser nuestra actitud como marxistas activos ante la religión? Doy mi modesta opinión y ahí está la ventanita para escribir tu comentario si quieres dejarlo.

Cualquiera de nosotros puede incurrir en una posición extrema, creyendo que así se es más revolucionario, y mostrar ante la religión una actitud de rechazo absoluto y declarar la guerra personal a la Iglesia. Digamos que es una actitud anarquizante. 

Es natural caer en esta actitud, todos nosotros hemos vivido alguna experiencia de choque con personas religiosas o hemos sufrido de un modo u otro la opresión del peso de la Iglesia en nuestra sociedad. 

Pensemos una cosa: desde la Antigüedad la religión ha perseguido y censurado el pensamiento científico. De Platón y sus seguidores podemos leer en la actualidad todas sus obras tal y como fueron escritas, simplemente acudiendo a una biblioteca pública y tomando en préstamo uno de sus libros. Sin embargo, si queremos conocer la obra de otros filósofos, anteriores o contemporáneos de Platón, cuyo concepto del mundo no era idealista sino que se basaba en la observación y la experimentación del mundo (esto es, una visión materialista) no tendremos más remedio que acudir a los comentarios doxográficos (a las referencias escritas sobre ellos de otros autores). 
Retrato de Heráclito según Rubens. "Este cosmos no lo hizo ningún Dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y siempre será fuego eterno, que se enciende según medida y se extingue según medida." Conocemos el pensamiento de Heráclito y otros filósofos griegos fundamentales gracias a la doxografía. 


En realidad la eterna lucha de los marxistas -más allá incluso de lo teórico, incluso en la práctica más cotidiana-  será esa famosa batalla de las ideas: la pugna por extraer el pensamiento idealista, metafísico, místico, que está insertado en la cabeza de nuestros compañeros trabajadores, y sustituirlo por un pensamiento materialista, dialéctico, siempre crítico con lo que le rodea, basado en la práctica científica. Incluso con el aparente amigo de izquierdas que no ha logrado avanzar hacia el materialismo dialéctico, es decir, socialismo científico frente a socialismo utópico.

Pero decir esto es sencillo, lo verdaderamente complicado es llevarlo a cabo. El sentido común, es decir el conjunto de creencias y proposiciones de la sociedad en que vivimos, no puede ser ajeno a lo idealista dado que ésta es la lógica dominante en la propia sociedad. ¿Cómo ser críticos con la religión cuando esta está instaurada en la vida cotidiana incluso en pueblos hermanos como Venezuela o Bolivia, cuyas comunidades se encuentran socialmente a años luz de la nuestra? Pensemos también en los curas obreros, en los compañeros militantes de gran valía que mantienen alguna creencia religiosa; sería contraproducente rehuir de ellos.

Esta pugna ideológica no puede producirse de la noche a la mañana. El proceso debe ser paciente y dialéctico. La ideología es uno de los aspectos que atraviesa el armazón sobre el que se sostiene una sociedad. Si logramos, con trabajo paciente, desarmar esa estructura a partir de la lucha en los demás ámbitos (económico, laboral, político, legal, etc), poco a poco las vetas ideológicas que penetran en ese entramado irán paulatinamente desapareciendo.

Es más, la guerra total a la religión puede traernos como consecuencia el refuerzo en sus posiciones religiosas y la propaganda de una batalla en la que tenemos más terreno que perder que de ganar.

La batalla, firme pero paciente y serena, debe estar por tanto en la creación de conciencia en nuestros compañeros obreros, en la formación del pensamiento crítico y dialéctico. 

Porque, como comenté al inicio en el ejemplo que me sirvió de excusa para iniciar esta entrada, los dioses desaparecerán cuando dejemos de dedicarles nuestros rezos.

Añado dos enlaces necesarios para completar una visión teórica sobre este debate. No te asustes, son cortitos, en especial el primero; el segundo es una obra básica también de breve extensión.

¡SALUD! 




martes, 28 de agosto de 2018

¡Hala, Capital!

Creer hoy día que un club de fútbol modesto puede disputar la liga a uno de los grandes (Real Madrid, Barcelona o Atlético) equivale en ingenuidad a creer que aquellos Hulk Hogan, Macho Man o Enterrador de la lucha libre profesional se disputaban sobre el cuadrilátero un título deportivo en competición abierta e imprevisible; o a creer que uno puede, como en un juego de la Playstation, entrenar al Club Deportivo Alcoyano y llevarlo desde la tercera división hasta pelear la final de la Champions frente al Bayern o la Juventus sólo por la fuerza de su moral. 

Reconozco ser futbolero, de pasión contenida pero futbolero, pese a que todos sabemos que el mundo del "deporte rey" se ha convertido en un mero espectáculo y que, por desgracia, concentra varios de los peores vicios de nuestra sociedad. Cuesta cada vez más hallar un motivo para rebatir a quienes lo consideran el "embrutecimiento de las grandes masas". Pan y circo para el pueblo.

Sea por influencia familiar o del entorno, confieso que yo tampoco me escapo al dominio de este deporte-sentimiento. 
Tengo la suerte de poder hablar en ocasiones con un viejo aficionado, rojillo como yo y que ha visto jugar a Campanal y Arza, que siempre termina sus conversaciones futboleras con la letanía de que entonces los jugadores eran todo pundonor y que hoy no pasan de mercenarios. Hasta ahora había pensado que esta sensación de mi amigo se debía a la percepción que todos tenemos cuando nos hacemos mayores y estimamos que nuestra generación fue mejor. 

Si lo observamos con detenimiento, el fútbol, el deporte en general, no es ajeno a la perversión irresistible del gran fetiche de nuestro mundo, el dinero. En esto, como la vida misma, como ocurre en el campo laboral, en el de la salud o la educación, en la vivienda, incluso en la gestación de hijos, todo está marcado por lo económico. 

Se me ocurren, a simple bote pronto, unas cuantas similitudes entre el fútbol y la vida bastante curiosas.

En la sociedad en que vivimos es común creer que un ciudadano modesto, bienintencionado y trabajador, puede con su ingenio y su tesón labrarse una pequeña fortuna, sin molestar ni perjudicar a sus semejantes. Igualmente tendemos a creer que en la autonomía del libre mercado existe una mano mágica que pone a cada uno en su sitio y que termina haciendo justicia pese a las desigualdades en recursos. Todos tienen la oportunidad de prosperar -pensamos-, de hacerse a uno mismo e, incluso, si la fortuna sonríe, disputar los primeros puestos a los grandes del sector. 


Bien, basta rascar un poco sobre la superficie de este brillante sueño para que encontremos debajo una realidad semejante en ingenuidad al ejemplo de Hulk Hogan y el Alcoyano que citaba al comienzo. Simplemente enumeremos algunas de las características del mundo que nos ha tocado vivir:

1. El capital es el amo. El capricho que cantaban los Pink Floyd en el inicio de aquella legendaria canción (Money, it's a gas. Grab that cash with both hands and make a stash. New car, caviar, four star daydream, think I'll buy me a football team) es hoy una realidad normalizada. 

Millonarios excéntricos o grupos de inversores extranjeros llegan a un club, ponen el dinero sobre la mesa y de pronto el antes humilde club explota en un derroche de jugadores y entrenadores de relumbrón. 

Los mejores fichajes, desde que al jugador apenas le salen pelos en el pecho hasta que se retira hacia ligas exóticas, entran en el mercadeo de la bolsa deportiva cada verano y el mejor postor es el que se los lleva para que los disfrute su afortunada afición, que los verá besando su escudo en las presentaciones.

En el caso del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, sabemos que es algo más que una especie de mecenas deportivo. Dueño del imperio empresarial Grupo ACS, dispone de una de las mayores fortunas del planeta. Pocas obras en España no están vinculadas a su empresa, ya sean obra privada, civil o pública. El tren, el agua o las carreteras de España pasan por su mano, así como la energía y los servicios. Y para que este mecenas del deporte y los negocios no pierda capacidad, nos encargamos los trabajadores españoles de rescatar sus pérdidas cuando a Florentino no le salen las cuentas.


El año pasado, por ejemplo, el Madrid fichó a una joven promesa brasileña de apenas 17 años, Vinicius Junior, por 45 millones de euros y actualmente está jugando en el filial de segunda B con un sueldo de 7,5 millones anuales (mucho más que los jugadores mejor pagados de cualquier club que no sea uno de los galácticos). 

¿Cómo competir con este potencial económico? ¿Es posible, del mismo modo, en la vida competir con un capital de tamaño  cuando uno sólo dispone del trabajo que pueda realizar con sus manos? ¿Dispone el sistema en el que vivimos, el capitalismo, de medios de nivelación de esas desigualdades?

Dicho de otro modo, ¿es posible un capitalismo justo o equitativo? Marx lo expresa claro en sus obras. Escogeré un pasaje -entre muchos- de una de ellas, El capital:

El capital tiene un solo impulso vital, el impulso de valorizarse, de crear plusvalor, de absorber, con su parte constante, los medios de producción, la mayor masa posible de plustrabajo. El capital es trabajo muerto que sólo se reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo, y que vive tanto más cuanto más trabajo vivo chupa.



2. ¿Es sólo una cuestión de dinero? Por si fuera poco con poseer la fuerza económica, los grandes clubes acaparan además otra de las mayores fuentes de influencia de nuestra sociedad: los medios.

Más allá del prestigio deportivo y del palmarés, los clubes poderosos manejan las televisiones, hacen que se creen peñas en los lugares más recónditos y logran que veamos en nuestras ciudades y pueblos a más niños con las camisetas de los grandes clubes que camisetas del equipo local.

El aficionado de un club de provincias estará acostumbrado a que los periodistas de sus canales y emisoras locales den prioridad a las noticias de estos grandes equipos antes que  a las de los suyos. La prensa crea la tendencia y convierte en preeminente todo lo que gire en torno a los clubes mediáticos; lo que se refiere a ellos es noticia, es grato, produce buenas sensaciones o en su defecto crea polémica, mientras que el resto tiende a lo anónimo, lo ingrato, lo aburrido, y se olvida. 

Sobre la libertad de los medios, Lenin escribía:

La libertad de prensa es también una de las principales consignas de la democracia pura. Los obreros saben bien, y los socialistas de todos los países lo han reconocido, que esta libertad es una mentira mientras las mejores imprentas y los más importantes depósitos de papel se encuentren en manos de los capitalistas y mientras subsista la dominación del capital sobre la prensa, dominación que se afianza en el mundo entero de la manera más escandalosa, brutal y cínica.


3. Ese predominio ideológico, sustentado en el poderío económico, tiene también su reflejo en otros aspectos. El marco legal y administrativo en el fútbol tampoco está exento de la alargada sombra de los clubes poderosos. Las históricas ayudas arbitrales, las decisiones favorables de los organismos legales, la predisposición a favorecer siempre a los grandes en sorteos y competiciones quizás sean sólo la punta del iceberg y los aficionados desconozcamos los entresijos que se esconden en las relaciones entre clubes y organismos federativos. 

Si hasta ahora no se ha creado esa superliga europea de la que se hablaba, por ejemplo, seguramente será porque los interesados consideran que aún no han exprimido lo suficiente el beneficio que les producen el resto de equipos que hacen de esparrin o comparsa de los clubes elegidos.
La Federación Española de Fútbol llevó recientemente una final a Tánger, Marruecos, sin importar que este país sea opresor del pueblo saharaui, por intereses económicos de uno de los clubes más poderosos. 

De un modo semejante, en nuestra sociedad, el marco jurídico y político no son ajenos a la influencia del poder económico. Antes bien son su reflejo y cumplen la función de mantener al mando de ese poder a los intereses que salen beneficiados de este orden. Los lectores de textos marxistas hemos sabido gracias a esas lecturas de esta manera de eternizar el poder de una clase social sobre otra mediante la estructura de un armazón económico, atravesado de vigas y contrafuertes ideológicos,legales y políticos.

Si has llegado hasta aquí por ser también futbolero/a y deseas saber más sobre textos marxistas, aprovecho para recomendarte estos enlaces: 

  • EL MANIFIESTO COMUNISTA  , obra imprescindible para la cultura general del trabajador, que en esta serie de entradas está más o menos explicado y aclarado para incentivar la lectura.


  • TOMO PRIMERO DE EL CAPITAL el mecanismo interno del sistema capitalista abierto de par en par ante tus ojos en esta obra necesaria para entender nuestro mundo.


Salud!

lunes, 27 de agosto de 2018

¿Aporofobia o sencillamente lucha de clases?



Según el historiador Eric Hobsbawm, solamente el 5% de las víctimas de la primera guerra mundial eran civiles; en la segunda, el porcentaje se elevó hasta el 66%. En la actualidad, la proporción de víctimas civiles de cualquier guerra se sitúa entre el 80 y el 90 % del total.

Son datos que podemos ver en el libro que recoge una serie de conferencias del historiador, Guerra y paz en el siglo XXI. En el primer capítulo de esta misma obra, Hobsbawm especifica: "esta cifra ha aumentado desde el fin de la guerra fría porque muchas de las operaciones militares que se han llevado a cabo desde entonces no han correspondido a ejércitos de soldados de reemplazo sino a tropas regulares o irregulares, las cuales, en muchos casos, disponían de armamento de última generación y se protegían para evitar bajas. Si bien es cierto que este armamento ha hecho posible recuperar, en algunos casos, la distinción entre objetivos civiles y militares, y por extensión entre combatientes y no combatientes, nada nos induce acreer que los civiles hayan dejado de ser las principales víctimas de la guerra."


Por otra parte, observamos hoy que los medios lanzan como preocupación casi principal la cuestión de los inmigrantes. Un vistazo a las redes sociales nos hará ver en un simple repaso cómo personas que son trabajadoras reproducen bulos y mensajes de odio hacia los inmigrantes, con una facilidad y una ausencia de criterio alarmantes.
Dos tuits de hoy mismo, muy preocupados por la inmigración.


Al parecer, el término aporofobia fue acuñado en los años 90 por la filósofa Adela Cortina y hace referencia al rechazo hacia los pobres. Contiene un matiz diferenciador de otros términos como xenofobia o racismo, pues en el caso de la aporofobia la discriminación se produce independientemente de la raza o de la nacionalidad y se centra en el rechazo por la carencia de recursos económicos.

Seguramente muy útil en el estudio de nuestra sociedad, este neologismo fue elegido en el 2017 como la palabra del año por la Fundación del Español Urgente, que es una fundación creada como colaboración entre la Agencia EFE y el banco BBVA y cuya misión es la tarea de proteger el correcto uso de nuestra lengua.

Esta importante Fundéu BBVA debe tener una gran preocupación, aparte de por el uso correcto del idioma, por las cuestiones sociales, pues otras de sus palabras del año han sido escrache, refugiado y populismo. 


En la misma obra que he citado al comienzo -inicio del capítulo 3-, Hobsbawm hace otra interesantísima reflexión sobre el uso del lenguaje: 

La historia, según se nos dice, es un discurso, y no se puede entender a menos que conozcamos la lengua en la que la gente piensa, habla y toma decisiones. Entre los historiadores tentados por lo que se denomina «el giro lingüístico» los hay incluso que argumentan que son las ideas y conceptos expresados en los términos característicos de un período los que explican lo que sucedió y por qué. (...) Una y otro están saturados de lo que el filósofo Thomas Hobbes llamaba «discurso insignificante», palabras que no significan nada, y de sus subvariedades «eufemismo» y «neo-lengua» (George Orwell), esto es, palabras destinadas deliberadamente a engañar mediante una descripción equívoca. Pero a menos que cambien los propios hechos, los cambios en las palabras utilizadas para describirlos no bastarán para modificarlos.

Si somos capaces de hilar ambas reflexiones del autor (peso casi total de las víctimas de las guerras actuales en la población civil y perversión del lenguaje en los medios), encontraremos un punto de vista bastante esclarecedor.

Usted no es racista, usted no es xenófobo, simplemente tiene un poco de aporofobia, parecen decirnos los medios con su machacona insistencia. Por tanto es una simple cuestión de hacer cargo de conciencia y para tranquilidad de nuestras almas existe un remedio a la mano de todos. Este es aportar un poco de solidaridad y humanidad. 


De tal modo que parece haber sólo dos posturas en el problema de la inmigración: la respuesta directamente fascista de quienes en defensa de los españoles exigen la actuación de las fuerzas armadas en las fronteras (la actuación de otros, lógicamente, personas pagadas para ellos, nunca quienes lo exigen en persona o sus hijos) o la postura de la solidaridad (con reservas, esto es, solidaridad hasta cierta medida o hasta donde el sentido común aconseje para no perjudicarnos nosotros mismos).

Pero ¿dónde queda el análisis de la inmigración desde sus orígenes o sus causas?

¿Por qué las guerras actuales están hechas de manera que los objetivos civiles sean prioritarios y mayoritarios? ¿Qué intereses mueven esas guerras? ¿Somos nosotros, europeos y ombligos del mundo, partícipes en esos conflictos como colaboradores del imperialismo nosteamericano? ¿Son diferentes esas personas que huyen de las guerras de nosotros mismos? ¿Qué haríamos si nos viésemos en su situación? 

Estas preguntas no parecen interesar a los medios ni a las fundaciones patrocinadas por bancos. 

Si los trabajadores de los países de recogida de esos inmigrantes llegasen a plantearse estas dudas, probablemente llegarían a conclusiones mucho más elaboradas que los neologismos y  conceptos absurdos con los que quieren manejar nuestras mentes. Tal vez llegaríamos a la conclusión de que el término que las fundaciones y los gobiernos no quieren ni ver es uno que cuenta ya bastantes años y que ha sido olvidado de manera intencionada: la lucha de clases.  


viernes, 17 de agosto de 2018

La teoría del valor (II).


Continuamos el tema iniciado en la entrada anterior (Dificultad para leer El Capital) en la que nos centrábamos en una introducción sobre el texto y se mencionaban las complicaciones que solemos tener los trabajadores militantes al leer esta obra fundamental. Allí prometíamos una aproximación a la teoría del valor, así que a ver si lo cumplimos.

Explico por si a algún lector le parece simple o somera esta entrada que, como avisamos en la anterior, la intención es animar a los militantes a afrontar una lectura difícil pero con el deseo de obtener herramientas para el trabajo cotidiano. Es decir, con una finalidad práctica, utilitaria. Transformar el mundo, dijimos recordando las Tesis sobre Feuerbach, no interpretarlo, encontrar un tratamiento útil para nuestro enfermo y no hacer un diagnóstico erudito de la enfermedad de la cual morirá admirando nuestros conocimientos. Vamos a ello.


¿Para qué tanto misterio con el valor?, nos podemos preguntar, con toda sensatez. El valor es un concepto que ha sido motivo de polémica y estudio desde la Antigüedad. No es trivial esta cuestión pues todos sabemos que del concepto que tenga el mundo que nos rodea depende  en cierto modo nuestra vida. No es exagerado decirlo así. La vida varía según el valor que tengan las cosas en nuestro entorno, el valor de nuestro salario, el valor de las cosas que necesitamos para vivir, de lo más inmediato a lo más nimio. La vida misma no tiene el mismo valor según donde vivamos, ni tampoco según quienes seamos o la cantidad de posesiones (valores) que tengamos.

Recordemos, como habíamos aclarado en la primera parte, que El Capital es una crítica de la economía política. De la economía política hasta el momento en el que Marx y Engels vivían, obviamente. Así que nos interesa tener al menos una idea general de cuál era en la época de Marx la idea que se tenía del valor.

Desde el siglo IV antes de Cristo, gracias a la obra de Aristóteles, se ha diferenciado un doble aspecto en el valor. El gran filósofo griego ya observó que las cosas tenían un valor de uso y un valor de cambio. Cualquier objeto tiene una utilidad que satisface una necesidad humana (ya sea una necesidad vital o una necesidad cultural o espiritual) que es su valor de uso, pero también un valor de cambio, una cualidad que le permite ser intercambiada en el mercado por otras. 

Marx en el inicio de El capital da un gran mérito a Aristóteles por esta observación, que fue la teoría válida durante siglos (como otros aspectos tantos científicos que no aumentaron significativamente desde la Grecia clásica hasta el Renacimiento y la Ilustración, gracias a siglos de oscurantismo cristiano) y reconoce que si el filósofo no llegó a profundizar en el aspecto social de su teoría fue debido, obviamente, a "la limitación histórica de la sociedad en que vivía".



Así que esta visión del valor en su doble aspecto, de uso y de cambio, se mantiene con no grandes variaciones hasta la aparición de los economistas clásicos, en especial dos de las más importantes figuras, Adam Smith y David Ricardo. En cierta forma Marx puede considerarse un discípulo de estos clásicos, en especial de Ricardo, a quien menciona en numerosas ocasiones en esta obra que nos ocupa.

Al desarrollarse en la Historia nuevas formas de relaciones sociales (se diferencian tipos de trabajo de manera especializada, pasamos por los gremios de artesanos y las ciudades, aparecen los aparatos y la tecnología que permite la producción industrial, se desarrollan los mercados a nivel mundial, el dinero, la banca) y en especial al aparecer en el periodo más reciente nuevas clases sociales (obreros y burgueses), toma importancia un original matiz en el concepto del valor: el trabajo.



Adam Smith (escocés que vivió entre 1723 y 1790), autor de referencia para muchos economistas burgueses aún en la actualidad y considerado padre de la economía política con su libro Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (o Riqueza de las naciones)  ya reparaba en que el valor en su doble cualidad de valor de uso y valor de cambio tiene su medida en este último aspecto a partir del trabajo incorporado que tenga cierto producto.

En sus estudios, el autor más interesante para Marx es David Ricardo (Inglaterra 1772-1823). Ricardo busca también el fondo de la cuestión del valor en la producción y explica las relaciones de intercambio y los precios en función de la cantidad de trabajo que la producción de una determinada mercancía incluye.

Por tanto es Ricardo quien expresa en primer lugar una nueva visión del valor que es la teoría del valor-trabajo. El precio natural de las mercancías, según Ricardo, viene de su valor que a su vez es medido por la cantidad de trabajo que lleva incorporado. 

De hecho, se habla de discípulos de Ricardo como socialistas ricardianos, quienes intentaban obtener conclusiones críticas con el capitalismo a partir de la teoría de valor-trabajo, manejando ya conceptos como la plusvalía  y afirmando que el trabajo es el único creador de riqueza y que sus rentas o beneficios eran valor robado a los trabajadores. 



Por tanto, continuando con nuestra demostrada sensatez, nos podríamos hacer varias preguntas. Si ya desde Ricardo se enfoca el valor en el punto de vista del trabajo, ¿por qué estos autores son la guía de referencia de los economistas burgueses? ¿Qué aporta de nuevo Marx? ¿Y por qué Marx era tan duro con otros pensadores de su época que apreciaban este aspecto colectivo del valor-trabajo y eran considerados socialistas?

Pongo un ejemplo que me parece esclarecedor. En su obra Miseria de la Filosofía (escrito como respuesta al libro Filosofía de la miseria, de Proudhon) Marx debate sobre economía política con el pensador francés. Proudhon fue un filósofo muy comprometido con la lucha obrera, se le considera uno de los padres del anarquismo y del cooperativismo. En uno de sus pasajes, dice Marx:


¿Cómo el señor Proudhon, que supone conocida la división del trabajo, explica con ella el valor de cambio, que para él es siempre una incógnita? “Un hombre” se decide a “proponer a otros hombres, colaboradores suyos en funciones diversas”, establecer el intercambio y hacer una distinción entre el valor de uso y el valor de cambio. (...)  En particular cuando se trata de explicar históricamente “el origen de una idea económica”, el señor Proudhon supone a un hombre que propone a otros hombres, colaboradores suyos en funciones diversas, llevar a término este acto de generación, y ya está todo dicho.

En la misma obra, en su prólogo, Engels habla así sobre la teoría de Ricardo:


La susodicha aplicación de la teoría de Ricardo —a saber: que a los obreros, como únicos productores efectivos, les pertenece el producto social integro, su producto— lleva directamente al comunismo. Pero, como indica Marx en las líneas citadas, esta conclusión es formalmente falsa en el sentido económico, ya que representa una simple aplicación de la moral a la economía política. Según las leyes de la economía burguesa, la mayor parte del producto no pertenece a los obreros que lo han creado. Cuando decimos que es injusto, que no debe ocurrir, esto nada tiene de común con la economía política. No decimos sino que este hecho económico se halla en contradicción con nuestro sentido moral. Por eso Marx no basó jamás sus reivindicaciones comunistas en argumentos de esta especie, sino en el desmoronamiento inevitable del modo capitalista de producción.



Vayamos entonces a la teoría del valor en Marx. La teoría del valor-trabajo nos dice, por tanto, que el valor de las mercancías está determinado por la cantidad de trabajo incorporado, que se mide en tiempo empleado por los trabajadores. Pero cabe observar que no todos los trabajos son de igual dificultad ni los trabajadores igual de expertos, ni las condiciones las mismas. Marx propone que no se debe estimar el trabajo particular de cada individuo o colectivo o situación, sino el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir una mercancía, esto es, el tiempo que se necesita para producir un valor de uso  en las condiciones establecidas como norma en una sociedad.

La mercancía es el objeto primero de estudio, desde el minuto uno de El capital, dado que Marx expone que es "la forma celular económica":


La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un inmenso arsenal de mercancías y la mercancía como su forma elemental. 

La mercancía es para Marx una categoría que expresa la forma social que toman los productos del trabajo dentro del modo de producción capitalista. Es decir, como se sabía desde Ricardo, un producto, una mercancía, es resultado del trabajo humano; pero al oponerse a otras en el mercado, al enfrentarse como valores de cambio, equiparan o relacionan esas cantidades de trabajo en cuanto son convenciones o acuerdos a nivel de sociedad, esto es, expresan una relación social. Esa relación social o ese conjunto de relaciones sociales en las que vivimos es el modo de producción capitalista.

Si continuamos la teoría de Marx, la mercancía tiene asimismo una doble identidad (al igual que Ricardo y anteriores) como valor de uso y valor de cambio. Pero este valor de cambio deriva del trabajo, su magnitud varía según la cantidad de trabajo, considerando ese conjunto de relaciones sociales en que se produce. A ese trabajo, abstracto y generalizado por la relación social, lo denonima Marx trabajo socialmente necesario. 

Así pues el valor de uso es apenas interesante en la exposición de El capital (excepto en que obviamente una mercancía debe tener un valor de uso para salir al mercado o nadie la querría) y en cuanto al valor de cambio Marx aprecia a su vez un doble aspecto: considera que no es lo mismo el valor (que es una relación social de producción, una expresión de cualidad) que el valor de cambio (que es la forma de expresarse esa relación social, una expresión cuantitativa).

Ese matiz cuantitativo (valor de cambio) ya fue objeto de estudio por los economistas clásicos (Smith, Ricardo) pero no así ese matiz cualitativo. Es Marx el primero en exponerlo:


Veíamos al comenzar que la mercancía tenia dos caras: la de valor de uso y la de valor de cambio. Más tarde, hemos vuelto a encontrarnos con que el trabajo expresado en el valor no presentaba los mismos caracteres que el trabajo creador de valores de uso. Nadie, hasta ahora, había puesto de relieve críticamente este doble carácter del trabajo representado por la mercancía



¿Qué consecuencias tiene la teoría del valor de Marx? La distinción de valor de cambio y valor, así como el enfoque desde una perspectiva histórica y social, sumados a los conceptos de modo de producción y trabajo socialmente necesarios serán las piezas fundamentales sobre las que se desarrollará la teoría de la plusvalía. Pero para no apartarnos de la teoría del valor, que era el objetivo de esta entrada, menciono enumeradas algunos de los efectos que son fundamentales para la crítica del capitalismo:



1. Propone una visión no subjetiva de la Economía. Los cambios sociales e históricos no son decisión de unos seres humanos elegidos o destacados por encima del resto, ni tampoco los procesos económicos se explican por la demanda o la utilidad de los productos; están marcados por los cambios en las condiciones materiales de cada sociedad (ver pasaje de la Contribución a la economía política en la entrada anterior). El ser humano es un ser social, como dijo Aristóteles, un zoon politikon, un animal político, que se desempeña en sociedad.
Por tanto son los seres humanos, llevados o condicionados por las condiciones materiales, quienes son los causantes de las circunstancias sociales. Ni grandes personajes ni tampoco los grandes entes a los que el capitalismo y la versión actual que sufrimos, el neoliberalismo, otorgan cualidades casi humanas, como un fetiche. 



2. Lo más importante en las relaciones económicas, su núcleo, se encuentra en el proceso de producción. Allí es donde se halla el germen de la explotación capitalista. Esto sitúa al trabajador como protagonista en el proceso, no al capitalista.
Aunque no se menosprecia la importancia del intercambio, se trata de un aspecto meramente superficial. El meollo, la clave del asunto se encuentra en el trabajo, en tanto categoría abstracta dentro de unas relaciones sociales. 
Por tanto los creadores de la riqueza de las naciones son los audaces empresarios que mueven enormes cantidades de capital aquí y allá. Son los trabajadores quienes crean esa riqueza. Sin ellos la producción se detendría.




3. La teoría de Marx expone la tensión antagónica entre las clases sociales, entre obreros y capitalistas, entre trabajo y capital. Ese antagonismo (rivalidad, competencia) es inevitable y supone que incluso capitalistas bienintencionados no puedan escapar a esa competencia. 
No es posible por tanto una vía reformadora o gradual del capitalismo, en la que mediante acuerdos progresivos se llegue a un estado de igualdad o justicia.
Este aspecto me parece que se encuentra bien explicado (aunque es una obra anterior al Capital y por tanto carente de su rigor) en el texto Trabajo asalariado y capital, que por cierto ya vimos en una entrada anterior de este blog (aquí). y que es aclaratorio de este antagonismo en el pasaje:

¿Cuál es la ley general que rige el alza y la baja del salario y la ganancia, en sus relaciones mutuas?

Se hallan en razón inversa. La parte de que se apropia el capital, la ganancia, aumenta en la misma proporción en que disminuye la parte que le toca al trabajo, el salario, y viceversa. La ganancia aumenta en la medida en que disminuye el salario y disminuye en la medida en que éste aumenta.



4. Por último, al situarse el capital como una relación social, determinada por una serie de circunstancias históricas, esto nos lleva a concluir que el capitalismo es una fase más de la historia de los seres humanos, y como tal es una fase que debe tener un principio y también un fin.
El orden capitalista no es un orden natural, es una fase más que debe ser superada. No es el punto final de la humanidad, ni el acabose, ni el fin de la Historia. Cuando nos afirman que es el sistema al que ha devenido la humanidad tras el supuesto fracaso de otros sistemas políticos, como mal menor, tratan de hacernos creer que es un sistema insuperable, una última parada. Los trabajadores sabemos, a través de la lectura de El capital, que esto no es cierto.

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Para terminar, añado las referencias que ya anoté en la primera entrada, a fin de hacerlas notar, porque me parecen interesantes de difundir, por si algún lector haya llegado aquí sin leer la primera parte.
Salud. 


-- La teoría económica de Marx de Francisco Erice, del FIM (Fundación de Investigaciones Marxistas), texto que repasa los contenidos no sólo de El capital sino también de otros textos económicos de Marx (Miseria, Contribución) de una manera muy instructiva.


-- Apartado de formación de Espacio de Encuentro Comunista (ECC) en el que encontraremos bibliografía y dentro de ella un resumen de El Capital completo de Diego Guerrero para leer, como hemos comentado, de manera simultánea y como apoyo al texto original. También en este sitio dos conferencias en VIDEO de Xavier Arrizabalo muy interesantes.

-- Programa 5 Escuela de Cuadros, El fetichismo de la Mercancía VIDEO de esta interesante serie del PSUV con una extraordinaria (en mi opinión) charla del profesor Reinaldo Carcanholo sobre el complejo concepto de la mercancía.

-- Marx y la lógica dialéctica de El Capital VIDEO, Néstor Kohan realiza, con su habitual tono un tanto cómico pero muy didáctico, una aproximación al método dialéctico de Marx y la teoría del valor.


-- Una buena edición de El Capital y a un precio asequible (para tener en casa al menos el primer volumen) es la de Siglo XXI, con traducción y notas de Pedro Scaron. El primer tomo viene en tres entregas, bien encuadernadas y con espacio en los márgenes para escribir a lápiz nuestras anotaciones.